¿Por qué es que en algunas versiones de la Biblia no constan algunos libros?
La diferencia básicamente se reduce a lo que se conoce como versiones protestantes de la Biblia y las versiones católico romanas de la Biblia. A este respecto, debemos señalar que las versiones católico romanas de la Biblia han añadido lo que se llaman libros Apócrifos o libros Deuterocanónicos.
Apócrifo significa escondido o secreto, en una clara alusión a lo escondido o secreto de los orígenes de estos libros. Nadie sabe a ciencia cierta quienes los escribieron o en qué época fueron escritos, aunque se asume que todos los libros apócrifos fueron escritos en el período intertestamentario, es decir entre los aproximadamente 400 años que existen entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Deuterocanónico significa «del segundo canon» por cuanto estos libros no se encontraban en la Biblia hebrea tal como la fijaron los rabinos judíos a fines del siglo I de la Era Cristiana, que vendrían a ser el primer canon.
Los más importantes de estos libros apócrifos o deuterocanónicos son Tobit, conocido también como Tobías que es un relato centrado en los acontecimientos que ocurren a dos familias israelitas que viven en el desierto.
Luego tenemos a Judit que es un relato que tiene como protagonista a una mujer, de la que se vale Dios para librar al pueblo israelita de una gran calamidad que lo amenaza.
Después tenemos a 1 y 2 de Macabeos que se escribieron para recordar las hazañas de los macabeos o hasmoneos y para legitimar la monarquía reinante.
A continuación tenemos Eclesiástico que es una serie de reflexiones sobre muchos temas más o menos tradicionales en la literatura sapiencial.
Viene después Sabiduría que es un libro sapiencial, en la línea de otros escritos bíblicos en el cual se exalta la sabiduría y se dan enseñanzas para ordenar rectamente la vida.
Por último está Baruc que tiene como propósito infundir un sincero espíritu de conversión a Dios y recordar a los israelitas que la verdadera sabiduría, se encuentra en la ley de Dios.
A todo esto hay que añadir cinco, no tanto libros completos, sino pasajes, tales como la carta de Jeremías, que llegó a ser Baruc capítulo 6, los 107 versículos adicionales al libro de Ester, la oración de Azarías, que llegó a ser Daniel 3:24-90, Susana que llegó a ser Daniel capítulo 13 y Bel y el Dragón que llegó a ser Daniel capítulo 14.
Todos estos libros, contienen información histórica que podría ser confiable, digo podría porque no existe total seguridad en cuanto a ello y también contienen interesantes pensamientos o reflexiones que también se encuentran en los libros canónicos de la Biblia.
El problema con estos libros apócrifos o deuterocanónicos, además de sus obscuros orígenes, es que aquí y allá contienen información que contradice los libros canónicos de la Biblia. De entrada sabemos que la Biblia no se contradice en absoluto en ninguna de sus partes, por tanto si algún libro contiene la más mínima insinuación de algo contradictorio, debe ser desechado en su totalidad porque eso sería prueba de que el libro no es inspirado por Dios.
El autor James McCarthy en su libro titulado «El Evangelio Según Roma» nos da 5 razones por las cuales los libros Apócrifos o Deuterocanónicos deben ser rechazados como libros inspirados por Dios y por tanto canónicos. Ponga mucha atención.
Primero, porque los mismos libros apócrifos admiten que es posible que no hayan sido bien escritos, es decir que contengan errores. Observe la asombrosa declaración sobre este asunto en 2ª Macabeos 15:38 que dice: «Y yo termino aquí mi narración. Si está bien escrita y ordenada, esto fue lo que me propuse. Si es mediocre y sin valor, solo eso fue lo que pude hacer»
Algo inspirado por Dios no puede ser de ninguna manera mediocre y sin valor como el autor de Macabeos admite que pueden ser sus escritos. Lo más natural es pensar entonces que estos libros no han sido inspirados por Dios.
Segundo, porque los judíos de Palestina nunca aceptaron que los libros apócrifos o deuterocanónicos fueran parte de las Sagradas Escrituras. La razón para esto es muy sencilla. Se debe a que durante el período que fueron escritos todos los libros apócrifos o canónicos, entre el 300 AC y el 30 DC no se levantaron profetas auténticos in Israel, entonces Dios no pudo jamás haber comunicado su mensaje durante este periodo.
Tercero, porque ni Jesús ni los escritores de los libros del Nuevo Testamento, trataron a los libros apócrifos como que fueran libros inspirados por Dios. El Nuevo Testamento cita prácticamente a todos los libros del Antiguo Testamento, pero no existe ni una sola cita de alguno de los libros apócrifos. Si ni Jesús, ni los escritores de los libros del Nuevo Testamento, pensaron que los libros apócrifos fueron inspirados por Dios, mal podemos nosotros pensar que sí lo eran.
Cuarto, la iglesia primitiva como un conjunto jamás aceptó que los libros apócrifos o deuterocanónicos fueran inspirados por Dios. Más aún, algunos líderes cristianos de la iglesia primitiva como Orígenes y Atanasio, rechazaron los libros apócrifos porque reconocieron que no eran inspirados por Dios.
Quinto, aún la iglesia católico romana no aceptaba dogmáticamente desde un principio a los libros apócrifos o deuterocanónicos. La aceptación dogmática de los libros apócrifos o deuterocanónicos como inspirados por Dios, ocurrió recién en el Concilio de Trento en el siglo 16.
Todos sabemos que el propósito del Concilio de Trento fue contrarrestar la Reforma Protestante. Los protestantes rechazaron los libros apócrifos o deuterocanónicos y la reacción de la iglesia católico romana fue declarar dogmáticamente que los libros apócrifos o deuterocanónicos eran inspirados por Dios. Recuerde, que la iglesia católico romana piensa que tiene potestad para cosas como estas. Una de las muchas razones para esta reacción de la iglesia católico romana fue porque en los libros apócrifos o deuterocanónicos, la iglesia católico romana encontraba algunos indicios para justificar algunos de sus errores doctrinales y algunas prácticas erradas y así salvarse de la fuerte crítica que estaba haciendo Martín Lutero.
Por ejemplo, Martín Lutero cuestionó frontalmente la práctica de vender indulgencias o perdón para salir del purgatorio, practicada por la iglesia católico romana, pero Tobías 12:9 parece apoyar lo que la iglesia católico romana estaba practicando. Tobías 12:9 dice: «Dar limosna salva de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosna gozarán de larga vida»
Sorprendente esta declaración. Dar limosna no purifica de todo pecado. La fe en la sangre de Jesucristo derramada en la cruz del Calvario quita todo pecado en el hombre, no el dar limosna, pero este libro apócrifo afirma todo lo contrario.
De textos como este se valió la iglesia católico romana para justificar su práctica de las indulgencias. Como este ejemplo existen varios otros. Es por esto que los libros apócrifos o deuterocanónicos deben ser rechazados como libros inspirados por Dios.
¿Y cuál debe ser la actitud de un creyente ante estos libros apócrifos o deuterocanónicos, además de rechazar su inspiración como ya hemos señalado?
Como también se ha dicho, los libros apócrifos o deuterocanónicos contienen cosas interesantes y también edificantes, pero entre esas cosas interesantes y edificantes están cosas como las que hemos señalado.
Por tanto, un creyente puede leer estos libros como leería un buen libro secular, examinándolo detenidamente y procurando retener lo bueno y rechazar lo malo.
Así que, en resumidas cuentas, la Biblia consta de sesenta y seis libros. 39 en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo Testamento. Estos libros son inspirados por Dios, o soplados por Dios y por tanto llevan la marca divina y tienen autoridad final en la doctrina y conducta del hombre. Los creyentes debemos oír, leer, estudiar, meditar y memorizar todo o cualquier parte de estos 66 libros y hallaremos que son lámpara para nuestros pies.