El temor a la muerte no se apartará de Ud. por el solo hecho de que alguien ore a su favor. Para vencer el temor a la muerte, Ud. debe tener una esperanza viva. Si Ud. tiene temor a la muerte seguramente podría ser por dos razones, bien sea porque no sabe a dónde va a ir cuando muera, o bien sea porque sabe que cuando muera va a ir a un lugar de tormento a causa de su pecado. Pero Ud. no tienen por qué vivir en esta incertidumbre o con esta angustia de que en algún momento Ud. morirá y en el mismo instante estará en tormento.
Mateo 11:28 dice: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.»
Si Ud. se encuentra trabajado, cargado y no puede dormir en paz pensando que la muerte se puede presentar mientras está dormido, es hora que acepte la invitación que Jesús hace en el versículo leído.
El pasaje bíblico arriba citado es para personas como Ud. Jesucristo le está diciendo: Ven a mí y yo te daré el descanso. En su caso, este descanso implica una certeza de que su vida está en las manos de Dios mientras Ud. esté en este mundo. Y una certeza de que Dios tiene preparado un lugar para Ud. cuando Ud. salga de este mundo. Esta es la esperanza viva. Esto es lo que Ud. necesita como antídoto para su temor a la muerte.
Los que tenemos esta esperanza viva, no nos preocupamos por el presente mientras estamos en el mundo, porque Dios se encarga de proveer lo que necesitamos. Salmos 37:25 dice: «Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.»
Esta es una hermosa promesa, no para toda persona, sino para aquellos que han encontrado el descanso que Cristo ofrece a los que acuden a él. Dios se compromete a no desampararlos y a proveer para todas sus necesidades básicas, de modo que no tengan que andar mendigando. Por esto los creyentes no debemos preocuparnos por qué comeremos o qué beberemos o qué vestiremos. Dios se encarga de estas cosas. Esta es la esencia de la enseñanza de Jesús en Mateo 6:33:
«Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.»
Dios se compromete a proveer de lo básico para aquellos que ponen en el primer lugar de sus vidas a Cristo Jesús. Es la seguridad que yo tengo y lo que me permite dormir bien sin la ansiedad por el mañana. Pero la esperanza viva no solo sirve para el presente, mientras estamos en este mundo, sino también para el futuro, cuando salgamos de este mundo.
Juan 14:1-3 dice: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.»
Cristo Jesús nos ha preparado morada en el cielo para todos aquellos que hemos creído en él y le hemos recibido como nuestro Salvador personal. De modo que no tenemos que preocuparnos cuando venga la muerte. La muerte para el creyente es solamente un siervo dócil que nos conduce a las moradas celestiales en el cielo. Pero para el incrédulo, la muerte es el verdugo que conduce al incrédulo a su castigo eterno. Al mirar de este modo a la muerte, los creyentes hemos perdido todo temor a ella. Mire por ejemplo cual ha sido el testimonio del apóstol pablo sobre la muerte. 1ª Corintios 15: 54-57 dice:
«Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.»
¿Notó como la muerte ha perdido todo su poder para los que somos creyentes? Cristo Jesús, con su muerte, nos ha dado victoria sobre la muerte. Por eso es que el mismo apóstol Pablo pudo decir que para él, el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Esta es la confianza que Ud. debe tener para vencer sus temores sobre la muerte.
La gran pregunta es ¿Cómo puede Ud. tener la esperanza viva de la cual hemos estado hablando? Lo único que Ud. necesita es reconocer que Ud. es pecador, porque la Biblia así lo dice. Dios dice en su palabra que por cuanto todos pecaron están destituidos de la gloria de Dios. También necesita reconocer que Dios ha establecido un castigo para el pecador por su pecado. Dios dice en su palabra que la paga del pecado es muerte. Luego necesita reconocer que Dios le ama a pesar de que Ud. es pecador y por ese amor, Dios diseñó la forma para que Ud. no tenga que morir eternamente por su pecado.
Por ello el Hijo de Dios vino a este mundo en forma humana. Como humano, el Hijo de Dios murió en lugar del pecador. Como Dios, su sacrificio basta y sobra para limpiar el pecado de todo aquel que en él cree. Después necesita reconocer que si Ud. desea tener la esperanza viva, la vida eterna, lo único que necesita hacer es recibir el regalo que Dios le ofrece en Cristo. Ud. necesita recibir a Cristo como su Salvador. Cuando lo haga, llegará a ser un hijo de Dios, capaz de disfrutar de las bendiciones de Dios mientras esté en este mundo y capaz de morar junto a Dios en el cielo, una vez que salga de este mundo.
¿No le gustaría hoy mismo recibir a Cristo como su Salvador? Si lo hace, comuníquese con nosotros para que podamos enviarle literatura que le ayudará a conocer mucho más a aquel que murió y resucitó por Ud. Esta es la única garantía para que Ud. pueda liberarse del temor a la muerte. No existe otra forma de hacerlo.
David, el rey de Israel tenía esta esperanza viva y escribió acerca de la muerte lo siguiente en el Salmo 23:4;
«Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.»
La muerte no producía ningún sentimiento de temor en David, porque él sabía que Dios estaba con él. Ud. también, si recibe a Cristo como su Salvador personal, tendrá a Dios de su lado para siempre y como consecuencia, no temerá en absoluto a la muerte.