En cuanto a la palabra sepulcro. En el Antiguo Testamento, la palabra sepulcro significa el lugar donde se coloca un cuerpo muerto, esto es, la tumba. En el Nuevo Testamento, la palabra sepulcro es la traducción de la palabra griega “táfos” que significa el lugar donde se coloca un cuerpo muerto, diríamos, la tumba. Sepulcro es también la traducción de la palabra “mnémeion de mnéma, que tiene el mismo significado, aunque resaltando el aspecto decorativo de la tumba. De manera que, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, sepulcro se limita al lugar donde se coloca el cuerpo de una persona muerta.
En cuanto a la palabra Hades, esta palabra es de uso exclusivo en el Nuevo Testamento. Es la transliteración de la palabra griega hádes y aparece diez veces en el Nuevo Testamento. Hades significa simplemente el mundo de los muertos, o el mundo invisible. Esta palabra tiene el mismo significado que la palabra hebrea Seol. De manera invariable, la Septuaginta traduce la palabra hebrea Seol por medio de la palabra griega hades. Tanto Hades como Seol no se refieren solamente al lugar donde se coloca el cuerpo de una persona muerta sino también la esfera o el mundo donde va el espíritu y alma de la persona muerta. El hades se revela como el lugar donde se encuentran los espíritus y almas de los seres humanos que han muerto, hasta el día de la resurrección. En cuanto al hades antes de la ascensión de Cristo, podemos decir que los pasajes donde la palabra ocurre hacen claro que el Hades se dividía antes en dos partes, una para los perdidos y otra para los salvos. La parte para los salvos se llamaba el paraíso o el seno de Abraham. Ambos nombres tienen su origen en el Talmud, pero Cristo utilizó estas palabras en la historia del rico y Lázaro. Los salvos o bienaventurados estaban con Abraham, eran conscientes de su estado y recibían consolación.
El ladrón que se salvó en la cruz recibió la promesa de que iba a estar con Cristo en el paraíso aquel mismo día que murió. Los perdidos por contraste se hallaban separados de los salvos por una grande sima y atormentados en fuego. Muy bien, ahora en cuanto al infierno. Esta palabra también es de uso exclusivo del Nuevo Testamento. Aparece 13 veces. Es la traducción de la palabra griega “geenna”, un lugar en el valle de Hinom, donde antiguamente se ofrecían sacrificios a ídolos y por tanto era un lugar inmundo, en el cual, en los tiempos de Cristo se arrojaba y se quemaba la basura de la ciudad de Jerusalén. El ambiente era sombrío, por el olor nauseabundo, el fuego y el humo. Esto era un cuadro o símbolo del castigo eterno en fuego. El Señor Jesucristo usó muchas veces esta palabra como la más solemne advertencia contra las consecuencias del pecado. El Señor Jesús describe al infierno como el lugar donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Esto en esencia constituye el lago de fuego, según aparece en Apocalipsis 19:20, 20:10, 14,15.
El infierno por tanto es el lugar donde sufrirán pena de eterna condenación en fuego todos los seres humanos que no han recibido el perdón de sus pecados. Las personas que padezcan en el infierno lo harán en cuerpo, alma y espíritu, porque antes de ser lanzados a ese horrendo lugar, experimentarán lo que se conoce como la resurrección de los incrédulos.