Autor: cris

  • Quienes fueron los Anabautistas

    Nos pregunta quienes fueron los Anabautistas.

    Respondo su consulta echando mano de la información que aparece en el libro titulado «La Iglesia Peregrina» de E. H. Broadbent.

    El origen de los Anabautistas se remonta al año 1524, en Alemania, cuando muchas de las iglesias de los hermanos, que habían estado en existencia por siglos, conocidos bajo varios nombres, no dados por ellos sino dados mayormente por sus detractores, como Valdenses, Vaudois, hombres pobres de Lyon, etc. declararon su independencia como congregaciones de creyentes y afirmaron su determinación de observar y practicar como iglesias las enseñanzas de las Escrituras.

    Además, al igual que lo hicieron en el pasado, los creyentes que todavía no se habían bautizado en agua por inmersión, lo hicieron en esta ocasión. Esto fue el motivo para que a estas iglesias se les dé un nuevo nombre, nombre que ellos repudiaron, porque fue un epíteto ofensivo para hacer creer a los ingenuos que se trataba de una nueva secta.

    Este nombre fue Anabautistas, que literalmente significa «los que bautizan otra vez». Con el pasar del tiempo, este nombre se aplicó también a ciertos grupos que usaban la violencia para obtener sus fines, todo esto con la finalidad de justificar la persecución a los verdaderos creyentes denominados anabautistas por sus perseguidores.

    La Reforma de Lutero hizo que muchos así llamados anabautistas dejen sus escondites y salgan a la luz, para unirse a las iglesias evangélicas existentes, dando a éstas un fuerte y nuevo impulso. Estas iglesias comenzaron a crecer admirablemente y a tener actividades que convocaban a mucha gente. Esto puso en alerta a las iglesias del Estado, tanto Romana como Luterana.

    Un observador imparcial, escribiendo en 1526 habla de los así llamados anabautistas diciendo que ha surgido un nuevo grupo que se está expandiendo rápidamente y que su doctrina está influenciando todo el país y está atrayendo muchos seguidores sinceros de corazón y celosos de Dios.

    Este grupo no enseña otra cosa sino amor, fe y la cruz, se manifiestan como personas pacientes y humildes. Participan en el partimiento del pan como una muestra de unidad y amor entre ellos.

    El grupo crece tan rápidamente que el mundo tiene temor de que causen una revolución, pero ellos no piensan así, aunque en muchos lugares son tratados tiránicamente.

    Hermoso testimonio de estos hermanos en la fe. La doctrina de los así llamados anabautistas, consistía principalmente en un apego celoso a las enseñanzas de la Biblia en general y del Nuevo Testamento en particular. Para ellos no había mayor autoridad en asuntos de doctrina y práctica que la misma Biblia.

    Por eso rehusaban todo tipo de declaración de fe, de normas de conducta redactadas por los hombres, por más ilustres y respetados que fueran. Por ser eminentemente bíblicos, creían en la salvación por fe, aparte totalmente de las obras o de los sacramentos o de las ordenanzas de la iglesia. Creían también en que la fe verdadera se manifiesta en buenas obras. Reconocían que la iglesia había recibido de Jesucristo únicamente dos ordenanzas, el bautismo en agua por inmersión y la cena del Señor.

    Sus reuniones estaban exentas de pomposidad y preferían la sencillez bajo en control del Espíritu Santo. Reconocían que la misión de la iglesia es llevar el mensaje del evangelio a los perdidos y desarrollaron un fuerte trabajo misionero.

    La doctrina y práctica de los así llamados anabautistas causó tremenda incomodidad a la iglesia de Roma y a la iglesia Luterana. Fue así como tanto la iglesia romana como la iglesia Luterana emprendieron una feroz arremetida contra los hermanos tildados como anabautistas.

    Uno de los que se destacó en la persecución de los anabautistas fue el Rey Fernando I, hermano de Carlos V de España. Aún en contra de su propia voluntad, muchas autoridades fueron meros instrumentos en las manos de Fernando I para el ejercicio de la crueldad contra los tildados de Anabautistas.

    Una de estas autoridades se defendió de la acusación de Fernando I, de ser benévolo con los anabautistas. Dijo lo siguiente: Por dos años, no ha habido día que no hayamos juzgado a los anabautistas. Y como resultado de eso, más de 700 anabautistas, en diferentes lugares han sido condenados a muerte, otros han sido desterrados y la mayoría han huido, en miseria, abandonando sus bienes, e inclusive abandonando sus hijos.

    Pero no podemos esconder de su majestad la necedad que se encuentra generalmente en los anabautistas, porque no solo que no se aterrorizan por el castigo a otros, sino que visitan a los que están presos y les reconocen como hermanos o hermanas y cuando son llevados ante los magistrados a causa de esta asociación, lo reconocen sin duda alguna, sin necesidad de que los torturemos para que lo hagan. Se niegan a recibir otra enseñanza que no sea la de ellos, y jamás alguno de ellos ha negado lo que creen. La mayoría de las veces, lo único que desean es morir por su fe. Confiamos que su majestad comprenda de este verídico informe que no hemos sido negligentes en la tarea de acabar con los anabautistas.

    Episodios como estos se repitieron a raudales a lo largo y a lo ancho del mundo y durante mucho tiempo. Se ofrecían jugosas recompensas a los que encuentren y lleven ante las autoridades a algún anabautista. Los bienes de los ajusticiados eran repartidos entre los que los denunciaron y los que los juzgaron. Las mujeres embarazadas eran recluidas en cárceles hasta que den a luz a sus hijos y luego eran ejecutadas.

    Un Juez en Sillian, de nombre Jörg Scharlinger estaba tan apesadumbrado por estar obligado a emitir sentencia de muerte contra dos jóvenes anabautistas de 16 y 17 años, que se le permitió, que en casos así, los acusados sean educados hasta los 18 años de edad por los católico romanos, a expensas de los bienes de los anabautistas que habían sido ya ejecutados.

    Si no se retractaban de sus creencias a los 18 años de edad, los ejecutaban igualmente. Imagine recibir como regalo de cumpleaños la sentencia de muerte, pero así era el odio feroz contra estos fieles hermanos en la fe.

    La situación era precaria para los anabautistas. Sin embargo, Jacob Huter, nunca cesó de organizar reuniones, en los bosques o en casas en lugares remotos. Los creyentes que lo recibían en sus casas ponían en peligro de muerte sus vidas.

    En una ocasión, él y una compañía de cuarenta se reunieron para celebrar la cena del Señor en una casa en San Jorge. Fueron sorprendidos por un pelotón de soldados y siete fueron tomados prisioneros y ejecutados. El resto logró escapar, incluyendo Huter, pero en la persecución fue capturado al ser traicionado para cobrar el rescate.

    La casa en que se había escondido fue rodeada por soldados durante la noche y tanto él como su esposa y una hija de los dueños de casa fueron apresados. Con una venda en la boca para que no pueda hablar nada fue llevado a Innsbruck donde hubo regocijo por su captura, porque el rey había pedido a las autoridades que no descansen hasta que Huter sea apresado.

    Tan pronto el rey recibió noticias del arresto, ordenó que se le ejecute, sin importar si se retracta o no. Pero Huter no era alguien como para estar callado. En la forma más frontal denunció al rey, al Papa y a los sacerdotes por sus prácticas corruptas. Fernando I decidió entonces incinerarlo en público, lo cual tuvo lugar en Innsbruck en 1536.

    No es extraño entonces que la mayoría de los anabautistas hayan sido diezmados y que los pocos sobrevivientes se hayan refugiado en las iglesias de los hermanos que lograron pasar desapercibidas en medio del fuego de la persecución. Es el precio que tuvieron que pagar por mantener una fe pura en el Señor.

  • Quienes fueron los Valdenses

    Nos solicita toda la información que tengamos acerca de los Valdenses.

    Con mucho gusto. La información que vamos a compartir con Usted ha sido tomada del libro titulado «La Iglesia Peregrina» de E. H. Broadbent. Según este libro, por siglos han existido en los valles Alpinos de Piedmont, congregaciones de creyentes que simplemente se han denominado a sí mismos como «hermanos» entre comillas, quienes más tarde llegaron a ser ampliamente conocidos como Valdenses o Vaudois, aunque ellos mismos jamás aceptaron este calificativo.

    Según estos hermanos, su origen se remonta a la época de los apóstoles. Al igual que otros grupos de creyentes, estos hermanos no se originaron con la Reforma de Lutero, sino que se mantuvieron fieles a las enseñanzas y ordenanzas apostólicas conforme al testimonio del Nuevo Testamento.

    En otras palabras, los Valdenses nunca fueron parte ni de la iglesia católica reunida, ni de la iglesia católica dividida entre romana y griega. Desde los tiempos del emperador Romano Constantino han continuado siendo una sucesión de predicadores del evangelio y fundadores de iglesias neo testamentarias libres de la influencia perniciosa de la relación Iglesia y Estado tan predominantes en el pasado y algo todavía en el presente.

    Estos creyentes eran muy numerosos en las montañas Taurus y en los valles alpinos, y se caracterizaban por estar sólidamente fundamentados en las Escrituras y libres de la idolatría que tanto daño estaba causando en la iglesia profesante.

    Consideraban a la Biblia como la única regla de doctrina y práctica y de ninguna manera daban cabida a las tradiciones orales o escritas de los hombres.

    Se decía de ellos que su única meta en la vida era mantener el carácter de la iglesia cristiana primitiva. Por no haber sido jamás parte de la iglesia establecida, los Valdenses nunca se embarcaron en una guerra abierta contra la iglesia católico romana ni contra la iglesia católica griega.

    Hablando de los Valdenses, el inquisidor Reinerio, quien murió en 1259 dice lo siguiente. Entre las sectas que todavía existen o que han existido antes, ninguna es tan perniciosa para la iglesia católico romana coma la Valdense, y esto por tres razones.

    La primera razón es por su antigüedad, porque según algunos se originó en el tiempo del Silvestre, obispo de Roma en la época de Constantino y según otros se originó en el tiempo de los apóstoles.

    La segunda razón es porque está ampliamente difundida, no existe lugar donde la secta no esté presente.

    La tercera razón es porque mientras las demás sectas despiertan el rechazo y el horror de la gente por sus blasfemias contra Dios, la secta de los Valdenses tiene una gran imagen de piedad, por cuanto sus integrantes viven rectamente ante los hombres y creen todos los puntos respecto a Dios que constan en el credo, pero blasfeman contra la iglesia católico romana y el clero, en lo cual se unen multitud de laicos.

    Algunos han sugerido que Claudio, obispo de Turín fue el fundador de los Valdenses en las montañas alpinas de Piedmont, pero entre él y ellos había mucho en común y deben haberse fortalecido y animando mutuamente, pero los hermanos Valdenses tuvieron un origen mucho más antiguo.

    Fue el obispo Claudio de Turín, quien negó la reverencia a la santa cruz, rechazó la veneración y la invocación a los santos y destruyó las imágenes.

    En su comentario sobre del libro de Gálatas, Claudio enseña claramente el principio de la justificación por fe, y señala el error de la iglesia católico romana al haberse alejado de la verdad bíblica.

    Cuando los Valdenses se pusieron en contacto con los Reformadores en el siglo 16, pusieron muy en claro que sus ancestros habían declarado siempre que existían desde la época de los apóstoles.

    Los Valdenses daban por sentado que eran descendientes de los refugiados italianos, quienes después de escuchar el mensaje del evangelio de boca del Apóstol Pablo, abandonaron su hermoso país y huyeron, como la mujer de Apocalipsis, a las montañas alpinas, en donde hasta el presente han pasado el evangelio de generación a generación en la pureza que ellos lo recibieron del apóstol Pablo.

    La iglesia establecida arremetió con furia contra los Valdenses y por siglos usó todo su poder y su influencia para acabar con los Valdenses. Muchos tuvieron que morir por su fe, otros tuvieron que esconderse en lugares remotos.

    El surgimiento de la Reforma trajo algún respiro para los Valdenses y es así como fueron absorbidos por algunas iglesias evangélicas que tienen sus raíces en la Reforma.

    Esto en cuanto a sus orígenes y trayectoria.

    En cuanto a doctrina, algo se ha señalado ya: La doctrina y práctica de los hermanos Valdenses tenían tal carácter que era obvio que no fueron el fruto de un intento por reformar la Iglesia Romana o Griega. Sin la influencia de ninguna de estas dos iglesias, se ve en los Valdenses una vieja tradición transmitida de generación a generación, por la cual se fundamentaban en las Escrituras y en las prácticas de la iglesia primitiva.

    Su existencia prueba que siempre ha habido hombres de fe, hombres con poder espiritual, hombres entendidos, quienes han mantenido en las iglesias una tradición muy parecida a la de los días de los apóstoles y muy distante de las costumbres y dogmas humanos de las iglesias dominantes.

    Es así como aparte de las Sagradas Escrituras, los Valdenses no tenían declaración de fe ni normas de conducta, ni autoridades humanamente constituidas, por más ilustres que fueran.

    Seguir a Cristo era la pasión de sus vidas, e imitar su ejemplo era la meta de su existencia. La parte de las Escrituras que más moldeaban su forma de pensar y su conducta era el Sermón del Monte.

    Para ellos, el Sermón del Monte era la norma para todo creyente. Se oponían al derramamiento de sangre, a la pena capital, al uso de la fuerza en asuntos espirituales. Pero estaban dispuestos a defenderse si eran atacados. No hacían juramentos y evitaban el uso del nombre de Dios en vano. No estaban de acuerdo con la creencia de la iglesia profesante en el sentido que ella era la única llamada a interpretar la Biblia y a abrir o cerrar la puerta de la salvación. Tampoco creían que la salvación sea por cumplir con determinados sacramentos sino por fe en Cristo como Salvador.

    La fe, decían se debe manifestar en buenas obras. Creían en la doctrina de la elección soberana de Dios, actuando juntamente con la libre voluntad del hombre. Estaban convencidos que Dios pone maestros dotados en la iglesia y por eso apreciaban mucho los escritos de Ambrosio, Agustín, Crisóstomo y otros, siempre y cuando estas enseñanzas no estén en conflicto con la pura enseñanza de la Biblia.

    En asuntos de orden en la iglesia, practicaban la sencillez, sin nada pomposo y llamativo que era típico de la iglesia romana. Se gobernaban por medio de Ancianos y Diáconos. Practicaban la Cena del Señor como la forma de hacer memoria de la persona y obra de Cristo. Todos los creyentes podían disfrutar del privilegio de participar de los elementos en la Cena del Señor.

    El bautismo en agua estaba reservado para los creyentes absteniéndose de bautizar a los niños. Esto es en esencia la doctrina y práctica de los Valdenses.

    A manera de comentario, es ilustrativo saber que no todas las iglesias que no son católico romanas tuvieron su origen en la Reforma de Lutero. Los Valdenses son un claro ejemplo. Un grupo dedicado a honrar a Dios por medio de someterse exclusivamente a la Biblia y por medio de practicar las costumbres de la iglesia primitiva, desde la misma época apostólica.

  • El hijo del hombre

    En Mateo 16:13 Jesús se auto define como el Hijo del Hombre. Pero Salmo 146:3 dice que no se debe confiar en hijo de hombre. ¿Cómo puede ser esto?

    Permítame explicarle cómo puede ser. Para eso demos lectura al pasaje que se encuentra en Mateo 16:13-16 donde dice: «Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.»

    Interesante episodio. Jesús pregunta a los discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Hijo del Hombre es el título que más frecuentemente usó Jesús cuando hablaba de sí mismo.

    Este título tiene sus raíces en la profecía de Daniel 7:13-14 cuando el Anciano de Días, Dios el Padre da al hijo de hombre dominio, gloria y reino que nunca pasará. El hijo de hombre no es otro sino el Mesías, el Cristo.

    La gente tenía su propia opinión de Jesús. Unos decían: Es Juan el Bautista. Otros: Elías. Otros: Jeremías. Otros: alguno de los profetas. Pero nadie acertó en su opinión. Solamente uno, Pedro dijo lo que Jesús era en realidad: Tú res el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

    De modo que. El Hijo del Hombre, con mayúscula, es el título del Cristo, del Mesías, del Dios hecho hombre, Jesucristo. No se refiere de ninguna manera a un hombre común y corriente.

    Dicho esto, veamos ahora lo que nos dice Salmo 146:3 donde leemos: «No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.»

    El salmo 146 contrasta la perfección, poder y sabiduría de Dios con la imperfección, debilidad y necedad del hombre. Por eso es que el salmista exhorta a todos a confiar en Dios y a no confiar en el hombre. Ni siquiera en los hombres poderosos de la tierra vale la pena confiar.

    Cuando el salmista habla de hijo de hombre, se está refiriendo a un ser humano, por más ilustre o poderoso que sea.

    Jeremías 17:5 dice: «Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.»

    Es una necedad dejar de confiar en Jehová y comenzar a confiar en hombres aunque sean famosos o importantes. Esto es lo que dice este texto.

    De modo que, cuando en Mateo 16:13 se habla del Hijo del Hombre, está en mayúsculas dando a entender que no se trata de un hombre común y corriente sino de Dios en forma humana, el Cristo, el Mesías. Debemos confiar en él.

    En cambio cuando en Salmo 146:3 se habla de hijo de hombre, está en minúsculas, dando a entender que se trata de cualquier ser humano. No debemos confiar en él.

  • Podrán ser todos salvos algún día

    Mateo 7:14 dice que estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan, pero Lucas 3:6 dice que toda carne verá la salvación de Dios. También en Juan 12:32 Jesús dice que atraerá a todos a él. Parece que hubiera algún tipo de contradicción porque por un lado Jesús dice que son pocos los que se salvan, pero por otro lado la Biblia dice que todos verán la salvación o que todos serán atraídos por Jesús. Déme su opinión.

    Demos lectura al texto que se encuentra en Mateo 7:13-14 para incluir el contexto. Dice así: «Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.»

    La enseñanza presentada por el Señor Jesucristo es muy sencilla y a la vez, en extremo profunda.

    Jesús habló de dos destinos. El uno es perdición. O lo que llamaríamos el infierno o la condenación eterna. El otro es la vida. O lo que llamaríamos el cielo o la vida eterna.

    Jesús habló también de dos caminos. El que conduce a la perdición es espacioso. No tiene restricciones. El que conduce a la vida es angosto. Tiene sus limitaciones.

    Jesús habló además de dos puertas. La puerta que lleva a la perdición por el camino espacioso es ancha. Mientras que la puerta que lleva a la vida por el camino angosto es estrecha.

    También existen dos grupos de personas. Los que entran por la puerta ancha y transitan por el camino espacioso que lleva a la perdición son muchos. Los que entran por la puerta estrecha y transitan por el camino angosto que lleva a la vida son pocos.

    De esta manera el Señor Jesucristo mostró con claridad que mientras que son muchos los que atraviesan por la puerta ancha y el camino espacioso pero que conduce a la condenación eterna, son pocos los que atraviesan por la puerta estrecha y el camino angosto que conduce a la vida eterna. La puerta ancha y el camino espacioso son una manera figurada de hablar del intento del hombre por entrar al cielo sobre la base de sus propias obras y sobre la base de la religión cualquiera que sea.

    La mayoría de la gente atraviesa por esta puerta y transita por este camino, sin saber que conduce a la condenación eterna.

    En contraste, la puerta estrecha y el camino angosto son una manera figurada de hablar de la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. Es un camino que conduce a la vida eterna y son pocos los que transitan por él.

    Pero ahora consideremos los textos que Usted piensa que afirman que todos son salvos.

    El primero, se encuentra en Lucas 3:6. Vamos a leer desde el versículo 4 para no dejar de lado el contexto. Dice así: «como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará, y se bajará todo monte y collado; los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados; y verá toda carne la salvación de Dios.»

    Este pasaje bíblico es citado por Lucas, el autor del evangelio que lleva su nombre, para poner en la perspectiva correcta la obra de Juan el bautista, el ilustre precursor de Jesús, el Cristo. Lucas cita textualmente la profecía de Isaías 40:3-5.

    Cuando el profeta dijo que toda carne verá la salvación de Dios, no está dando a entender que todo ser humano llegará a ser salvo por el solo hecho de que el Hijo de Dios estaba en forma humana en el mundo. Lo que está diciendo Isaías es que todo el mundo, tanto judíos como gentiles, verán con sus propios ojos a Jesús, por medio de quien Dios está en capacidad de salvar al mundo.

    Pero obviamente, para apropiarse de esa salvación es necesario primeramente creer en Jesucristo como Salvador. Juan 3:36 dice: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.»

    Ahora veamos el otro texto que Usted mencionó. Se encuentra en Juan 12:32 donde dice: «Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.»

    Unos griegos habían manifestado gran deseo de ver a Jesús. Jesús dijo por tanto que había llegado su hora. En clara alusión a su muerte en sacrificio por el pecado del mundo. Cuando Jesús dice que va a ser levantado de la tierra está refiriéndose a su muerte por crucifixión. Cuando eso pase, Jesús será el único medio para que tanto judíos como gentiles puedan llegar a ser salvos.

    Es a esto a lo que se refieren esas palabras: A todos atraeré a mí mismo. Igualmente aquí, si bien es cierto que la muerte de Cristo es suficiente para salvar a todo el mundo, sin embargo no todo el mundo es automáticamente salvo, porque como señalamos antes, para ser salvo es necesario primeramente poner la confianza en Cristo como Salvador o creen en Jesucristo.

  • A quien debemos servir

    Mateo 4:10 se dice que debemos servir solamente al Señor, pero Gálatas 5:13 dice que debemos servirnos los unos a los otros. ¿Cómo debo entenderlo?

    Vamos a dar lectura al texto que se encuentra en Mateo 4:10 donde dice: «Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.»

    Estas son las palabras de Jesús en su defensa ante las tentaciones de Satanás. Lo que Jesús dijo en esta ocasión, fue una cita textual de Deuteronomio 6:13. De esto podemos saber que la mejor arma para luchar contra las tentaciones del diablo es la palabra de Dios guardada en nuestra mente y corazón. El sentido de las palabras de Jesús es que Jehová el Señor es el único a quien el hombre debe adorar y rendir culto.

    Cuando el texto dice: a él solo servirás; está dando a entender que a Jehová es el único a quien se debe rendir culto. El verbo que se ha traducido como «servir» en este texto es el verbo griego «latreúo» que aunque se puede utilizar para hablar de trabajar por un sueldo, principalmente se usa en el Nuevo Testamento para hablar de la rendir culto, ya sea a Dios, o a Cristo o en el tabernáculo o al ejército de los cielos.

    Muy bien, ahora vamos a leer el texto que se encuentra en Gálatas 5:13 donde dice: «Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servios por amor los unos a los otros.»

    En este texto, el verbo que se ha traducido como servir es un verbo Griego diferente del que se usa en Mateo 4:10. En este caso es el verbo «douléo» que denota el acto de servir del esclavo a su amo y tiene una amplia variedad en cuanto a su uso. El amor que debemos tener entre los hermanos en la fe debe motivarnos a servir a los demás como si fueran nuestros amos. Esto es lo que enseña este texto.

    Así que, a Dios es el único a quien debemos servir en el sentido de rendir culto, pero a todos los hombres debemos servirles en el sentido de mirarnos a nosotros mismos como esclavos de ellos.

    Pero permítame añadir lo siguiente. Es fácil llenarse la boca diciendo que servimos a Dios, pero es difícil mirar a los demás como nuestros amos para servirles como esclavos. Sin embargo, la sinceridad del servicio a Dios está dada por la disposición que tenemos para servir a los demás como esclavos de ellos. Las dos cosas van de la mano. No nos engañemos. Si servimos a Dios de corazón no tendremos problema en servir a otros como esclavos de ellos, pero si nuestro servicio a Dios es solamente de labios para afuera, haremos todo lo posible para encontrar excusas para no servir a los demás.

  • Nuestro salvador se llama Jesús o Emanuel

    En Isaias 7:14 se dice que una virgen concebirá y llamará su nombre Emanuel. Sin embargo, Mateo 1:25 relata que la virgen dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús. ¿Por qué un nombre diferente?

    Gracias por su interesante consulta. Comencemos enfocando nuestra atención sobre el nombre Jesús.

    Este nombre, que significa Jehová salva o Jehová es salvación, es el nombre que la virgen María debía poner a su hijo, según la voluntad de Dios comunicada por el ángel Gabriel.

    Fiel a lo que Dios quiso, cuando María dio a luz a su hijo le puso por nombre Jesús.

    Con esto en mente, vayamos al libro de Mateo. Leamos los versículos 18 al 21 del capítulo 1 donde dice: «El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»

    Podemos decir entonces que tanto María la virgen, como José, su flamante esposo, más no el padre del hijo que estaba por nacer, recibieron de Dios por revelación que el nombre del niño que estaba por nacer debía ser Jesús, que como ya señalamos significa Jehová salva o Jehová es salvación.

    Al meditar sobre todo esto, no solo sobre el nombre que se debía dar al niño, Mateo, el autor del Evangelio, reconoce que este evento estuvo profetizado en el Antiguo Testamento, en el libro de Isaías justamente, capítulo 14 versículo 7, y es por eso que cita este texto en Mateo 7: 22-23 donde leemos: «Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.»

    Emanuel significa Dios con nosotros. Lo que Isaías está profetizando no es el nombre que se debía dar al niño nacido de la virgen sino lo que ese niño iba a significar para Israel y para el mundo en general.

    En ese niño se conjugaría lo divino con lo humano. Ese niño será Dios en nuestra naturaleza. Dios en carne. Solo así se puede cumplirse el significado del nombre Jesús. Jehová salva o Jehová es salvación.

    Como hombre, Jesús está en capacidad de morir por otros hombres. Como Dios, su sacrificio tiene alcance infinito de modo que es eficaz para el perdón de pecados de todos los hombres. Podemos entonces perfectamente decir que en Jesús se cumple lo profetizado por Isaías cuando dijo: Dios con nosotros.

  • ¿Jehová está enojado para siempre o es grande en misericordia?

    Malaquías 1:4 habla de un pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre. ¿No contradice esto algunos pasajes de la Biblia como Números 14:18 donde se dice que Jehová es tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión?

    Vamos a leer las citas que Usted ha mencionado.

    La primera se encuentra en Malaquías 1:4, pero para tomar en cuenta el contexto, vamos a leer desde el versículo 3. Dice así: «y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto. Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamaré territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre.»

    Este pasaje bíblico está hablando de Esaú, el hermano de Jacob. Los descendientes de Esaú son los Edomitas o simplemente Edom.

    Esaú y sus descendientes fueron pueblo perverso. Por esta razón Dios convirtió su territorio en desierto y guarida de chacales. Todo esfuerzo por reconstruir el territorio estaba condenado a fracasar, porque Jehová lo iba a destruir.

    Más aún Jehová pone una especie de marca sobre los Edomitas. Dice que son territorio de impiedad y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre.

    Con Dios no se puede jugar. Cuando el hombre voluntariamente llega al colmo de su maldad, no le queda otra cosa sino esperar el juicio severo de Dios.

    Muy bien. Ahora vamos a leer Números 14:18, pero para incluir el contexto, vamos a leer el pasaje bíblico entre los versículos 17 a 19 del mismo capítulo. Dice así: «Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablaste diciendo: Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos. Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.»

    Esta es la oración que Moisés elevó a Jehová a raíz del terrible pecado de Israel cuando en su incredulidad despreció la tierra que fluye leche y miel y presa del pánico por los gigantes que habitaban aquella tierra, se quejó contra Dios y quiso regresar a Egipto.

    Moisés está pidiendo que Dios haga algo que traiga gloria a su nombre. Moisés también está echando mano de las promesas de Dios cuando dijo que Él es un Dios tardo para la ira y grande en misericordia que perdona la iniquidad y la rebelión. Esto no significa que a Dios no le importa el pecado o peor que Dios se complace con el pecado. Note lo que manifiesta Dios en cuanto al pecado.

    Dijo que de ningún modo tendrá por inocente al culpable. Dios es justo y sabe quien es el culpable. En su justicia, Dios dará el pago merecido a quien tenga la culpa. Aún sus descendientes sufrirán las consecuencias de la justicia de Dios. Dios visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos.

    Moisés clama a Dios por perdón para su pueblo, según la grandeza de la misericordia de Dios. Dios respondió la oración de Moisés. Por la grandeza de la misericordia de Dios, Dios prometió que entrarían a la tierra prometida solamente los que en este instante tenían 20 años o menos. El pueblo en su totalidad fue condenado a vagar por casi 40 años en el desierto. Era la disciplina de Dios por el pecado de incredulidad.

    Durante este tiempo murieron en el desierto todos los que tenían más de 20 el momento que permitieron que su incredulidad les haga quejarse contra Dios. Su pecado de incredulidad impidió que reciban la promesa de Dios. Todo el pueblo de Israel, exceptuando a unos pocos, merecía ser destruido por Dios a causa de su incredulidad, pero Dios no lo hizo.

    Tuvo misericordia de una gran parte del pueblo, pero ejecutó su juicio sobre otra gran parte del pueblo. Así es Dios y así es el pecado de terrible.

    Pongamos ahora todo junto. Edom fue rebelde contra Dios hasta el final. Jamás reconoció su pecado, jamás confesó su pecado, jamás abandonó su pecado. Dios por tanto derramó su juicio sobre ellos. Dios dijo que serán territorio de impiedad y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre.

    Pero Israel, tuvo una actitud diferente. Por medio de Moisés reconoció el pecado, confesó el pecado y se apartó del pecado. Por eso Dios les trató con misericordia, aunque tuvieron que sufrir las consecuencias del pecado, porque Dios de ningún modo tendrá por inocente al culpable.

    Si Usted quiere ver a Dios en esa esfera de misericordia, es necesario que reconozca su pecado, lo confiese a Dios y reciba a Cristo como su Salvador. De lo contrario, Usted, aunque no quiera, verá a Dios en esa esfera de ira, de un Dios indignado, de un Dios que le castigará eternamente por su pecado. La decisión es suya.

  • Zacarias era hijo o nieto de Iddo

    En Zacarías 1:1 dice que Zacarías es hijo de Berequías, quien a su vez era hijo de Iddo. Pero en Esdras 5:1 dice que Zacarías era hijo de Iddo. ¿No debería decir, nieto de Iddo?

    Demos lectura a los textos citados.

    Primero, el que se encuentra en Zacarías 1:1 donde dice: «En el octavo mes del año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo»

    Según este texto, el profeta Zacarías, fue hijo de Berequías, un sacerdote, quien a su vez fue hijo de otro sacerdote cuyo nombre es Iddo. De Iddo nos habla Nehemías 12:4 mostrándonos que fue un sacerdote que regresó de Babilonia entre los sacerdotes y levitas que subieron con Zorobabel. El padre de Zacarías, Berequías, probablemente murió cuando su hijo era muy joven, lo cual hizo de Zacarías, el sucesor inmediato de su abuelo el sacerdote Iddo. Zacarías era profeta y sacerdote.

    Técnicamente hablando entonces, según nuestra mentalidad occidental, Zacarías fue hijo de Berequías y nieto de Iddo, conforme Usted acertadamente lo ha notado.

    Ahora veamos qué es lo que tenemos en Esdras 5:1 donde dice: «Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos.»

    Aquí, en este texto aparece Zacarías como hijo de Iddo, aunque por la información en el libro de Zacarías sabemos que en realidad era nieto de Iddo.

    ¿Por qué entonces dirá hijo, más no nieto? La razón descansa en la mentalidad Hebrea u oriental que difiere de la mentalidad occidental. Según la mentalidad oriental: era perfectamente válido hablar de alguien como hijo de fulano de tal, a pesar de que entre los dos había más de una generación.

    Es decir que, por ejemplo, si un tal Jacobo, un judío, era nieto o bisnieto o tataranieto, de un tal José, otro judío, perfectamente se podía decir que ese Jacobo era hijo de José. Es cuestión de mentalidad. Para nosotros, con nuestra mentalidad occidental suena algo raro, pero para ellos no.

    Por eso es perfectamente válido decir que todo judío es hijo de Abraham, según la carne, aún cuando entre Abraham y cualquier judío existan incontables generaciones.

  • Dios nos perdonara caso contrario nos castigara

    Miqueas 7:18 dice «No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia» Mientras que Mateo 25:46 dice «E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna» ¿No le parece contradictorio?

    No. La cita en Miqueas 7:18 habla de lo que Dios hará con Israel, una vez que Israel se arrepienta de su pecado.

    En su gracia y misericordia, Dios perdonará a Israel y no se acordará más de su pecado. Dios no retiene para siempre su enojo contra el pecador que se arrepiente.

    La cita en Mateo 25:46 habla de lo que Dios hará con todos aquellos que persistan en su rebelión contra Dios. En este caso Dios no tiene otra salida sino ejecutar su juicio: el castigo eterno.

  • Según Óseas Israel volverán a Egipto

    En Óseas 8:13 dice que Dios castigará el pecado de Israel haciéndoles volver a Egipto. Pero en Óseas 11:5 dice que Israel no volverá a la tierra de Egipto. ¿Por qué la contradicción?

    Veamos qué es lo que dice cada texto en particular. Primero, Óseas 8:13 donde leemos; «En los sacrificios de mis ofrendas sacrificaron carne, y comieron; no los quiso Jehová; ahora se acordará de su iniquidad y castigará su pecado; ellos volverán a Egipto.»

    Por medio del profeta Óseas, Jehová está haciendo una fuerte reprimenda a las diez tribus de Norte, conocidas como Efraín o simplemente Israel. Fue tal la maldad de estas diez tribus, que no los quiso Jehová. Esto es demasiado triste. Pero el pecado puede conducir a una persona a un punto que Jehová deja de tratarlos con amor y solo les espera el castigo. Así ocurrió con las diez tribus del norte. Jehová se acordó de la iniquidad del pueblo y los castigó por su pecado.

    ¿Cuál fue el castigo? Pues no fue enviarles a la tierra de Egipto, como está interpretando Usted, sino que les envió a un Egipto en un sentido figurado, o a una tierra de cautiverio a un lugar donde estarían en esclavitud.

    La Biblia relata que este lugar fue Asiria. Las diez tribus del norte fueron llevadas en cautiverio por los Asirios. Ahora vamos a dar lectura al texto que se encuentra en Óseas 11:5 donde dice: «No volverá a tierra de Egipto, sino que el asirio mismo será su rey, porque no se quisieron convertir.»

    Igualmente aquí, Jehová está confrontando a las diez tribus del norte por medio de su profeta Óseas. Dice Jehová que por su maldad, las diez tribus del norte no regresarán, ahora si, a la tierra de Egipto, donde alguna vez ya fueron esclavos, sino que en lugar de eso, Dios les pondrá bajo el dominio Asirio.

    Serían esclavos de los asirios. Lo cual en efecto sucedió el año 720 AC. De modo que, no existe ninguna contradicción entre estos dos textos en el libro de Óseas.