Preguntas y respuestas Bíblicas

  • ¿Existe la posibilidad de que algunos creyentes no sean arrebatados?

    La pregunta del hoy es la siguiente. Dice así: Ustedes dicen que los que entren al reino milenial de Cristo serán creyentes de carne y hueso, tanto judíos como gentiles, los cuales habrán quedado vivos hasta el final de la tribulación. ¿Por qué es que estos creyentes pasaron por la tribulación? ¿Por qué estos creyentes no fueron arrebatados antes de la tribulación? ¿Existe la posibilidad de que algunos creyentes no sean arrebatados? Otra pregunta es la siguiente: ¿Dónde van a estar los creyentes que participen en el arrebatamiento?

    Agradezco mucho por su consulta. Me ratifico en lo que afirmé en cuanto a que los creyentes que entren como súbditos del reino milenial serán aquellos creyentes que queden vivos hasta el final de la tribulación. Para beneficio de nuestros amigos oyentes, cuando hablamos de milenio nos estamos refiriendo al reino prometido por Dios a su pueblo Israel, el cual se establecerá en la tierra y en el cual Jesucristo será el Rey, y durará 1000 años. Este reino se establecerá tan pronto como el Señor Jesucristo venga por segunda vez a la tierra. Tribulación es el período de 7 años, en el cual Dios derramará su juicio sobre este mundo incrédulo. La tribulación se iniciará tan pronto ocurra el arrebatamiento de la iglesia. La tribulación terminará cuando el Señor Jesucristo venga por segunda vez a la tierra. De esto se desprende que la tribulación comenzará 7 años antes del milenio. Como acabo de mencionar, justo antes de la tribulación ocurrirá el rapto o arrebatamiento de la iglesia. En el arrebatamiento, el Señor Jesucristo tomará de la tierra a todos los que hemos creído en él y lo hemos recibido como nuestro Salvador, sin importar si estemos muertos o vivos cuando ocurra el arrebatamiento. Su duda amable oyente se origina en la presencia de creyentes al final de la tribulación. Esto le ha hecho pensar en que a lo mejor algunos creyentes por alguna razón no participaron en el rapto o arrebatamiento y por eso se quedaron en la tierra para pasar por la tribulación. Con todo amor y respeto, debo decirle que no es así. El rapto o arrebatamiento es un evento en el cual participaremos absolutamente todos los que somos creyentes, me refiero a todos los que hemos recibido al Señor Jesucristo como Salvador. Ni un solo creyente se quedará en la tierra en el arrebatamiento para pasar por la tribulación. Cuando se inicie la tribulación, no habrá ni un solo creyente en el mundo. Lo que pasará amable oyente es que durante la tribulación se predicará el evangelio en el mundo por medio de 144.000 judíos que Dios los levantará durante la tribulación justamente con este propósito. Habrá muchas personas en la tribulación que oyendo el mensaje de salvación recibirán al Señor Jesucristo como Salvador y llegarán a ser creyentes. Estas personas no eran creyentes antes del arrebatamiento, y por eso no fueron tomados en el arrebatamiento. Estas personas llegaron a ser creyentes después del arrebatamiento, ya dentro de la tribulación. Muchos de estos creyentes morirán durante la tribulación por la feroz persecución del Anticristo, pero algunos quedarán vivos hasta el final de la tribulación. Estos son los creyentes que con cuerpos normales como los nuestros en la actualidad, entrarán al reino milenial de Cristo. La otra parte de su consulta tiene que ver con el lugar a donde van los creyentes que participan en el arrebatamiento. Permítame leer 1 Tesalonicenses 4:17. Hablando de los creyentes que vamos a participar en el arrebatamiento dice lo siguiente: “Seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. La mejor respuesta es que una vez que ocurra el arrebatamiento, los creyentes vamos a estar eternamente con el Señor. Donde esté el Señor allí estaremos nosotros los creyentes.

  • ¿Qué partes del Antiguo Testamento siguen en vigencia en la actualidad?

    La pregunta del hoy es la siguiente. Dice así: Ustedes dicen que los que entren al reino milenial de Cristo serán creyentes de carne y hueso, tanto judíos como gentiles, los cuales habrán quedado vivos hasta el final de la tribulación. ¿Por qué es que estos creyentes pasaron por la tribulación? ¿Por qué estos creyentes no fueron arrebatados antes de la tribulación? ¿Existe la posibilidad de que algunos creyentes no sean arrebatados? Otra pregunta es la siguiente: ¿Dónde van a estar los creyentes que participen en el arrebatamiento?

    Agradezco mucho por su consulta. Me ratifico en lo que afirmé en cuanto a que los creyentes que entren como súbditos del reino milenial serán aquellos creyentes que queden vivos hasta el final de la tribulación. Para beneficio de nuestros amigos oyentes, cuando hablamos de milenio nos estamos refiriendo al reino prometido por Dios a su pueblo Israel, el cual se establecerá en la tierra y en el cual Jesucristo será el Rey, y durará 1000 años. Este reino se establecerá tan pronto como el Señor Jesucristo venga por segunda vez a la tierra. Tribulación es el período de 7 años, en el cual Dios derramará su juicio sobre este mundo incrédulo. La tribulación se iniciará tan pronto ocurra el arrebatamiento de la iglesia. La tribulación terminará cuando el Señor Jesucristo venga por segunda vez a la tierra. De esto se desprende que la tribulación comenzará 7 años antes del milenio. Como acabo de mencionar, justo antes de la tribulación ocurrirá el rapto o arrebatamiento de la iglesia. En el arrebatamiento, el Señor Jesucristo tomará de la tierra a todos los que hemos creído en él y lo hemos recibido como nuestro Salvador, sin importar si estemos muertos o vivos cuando ocurra el arrebatamiento. Su duda amable oyente se origina en la presencia de creyentes al final de la tribulación. Esto le ha hecho pensar en que a lo mejor algunos creyentes por alguna razón no participaron en el rapto o arrebatamiento y por eso se quedaron en la tierra para pasar por la tribulación. Con todo amor y respeto, debo decirle que no es así. El rapto o arrebatamiento es un evento en el cual participaremos absolutamente todos los que somos creyentes, me refiero a todos los que hemos recibido al Señor Jesucristo como Salvador. Ni un solo creyente se quedará en la tierra en el arrebatamiento para pasar por la tribulación. Cuando se inicie la tribulación, no habrá ni un solo creyente en el mundo. Lo que pasará amable oyente es que durante la tribulación se predicará el evangelio en el mundo por medio de 144.000 judíos que Dios los levantará durante la tribulación justamente con este propósito. Habrá muchas personas en la tribulación que oyendo el mensaje de salvación recibirán al Señor Jesucristo como Salvador y llegarán a ser creyentes. Estas personas no eran creyentes antes del arrebatamiento, y por eso no fueron tomados en el arrebatamiento. Estas personas llegaron a ser creyentes después del arrebatamiento, ya dentro de la tribulación. Muchos de estos creyentes morirán durante la tribulación por la feroz persecución del Anticristo, pero algunos quedarán vivos hasta el final de la tribulación. Estos son los creyentes que con cuerpos normales como los nuestros en la actualidad, entrarán al reino milenial de Cristo. La otra parte de su consulta tiene que ver con el lugar a donde van los creyentes que participan en el arrebatamiento. Permítame leer 1 Tesalonicenses 4:17. Hablando de los creyentes que vamos a participar en el arrebatamiento dice lo siguiente: “Seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. La mejor respuesta es que una vez que ocurra el arrebatamiento, los creyentes vamos a estar eternamente con el Señor. Donde esté el Señor allí estaremos nosotros los creyentes.

  • Cómo debo manejar las invitaciones a salir

    Una joven nos hace la siguiente pregunta: Soy creyente y estoy recibiendo muchas invitaciones a salir no sólo de jóvenes creyentes sino también de jóvenes no creyentes. Mi pregunta es: ¿Cómo debo manejar esta situación? Porque no quisiera de ninguna manera deshonrar al Señor haciendo algo que afecte mi testimonio y el de mi familia y también de la iglesia.

    Gracias por tu consulta. Te felicito por ser una joven a quien muchos jóvenes quieren invitar a salir. Dale muchas gracias a Dios por haberte hecho de esa manera. Sin embargo, te aconsejo que seas muy cuidadosa con las invitaciones a salir que aceptas. No es conveniente para tu testimonio como hija de Dios que aceptes invitaciones a salir con todo aquel que te lo pida. Por regla general, antes de aceptar a salir con alguien, trata de saber lo más que puedas de esta persona. Dentro de esto, lo que más te debe importar es el estado espiritual de quien te está invitando a salir. Por regla general no aceptes invitaciones de jóvenes que no son creyentes. Si aceptas una invitación a salir debe ser con un joven creyente, y más aún, debe ser un creyente maduro, de otra manera, podría ser que salgas con alguien que, en lugar de ayudarte a crecer espiritualmente, te haga tropezar espiritualmente. En este proceso de saber sobre la persona que te ha invitado a salir, es importantísimo que busques la dirección y la sabiduría de Dios mediante su palabra y la oración. Busca también el consejo de tus padres. Busca inclusive el consejo de los pastores o ancianos de la iglesia donde te congregas. Tal vez dirás: Pero yo no tengo la intención de comenzar una relación de enamoramiento o noviazgo con todo el que me invita a salir. Está bien, yo entiendo muy bien eso, pero tú no sabes lo que está pensando la persona que te invita, y por eso es que necesitas la guía de Dios, de tus padres y de tus líderes espirituales. Si alguien te pide salir y tú no estás segura que eso es la voluntad ni de Dios, ni de tus padres, ni de tus líderes espirituales, mi consejo es que declines la invitación. Asumiendo que Dios, tus padres y tus líderes espirituales estuvieran de acuerdo en que aceptes alguna invitación a salir con un joven creyente, te aconsejo que la salida sea por un corto tiempo, con el permiso de tus padres, informando a tus padres dónde vas a estar, a qué hora vas a regresar y cualquier otro detalle importante. De ninguna manera aceptes ir a algún lugar apartado o donde no haya otras personas. Evita estar a solas con un joven, aunque sea creyente. Por otro lado, recuerda que la salida debe tener el único propósito de conocerse, nada más. No permitas que tus emociones se involucren en esta etapa de la relación con un joven. Conversa sobre tu relación con el Señor, tu servicio en la iglesia, tus estudios, tus tareas, tus amigos, tu familia, tus planes, pero evita abrir tu corazón para albergar emociones. El trato que debe darte el joven con quien has salido, se encuentra en 1 Timoteo 5:2. La Biblia dice en este texto que el trato a las jovencitas debe ser como a hermanas, con toda pureza. Este es el trato que debes demandar de cualquier joven que te invite a salir. Si sigues estos consejos, estoy seguro que evitarás deshonrar al Señor manchando tu testimonio, el de tu familia y de la iglesia. En lo futuro, Dios mismo te mostrará con claridad con cuál de los muchos que te pretenden, podrías comenzar una relación formal de enamoramiento o noviazgo.

  • Siento un vacío en mi alma

    Para Consultorio Bíblico de hoy, tenemos una muy interesante carta que nos ha llegado de Curazao, Antillas Holandesas. Nuestra amiga oyente nos dice así: Quiero que recen por mí porque soy un alma perdida. Voy a misa, he sido bautizada, pero me siento vacía por dentro. No tengo fe. Siento el corazón duro. Muchas veces hago ayuno, pero no me siento feliz porque no tengo a Dios en mi corazón. Siento un vacío en mi alma. Por eso rece por mí para que mi alma no se pierda. 

    Gracias damos a Dios por la oportunidad que nos da de hablar de cosas espirituales. No habrá sido fácil llegar al punto en que se halla actualmente. Por eso, me gustaría primeramente animarle. Quiero decirle que Usted en verdad es una persona afortunada. No porque lo diga yo, sino porque eso fue lo que dijo el Señor Jesucristo, según Mateo 5:3 “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” El hecho que reconozca que tiene un vacío dentro de su ser, es muestra de que es pobre en espíritu. El hecho que reconozca que todo lo que hasta aquí ha hecho para traer a Dios a su corazón ha fracasado es aún mayor evidenciad de que es pobre en espíritu. El instante en que se sintió totalmente sin esperanza de poder acercarse a Dios sobre la base de su propio mérito, ese momento llegó a ser pobre en espíritu. Lejos de ser una tragedia, el ser pobre en espíritu es una formidable bendición. Por esto, el Señor Jesucristo dijo en el texto que leímos: “Bienaventurados los pobres en espíritu” Bienaventurado significa muy feliz o super feliz o doblemente feliz o cualquier otro calificativo que denote felicidad extrema. Quizá en este punto se sienta algo confundida. ¿Cómo puede ser posible que a pesar de sentirme vacía, sin Dios en mi corazón, sin embargo sea afortunada por eso? Permítame explicarle brevemente: La felicidad no es porque no tiene a Dios en su corazón sino porque cuando se da cuenta que no lo tiene entonces puede dar los pasos necesarios para tenerlo. El ser pobre en espíritu o reconocer que en sí mismo no tiene el poder de acercarse a Dios es un requisito fundamental para poder acercarse a Dios. 1 Pedro 5:6 nos habla de esto. Dice así: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” Cuando reconoció su propio fracaso en su anhelo de llegar a Dios en su propia fuerza, entonces se humilló delante de Dios y por tanto lo que le espera es ser exaltada en su debido tiempo. Con razón que Mateo 5:3 dice que un pobre en espíritu es bienaventurado porque Dios lo exaltará dándole entrada en su reino. Así que, amiga oyente, no se sienta mal, sepa que ha dado el primer paso para tener a Dios en su corazón. Quisiera también agradecerle por su franqueza al admitir que las obras, como el bautismo, el ayuno, el ir a misa, etc. no han podido llenar el vacío que siente en su corazón. Lo que ha dicho está de acuerdo con lo que dice también la palabra de Dios en Efesios 2:8-9 donde leemos: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” Por el testimonio de la Biblia, no es de sorprenderse que las obras, por más buenas que sean, y por más numerosas que sean no tienen poder para llevar a una persona a la comunión con Dios. Note lo que dice la Biblia al respecto en Habacuc 2:4 “Mas el justo por su fe vivirá” Dios ha dicho en su palabra que la manera de alcanzar la vida eterna es por la fe, no por las obras. Esto explica el hecho que a pesar de haber hecho tantas buenas obras, todavía no tenga a Dios en su corazón. Una vez que ha reconocido su necesidad espiritual está en una posición ideal para solucionar este problema. La solución vendrá de una obra combinada de la palabra de Dios y el Espíritu Santo. Mediante la palabra de Dios, tendrá la información que necesita saber para ser salva y por el Espíritu Santo, podrá aplicar esta verdad a su vida. Veamos entonces rápidamente lo que dice la palabra de Dios sobre la salvación. Para ser salvo o para tener a Dios en el corazón se necesita saber algunas cosas importantes. En primer lugar necesita saber que es un pecador. Romanos 3:23 dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” Por lo que dice este texto, Usted es parte de los pecadores que están destituidos de la gloria de Dios. En segundo lugar, necesita saber que Dios ha establecido un castigo para el pecador. Romanos 6:23 en su primera parte dice: “Porque la paga del pecado es muerte” El pecador está sentenciado a muerte por un Dios santo que aborrece el pecado. Cuando este texto habla de muerte, está refiriéndose a la muerte en su máxima expresión, esto no es sólo la muerte física sino algo muchísimo peor, la muerte espiritual o la eterna separación de Dios en un lugar llamado infierno. En tercer lugar, debe saber que Dios ama al pecador aunque aborrece su pecado. Romanos 5:8 dice: “ Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” Este es un texto fabuloso porque declara dos verdades importantísimas. Primero, Dios ama al pecador. Dios le ama entrañablemente, amiga oyente. Segundo, Dios ha manifestado el amor hacia Usted permitiendo que Cristo muera en el lugar que a Usted le corresponde. Jesucristo, como Dios-Hombre no tenía por qué morir, porque la muerte es para el pecador, pero él es santo y sin embargo de ello, fue a la cruz y sufrió la peor de las muertes imaginables. ¿Por qué lo hizo? Pues por Usted y por mí. Cristo fue a la cruz en su lugar y en mi lugar. En la cruz del Calvario se dio un cambio extraordinario e incomprensible para la mente humana, cuando Cristo tomó lo peor del hombre, su pecado, y a cambio le dio lo mejor de él, su justicia. Con esta justicia, el hombre está en capacidad de acercarse a Dios. Después de morir en la cruz, Cristo fue sepultado, pero no quedó en la tumba, pues resucitó de entre los muertos al tercer día, mostrando así que la muerte no tenía poder sobre él y garantizando también que la muerte no tiene poder sobre todos los que creemos en él. ¿Qué hacer para depositar su pecado en Cristo y para recibir su justicia para ser salvo? Pues simplemente creer. Recuerde que creer es sinónimo de confiar, esto significa un pleno asentimiento de lo que Dios ha dicho en su palabra. Usted en su carta dice que no tiene fe. Pero el hecho que reconoce que no tiene a Dios en su corazón y que desea tener a Dios en su corazón es un indicio inequívoco de la presencia de la fe en su corazón. Con esa fue puede perfectamente invitar a Cristo a su corazón. Así como por fe admite que no tiene a Dios en su corazón, yo le ruego que por la misma fe se apropie de la verdad de la palabra de Dios y reciba a Cristo como su Salvador. El momento que lo haga, llegará a ser una hija de Dios, porque esa es la promesa que tenemos en la Biblia. Juan 1:12 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” Un hijo de Dios es aquel que tiene a Dios en su corazón. Juan 14:23 dice: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” Preciosa promesa, ¿no le parece? Será suya cuando por fe reciba a Cristo como su Salvador. Finalmente, en su carta nos pide rezar por la salvación de su alma. Bueno, no hemos rezado, pero sí hemos orado mucho por Usted. La diferencia entre rezar y orar está en que rezar implica recitar frases aprendidas de memoria, mientras que orar implica hablar con Dios como quien habla a su mejor amigo. Nosotros hemos pedido a Dios que quite la venda espiritual que Usted tiene en sus ojos espirituales para que pueda ver con claridad su necesidad de recibir a Cristo como Salvador. Sin embargo, no piense que por nuestra oración a su favor, Usted ya va a ser salva inmediatamente. La salvación es un asunto personal entre Dios y cada pecador en particular. Yo no puedo decidir por Usted. Usted mismo tiene que hablar con Dios y decirle: Soy pecadora, estoy condenada por mi pecado, todo lo que he hecho hasta ahora para acercarme a ti, no ha logrado que entres a mi corazón. Ahora abandono todo esfuerzo por ganarme el cielo sobre la base de mi propia fuerza y con toda la fe recibo a Cristo como mi Salvador, porque él murió en mi lugar en la cruz. Si habla con Dios de esta manera, no necesariamente usando estas palabras sino las suyas propias, Usted habrá abierto la puerta de su corazón a Dios y será salva. Yo no soy un intermediario para que Usted pueda acercarse a Dios. Jesucristo es el único y todo suficiente intermediario para que el pecador se acerque a Dios. 1 Timoteo 2:5 dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” Que Dios le guíe a encontrarse con Cristo al pie de la cruz donde él entregó su vida por Usted.

  • ¿Puede un creyente ser homosexual?

    Desde Lima, Perú, nos escribe un joven amigo oyente para hacernos varias consultas. La primera dice así: ¿Puede un creyente ser homosexual?

    Bueno, lo mismo hubiera dado preguntar: ¿Puede un creyente ser ladrón? ¿Puede un creyente ser adúltero? ¿Puede un creyente ser mentiroso? ¿Puede un creyente ser borracho? ¿Por qué tenemos que poner a la homosexualidad como un pecado de una categoría especial? ¿Acaso existen categorías de pecado? Todo lo que contradice la voluntad de Dios es pecado, no importa si se trata de homosexualidad, robo, adulterio, mentira, borrachera y tantas otras cosas más. Observe lo que dice 1 Corintios 6:9-10 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.

    Según lo que dice este pasaje bíblico, no solamente los homosexuales están privados de heredar el reino de Dios. También los fornicarios, los idólatras, los adúlteros, los afeminados, los ladrones, los avaros, los borrachos, los maldicientes, los estafadores y la lista podría continuar. Por eso es que la palabra de Dios exhorta a los creyentes a abandonar todas estas prácticas que son propias de los incrédulos. Hablando a los creyentes en la iglesia de Corinto, algunos de los cuales practicaban muchas de las cosas que acabamos de citar, note lo que les dijo el apóstol Pablo según 1 Corintios 6:11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

    Esas prácticas como homosexualidad, fornicación, idolatría, adulterio, ser afeminados, robo, avaricia, borrachera, ser maldiciente, estafa, fueron parte del pasado de la vida de los creyentes. Esto erais algunos, dice el texto. Dios espera que el futuro y el presente sean totalmente diferentes. Mas ya habéis sido lavados, dice el apóstol Pablo. Ya habéis sido santificados, o puestos aparte para Dios, ya habéis sido justificados o declarados justos en el nombre de nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. Por eso, con toda autoridad puedo afirmar que Dios no quiere que un creyente practique la homosexualidad, de igual manera la fornicación, la idolatría, el adulterio, el ser afeminado, el robo, la avaricia, la borrachera, el ser maldiciente, la estafa y en general todo lo que atenta contra la santidad de Dios. Yo sé que no es fácil, especialmente cuando existen antecedentes de una vida entregada al pecado, pero Dios nos ha dado el poder para vivir en santidad. Si no fuera así, Dios jamás nos pediría vivir vidas santas. 1 Tesalonicenses 4:3 dice: pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación;

    Fornicación tiene que ver con cualquier uso del sexo fuera del marco establecido por Dios, el cual es dentro del matrimonio entre un hombre y una mujer. La homosexualidad cae dentro de la fornicación. La voluntad de Dios es que los creyentes se aparten de la fornicación.

    La segunda consulta de nuestro amigo oyente de Lima, Perú, dice así: ¿Se debe discriminar a los homosexuales?

    El máximo ejemplo a seguir para todo creyente es la persona del Señor Jesucristo. El Señor Jesucristo amó tanto al pecador que murió por el pecador en la cruz del Calvario. El Señor Jesús no murió sólo por los que cometen determinados pecados que en su ignorancia la gente cataloga como que no son graves, el Señor Jesús murió por todo pecador, independientemente de los pecados que haya cometido. Note lo que dice 2 Corintios 5:14-15. Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

    El Señor Jesús no discriminó a los pecadores. El texto dice que por todos murió. No le importó que sean homosexuales, adúlteros, ladrones, borrachos, mentirosos, orgullosos, y todo lo demás. Esto no significa por supuesto que el Señor Jesús estaba de acuerdo con el pecado de estas personas. El Señor Jesús ama al pecador, pero odia el pecado. Esta actitud del Señor Jesús de amar al pecador y odiar el pecado, se manifestó en varias ocasiones cuando el Señor Jesús estaba físicamente en el mundo. Una de esas ocasiones fue a raíz del llamamiento de Leví o Mateo el publicano. Ponga atención a lo que dice Lucas 5:27-32. Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió. Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

    Los publicanos, quienes eran judíos que estaban a servicio del imperio romano, en la época de Jesús, eran considerados por los judíos como la escoria de la sociedad judía. Un judío ortodoxo, jamás se acercaría a un publicano, jamás lo saludaría, jamás entraría a su casa, jamás se sentaría con él a la mesa, pero mire lo que hizo el Señor Jesús, no sólo llamó por nombre a Leví, o Mateo, sino que entró a su casa, y se sentó a su mesa, rodeado de otros publicanos y pecadores. El Señor Jesús no hizo discriminación contra ningún pecador. Esto fue severamente cuestionado por los escribas y fariseos. Pero el Señor Jesús simplemente justificó su conducta diciendo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. De modo que el Señor Jesús no discriminó a publicanos, ni a una mujer sorprendida en el acto mismo de adulterio, ni a gentiles, ni a nadie. Si como creyentes vamos a seguir su ejemplo, tampoco debemos discriminar a ningún pecador, sin importar cuál sea su pecado. Un creyente por tanto no debe discriminar jamás a un homosexual. Por supuesto que no estamos de acuerdo con el homosexualismo, porque es un pecado condenado por Dios en su palabra, tanto como el adulterio, la mentira, el hurto, la borrachera y cosas por el estilo, pero eso no es razón para discriminar a un homosexual. Dios ama al homosexual y aborrece el homosexualismo. Nosotros como creyentes, también debemos amar al homosexual y aborrecer el homosexualismo. Ese amor nos debe motivar a compartir las buenas nuevas de salvación con todo pecador, inclusive con los homosexuales, con la esperanza que todo pecador, inclusive los homosexuales, lleguen a recibir al Señor Jesucristo como su Salvador y eso signifique el comienzo de una nueva vida para ellos, una vida libre de las garras del homosexualismo. Así que, gracias a Dios por ministerios cristianos que se especializan en alcanzar para Cristo a los homosexuales y en ayudar a librarse del homosexualismo. Si tiene oportunidad de hablar con un homosexual no huya como si estuvieran ante una persona con alguna enfermedad contagiosa, aproveche la oportunidad para hablarle del amor de Dios, y de todo lo que Dios hizo para perdonar al pecador mediante la muerte y resurrección de Cristo. El homosexual primero necesita ser perdonado de su pecado, necesita ser lavado de su pecado, necesita el poder purificador del Espíritu Santo y la palabra de Dios para poder dejar atrás el homosexualismo. Esto sucede cuando reconociendo que es pecador, el homosexual recibe al Señor Jesucristo como su Salvador.

    La tercera consulta del amigo oyente de Lima, Perú, dice así: ¿Debemos los creyentes considerar a los homosexuales como nuestros hermanos?

    Nuevamente aquí, amable oyente, lo mismo hubiera sido si hubiera preguntado: ¿Debemos los creyentes considerar a los adúlteros, o a los borrachos, o a los mentirosos, o a los avaros, o a quien sabe qué más, como nuestros hermanos? ¿Por qué ese afán de poner al homosexualismo como algo especial? Mírelo así. Es como en el plano biológico, hermanos son los que son hijos de un mismo padre, aunque la palabra hermano puede tener también otras acepciones. Mis hermanos en el plano biológico son todos los que fueron engendrados por mi padre biológico. Lo mismo sucede en el plano espiritual, hermanos en la fe somos todos los que somos hijos de nuestro Padre celestial. Para ser hijo de nuestro Padre celestial, es necesario recibir al Señor Jesús como nuestro único y suficiente Salvador. Juan 1:12 dice: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

    Así que, los hermanos de un creyente son todos aquellos que han recibido por la fe al Señor Jesucristo como su Salvador, independientemente de las prácticas que pudieron haber tenido antes de haber tomado esa decisión, no importa si fueron homosexuales, ladrones, adúlteros, asesinos, borrachos, lo que sea. Sin embargo, como ya se mencionó en una consulta anterior, la voluntad del Padre celestial para sus hijos, es que vivamos vidas santas. 2 Corintios 5:17 dice: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

    La voluntad de Dios es que el homosexual deje de ser homosexual, el adúltero deje de adulterar, el ladrón deje de robar, y así por el estilo.

  • ¿A dónde va el alma y el Espíritu después de muertos?

    ¿A dónde va el alma y el Espíritu después de muertos?

    Según algunos, el alma muere junto con el cuerpo y el espíritu va a Dios para estar inconsciente hasta la resurrección. También dicen que el espíritu de un creyente y el espíritu de un incrédulo van al mismo lugar. ¿Es cierto esto?

    En su consulta, podemos distinguir tres partes.

    Número uno, la inmortalidad del alma.

    Número dos, el estado del alma después de la muerte.

    Número tres, el destino final de los incrédulos.

    En este orden vamos a mostrar el punto de vista bíblico sobre estos asuntos.

    Al referirme a la inmortalidad del alma, la Biblia enseña que el alma no deja de existir cuando el cuerpo muere físicamente. Ponga mucha atención a lo que dice Mateo 10:28: «Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed mas bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.»

    ¿Cómo es esto de que es posible que el cuerpo muera mas el alma no muera? La única explicación posible es que el alma está en capacidad de tener una existencia aparte del cuerpo y que esta existencia no está amenazada por ningún ser humano. Por lo pronto entonces sabemos que el alma puede existir perfectamente aparte o fuera del cuerpo.

    Una pregunta obligada es: ¿Por cuánto tiempo puede vivir el alma fuera del cuerpo? Para responder esto, veamos lo que dice Mateo 25:46: «E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna»

    Para nuestro propósito enfoquemos solamente en los adjetivos que acompañan a los sustantivos castigo y vida. En ambos casos vemos que el texto dice que son «eternos». Por lo dicho, entonces, la Biblia enseña que el alma de una persona está en capacidad de existir aparte o fuera del cuerpo y que esa existencia es por la eternidad.

    Consideremos ahora el segundo asunto. El estado del alma después de la muerte física de una persona. Normalmente se toma el texto que está en Eclesiastés 9:5 para afirmar la inconsciencia o sueño del alma después de la muerte. Veamos qué es lo que dice este texto: «Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido»

    Lo que es necesario recordar es que aunque el libro de Eclesiastés es inspirado por Dios; ha sido escrito para dar a conocer el punto de vista de que todo es vanidad cuando se miran las cosas en el mundo quitando a Dios de en medio.

    El rey Salomón, el escritor del libro, se apartó de Dios en su vejez. En su libro, Salomón expone su experiencia de que la riqueza y el poder son inservibles si Dios no está controlando la vida de una persona. Salomón resumió su experiencia en estas palabras: Vanidad de vanidades, todo es vanidad.

    En Eclesiastés 9:5 comunica el punto de vista de la muerte desde una perspectiva en la cual no hay lugar para Dios. Esta es la perspectiva del mundo para la muerte. A los ojos del mundo, la tumba es el fin de todo, pero a los ojos de Dios la situación es enteramente distinta. Dios dice en su palabra que existe vida después de la muerte.

    Observe lo que dice Lucas 16:22-25 «Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.»

    Esto es lo que dice el texto bíblico. Muchos han tratado de debilitar la verdad presentada en este texto, argumentado falazmente que es una parábola y no una historia real. Pero se trata de una historia, no una parábola porque Jesús no dijo que fuera parábola, además, en ninguna parábola aparecen nombres propios como aparece en este pasaje bíblico.

    Usted notó que se nos habla de un personaje llamado Lázaro y del renombrado Abraham. Muy bien, dando por sentado que estamos ante una historia, vemos que tanto el rico como Lázaro estaban muy conscientes después de muertos. El rico en un lugar de tormento en fuego y Lázaro en un lugar de dicha y felicidad llamado el Seno de Abraham.

    Para hacer más trágica su situación, el rico no solo tenía conciencia de su estado desesperado en aquella llama, sino que también tenía conciencia de la bendición que rodeaba a Lázaro después de muerto.

    Interesante que el rico también tenía conciencia del mundo de los vivos, aunque obviamente no podía comunicarse con el mundo de los vivos. Solo así se explica que el rico dijera a Abraham lo que tenemos registrado en Lucas 16:27-28 donde leemos: «Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento»

    Es irrefutable el hecho que tanto el rico como Lázaro no estaban inconscientes o dormidos después de muertos. Tenían íntegras todas sus facultades.

    Recapitulando lo dicho hasta ahora, el alma de una persona existe después que la persona muere físicamente, esa existencia es eterna. El alma nunca muere, y esa existencia es consciente. De la historia del rico y Lázaro hemos aprendido también que el alma de las personas justas existe por la eternidad en un lugar de bendición, y que el alma de las personas injustas existe por la eternidad en un lugar de tormento en fuego.

    Hablando de esto último note lo que dice Apocalipsis 21:8 «Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda»

    Este es el destino final del incrédulo, el lago de fuego y azufre.

    Pero note el contraste. Veamos el destino final de los creyentes. 1ª Pedro 1:3-4 dice: «Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.»

    Esto es lo que espera al creyente. Es algo muy diferente a lo que espera al incrédulo.

    En conclusión entonces, amigo oyente, no vaya a dejarse engañar por doctrinas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error. Es necesario que Usted se deje guiar solamente por lo que la Biblia dice. La palabra de Dios enseña, como hemos mostrado, que el alma del hombre es inmortal y que esa existencia es consciente, ya sea en el cielo para los que hemos recibido a Cristo como Salvador o en el infierno para los que han rechazado a Cristo como Salvador.

    ¿En qué lugar estará Usted? En cierto sentido es Usted quien debe decidir. La Biblia le ha mostrado lo que acontecerá con el alma después de la muerte. La Biblia le ha advertido sobre el peligro de que su alma vaya a parar al infierno. La Biblia le ha mostrado que para evitar eso, lo único que Usted necesita hacer es recibir a Cristo como su Salvador. Hasta allá llega la Biblia y hasta allá llega lo que yo puedo decirle amigo oyente. De aquí en adelante es cuestión de Usted. Si acepta el testimonio de la palabra de Dios y recibe a Cristo como Salvador el destino eterno de su alma será el cielo, pero si Usted rechaza el testimonio de la palabra de Dios y rehúsa recibir a Cristo como Salvador, el destino eterno de su alma será el infierno.

    ¿Qué decisión va a tomar? Si su decisión es recibir a Cristo como Salvador, comuníquese con nosotros inmediatamente, para poder enviarle literatura que le será de mucha ayuda para saber lo que debe hacer ahora que Usted es de Cristo.

  • La trinidad

    Aunque la palabra Trinidad no aparece en la Biblia, sin embargo se ve en ella su manifestación. Algunos creen que es tri-unidad. Lo cierto es que la Trinidad es una doctrina cristiana evangélica que cree que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas que en esencia son una. 

    La doctrina se desarrolló en la Iglesia primitiva porque era la única forma en la que se podía dar cuenta adecuada del testimonio del Nuevo Testamento. Además, esta doctrina surge de la Biblia misma. Aunque se diga que 1ª Juan 1:7 es un texto que se lo colocó posteriormente, éste es el único caso. El texto de Gálatas 4:6 es el más primitivo ó como el de Hechos 8 con un bautismo trinitario. (Ferguson NDT.1992)

    Veamos algunos textos: Como Mateo 28: 19 que dice: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

    Luego tenemos en 2ª Corintios 13: 14 que dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros, Amén”.

    Creemos que la Trinidad no habla de tres dioses, sino de un solo Dios. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, los tres crean y cada uno tiene su función.

    Por ejemplo, En Génesis 1:1-2 notamos “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.

    Génesis 1: 26 dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…”

    Salmo 104: “Envías tu espíritu son creados y renuevas la faz de la tierra”

    Colosenses 1:16 dice: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles…”

    El Padre ordena, habla. El Hijo ejecuta la voluntad de su Padre y el Espíritu el Consolador, confirma la obra de Cristo. Cumplen diferentes funciones, pero en esencia siguen siendo uno.

    El arrianismo doctrina que negaba la eternidad de Jesucristo, el Hijo de Dios como el Logos. Fue condenada por el Concilio de Nicea en 325. Arrio afirmó que Cristo fue engendrado y tuvo un principio. La Biblia dice: “En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios” (Juan 1:1)

    Los mormones dicen que Dios tiene cuerpo y que de la unión carnal de él con la virgen María nació Cristo. Esta es otra herejía. Fue el Espíritu Santo quien lo engendró y lo concibió a Jesucristo hombre. Lea Mateo 1:18-25

    Por otro lado, el Espíritu Santo no es una “fuerza activa” él es una persona como nosotros. Tiene mente, emociones y voluntad.

    Si bien, el Padre no es el Hijo, ni el Hijo es el Espíritu Santo, porque cada uno tiene su función. Sin embargo, El Padre, es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios.

    Los tres tienen una perfecta relación de unidad.

    Que el Señor le ayude en su vida cristiana.

  • ¿Mueren el alma de los malos?

    El alma de una persona, no importa si la persona es buena o mala, es lo que la persona es. El alma designa la vida personal o al individuo mismo. Cuando la persona está viva en el mundo, el alma de la persona está unida al cuerpo de la persona. Cuando la persona muere físicamente, se produce una separación entre el alma y el cuerpo. El cuerpo comienza inmediatamente a descomponerse y permanecerá en descomposición hasta el momento de la resurrección, tanto en los creyentes como en los incrédulos. pero el alma, simplemente continúa su existencia en otro plano de vida podríamos decir. En el caso de los creyentes, el alma continúa existiendo en el cielo. Esa es la esperanza que Dios nos da por medio de su palabra.

    Observe lo que dijo pablo al respecto 2ª Corintios 5:6-8 dice: «Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor»

    pablo sabía que su alma podía estar en uno de dos lugares. En el cuerpo mientras su cuerpo estaba con vida en este mundo. O en el cielo, con el Señor, cuando su alma salga de su cuerpo. La existencia del alma en el cielo es por la eternidad.

    pero ahora veamos el caso de los incrédulos. En este caso también, el alma continúa existiendo, pero en tormento en fuego. Mateo 25:41 dice: «Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles»

    Las almas de los que nunca han recibido el perdón de Dios de Cristo, continuarán existiendo por la eternidad, pero en el fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Ese es el destino que ellos mismos eligieron cuando rehusaron recibir a Cristo como Salvador mientras tuvieron su oportunidad. De modo, que, el alma de las personas no muere, continúa su existencia por la eternidad, ya sea en el cielo o en el infierno, dependiendo de lo que hayan hecho en cuanto a la salvación que Dios ofrece en Cristo.

  • ¿A dónde van las almas de los incrédulos inmediatamente después de su muerte?

    La palabra de Dios nos ha dejado una historia real que responde justamente su consulta. Es la historia del rico y Lázaro que fue relatada por Jesús y se encuentra en Lucas 16: 19-31 que dice: «Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no venga ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.»

    Dejemos a propósito a un lado a Lázaro, porque por ahora nos interesa lo que sucedió con el rico, quien dedicó su vida a acumular riqueza y descuidó totalmente su estado espiritual. En algún momento murió. Sus deudos lo sepultaron. El sepulcro fue el lugar donde se puso su cuerpo.

    Pero qué pasó con su alma. El texto leído dice que fue a un lugar que la Biblia llama Hades, que básicamente significa el mundo invisible. Pero en este lugar, el rico no estaba inconsciente, o dormido, sino plenamente consciente, plenamente despierto. Por eso dice el texto leído que se dio cuenta que estaba en tormentos.

    En estas condiciones, alzó sus ojos y el tormento se hizo más grande cuando vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro en su seno. Ahora el rico sabía lo que se había perdido por no arreglar sus cuentas con Dios mientras estuvo en vida. Al mirar su precaria situación, se puso a gritar a todo pulmón: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.

    Note que el Hades, el lugar donde van las almas de los incrédulos inmediatamente después de morir es un lugar de tormento en fuego. Nuevamente se ve que es un lugar donde sus ocupantes están plenamente conscientes no solo de su propia situación sino de la situación que están aquellos que recibieron el perdón de pecados por parte de Dios.

    En su respuesta Abraham se limitó a explicar que fue la propia decisión del rico lo que le condujo al lugar donde se encontraba ahora. Claro, el rico vivió para la riqueza y no tuvo tiempo para pensar en que estaba perdido espiritualmente hablando. Además Abraham informó al rico que no hay manera de que alguien pueda salir de ese lugar de tormento llamado Hades.

    Y finalmente Abraham explicó al rico que no existe manera de que un muerto pueda comunicarse con el mundo de los vivos. Ojo con los espiritistas. Cuando un espiritista dice que puede hacer oír la voz de alguien que ha muerto, está mintiendo. Se oirán voces, me imagino, pero no serán voces de muertos sino voces de demonios que están listos para engañar a los que practican el espiritismo.

    En resumen, cuando un incrédulo muere, su cuerpo va al sepulcro pero su alma va a un lugar de tormento, llamado Hades. Allí permanecerá hasta el Juicio del gran trono blanco, cuando será lanzado al lago de fuego.

  • ¿El alma es inmortal?

    ¿Dice la Biblia que el alma es inmortal? ¿Dónde? Porque se dice que el alma que pecare, ella misma morirá.

    Para entender lo que la Biblia dice sobre el alma es necesario tener al menos una ligera noción de lo que es el alma. Se dice que el alma es la esencia misma del ser.

    El alma está compuesta de tres elementos, la conciencia, el intelecto y la voluntad.

    La conciencia es el asiento de nuestra vida emocional. Sentimientos como el amor, el dolor, el gozo, la ira, etc., tienen lugar en nuestra vida emocional. Toda decisión que tomamos en la vida, sin importar lo que sea, es influenciada en mayor o menor grado por nuestra conciencia.

    Luego tenemos el intelecto. Esto es el asiento de nuestra mente. Todo el conocimiento que poseemos, es decir la educación que recibimos en la escuela o el colegio o la universidad se inscribe dentro del campo del intelecto.

    Pero también tenemos una voluntad. Tenemos el poder para decidir por nosotros mismos. Todo esto forma parte del alma.

    La gran pregunta es: ¿Qué pasa con el alma cuando una persona muere? ¿Será que el alma muere? ¿Será que el alma es inmortal? Bueno, la Biblia muestra que el alma de la persona es inmortal, no importa si esa persona es creyente o incrédula.

    Permítame demostrarlo de la siguiente manera: Deuteronomio 34:5-6 dice: «Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Betpeor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.»

    Luego de una vida cargada de años y logros, Moisés finalmente murió. Si el alma muriera también, o si el alma entrara a un estado de inconsciencia o de sueño, entonces sería de esperarse que no sepamos nada más de Moisés hasta su resurrección al menos.

    Pero note lo que sucedió en el pasaje que se encuentra en Mateo 17:3 «Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.»

    El contexto de este pasaje bíblico es la transfiguración de Jesús. Allí tenemos a Jesús con su rostro resplandeciente como el sol, y sus vestidos blancos como la luz. Es decir rodeado de la gloria de Dios, la Shekina. Pero junto a Él aparecen Moisés y Elías, personajes que murieron hace miles de años. Esto es una prueba de que Moisés seguía existiendo después de muerto. Su cuerpo estaba descompuesto en algún lugar que ningún ser humano sabe, pero su alma estaba consciente y activa.

    Por esto es que sostenemos que el alma del hombre es inmortal, no importa si el hombre es creyente o incrédulo. El alma sigue existiendo después de la muerte física. En el caso del creyente, el alma sigue existiendo en el cielo y en el caso del incrédulo el alma sigue existiendo en un lugar de tormento en fuego.

    Parece que Ud. ha llegado a la conclusión que el alma del hombre muere por lo que Ezequiel 18:4 dice: «He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.»

    Lo que este versículo está diciendo es que Dios no hace favoritismo a la hora de juzgar el pecado del hombre. Cada ser humano es responsable ante Dios por su propio pecado. La muerte de la cual habla este texto es una muerte física, que en muchos casos conduce a una muerte eterna.

    Pero no nos confundamos , pensando que la muerte es equivalente a extinción, a dejar de ser, a terminar con todo. No, la muerte significa separación. Cuando una persona muere físicamente, la parte material de esa persona, digamos su cuerpo, se separa de la parte inmaterial de esa persona, digamos su alma y espíritu. Si esa persona jamás recibió el perdón de sus pecados al recibir a Cristo como su Salvador, esa persona estaba muerta espiritualmente mientras vivía en este mundo, y si en esas condiciones le sobrevino la muerte, esa persona muerta espiritualmente pasa a lo que se conoce como la muerte eterna, lo cual significa a una eterna separación de Dios en un lugar de tormento en fuego.

    Como podrá ver, la muerte de ninguna manera significa cesación del ser, o del alma o del espíritu, sino separación. Algo digno de notarse y con lo cual yo quiero terminar, es que mientras la persona está viva en este mundo, con su alma muerta espiritualmente hablando, porque está separada de Dios a causa del pecado, existe oportunidad para que esa alma comience a tener vida, es decir una relación personal con Dios.

    Mientras haya vida en este mundo hay esperanza para dejar de estar muertos espiritualmente hablando y pasar a estar vivos no solo físicamente sino también espiritualmente. La única forma de lograrlo es por medio de recibir a Cristo como Salvador, por cuanto Cristo mismo dijo que él había venido a este mundo para darnos vida y vida en abundancia.