Mi problema es que muchas veces me gusta jugarme de palabras con las personas. Quisiera dejar esto, pero no puedo. Parece que es parte de mi personalidad. No distingo entre el juego y la seriedad. Por este motivo la gente no me toma en serio. Esto perturba mi vida. ¿Pueden aconsejarme sobre esto?
Bueno, Ud. ha identificado un problema con el hablar. Su forma de decir las cosas ha hecho que la gente no le tome en serio. Es sabio tener un sano equilibrio entre decir cosas que hacen sonreír al oyente, y cosas que hacen reflexionar y meditar al oyente por su importancia.
Parece que Ud. ha ido al extremo de hablar solamente lo que produce risa en el oyente. Permítame citar un texto bíblico que trata el tema de nuestro hablar.
Efesios 4:29 dice: «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes»
Allí lo tiene. El creyente no debe usar palabras corrompidas o palabras sucias en su conversación. Todo lo contrario, el creyente debe usar palabras y hablar de temas que traigan la necesaria edificación al oyente. Es poco probable que el oyente se edifique oyendo cosas que solamente hacen reír. Está bien la risa por un rato. Yo valoro el sentido del humor de la gente, pero si la gente se pasa solo haciendo bromas, me temo que difícilmente estará edificando al oyente.
El texto también dice que nuestro hablar debe estar orientado a dar gracia a los oyentes. Esto significa entregar algo que para ellos sea valioso. Por tanto, sin abandonar su sentido del humor totalmente, que me imagino Ud. lo tendrá en abundancia, Ud. debe procurar tocar temas que sean de alto valor para los que le oyen. Su pregunta será: ¿Cómo? Sobre esto, me gustaría que Ud. tome muy en cuenta lo que Mateo 12:34 dice: «¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.»
Estas son palabras de Jesús. Lo que está diciendo básicamente tiene que ver con el hecho que la gente habla lo que con anterioridad ha dejado entrar en la mente. Es por esto que si Ud. quiere comenzar a hablar en serio de cosas de valor, de asuntos importantes de la vida, es necesario que con anticipación Ud. permita que esas cosas de valor entren a su mente.
La manera de hacerlo es por medio de leer la palabra de Dios, luego estudiar la palabra de Dios, después meditar en la palabra de Dios, luego memorizar la palabra de Dios. Quizá Ud. puede tomar algunos versículos de la Biblia, leerlos, estudiarlos, meditar en ellos y memorizarlos. A medida que lo vaya haciendo, Ud. estará alimentando su mente para que cuando tenga la oportunidad de hablar, no diga cosas simples que solamente hacen reír sino que diga cosas de valor eterno que llevan a la reflexión a sus oyentes.
Si Ud. persiste en jugar con las palabras para decir mucho pero nada de valor, Ud. se expone a la disciplina de Dios. Ponga atención a lo que dice Mateo 12:36 «Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio»
Ciertamente si Ud. ha recibido a Cristo como Salvador, Ud. está libre de ser condenado por la eternidad en el infierno, pero eso no le faculta para hablar cosas vanas todo el tiempo. Dios escucha atentamente lo que sale de nuestros labios y cuando de nuestros labios salen palabras ociosas, Dios lo disciplinará con severidad.
Así que, no piense que Ud. nació con la falla de andar diciendo cosas sin valor y que va a morir así, porque así es su personalidad. Ud. puede cambiar y el cambio vendrá cuando Ud. permita que la palabra de Dios sature su mente.