Autor: cris

  • Quienes son los endemoniados acerca de los cuales nos habla la Biblia

    ¿Quiénes son los endemoniados acerca de los cuales nos habla la Biblia? ¿Acaso será los que andan por las calles abandonados por la sociedad? ¿O a lo mejor los que cometen pecados? Porque la Biblia dice que Satanás es el gobernador de este mundo y el mundo está bajo el maligno.

    Los demonios son seres espirituales a servicio de su amo, Satanás.

    Originalmente, los demonios fueron ángeles al servicio de Dios, pero cuando Satanás se reveló contra Dios, algunos de los ángeles que estaban al servicio de Dios se unieron a Satanás en su rebelión contra Dios y llegaron a ser los ángeles caídos o demonios. También se los conoce como espíritus inmundos.

    La Biblia habla en varias partes de personas poseídas por demonios. Cuando lo hace, da a entender que se trata de una persona en quien uno o más demonios han hecho morada, ejerciendo control e influencia directa sobre tal persona, causando ciertos trastornos en el espíritu, alma y cuerpo, es decir en la totalidad del ser.

    Los demonios que poseen a una persona tienen poder para trastornar el intelecto, la voluntad y las emociones de la persona poseída. Es necesario distinguir entre posesión demoníaca y la influencia o la actividad que un demonio pueda realizar en relación con una persona.

    En este último caso, la actividad del demonio se ejerce desde fuera de la persona; mientras que en la posesión demoníaca, la actividad del demonio se ejerce desde adentro de la persona.

    Con esta definición a la vista, un creyente verdadero no puede ser poseído por un demonio, porque el creyente verdadero tiene al Espíritu Santo morando en su vida. El Espíritu Santo no puede compartir la morada con un demonio.

    En cuanto a los efectos de la posesión demoníaca, a veces producen enfermedades o trastornos físicos en la persona poseída. Según el relato en Mateo 9:32-33 trajeron a Jesús un hombre mudo, pero este trastorno en el habla era el producto de la actividad de un demonio que moraba en ese hombre. Es decir que este hombre estaba endemoniado. Cuando el demonio fue echado fuera, el hombre volvió a su estado normal. El mudo habló.

    No está por demás señalar que no toda enfermedad es el resultado de la actividad demoníaca, ya sea poseyendo a la persona enferma o influenciando desde fuera de la persona enferma.

    Otras veces, los demonios producen trastornos en el intelecto en la persona poseída. La persona deja de actuar con cordura. En el relato de Mateo 17:13-21 se nos habla de un muchacho endemoniado que era lunático y padecía muchísimo porque muchas veces el demonio inducía al muchacho a arrojarse en el fuego o en el agua. Qué triste la condición de este muchacho. El demonio hacía todo lo posible para que este muchacho muera y así asegurar la presencia de este muchacho en el infierno, por la eternidad.

    Pero donde más se evidencia la presencia de demonios en posesión de personas es en el campo espiritual. Cuando una persona endemoniada es confrontada con la palabra de Dios y especialmente con lo que tiene que ver con la persona de Cristo y su sacrificio cruento en la cruz del Calvario, manifiesta una reacción totalmente opuesta y hasta violenta.

    La única esperanza para una persona poseída de demonios, no es el exorcismo, o la expulsión de demonios. La única esperanza para una persona endemoniada es que Cristo Jesús entre a esa vida y esa persona llegue a ser la morada del Espíritu Santo. Esta es una obra sobrenatural de Dios por medio de su Palabra y el Espíritu Santo.

    Así que, la persona endemoniada no necesariamente es la que anda por las calles mendigando un bocado de comida, ni la que comete tal o cual pecado. El cometer pecado es parte de la naturaleza caída del hombre, esté o no esté endemoniado. La posesión demoníaca tiene que ver con el control de una persona por parte de uno o más demonios que residen en esa persona, causando trastornos en el ámbito espiritual, emocional y físico.

  • De que se despojó Jesús según Filipenses 2:7

    Cuando Filipenses 2:7 dice que Cristo Jesús se despojó a sí mismo, ¿De qué se despojó?

    El tema que Usted pone sobre la mesa es de vital importancia. Tiene que ver con las inescrutables verdades de la encarnación de Cristo.

    Comencemos por leer el pasaje bíblico que se encuentra en Filipenses 2:5-8 donde dice: «Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.»

    Hay tanto para comentar en este corto pero profundo pasaje bíblico, pero el tiempo y lo puntual de su consulta nos obliga a concentrarnos en la frase «sino que se despojó a sí mismo»

    La palabra clave de esta frase es el verbo despojarse. Es la traducción de un verbo griego que literalmente significa anonadarse o hacerse nada, o tornarse vacío y de allí se ha traducido como despojarse.

    La gran pregunta es: ¿De qué se despojó Cristo Jesús? Este ha sido gran tema de debate entre los teólogos. Algunos de ellos han llegado a la conclusión que Cristo Jesús, a partir de su encarnación, se despojó de sus atributos divinos.

    Pero esto no puede ser aceptado de ninguna manera por dos poderosos motivos.

    Primero y más importante, porque eso significaría que Cristo Jesús habría dejado de ser Dios a partir de su encarnación. Sería menos que Dios, llegando apenas al plano que le asignan algunas sectas falsas.

    Segundo, porque las obras que Cristo Jesús realizó durante su ministerio público en la tierra, claramente muestran que tenía atributos divinos. De otra manera como se explican los milagros que realizó.

    De ninguna manera se puede aceptar entonces que Cristo Jesús se haya despojado de sus atributos divinos en su encarnación. ¿Entonces de qué se despojó? La Biblia testifica de lo que se despojó.

    Primero, de su gloria celestial. El cuerpo de Cristo Jesús fue como un velo que ocultó la gloria celestial de su persona divina. Así como un obrero se pone un mandil sobre su ropa para poder trabajar sin el temor de ensuciarse, así también el cuerpo de Cristo Jesús fue el mandil que ocultó la gloria celestial de su divina persona.

    En algún momento durante su ministerio en la tierra, Cristo Jesús tomó a tres de sus discípulos y los llevó a un monte. En ese monte, Cristo Jesús se quitó momentáneamente el mandil que es su cuerpo, para que sus discípulos contemplen la gloria celestial de su divina persona. El espectáculo fue tan formidable, que los tres discípulos querían quedarse en ese monte para siempre.

    Poco antes de ir a la cruz, Jesús oraba a su Padre con las palabras de Juan 17:5 donde dice: «Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.»

    Cristo Jesús se despojó de su gloria celestial en su encarnación.

    En segundo lugar, Cristo Jesús se despojó de su autoridad autónoma. Durante su encarnación Cristo Jesús sometió totalmente su autoridad a la voluntad de su Padre. Juan 5:30 dice: «No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la voluntad del Padre»

    En tercer lugar, Cristo Jesús se despojó de sus prerrogativas divinas. En su encarnación Cristo Jesús se despojó del ejercicio de sus atributos divinos a voluntad. No es que no los poseía, simplemente restringió su uso a lo que el Espíritu Santo le guiaba.

    En cuarto lugar, Cristo Jesús se despojó de su riqueza. Siendo el dueño de todo lo creado, a pesar que todo lo creado está por ahora, temporalmente bajo el dominio del maligno, Jesús se despojó de toda esa riqueza.

    Cuando un escriba hizo intento de seguir a Jesús, conociendo Jesús el corazón de este escriba le dijo, según Mateo 8:20 «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza»

    Hablando sobre esto mismo, el apóstol Pablo dice en 2ª Corintios 8:9 «Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.»

    Así es, Cristo Jesús se despojó de su incomparable riqueza cuando se revistió de carne.

    En conclusión diremos entonces que Cristo Jesús no se despojó de ninguno de sus atributos divinos. Se despojó de su gloria celestial. La cubrió con un velo de carne. Se despojó de su autoridad autónoma. La sometió a la voluntad de su Padre. Se despojó de la prerrogativa de usar sus atributos divinos a voluntad y los sometió a lo que el Espíritu Santo le guiaba y se despojó de su cuantiosa riqueza. Se hizo totalmente pobre para que Usted y yo seamos inmensamente ricos, no necesariamente en el plano material sino principalmente en el plano espiritual.

  • Que o quien sera la gran Babilonia

    ¿Qué es la gran Babilonia, la madre de las rameras de la cual nos habla la Biblia? ¿Es la religión católico romana? ¿Quién es el Anticristo? ¿Es el Papa? ¿Cuál es la gran ciudad? ¿Es Roma?

    Le invito a leer el pasaje bíblico que trata este asunto. Se encuentra en el libro de Apocalipsis capítulo 17: «Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; 2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. 3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. 4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5 y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro. 7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos. 8 La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será. 9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, 10 y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. 11 La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición. 12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. 13 Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. 14 Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles. 15 Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. 16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; 17 porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. 18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.»

    Uno de los siete ángeles invita a Juan a ser testigo de la sentencia contra la gran ramera.

    La gran ramera es un sistema religioso y comercial que tendrá su sede en Roma. La Babilonia religiosa tiene que ver con un Cristianismo apóstata que se manifestará plenamente durante la tribulación y que ciertamente está en formación en los actuales momentos. Será un sistema religioso de alcance mundial porque el texto dice que la ramera se sienta en muchas aguas, controlando bastos territorios del mundo gentil.

    Los reyes de la tierra han fornicado con ella, esto significa que gobernantes y poderosos de la tierra gustosamente se someterán a este sistema religioso apóstata.

    Pero no solo con ellos, sino también la gente común porque el texto dice que los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. Esto significa que multitudes gustosamente se han sometido a ella.

    La iglesia apóstata está sentada sobre una bestia escarlata. Según Apocalipsis 13, esta bestia es el imperio romano revivido, o la cabeza de este imperio, el Anticristo. La bestia está llena de nombres de blasfemia y tiene siete cabezas y diez cuernos. Esta iglesia apóstata dominará el imperio romano revivido, pero por un tiempo. La vestimenta de la ramera denota que el sistema religioso apóstata es extremadamente rico y poderoso.

    El cáliz de oro lleno de abominaciones y fornicaciones, significa que este sistema religioso apóstata se caracteriza por su corrupción e idolatría. En su frente lleva un nombre escrito, un misterio. BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

    Las rameras en el imperio romano llevaban un joyel en sus frentes con el nombre que querían que les llamen sus amantes. Juan vio a la ramera ebria de la sangre de los santos y de los mártires de Jesús. El sistema religioso apóstata tendrá una larga trayectoria de persecución y martirio a los verdaderos creyentes en Cristo y especialmente a los creyentes durante la tribulación.

    Luego el ángel revela a Juan el misterio de la mujer y de la bestia que la trae. La bestia que Juan vio es el imperio romano que existió en el pasado, el cual no es, porque por ahora no existe como tal, pero está para subir del abismo, esto significa que va a revivir para realizar lo que debe realizar y luego ir a perdición.

    Esto significa que revivirá para dejar de existir definitivamente. El hecho que el imperio romano de antaño reviva será causa de asombro para mucha gente. Las siete cabezas de la bestia representan a siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer. La interpretación tradicional es que el sistema religioso apóstata tendrá su sede en Roma, la ciudad de las siete colinas. Los siete reyes bien pueden representar siete formas de gobierno en el imperio romano, o siete emperadores romanos, o los siete imperios que han existido en la humanidad, a saber, Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, Roma y el futuro imperio romano revivido. El octavo rey es invariablemente interpretado como la cabeza del imperio romano revivido, es decir el Anticristo.

    Los diez cuernos representan a diez reyes futuros que actuarán en sumisión al Anticristo. Solo gobernarán por una hora, esto significa por un breve tiempo. Estos diez reyes por unanimidad se someterán al poder y autoridad de la bestia. Este imperio de diez reinos con sus reyes, hará guerra al Cordero, el Señor Jesucristo, en su segunda venida, al final de la tribulación, pero serán derrotados por el Señor de señores y Rey de reyes.

    El ángel sigue explicando a Juan que las aguas sobre las que se sienta la ramera son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. Esto significa que el sistema religioso apóstata será popular y aceptado por gente en todo el mundo. Además se le hizo saber a Juan que el imperio romano revivido permitirá al menos por un tiempo ser controlado por el sistema religioso apóstata, pero en algún momento se revelará contra este sistema religioso apóstata y lo dejará desolado y desnudo para ser quemado con fuego. Será el fin de este sistema religioso diabólico.

    Todo esto es obra de Dios. Él es quien hace que todas las cosas sucedan, para cumplir con sus planes soberanos. De modo que, Babilonia la grande, la madre de las rameras de las abominaciones de la tierra, es un sistema religioso apóstata que tendrá dominio mundial, el cual ciertamente está en formación hoy en día.

    Toda religión moderna que se aleja de la enseñanza bíblica, es una pieza más de este siniestro sistema religioso que tendrá su plena manifestación en el tiempo todavía futuro conocido como Tribulación. Este sistema religioso apóstata dominará el imperio romano revivido, cuya cabeza es el Anticristo, pero en algún momento, terminará este dominio y el Anticristo acabará con el sistema religioso apóstata. La ciudad de Roma será la sede del sistema religioso apóstata.

  • Dios tiene mas hijos o solo uno

    Según 1 Juan 4:9 Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, pero Job 1:6 dice que Dios tiene muchos hijos. ¿Podría explicarme la razón para esto?

    Leamos el texto en 1 Juan 4:9 donde dice: «En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.»

    Además de muchas cosas hermosas que enseña este versículo, en lo que nos concierne, notamos que Dios tiene un Hijo unigénito. Unigénito significa único en calidad no necesariamente en cantidad.

    Abraham por ejemplo, tuvo varios hijos, pero había uno que era único, especial, distinguido entre los demás, el hijo de la promesa. Él era el unigénito hijo de Abraham. Su nombre fue Isaac. Observe lo que dice Hebreos 11:17 «Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito.»

    Como ya hemos dicho, Abraham tuvo más de un hijo, pero había uno que se distinguía entre todos los demás. Fue el hijo de la promesa. A este hijo la Biblia dice que es el unigénito de Abraham.

    Cuando la Biblia nos habla que Jesucristo es su Hijo unigénito, debemos entender que Dios tiene muchos hijos, pero de entre todos ellos hay uno que es único, especial, extraordinario, sin igual, el unigénito. Los creyentes también somos hijos de Dios, pero no somos el unigénito Hijo de Dios.

    Alguien ha dicho muy acertadamente que Dios tiene muchos hijos con h minúscula, pero uno solo con H mayúscula.

    Veamos ahora la cita en Job 1:6 donde dice: «Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás»

    Cuando este versículo habla de los hijos de Dios se refiere a los ángeles. Esta conclusión se apoya en textos como Job 38:7 donde claramente se atribuye el nombre de hijos de Dios a los ángeles. Interesante que Satanás estaba también entre los ángeles, porque él es también un ser angelical y se unió a los demás ángeles en esta ocasión.

    Nuevamente aquí, notamos que Dios tiene muchos hijos, pero uno de ellos es fuera de serie, algo maravilloso, algo extraordinario. Es el Hijo con H mayúscula. La Biblia lo llama el Unigénito.

  • Los creyentes debemos practicar el pecado

    En 1 Juan 1:8 dice que si decimos que no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros, pero en el mismo libro capítulo 3 versículo 9 dice que todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado. ¿Cómo puede ser esto?

    Leamos el pasaje bíblico que se encuentra en 1 Juan 1:8 hasta 1 Juan 2:2. Dice así: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.»

    Muy bien. En ese pasaje bíblico se hace claro que el pecado, lamentablemente, puede ser una realidad en la vida de un creyente verdadero. Si algún creyente afirma que nunca ha pecado siendo ya creyente, se está engañando a sí mismo, y no está diciendo la verdad.

    Ante esta lamentable realidad, Dios ha diseñado un mecanismo efectivo para arreglar el pecado de un verdadero creyente. Este mecanismo se llama la confesión. Confesar algo a Dios significa hablar lo mismo que Dios en cuando ese asunto o estar de acuerdo con Dios en cuanto a ese asunto.

    Cuando un creyente por ejemplo confiesa a Dios que ha mentido, está diciendo: Dios, he mentido y estoy de acuerdo contigo en que la mentira es un pecado que ofende tu santidad. Confesar no es lo mismo que justificarse por algún pecado que hemos cometido.

    Volviendo al ejemplo de la mentira. Confesar no es decir a Dios: Yo mentí porque no había más que hacer, o yo mentí porque me obligaron a hacerlo, etc.

    Esto no es confesar. Repito que confesar es ponerse de acuerdo con Dios en que lo que hicimos está mal porque ofende la santidad de Dios. Cuando un verdadero creyente que ha pecado confiesa a Dios ese pecado, mire lo que pasa. El texto que leímos dice que Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.

    Es la respuesta de Dios a un corazón que con sinceridad reconoce la realidad del pecado en su vida. Perdón y limpieza significa que en lo que a Dios respecta, el pecado cometido por el creyente, es como si nunca hubiera sucedido. Ojo que esto no necesariamente elimina las consecuencias del pecado. Dios está listo y dispuesto para perdonarnos y limpiarnos, pero nadie nos puede librar de las consecuencias del pecado. Es parte de la cara fea del pecado.

    Si un creyente verdadero dice que no ha pecado, está en cierto sentido negando la afirmación de Dios en cuanto a que es posible que un verdadero creyente peque. Por eso el texto dice que hacemos a Dios mentiroso y la verdad no está en nosotros. Todo esto tiene el propósito de buscar santidad práctica en la vida de los creyentes. Por eso dice el texto: Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis.

    Pero nuevamente se insiste en el hecho que, si aún así, un creyente comete algún pecado, tiene un abogado para con el Padre. Ese abogado es Jesucristo el justo. Con un abogado así, quien pagó a la perfección por el pecado, tenemos garantía de que el Padre nos perdona y nos limpia de toda maldad.

    Muy bien. Ahora veamos lo que tenemos en 1 Juan 3:9. Para observar el contexto vamos a leer inclusive el versículo 8. Dice así: «El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.»

    Vemos que el no creyente, o el incrédulo es alguien que practica el pecado. Esto significa alguien en quien el pecado no es una excepción sino una costumbre, o una práctica. En esto, el incrédulo se parece a su padre el diablo, porque el diablo practica el pecado desde el principio.

    Espero que note la diferencia. Esto es de vital importancia. Para el creyente verdadero el pecado es una excepción en su vida, pero para el incrédulo o el falso creyente quien también es incrédulo, el pecado es una norma o una práctica o una costumbre en su vida. El Hijo de Dios, Jesucristo ha aparecido para deshacer esa obra del diablo en la vida de los incrédulos.

    Cuando el texto leído dice que todo aquel que es nacido de Dios no practica el pecado, está dando a entender justamente que los creyentes no cometen pecado como una práctica, o como una costumbre en su vida. Puede ser que pequen de vez en cuando, pero confesarán a Dios ese pecado, se apartarán de ese pecado y serán perdonados y limpiados por Dios.

    Pero no vivirán cometiendo pecado constantemente. ¿Ve Usted la situación? El hecho que el pecado sea una excepción y no la norma en la vida de un creyente verdadero, es una obra de lo que el texto llama la simiente de Dios. Se refiere a la nueva naturaleza que posee todo creyente.

    Esta nueva naturaleza es santa pura y perfecta porque es engendrada por Dios. Esta nueva naturaleza es la que no puede pecar. El creyente verdadero posee esta nueva naturaleza que no puede pecar, pero mientras esté en este mundo, todo verdadero creyente tiene también la vieja naturaleza. Esta vieja naturaleza en cambio es experta en el pecado.

    La vida cristiana es en esencia obedecer a los impulsos de la nueva naturaleza e ignorar los impulsos de la vieja naturaleza. Espero que esta explicación clarifique este asunto en cuando al pecado esporádico en el creyente y el pecado constante o la práctica del pecado en el incrédulo.

  • Jesús enseño que no debemos jurar

    Según Hebreos 6:13 se dice que Dios hizo juramento. Pero Jesús enseñó en Mateo 5:34 que no se debe hacer juramento. ¿Cómo puede ser esto?

    Leamos la cita en Hebreos 6:13 donde dice: «Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo»

    Aquí tenemos a Dios jurando por sí mismo, porque no había manera de jurar por otro, porque nada ni nadie puede ser mayor que Dios y el juramento tiene que ser siempre por otro mayor.

    La práctica de hacer juramentos tiene raíces muy profundas en el Antiguo Testamento. Un hombre hacía un juramento para afirmar la veracidad de las palabras que hablaba. El juramento era una maldición que ponía sobre sí mismo si su palabra no era cierta, o si no cumplía su promesa.

    Éxodo 22:10-11 dice: «Si alguno hubiere dado a su prójimo asno, o buey, u oveja, o cualquier otro animal a guardar, y éste muriere o fuere estropeado, o fuere llevado sin verlo nadie; juramento de Jehová habrá entre ambos, de que no metió su mano a los bienes de su prójimo; y su dueño lo aceptará, y otro no pagará.»

    Los juramentos eran parte del comercio diario. Era el medio para celebrar un contrato vinculante. Eran el medio para solucionar asuntos sin tener que ir a juicio. Cuando una persona comparecía ante un juez, y hacía juramento, era lo mismo como en la actualidad cuando se hace legalizar un documento con la firma de un notario.

    Así que no solo Dios hizo juramento, sino también, Abraham puso bajo juramento a su siervo, según Génesis 24:3, David, hizo juramento según 2 Samuel 19:23 y tantos otros como ellos, porque era una práctica legítima en el Antiguo Testamento.

    En el Nuevo Testamento, Pablo se puso a sí mismo bajo juramento. Jesús también fue puesto bajo juramento cuando era interrogado por Caifás. El sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. El sumo sacerdote puso a Cristo bajo juramento al decir: Te conjuro por el Dios viviente. Quería decir: Con Dios como tu testigo, dime la verdad. Jesús le dijo: Tú lo has dicho, o, es verdad, lo confieso.

    Así Cristo mismo fue puesto bajo juramento y lo aceptó. No es nada extraño entonces que Dios haya juramentado por sí mismo, porque no existe otro mayor para jurar por él.

    Ahora vamos a la otra cita mencionada por Usted se encuentra en Mateo 5. Vamos a leer desde el versículo 33 hasta el versículo 37. Dice así:

    «33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.

    34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;

    35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.

    36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.

    37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.»

    Ya que Cristo mismo permitió ser puesto bajo juramento, como lo hemos señalado, la conclusión es que aquí, Jesús no estaba diciendo: No deben consentir ser puestos bajo juramento, sino que su carácter, su reputación por ser honestos, su palabra, sea tan evidentemente verdadera y sin contaminación, que nadie pudiera pensar que es necesario ponerles bajo juramento debido a que les consideran sospechosos de engaño.

    En lugar de esta doblez, sea su palabra si, si, no, no. El Señor está demandando que la palabra de uno sea tan digna de confianza que nadie tenga que adivinar lo que uno quiso decir. Esto es lo que enseña este pasaje bíblico. Como Usted habrá notado, no es necesariamente una prohibición de los juramentos.

  • Cuantos Bautismos hay

    Hebreos 6:2 habla de la doctrina de bautismos, dando a entender que hay más de uno, pero Efesios 4:5 declara que hay un solo bautismo. ¿Puede aclarar esta aparente contradicción?

    Con mucho gusto. Bien ha dicho Usted, se trata solamente de una aparente contradicción. Vamos a dar lectura al pasaje bíblico que se encuentra en Hebreos 6:1-3 «Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite.»

    Cuando el autor de Hebreos habla de dejar rudimentos de la doctrina de Cristo, está hablando de dejar todo lo que el Antiguo Testamento enseña en cuando a la venida y obra de Cristo, el Mesías.

    Esto no significa que se esté despreciando la enseñanza del Antiguo Testamento en cuanto a la venida y obra de Cristo. Lo que significa es que no debemos quedarnos solo en eso. Es necesario avanzar hacia la perfección.

    La perfección tiene que ver con el hecho que Cristo ya vino y ya realizó su obra para salvar al pecador que cree en él y le recibe como Salvador. Es entonces cuando el autor de Hebreos dice que no es sensato detenerse solamente en la doctrina básica del Antiguo Testamento, tal como el arrepentimiento de obras muertas, lo cual significa el volverse de las prácticas que por ser pecaminosas conducen a la muerte.

    También está la fe en Dios. Esto se refiere a una confianza plena en la persona de Dios y en la palabra de Dios.

    Luego están los bautismos. Quizá una mejor traducción para bautismos sería la palabra lavamientos, pues se refiere a los lavamientos ceremoniales que fueron solamente un símbolo o un tipo del lavamiento espiritual que ofrece Cristo a los que creen en él y le reciben como Salvador.

    Luego está la imposición de manos. En el Antiguo Testamento, la persona que traía un sacrificio colocaba sus manos sobre la cabeza del animal que iba a ser sacrificado y de esa manera expresaba su identificación con el sustituto por su pecado.

    El Antiguo Testamento también hablaba de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Todo esto es algo básico, pero por la misma razón, debe ser solo el comienzo de algo mejor. Lo mejor es Cristo, el cumplimiento de todo lo que enseña el Antiguo Testamento. Es necesario por tanto que no nos quedemos en lo básico sino que prosigamos hacia la perfección.

    Así que, cuando en este pasaje se habla de doctrina de bautismos se estaba refiriendo a los diversos lavamientos ceremoniales que fueron válidos y legítimos en el Antiguo Testamento.

    Ahora consideremos el pasaje en Efesios 4:3-6 donde dice: «solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos.»

    Lo que este pasaje bíblico está diciendo es que el Espíritu Santo ha producido unidad entre todos los creyentes. Lo ha hecho por medio del vínculo de la paz, que es una especie de cordón espiritual que rodea y mantiene juntos a todos los creyentes. Luego Pablo detalla las áreas en las cuales se manifiesta esta unidad. Cuerpo, Espíritu, esperanza, Señor, fe, bautismo y Dios y Padre.

    Al hablar de bautismo, muy probablemente se refiere al bautismo en agua que es el paso subsiguiente a la salvación, en el cual el creyente da un testimonio público de su fe en Cristo. Parece que no se trata del bautismo del Espíritu porque de eso se habló antes cuando Pablo mencionó acerca de un Espíritu.

    Así que, mi amigo. No existe más de un bautismo cristiano en agua. Es el que ordenó Cristo en Mateo 28:19 cuando dijo: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.»

  • Pablo agrada a todos o solo a Cristo

    En Gálatas 1:10, Pablo dice que si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. Pero el mismo apóstol en 1 Corintios 10:33 dice que en todas las cosas agrada a todos. ¿Cómo puede ser esto?

    Permítame que se lo explique. Para ello leamos el pasaje bíblico que se encuentra en Gálatas 1:9-10 donde dice: «Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.»

    Pablo había sido acusado de predicar una forma fácil de entrar al reino de los cielos. Su mensaje de salvación por fe, aparte de las obras, fue interpretado erróneamente por sus enemigos como una manera de abaratar la entrada al cielo.

    En su defensa, Pablo señala que el evangelio que él predica es el auténtico y verdadero evangelio. Si alguno, aún un ángel, predica diferente evangelio del que él ha predicado, sea anatema o condenado a destrucción. Es aquí cuando Pablo hace reminiscencia de su vida vieja cuando antes de ser creyente perseguía a la iglesia de Cristo. Dice que la motivación para esto era el agradar a los hombres. Pablo estaba totalmente empeñado en agradar a sus «jefes» y por eso obedecía sus órdenes ciegamente.

    Pero eso cambió radicalmente cuando se encontró personalmente con Cristo resucitado en el camino a Damasco. Pablo dice que a partir de ese momento ya no busca más el favor de los hombres sino el favor de Dios y consecuentemente ha dejado de hacer cosas con la motivación de agradar a los hombres.

    La prueba de ello es que se ha constituido en un siervo, mejor dicho, un esclavo de Cristo. Esto no podría ser así si todavía estuviera tratando de agradara a los hombres.

    Muy bien. Ahora consideremos el texto en 1 Corintios 10:31-33 donde dice: «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sin el de muchos, para que sean salvos.»

    De lo que está hablando Pablo aquí, es de ceder a sus derechos si eso es necesario para ganar a otros para Cristo. Recuerde que Pablo se hizo judío para ganar a los judíos y gentil para ganar a los gentiles. Es de esto de lo que habla este texto, mas no de que Pablo hacía cosas para agradar a los hombres, como lo hizo en el pasado, antes de ser creyente.

  • Debemos estar en medio de incrédulos o apratarnos

    2 Corintios 6:17 dice: Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo. En cambio Marcos 16:15 dice: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. Por un lado dice salid, pero por otro lado dice id. ¿Cómo es esto?

    Es sencillo. Cuando el texto en 2 Corintios 6:17 dice «Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo»

    Está hablando a los creyentes, en el sentido de procurar una separación espiritual con el mundo. Es absurdo y hasta sacrílego que un creyente tenga comunión espiritual con los incrédulos. Cuando una persona incrédula se hace creyente por recibir a Cristo como Salvador, debe desvincularse de toda forma de falsa religión y cortar totalmente con todo hábito pecaminoso y con toda práctica idolátrica.

    Pero esto es muy diferente de salir del mundo. Note lo que dijo Jesucristo en cuanto a esto, según Juan 17:14-16 «Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.»

    El creyente no es del mundo, pero está en el mundo, al menos hasta que el Señor lo permita. Una cosa es que la canoa esté en el agua, otra muy diferente que el agua esté en la canoa. Comenzará a hundirse.

    Igual es con el creyente. Decir que el creyente está en el mundo es muy distinto a decir que el mundo está en el creyente. Dios jamás ha pedido que los creyentes salgan del mundo. Más bien ha dicho que los creyentes son sal y luz en el mundo. Si los creyentes salen del mundo, ¿Quién va a ser la sal? ¿Quién va a ser la luz?

    Así que es perfectamente legítimo lo que Jesucristo ordenó a sus discípulos cuando les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

  • Nadie entiende al que habla en lenguas

    Según 1 Corintios 12:10, Dios ha otorgado el don de lenguas. Pero según 1 Corintios 14:2, nadie entiende al que habla en lenguas. ¿Cómo puede ser esto?

    Leamos el texto en 1 Corintios 12:10. Para incluir el contexto vamos a leer desde el versículo 7 hasta el versículo 11. Dice así: «Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.»

    En este pasaje bíblico encontramos que Dios, mediante el Espíritu Santo, otorga los dones espirituales o la manifestación del Espíritu como dice este texto.

    Un don es una habilidad dada por Dios, mediante el Espíritu Santo, a cada creyente, para que ese creyente pueda ser útil en el cuerpo de Cristo que es la iglesia.

    Los dones son herramientas para que los creyentes tengan con qué trabajar en la iglesia de Cristo. Por eso el texto dice que los dones son dados para provecho. No para provecho del que ha recibido el don sino para provecho de la iglesia de Cristo. Los dones no son para que el que los usa saque provecho de ellos.

    Entre varios dones mencionados en este pasaje bíblico, está el don de lenguas.

    En esencia, el don de lenguas es la habilidad que Dios da a un creyente, mediante el Espíritu Santo, para que ese creyente hable un idioma que nunca antes ha aprendido. El propósito de este don, así como el don de interpretación de lenguas, el don de sanidades y el don de milagros, es autenticar al mensajero como un enviado de Dios y el mensaje como originado en Dios, no en el hombre.

    El don de lenguas funcionaba íntimamente ligado al don de interpretación de lenguas. Una de las reglas para el uso del don de lenguas era justamente que en la congregación esté presente un hermano en la fe con el don de interpretación de lenguas, porque de lo contrario, nadie entendería al que está haciendo uso del don de lenguas.

    Muy bien. Con esto en mente, vamos a dar lectura al otro versículo citado por Usted. Se encuentra en 1 Corintios 14:2. Leamos desde los versículos 1 a 5 para tomar en cuenta el contexto. Dice así: «Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.»

    Pablo está comparando el ministerio o la obra de uno que tiene el don de lenguas y de otro que tiene el don de profecía. El don de profecía es la capacidad dada por Dios, mediante el Espíritu Santo, a algunos creyentes para proclamar lo que Dios ha anunciado en su palabra. El apóstol Pablo dice claramente que mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas. La razón de esto radica en el hecho que el que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios, pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.

    Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. Pero esto no significa que fue inútil el ministerio de alguien que tuvo el don de lenguas. Si fuera inútil, Dios no habría dado a nadie el don de lenguas. El don de lenguas se hizo útil a la iglesia cuando se usó en conjunto con alguien que recibió el don de interpretación de lenguas.

    De esta manera la iglesia recibió edificación porque entendió lo que habló el que tiene el don de lenguas en ese idioma no conocido. Esto es lo que enseña la Biblia en cuando al uso del don de lenguas y el don de interpretación de lenguas.