En el lugar donde vivo no tengo donde congregarme, pues solo existe un templo perteneciente a la religión que me tenía atrapada por tanto tiempo. Ya tengo mucho tiempo de no congregarme y en la Biblia dice que debemos congregarnos. Por favor deme una respuesta pues mi deseo es ser fiel y obediente a la palabra en esta nueva vida.
Comenzaré dando gracias a Dios por la salvación que ha traído a su vida. Dios ha hecho una obra milagrosa en Usted al quitarle la venda de sus ojos espirituales para que pueda ver con claridad la realidad de que ninguna religión tiene poder para salvar. Cuánta razón tiene la Biblia cuando por ejemplo en 1 Timoteo 2:5-6 dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” Jesucristo es el único mediador entre Dios y el hombre. Jesucristo es el único camino a Dios. Jesucristo es el único camino al cielo. El camino a la salvación es una persona, no una religión. Mencionarlo es sencillo, pero es muy difícil vivirlo en la práctica, especialmente cuando la vida de una persona ha estado dominada por algún sistema religioso opresor, que tiene como dogma de fe que solo los adeptos de esa religión son verdaderamente salvos. Gracias a Dios que Usted se ha podido librar de esta opresión. La gloria es solo para Dios. Ahora que Usted es salva, está procurando ser fiel a lo que Dios dice en su palabra la Biblia. Esto también es digno de encomio. No son muchos los creyentes que tienen tanta disposición a obedecer la palabra de Dios. Mantenga siempre en alto esta disposición de corazón, y su vida será grandemente bendecida. Seguramente Usted se habrá encontrado con textos como Hebreos 10:25 donde dice: “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” El congregarnos, a la vez de un privilegio, es un mandato. Si no lo cumplimos estamos desobedeciendo a Dios. Así es como Usted lo ha entendido y en eso estamos de acuerdo. Pero algo que probablemente Usted no ha considerado, es el hecho que Dios sabe las circunstancias de cada uno de sus hijos en particular. Dios, por ejemplo, sabe que un esposo incrédulo impide que su esposa creyente se congregue. Este conocimiento de Dios, hace que él no inculpe de pecado a alguien que por motivos fuera de su control no puede cumplir con algo que Dios ha ordenado, como esto de congregarse justamente. Su caso, es algo similar. Dios sabe que allí donde Usted vive no existen otros creyentes con quienes Usted pueda congregarse, y Dios por tanto no le inculpará de pecado por no congregarse. Distinto sería si en el lugar donde Usted vive existieran otros creyentes y existiera una iglesia local y Usted preferiría ocuparse en otras cosas en lugar de congregarse con los hermanos. Entonces allí sí, Usted estaría desobedeciendo la palabra de Dios y ciertamente, cometiendo pecado. Pero ¿qué puede hacer? No se puede vivir para siempre sin congregarse. Por esto me gustaría sugerir algunas ideas que le pueden ser útiles. Primero, no olvide su comunión personal con Dios a través de su palabra y la oración. Esto debe hacerlo diariamente, separando un tiempo del día específicamente para ocuparse en las cosas de Dios. Probablemente la mejor parte del día para esta actividad sea temprano a la mañana, antes de ocuparse en sus actividades diarias. Segundo, haga obra de evangelista, es decir, comparta el mensaje del evangelio con toda persona con quien tenga contacto allí donde vive. Seguramente Dios quitará la venda espiritual de los ojos de otras personas, así como lo hizo con Usted y esas personas también llegarán a ser salvas por recibir a Cristo como Salvador. Cuando haya otros que han sido salvados por Cristo, podrá tener reuniones con ellos para animarse mutuamente, para estudiar la palabra de Dios, para tener comunión, y para orar. Esto podría ser la base para el establecimiento de una iglesia local. Después habrá que orar al Señor, para que Dios traiga los líderes varones que toda iglesia local necesita. Tercero, ni por un instante piense congregarse en la iglesia de la cual Usted salió. Es imposible que Usted cambie a esa iglesia, pero es muy posible que esa iglesia le cambie a Usted, de modo que ni se le ocurra asistir a esas reuniones. En sus esporádicas salidas a pueblos o ciudades más grandes, haga contacto con iglesias bíblicas de sana doctrina. A lo mejor alguna de estas iglesias podría mandar algún misionero a establecer una iglesia local allí donde Usted vive. De ser así, su problema estaría resuelto.