¿Qué interpretación espiritual se le debe dar al pasaje bíblico que aparece en Mateo 5:14−16 acerca de la luz del mundo?

¿Qué interpretación espiritual se le debe dar al pasaje bíblico que aparece en Mateo 5:14−16 acerca de la luz del mundo?

Aprecio mucho su consulta, amigo oyente. Demos lectura al pasaje bíblico en Mateo 5:14-16. La Biblia dice: Vosotros sois la luz del mundo;  una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.

Mat 5:15  Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud,  sino sobre el candelero,  y alumbra a todos los que están en casa.

Mat 5:16  Así alumbre vuestra luz delante de los hombres,  para que vean vuestras buenas obras,  y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.

Este pasaje bíblico es parte del sermón del monte, en el cual, el Señor Jesucristo estableció las normas del reino de los cielos, reino del cual Él es el Rey. En este caso, el Señor está utilizando la luz como una metáfora para hablar de uno de sus discípulos. Entre otras cosas, la luz sirve para alumbrar, para disipar las tinieblas, para guiar. De la misma manera, los discípulos de Cristo deben alumbrar, en el sentido de mostrar el pecado, de hacer notar la corrupción, de denunciar lo que no agrada a Dios. Así como cuando queremos ver si algo está sucio o limpio es necesario exponerlo a la luz, el creyente debe ser quien pone en evidencia lo que está espiritualmente y moralmente sucio. Del mismo modo, así como la luz disipa las tinieblas, por medio de su testimonio o su estilo de vida, los creyentes deben oponerse a todo lo que atenta contra la santidad de Dios. Así como la luz metafóricamente significa santidad, las tinieblas, metafóricamente significa impiedad, pecado. El creyente no puede vivir en pecado. La luz y las tinieblas no pueden permanecer en el mismo lugar al mismo tiempo. La luz también sirve para guiar. La vida del creyente debe ser como faro que guía a otros a la persona del Señor Jesucristo. Para que una persona pueda ser luz, es indispensable que esta persona tenga a Cristo en su vida como su Salvador, porque la fuente de la luz que irradia el creyente es la persona de Cristo. Hablando del Señor Jesucristo, Juan 1:4 dice: En él estaba la vida,  y la vida era la luz de los hombres.

Luego prosigue diciendo que la luz y las tinieblas no pueden coexistir. Lo uno o lo otro. Juan 1:5 dice: La luz en las tinieblas resplandece,  y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

La luz vino a este mundo en la persona del Señor Jesús. Juan 1:9 dice: Aquella luz verdadera,  que alumbra a todo hombre,  venía a este mundo.

Esto demuestra que la luz no se origina en el creyente sino en la persona de Cristo que mora en el creyente. El creyente solamente refleja la luz que es Cristo. La luna no posee luz en sí misma, cuando alumbra es porque refleja la luz del sol. Con el creyente sucede algo similar. No tiene luz en sí mismo, cuando alumbra es porque refleja la luz de Cristo. Con todo esto en mente, tiene sentido lo que dijo el Señor Jesús cuando afirmó que una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. El creyente debe ser como una ciudad asentado sobre un monte, que no se puede esconder. A veces los creyentes se dan de agentes secretos, en el sentido de pasar desapercibidos en este mundo, porque esconden su fe y sus obras se parecen mucho a las obras de los que no conocen al Señor. Esto es lo que el Señor Jesús está confrontando. Sería absurdo que alguien encienda una luz y luego la cubra con un almud, recipiente de madera que sirve para medir el volumen de los cereales. Lo lógico sería que alguien encienda una luz y la ponga en un candelero de modo que la luz alumbre a todos los que están en la casa. Aplicando esto a la vida del creyente, sería absurdo que el creyente esconda su fe y actúe como si no fuera creyente. Lo lógico es que el creyente muestre a todos su fe, de modo que su vida y testimonio, produzca una influencia espiritual benéfica a todos los que están en contacto con él. En resumen, el creyente debe mostrar a Cristo en su vida a todos los hombres, por medio de sus buenas obras. Esto hará que los hombres glorifiquen al Padre que está en los cielos. Esto es lo que significa este pasaje bíblico.