Autor: cris

  • Debemos ingerir bebidas alcohólicas

    Un creyente debe abstenerse de ingerir cualquier bebida alcohólica.

    Como siempre ha sido nuestra práctica, dejemos que la palabra de Dios nos instruya sobre este tan debatido y polémico asunto de conducta cristiana.

    Comenzaremos diciendo que la Biblia no contiene ningún mandato en contra de ingerir bebidas alcohólicas. Lo que sí contiene es mandatos en contra de la embriaguez. Note uno de ellos, se encuentra en 1ª Corintios 6:9-10 donde leemos: «¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis, ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios»

    De aquí podemos concluir que la palabra de Dios condena la borrachera al ponerla en el mismo plano que la fornicación, el adulterio, la homosexualidad, la idolatría, etc.

    ¿Será entonces que el creyente puede ingerir cualquier bebida alcohólica siempre y cuando no llegue a emborracharse? Hay muchos que opinan que sí, y se convierten en bebedores sociales, lo cual, según ellos, significa que ingieren bebidas alcohólicas con moderación para cumplir con sus compromisos sociales. Dicen ellos que como la Biblia no contiene un versículo que diga: No seáis un bebedor social, entonces no hay ningún problema con ingerir bebidas alcohólicas siempre y cuando no lleguen a emborracharse.

    Pero aquí debemos detenernos y meditar, porque estamos entrando en un campo que debe ser considerado con sumo cuidado antes de decidir que podemos ingerir bebidas alcohólicas con moderación como dicen algunos.

    Es necesario considerar la ley del amor gobernando nuestra libertad en Cristo para hacer o dejar de hacer ciertas cosas no legisladas en la Biblia. En esencia lo que esta ley dice es que la libertad que tenemos en Cristo para hacer o dejar de hacer las cosas que no están reguladas en la Biblia está limitada por una ley superior que es el amor a los demás.

    Esta ley aparece en textos como Gálatas 5:13 donde dice: «Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servios por amor los unos a los otros»

    Según lo que dice este texto, diríamos que efectivamente, el creyente tiene plena libertad para ingerir bebidas alcohólicas con moderación, sin llegar a emborracharse, pero existe el peligro de usar esta libertad como ocasión para la carne.

    ¿Qué significa esto? Pues que la libertad que tiene el creyente para hacer cierta cosa, se ha tornado en un justificativo para agradarnos a nosotros mismos en detrimento de los demás. Por eso el versículo que leímos termina diciendo: sino servios por amor los unos a los otros.

    Esto significa entonces que la libertad del creyente para hacer las cosas no legisladas en la Biblia queda subyugada al servicio a los demás en amor. ¿Cómo serviríamos a otros por amor, en el caso que nos atañe? Pues simple y llanamente cediendo voluntariamente el derecho que tenemos para ingerir bebidas alcohólicas.

    Es por esto que Pablo nos deja con un excelente enfoque de su libertad en Cristo en 1ª Corintios 10:23-24 donde dice: «Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.»

    Aplicando este texto al caso específico de ingerir o no bebidas alcohólicas con moderación, sin llegar a emborracharse, Pablo diría: Es lícito ingerir bebidas alcohólicas sin llegar a emborracharse, pero no es necesariamente conveniente. Es lícito ingerir bebidas alcohólicas sin emborracharse, pero puede ser que no sea edificante. ¿Cómo saber si es o no conveniente? ¿Cómo saber si es o no edificante? Pues por el efecto que esta conducta va a tener en los otros.

    La libertad cristiana está entonces limitada por como va a afectar nuestras acciones sobre otros hermanos. Es en relación a esto que Pablo pronunció las palabras que tenemos en 1ª Corintios 8:13 donde dice: «Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.»

    Aplicando esto a nuestro caso de ingerir bebidas alcohólicas con moderación, Pablo diría: Si ingerir bebidas alcohólicas con moderación afecta negativamente a algún hermano, gustosamente cederé mi derecho de ingerir bebidas alcohólicas con moderación para por amor no hacer tropezar a ese hermano. Esto es la libertad limitada por el amor; y es característica de una verdadera madurez espiritual.

    Terminando ya, leamos lo que dice Romanos 15:1-2 «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación.»

    Resumiendo entonces, la Biblia no ordena abstinencia total de bebidas alcohólicas por parte del creyente. El creyente tiene libertad de hacerlo, pero esta libertad está limitada por el amor a otros hermanos y esto resulta en un ceder el derecho de ingerir bebidas alcohólicas para no herir a otros hermanos. Esta es una conducta propia de la madurez espiritual.

  • Qué pasará con los cristianos caídos el momento que Cristo arrebate a su iglesia

    ¿Qué pasará con los cristianos caídos el momento que Cristo arrebate a su iglesia? ¿Se irán con él o se quedarán para la tribulación?

    Antes de contestar esta pregunta, voy a formular algunas precisiones importantes.

    Primero, entiendo que cuando Usted habla de cristianos, está hablando de hijos de Dios, quienes por haber recibido a Cristo como su Salvador han nacido de nuevo.

    Hago esta aclaración porque en muchos lugares, la gente se llama a sí mismo «cristiana» por el simple hecho de ser miembros de algún grupo religioso que algo tiene que ver con Cristo.

    Segundo, cuando Usted habla de cristianos caídos, entiendo que se refiere a hijos de Dios, que han caído en algún pecado.

    Con estos antecedentes, voy a entrar en lo que se conoce como la doctrina de la seguridad de la salvación. Esta doctrina expresada en términos sencillos, dice que si una persona recibe a Cristo como su Salvador personal, llega a ser salva y esa salvación no se pierde jamás.

    El fundamento bíblico que apoya esta doctrina es sumamente amplio. De los muchísimos textos que apoyan esta doctrina, solamente tomemos uno. Se encuentra en Juan 10:27-29 donde dice: «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.»

    Estas palabras fueron pronunciadas por el Señor Jesucristo y en ellas podemos reconocer que los que oyen la voz de él, esto es aquellos que hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, somos conocidos de Cristo, esto significa que Cristo tiene una relación estrecha e íntima con nosotros.

    Esta relación con él hace que le sigamos dondequiera que él esté. Esta relación estrecha que llegamos a tener con él garantiza tres cosas importantes:

    Primero, Cristo da vida eterna. En esta oración, observe la conjugación del verbo dar. Su tiempo es presente, su modo es indicativo y su voz es activa. Cuando se conjuga un verbo de esta manera en el idioma Griego, el idioma en el cual se escribió el Nuevo Testamento, tiene el significado de una acción continua en el tiempo. De modo que la oración podría perfectamente leerse así: Y yo continuamente les estoy dando vida por la eternidad.

    Segundo, Cristo nos dice que no pereceremos jamás. La posibilidad de perecer o de ser separados de Dios es imposible por el significado de la palabra jamás. Esta palabra jamás en el idioma Griego significa: Nunca por la eternidad.

    Tercero, Cristo declara que no existe nadie que pueda arrebatarnos o sacarnos de su mano. Como si todo lo dicho hasta ahora fuera poco, el versículo 29 declara que somos dados por el Padre al Hijo y que nadie puede arrebatarnos de la mano del Padre. ¡Qué fantástico! Los creyentes estamos en la mano del Hijo y a la vez en la mano del Padre. ¿Quién podrá sacarnos de allí? La respuesta es: Nadie.

    Con razón que el apóstol Pablo pronunció las palabras de Romanos 8: 37-39 donde dice: «Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.»

    De modo que, el hijo de Dios tiene salvación y esa salvación es por la eternidad. No existe el menor indicio de que pueda perderse. Aquí es cuando surge una inquietud. Se razona y se dice: Ah, si nunca voy a perder la salvación, entonces tengo la libertad de pecar todo lo que quiera sin que me pase nada.

    Pero una persona que tiene esta manera de pensar, es decir que piensa que la seguridad de salvación es una licencia para pecar, lo único que está demostrando es que nunca ha sido salva. ¿Por qué? Sencillamente porque su conducta está demostrando que sigue siendo esclavo del pecado.

    Pero el verdadero creyente ha sido liberado de la esclavitud del pecado cuando recibió a Cristo como Salvador. Ponga atención a lo que dice Romanos 6:1-2 «¿Qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿Cómo viviremos aun en él?»

    El apóstol Pablo fue acusado de predicar licencia para pecar al enseñar que la salvación es por fe, aparte totalmente de las obras de la ley. Para defenderse de la acusación el apóstol pregunta ¿Tiene el creyente licencia para pecar? La respuesta es: En ninguna manera. ¿Por qué?

    Porque el creyente ha muerto al pecado. Esto significa que el pecado ha sido privado de su poder sobre el creyente y por tanto el creyente está libre para no obedecer las órdenes del pecado.

    A este respecto Pablo resume su enseñanza en los versículos 14 a 16 de Romanos capítulo 6 donde leemos: «Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. ¿Qué pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? En ninguna manera. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?»

    De modo que, toda persona que ha recibido a Cristo como Salvador, es salva y nunca perderá esa salvación. La persona que es verdaderamente salva no persevera en el pecado. La seguridad de la salvación no es una licencia para pecar.

    ¿Querrá decir esto que los creyentes no pueden pecar? No. Todo creyente, en algún momento de su vida puede ser que cometa algún pecado. Pero Cristo murió en la cruz para pagar por ese pecado también. Esto garantiza que el creyente sigue siendo salvo. El sacrificio de Cristo en la cruz por los pecados del creyente, cubre los pecados pasados, presentes, y futuros del creyente. El creyente tendrá que soportar las consecuencias de los pecados que cometa, pero no perderá su salvación por haber pecado.

    Concluyendo diríamos entonces lo siguiente: La salvación del creyente fue ganada por Cristo en al cruz. La seguridad de la salvación no depende de lo que el creyente haga o deje de hacer sino que depende de lo que Cristo ya hizo en la cruz por nosotros. Si fuimos salvos por fe aparte de las obras, ¿cómo es que pensamos que para seguir siendo salvos debemos depender de nuestras buenas obras? Esto es absurdo.

    Entonces, si un verdadero creyente ha pecado, o como Usted dice ha caído, y en ese momento ocurre el arrebatamiento, ese creyente será levantado para recibir al Señor en las nubes, porque es salvo y miembro del cuerpo de Cristo que es la iglesia.

    Igualmente, si un verdadero creyente ha pecado e instantáneamente le sorprende la muerte, ese creyente es salvo e irá al cielo con Dios.

  • Apoyo de la familia al pastor

    Conozco al pastor de una iglesia quien es un excelente predicador, pero tanto su esposa como sus hijos tienen un testimonio totalmente malo. ¿Será que el llamado de Dios al pastorado fue solo al esposo más no a su esposa e hijos?

    Cuando un hombre se casa con una mujer, Dios realiza un milagro. El milagro es que de dos personas, totalmente diferentes, un hombre y una mujer, Dios les hace uno. Esta unidad es monolítica e indivisible.

    Leamos lo que dice Génesis 2:24 «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.»

    Siendo una sola carne, una sola entidad, un solo organismo, etc. ni el esposo ni la esposa pueden hablar en términos de «mi dinero o mi casa, o mi automóvil, o mis hijos» Esposo y esposa son una sola carne y lo correcto sería hablar de «nuestro dinero o nuestra casa, o nuestro automóvil, o nuestros hijos»

    Igual trato debe recibir el llamado al pastorado. Si Dios ha llamado al esposo al pastorado, ese llamado es también para la esposa. El esposo por tanto no podría decir: Yo he sido llamado al pastorado, no importa que mi esposa no me apoye.

    Si Dios pone en el corazón de un esposo el involucrarse en la obra del Señor a tiempo completo, el esposo debería tratar con amor y tino este asunto con su esposa para indagar si su esposa está también de acuerdo. Si la esposa se opone a que el esposo sirva al Señor en un ministerio a tiempo completo, entonces lo prudente sería esperar hasta que Dios cambie la mente y el corazón de la esposa, porque los dos son una sola carne.

    Además de este razonamiento es necesario notar lo que dice la palabra de Dios con respecto a los requisitos que deben cumplir los que anhelan obispado o pastorado.

    En 1ª Timoteo 3:1-7, el apóstol Pablo dejó para la iglesia lo que se conoce como la lista de requisitos para los pastores. Consideremos específicamente los versículos 4 y 5 donde dice: «Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad, pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿Cómo cuidará de la iglesia de Dios?»

    En este pasaje bíblico vemos que uno de los requisitos para los pastores es saber gobernar bien su casa. Esto significa que el esposo es el líder del hogar y de una forma amorosa señala el camino por el cual siguen los otros miembros de la familia.

    El gobernar bien su casa implica también que el esposo es el proveedor para satisfacer las necesidades de su esposa e hijos. Es el esposo el que tiene la responsabilidad de satisfacer las necesidades espirituales, emocionales y físicas de la esposa y los hijos.

    Otro de los requisitos para los que quieren ser pastores es que sus hijos estén en sujeción con toda honestidad. Este requisito se aplica siempre y cuando los hijos estén viviendo bajo el mismo techo que los padres, y tiene que ver con la formación del carácter de los hijos. El amor del esposo acompañado por la disciplina debe producir el resultado de sumisión de los hijos en toda honestidad.

    En el versículo 5 se da la razón para este requisito, allí dice: Pues el que no sabe gobernar su propia casa, donde hay pocas personas y todos ellos conocidos y menores que él, cómo va a pretender cuidar de la iglesia de Dios, donde hay más personas, con temperamentos muy diversos y algunos mayores que él. Es obvio que si un hombre no puede gobernar en una esfera pequeña, tampoco podrá gobernar en una esfera mucho más grande.

    Incidentalmente, en el versículo 5 podemos ver el verdadero trabajo de los pastores en la iglesia de Dios. Su función no es gobernar sino cuidar, el pastor no es un déspota, tampoco es un pusilánime, sino que es uno que cuida el pueblo de Dios como un pastor que cuida de su rebaño.

    El único otro lugar en el Nuevo Testamento donde se utiliza la expresión «cuidar de» es en la parábola del buen Samaritano de Lucas capítulo 10. El mismo cuidado amoroso y compasivo que mostró el samaritano hacia la víctima de los ladrones debe ser mostrado por los pastores a su grey.

    Ahora entonces surge la pregunta: ¿Qué hacer cuando un pastor no esta gobernando bien su casa? ¿Debemos denunciarlo a la congregación? ¿Debemos pedirle que renuncie? ¿Debemos disciplinarle?

    A este respecto permítame sugerirle algunas ideas.

    La primera cosa que deberíamos hacer después de reconocer el problema de la falta de liderazgo en la familia por parte de un pastor, es ir a él y a solas confrontarle con el problema, manifestándole amor, respeto y la Escritura en la cual nos fundamentamos para confrontarle.

    En lugar de hablar con otros sobre el mal testimonio de la familia del pastor, debemos orar por él y luego ir a él para en amor buscar una restauración. Suponiendo que esto no trajera ningún resultado, entonces lo indicado sería compartir el problema con otro pastor de la misma iglesia o denominación para juntos intentar nuevamente la restauración de pastor caído. Si esto no trae el resultado deseado, entonces lo más aconsejado sería dejar el problema en las manos de los líderes de la iglesia, para que sean ellos quienes den los pasos necesarios para corregir la situación.

    Todo esto debe ser tratado con mucho amor, recordando que los pastores o ancianos somos seres humanos como cualquier otro miembro de la congregación. Debemos recordar que como seres humanos los pastores o ancianos también estamos propensos a caer, por esto necesitamos de mucha oración de parte de la congregación, para que no caigamos y nos mantengamos fieles al Señor, cuidando de la congregación.

    El acusar a un pastor o anciano, ante la iglesia es algo muy serio y por tanto debe ser hecho con testigos y en total dependencia del Espíritu Santo y la palabra de Dios. Es por esto que el mismo apóstol Pablo instruía a Timoteo lo que leemos en 1ª Timoteo 5:19 donde dice: «Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos».

    Debido al hecho que los pastores o ancianos ocupan posiciones de responsabilidad en la iglesia, no es extraño que sean el blanco preferido del ataque de Satanás quien utiliza a los hermanos como instrumentos para lograr sus fines.

    Por eso es que Usted habrá visto que contra los pastores se levantan los hermanos para calumniar, criticar, murmurar, chismear, etc. Por esta razón, el Espíritu Santo ha dejado un preciso mandamiento acerca de como manejar las acusaciones contra los pastores o ancianos.

    El principio básicamente tiene que ver con no dar crédito a cualquier acusación de cualquier hermano en contra de los pastores o ancianos. Para que la acusación sea válida debe estar apoyada por dos o tres testigos a quienes conste la falta que supuestamente ha cometido el pastor o anciano.

    En resumen entonces, uno de los requisitos que debemos cumplir los pastores o ancianos es que debemos gobernar bien nuestra casa. Es decir que si la esposa o los hijos de un pastor que viven con él están dando un mal testimonio, esto significa que el pastor o anciano no está gobernando bien su casa y por tanto ha dejado de cumplir con los requisitos para ser anciano o pastor.

    Esto no significa que este pastor o anciano debe ser echado de su cargo inmediatamente. Lo que significa es que es necesario dar los pasos pertinentes para ayudar al pastor o anciano a reconocer el problema y corregir el problema. Si esto no funciona entonces serán los otros pastores o ancianos de la iglesia quienes determinarán lo que sea adecuado.

  • Estaba Pedro casado

    Según Mateo 8:14-15 dice que Jesús sanó a la suegra de Pedro, ¿Estaba Pedro casado cuando Jesús le llamó para que le siga?

    Efectivamente. Pedro estaba casado cuando fue llamado por Jesús. Por eso vemos que en el pasaje que se ha citado se habla de la suegra de Pedro. Pero existe otro texto que ratifica el hecho que Pedro era hombre casado.

    Se encuentra en 1ª Corintios 9:5 que dice: «¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?»

    Cefas es el nombre hebreo de Pedro. Según este texto vemos que Pedro era casado y parece que su esposa le acompañaba a todo lugar que iba.

  • Dios mío, Dios mío

    ¿Por qué Jesús cuando estuvo a punto de morir, no dijo Padre mío, Padre mío, sino Dios mío, Dios mío?

    Antes de responderla me gustaría señalar que los mal llamados cristianos, pretenden negar la deidad de Jesucristo, basándose justamente en esta consulta. Según ellos, Jesucristo no puede ser Dios por cuanto él mismo reconoce que el Padre es Dios. A esas personas respondemos diciendo que también el Padre reconoce que el Hijo es Dios.

    Hebreos 1:8 dice: «Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino.»

    De modo que el Hijo dice que el Padre es Dios y el Padre dice que el Hijo es Dios. ¿Cuál es la conclusión? La única que cabe es que tanto el Padre como el Hijo son Dios y la Biblia también declara que el Espíritu Santo es Dios.

    Pero no se confunda. No estoy diciendo que existen tres Dioses. Estoy diciendo que existe un solo Dios en tres personas del mismo carácter y de la misma esencia. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esto es la trinidad. Doctrina aborrecida por varias sectas falsas.

    Ahora vayamos más directamente a su consulta. El texto bíblico donde aparecen las palabras de Jesús que Usted ha citado en su consulta es Mateo 27:46 donde dice: «Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»

    Estas palabras que mencionó Jesús en la cruz, son el grito de angustia del Hijo de Dios en la hora más negra de su existencia. Una hora que a la vez selló la victoria sobre el diablo, sobre el pecado y sobre la muerte.

    Allí en esa cruz de vergüenza, el Hijo de Dios se encontró totalmente solo. Durante sus horas finales sobre la tierra, el Señor Jesucristo fue poco a poco quedándose cada vez más solo. Fue al aposento alto con los Doce, Judas salió y se quedó con Once. Fue con ellos al huerto de Getsemaní. De ellos, solo tres le acompañaron a orar, pero se quedaron dormidos. Luego Pedro y Juan le siguieron hasta el patio del palacio en donde Pedro le negó tres veces. Entonces todos le abandonaron y huyeron. Se quedó solo.

    Los hombres le abandonaron, pero el Padre estaba todavía con él. Jesús dijo en Juan 8:29 «Porque el que me envió, conmigo está, no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.»

    En Juan 16:32 dijo: «He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo, mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.»

    Pero cuando el pecado del mundo fue puesto sobre el Hijo de Dios, el Padre también le abandonó. Esto es lo que hace el pecado. El pecado separa al hombre de Dios. El pecado separa al hombre del hombre. El pecado separa al hombre de sí mismo. Cuando Adán y Eva pecaron, corrieron a esconderse por cuanto el pecado acarrea soledad.

    ¿Por que tuvo Dios que abandonar a su único Hijo allí en la cruz del calvario? Pues porque Dios es santo y no puede tolerar el pecado en su presencia. El Señor Jesucristo no tuvo pecado en sí mismo, pero voluntariamente decidió tomar sobre sí, su pecado y mi pecado y el pecado de todo el mundo. Cuando Dios vio a su Hijo hecho pecado por el mundo, tuvo que darle las espaldas.

    Qué horror debe haber experimentado el Hijo, no solo por estar llevando el pecado del mundo, sino también al sentir el dolor desgarrador de verse por única vez separado de su Padre. Con razón que clamó a gran voz: Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has desamparado?

    Pero ¿Por qué no dijo: Padre mío, Padre mío, por qué me has desamparado? La respuesta es sencilla y es doble.

    Primero porque al estar llevando el pecado del mundo, no podía esperar que su relación con el Padre fuera la misma de siempre. El pecado afecta las relaciones de las personas con Dios. Momentáneamente, el Hijo tuvo que ver a su Padre como un Dios justo que castiga el pecado con justicia.

    Segundo, para cumplir con la profecía que aparece en Salmo 22:1 donde dice: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?»

  • Tiene fundamento bíblico la danza en el Espíritu

    Hay templos evangélicos en los cuales la gente danza en el Espíritu. ¿Es esto una forma de alabar a Dios? ¿Tiene esto fundamento bíblico para que se practique hoy en día en la congregación de los santos?

    La danza es una costumbre muy propia de muchos pueblos tanto del pasado como del presente. Casi cada región del mundo tiene su particular forma de danzar que es producto de su trasfondo cultural. Ahora la danza como expresión de alabanza a la deidad, era practicada no solo por los israelitas en su alabanza al Dios verdadero, sino también por los no israelitas en su alabanza a sus dioses falsos.

    Inclusive algunos Israelitas danzaron alabando, no al Dios verdadero, sino a un becerro que ellos mismos construyeron como su ídolo.

    Éxodo 32:19 dice: «Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro, y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte»

    Aquí, tiene un ejemplo del pueblo de Israel, danzando pero no en alabanza a Jehová, sino en alabanza a un ídolo que ellos mismos construyeron. No piense por tanto que danzar era una forma de alabanza exclusiva para el Dios verdadero.

    Hoy en día también, muchas tribus indígenas danzan alabando a sus ídolos. Los brujos también danzan alabando a sus ídolos. Los adoradores de Satanás también danzan en alabanza a él.

    Todo esto para que Ud. considere que la danza no ha sido una forma exclusiva de alabanza al Dios verdadero. Muy bien. Dicho esto, debo señalar además que el Nuevo Testamento no registra en absoluto la danza como una forma de alabar a Dios.

    Si Ud. tiene una concordancia bíblica, busque el sustantivo danza y verá que en el Nuevo Testamento aparece una sola vez, en Lucas 15:25 y no para referirse a la alabanza a Dios sino para hablar de la fiesta que hizo el padre del hijo pródigo cuando éste regresó finalmente al hogar.

    Busque también el verbo danzar y verá que aparece solo dos veces, en Mateo 14:6 y Marcos 6:22 y en ambos casos no se refiere a albar a Dios sino a la hija de Herodías quien danzó en la fiesta de cumpleaños de Herodes.

    Aparte de estas ocasiones, el Nuevo Testamento no registra la danza o el danzar como una forma de alabar a Dios. Claro que el argumento del silencio del Nuevo Testamento sobre danzar como una forma legítima de alabar a Dios hoy en día, no demuestra con absoluta claridad que la danza no es una forma válida de alabanza a Dios en las iglesias, pero ciertamente es algo digno de tomarse en cuenta.

    Lo que podemos decir en honor a la verdad revelada en la Biblia es por tanto que la danza era una forma de alabar a Dios por parte del pueblo de Israel, en el Antiguo Testamento, aunque era también una forma de alabar a los ídolos paganos por parte de los pueblos paganos, y que el Nuevo Testamento no registra que la iglesia primitiva hubiera danzado en alabanza a Dios. Es decir que si una iglesia incorpora la danza como una forma de alabanza a Dios, será por cualquier razón, menos por algo que ordene el Nuevo Testamento.

    Pero como Ud. bien ha señalado, las iglesias locales donde se practica la danza, como una forma de alabar a Dios, afirman que es el Espíritu Santo quien impulsa a los creyentes a danzar. Por eso le llaman danzar en el Espíritu.

    Pero si Ud. hace un estudio de lo que produce en un creyente la llenura del Espíritu Santo, notará que danzar no está en la lista.

    Efesios 5:18-21 dice: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios.»

    Así es como Pablo presenta las evidencias de una vida llena del Espíritu Santo. Es una vida de alabanza a Dios en el corazón. No solo en la iglesia y eso el domingo por la mañana en el culto. Se trata de alabar al Señor en el corazón, siete días a la semana, 24 horas al día.

    Además es una vida de agradecimiento a Dios por todo, lo que sucede alrededor, aún por las pruebas. Finalmente es una vida de sumisión, una vida de poner a los demás antes de uno. Si dentro de todo esto está la danza en el Espíritu, bueno eso será para los que allí quieran verlo. Y no será extraño porque también verán allí la risa santa, el remolineo, los desmayos, los saltos, el llanto, etc.

    El hombre siempre ha tenido la tendencia a agradar a Dios por medio de las cosas visibles que puede hacer, o por acciones llamativas. Por eso es que mucha gente camina de rodillas hasta el altar de algún ídolo o se autoflagela hasta verter sangre, etc.

    Son las formas de agradar a Dios diseñadas por el ser humano. Pero Dios no se agrada de eso. Dios es Espíritu y los que le adoran en Espíritu y en verdad es necesario que le adoren. Yo me he preguntado por tanto: ¿Cuánto de la alabanza de hoy en día, con acciones espectaculares, caerá dentro de este esfuerzo muy humano por agradar a Dios a través de cosas visibles, admiradas por todos los presentes?

    La alabanza debe ser enfocada sobre Dios, mas no sobre la música de cualquier estilo que sea, o sobre la forma de ejecutar la música por parte de los músicos y por último sobre la forma de ejecución de la alabanza por parte de los creyentes. Ud. y yo hemos visto grupos de alabanza que concentran todo su esfuerzo en un escenario llamativo, rodeado de flores, luces de colores, vapores, etc.

    Los cantantes se mueven frenéticamente al ritmo de la música. La vestimenta de los cantantes es similar a aquella que usan los grupos musicales del mundo que están de moda. La gente que presencia el espectáculo está eufórica con la música a todo volumen.

    ¿Es esto alabar a Dios? ¿No es más bien alabar a la música o alabar a los músicos o alabar a los cantantes? Claro que la letra de las canciones habla de Dios, pero los espectadores ni siquiera disciernen lo que están cantando porque todo lo demás ha llegado a ocupar el primer plano. Un creyente lleno del Espíritu Santo o controlado por el Espíritu Santo, no necesariamente lo demuestra danzando o llorando o gritando descontroladamente o cayéndose al suelo o actuando como si estuviera ebrio.

    Mire lo que produce el Espíritu Santo en una persona. Gálatas 5:22-23 dice: «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.»

    Ese es el fruto del Espíritu Santo. No solo se demuestra el momento de alabar en la iglesia. Se demuestra en el diario vivir, en el trabajo, en la casa, en la calle, etc. Muchos de los que el domingo están danzando en la iglesia, de lunes a sábado se pasan danzando con el pecado en el mundo.

    ¿Acaso el Espíritu llena a los creyentes solo por instantes y solo dentro del edificio del templo? Cuidado con atribuir al Espíritu Santo cosas que él jamás las ha hecho.

    En definitiva, el danzar en alabanza a Dios no es una orden del Nuevo Testamento para el creyente, aunque tampoco lo condena como algo impropio. Si alguna iglesia local lo practica será porque tiene sus razones pero muy aparte de lo que ordena el Nuevo Testamento.

    Bien vale la pena también insistir que en la iglesia local debe haber orden. 1ª Corintios 14:40 dice: «pero hágase todo decentemente y con orden.»

    Este principio debe regir toda la vida de la iglesia. Cualquier cosa que fomente el desorden y la indecencia, no proviene del Espíritu Santo, sino del espíritu del hombre y lamentablemente también puede provenir de espíritus inmundos.

  • Cuántas muertes suceden al hombre con y sin Cristo en el corazón

    La palabra del Señor nos habla de tres tipos de muerte.

    La espiritual, la física y la eterna.

    La muerte espiritual significa la separación entre el alma y Dios. Esta muerte fue la primera consecuencia del pecado de Adán y Eva en el Jardín del Edén. Dios es santo, y no puede tener comunión con un hombre pecador, por tanto el hombre pecador tiene que separarse de Dios y esta separación afectó a todos sus descendientes. La muerte espiritual es el estado de separación de Dios en el cual todo ser humano nace en este mundo.

    Romanos 5:12 dice: «Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres por cuanto todos pecaron.»

    Ahora consideremos la muerte física. La muerte física, significa la separación entre el alma y el cuerpo de una persona. Esta muerte también es una consecuencia del pecado de Adán y Eva, pero no sucedió en el mismo instante que ellos pecaron.

    Adán murió físicamente 930 años después que murió espiritualmente. A diferencia de los ángeles que solo tienen naturaleza inmaterial, el hombre fue creado tanto con una naturaleza inmaterial como con una naturaleza material. La naturaleza inmaterial recibe información del exterior a través de los sentidos. El cuerpo es el órgano a través del cual la parte inmaterial de la persona toma contacto con otros seres humanos y también con el mundo que le rodea.

    Cuando alguien muere físicamente, la naturaleza inmaterial pierde ese contacto con el mundo exterior y hasta donde se sabe, las almas o espíritus de las personas que han muerto físicamente no tienen más contacto con los que están vivos ni con el mundo que los rodea.

    El cuerpo humano que está compuesto de más de 30 diferentes elementos químicos regresa a la tierra de donde fue tomado, en espera de la resurrección, ya sea para vida o para condenación.

    Ahora consideremos la muerte eterna. La muerte eterna, sucede cuando alguien que estaba muerto espiritualmente, llega a morir físicamente. Este estado ha sido descrito como la culminación de la muerte espiritual. En estas condiciones, la persona recibe todo el peso de la ira de Dios y lo que es peor, queda eternamente separada de Dios quien es fuente de la vida y el gozo.

    Esto es la muerte en el sentido más terrible de su significado. Apocalipsis 14:11 describe esta muerte eterna en estos términos: «y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche…»

    En resumen, entonces, hay tres tipos de muerte: la espiritual, la física y la eterna.

    Por la gracia y misericordia de Dios, no todos vamos a pasar por estos tres tipos de muerte.

    Permítame explicarlo así: Ninguno de nosotros puede evitar la muerte espiritual, porque no es algo que dependa de nosotros. Es la consecuencia del pecado de nuestros primeros padres Adán y Eva.

    Romanos 3:23 dice: «Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.»

    Toda persona nace en este mundo en el estado de muerte espiritual, porque todos nosotros traemos sobre nosotros la consecuencia del pecado de Adán y Eva. Pero algunos de nosotros, hemos recibido el perdón de nuestros pecados que Dios nos ofreció en Cristo y de esa manera ya no hay más razón para estar separados de Dios.

    En otras palabras, alguien que tiene a Cristo Jesús en su corazón ha vuelto a nacer a una nueva vida de relación estrecha con Dios. Una persona así, ya no está muerta espiritualmente sino que vive espiritualmente.

    Esto fue justamente lo que Jesús dijo a Marta en Juan 11:25-26 «Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.»

    Al recibir a Cristo como Salvador, entonces resucitamos o nacemos de nuevo espiritualmente y en estas condiciones jamás llegaremos a experimentar la muerte eterna.

    La muerte física en un creyente es la única muerte que experimentará ese creyente, y aún eso, siempre y cuando el Señor retarde su venida para llevarle al cielo sin pasar por la muerte.

    Pero la muerte física para el creyente no es un castigo por el pecado; porque Cristo ya llevó todo el castigo por el pecado del creyente. Claro que la muerte física en un creyente podría ser una medida de disciplina para ese creyente a causa de perseverar en el pecado, pero inclusive en este caso, la muerte física para el creyente es simplemente la partida para estar con Dios en el cielo y esto ocurre cuando el creyente ha cumplido con el propósito que Dios tenía para él en este mundo.

    Y lo peor que le puede pasar a una persona es morir sin haber recibido a Cristo. Porque la muerte espiritual es seguida de la muerte física, e inmediatamente después ocurre la muerte eterna, o el castigo eterno sin esperanza de ningún cambio. Mirándolo bien, existen dos posibilidades para todo ser humano. La una posibilidad es que el ser humano nazca una sola vez, y como consecuencia muera dos veces. Todos los nacidos físicamente, si no han nacido de nuevo o si no han nacido espiritualmente, morirán físicamente y morirán también eternamente. Allí están las dos muertes.

    La otra posibilidad es que el ser humano nazca dos veces, y como consecuencia muera una sola vez. El primer nacimiento es físico, el segundo nacimiento es espiritual o el nuevo nacimiento. La consecuencia de esto es morir una sola vez, la muerte física y eso en caso de que el Señor tarde en su segunda venida.

    ¿Qué prefiere Ud.? ¿Nacer una vez para morir dos veces o nacer dos veces para morir una vez? La decisión es suya. Para nacer la segunda vez, o para nacer de nuevo, lo único que Ud. necesita es reconocer que Ud. es pecador. Luego necesita reconocer que por ser pecador, Ud. está en peligro de condenación eterna. Después es necesario reconocer que Cristo murió en la cruz del Calvario en vez de Ud. Cristo tomó el lugar que Ud. debía tener, y recibió el castigo que Ud. como pecador merece.

    Finalmente debe reconocer que para recibir el perdón de sus pecados necesita recibir a Cristo como su Salvador. ¿No le gustaría hacerlo este mismo momento?

  • ¿Cuál es el significado de la palabra pecado?

    La Biblia y el Nuevo Testamento en particular usan varias palabras para describir el pecado. Por ejemplo, el pecado es fallar el blanco.

    Esto se ve en Romanos 5:12 que dice: «Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.»

    Pecado en este texto significa errar el blanco. El blanco es la perfecta y pura santidad de Dios. Todo lo que no sea perfectamente santo y puro es pecado. Pecado también es trasgresión. Este concepto tenemos en Gálatas 3:19 que dice: «Entonces, ¿Para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador»

    Pecado en este texto es trasgresión, lo cual significa primariamente ir a un lado, luego del acto de sobrepasar, se emplea para hablar del quebrantamiento voluntario de una ley. El pecado también es una ofensa. Este concepto aparece en Mateo 6:14-15 que dice: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padres celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.»

    Pecado es ofensa, un paso en falso, un yerro, una caída al lado, empleado éticamente denota una infracción, una desviación de la rectitud y verdad. Existen también otras palabras que tienen que ver con pecado pero las que hemos mencionado nos comunican una idea bastante clara de lo que es el pecado.

    En esencia es errar la perfecta y pura santidad de Dios, es hacer lo contrario a la voluntad de Dios expresada en su palabra, es una infracción de la ley, una desviación de la rectitud y verdad. Incidentalmente la definición de pecado, nos hace a todos pecadores, porque ningún ser humano puede por ejemplo jactarse de haber dado en el blanco de la perfecta y pura santidad de Dios.

  • ¿Qué hay de malo en masturbarse?

    ¿Qué hay de malo en masturbarse?

    Una joven creyente, soltera, desde hace tiempo atrás encontró en la masturbación una forma de canalizar sus deseos naturales sexuales, hasta tanto, piensa ella, pueda canalizarlos con su futura pareja en el matrimonio.

    Desde la óptica científica, psicólogos y médicos hoy en día, coinciden en afirmar que no hay nada de malo en esto y que es algo muy normal en la etapa juvenil y que se practica a fin de satisfacer una necesidad natural biológica del cuerpo y psíquica de la mente. ¿Hay algo censurable en esta práctica? ¿Hay alguna recomendación que se les deba decir a los jóvenes cristianos que manifiestan haber adoptado tal postura?

    Antes de referirnos al tema de la masturbación, es necesario tener en claro el papel asignado por Dios al sexo en general. Básicamente se ve que Dios diseñó el sexo en el ser humano con un triple propósito.

    Primero, para comunión. Génesis 2:24 dice: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne»

    Cuando este texto nos habla de que los que se casan son una sola carne, nos está hablando de una unidad total entre un hombre y una mujer. Unidad espiritual, unidad emocional y unidad física. La unidad física tiene varios niveles, pero halla su máxima expresión en el acto sexual entre los esposos.

    Segundo, el sexo ha sido diseñado por Dios para la procreación. Mediante la relación sexual, el esposo y la esposa contribuyen cada uno con su parte para que se conciba una nueva vida en la matriz de la esposa. La Biblia nos habla de esta función del sexo. Génesis 4:1 dice: «Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón.»

    Cuando Adán tuvo relaciones sexuales con su esposa Eva, ésta concibió y en su debido tiempo dio a luz a Caín, el primer descendiente de la primera pareja de seres humanos en el mundo.

    Tercero, el sexo ha sido diseñado por Dios para traer placer a una pareja que se ha casado. Pensando en esto, ponga atención a lo que dijo Salomón sobre la Sulamita. Cantares 7:6-9 dice: «¡Qué hermosa eres, y cuán suave, oh amor deleitoso! Tu estatura es semejante a la palmera, y tus pechos a los racimos. Yo dije: Subiré a la palmera, asiré sus ramas. Deja que tus pechos sean como racimos de vid, y el olor de tu boca como de manzanas, y tu paladar como el buen vino,»

    Es el sexo lo que motivó a Salomón a escribir esto sobre la Sulamita. Salomón está meditando en lo deleitoso de la relación sexual con su esposa. Pero el sexo no es solo para el deleite del esposo. Es también para el deleite de la esposa. Cantares 2:3-4 dice: «Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes; bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar. Me llevó a la casa del banquete, y su bandera sobre mí fue amor.»

    Es el sexo lo que motivó a la Sulamita a pensar así sobre Salomón. El sexo es para deleite tanto del esposo como de la esposa. El esposo procura el deleite de la esposa y la esposa procura el deleite del esposo, solo así funciona bien la relación sexual entre esposos.

    De otra manera, se reduce a una simple autogratificación utilizando a la otra persona como un mero instrumento para producir placer. Como Ud. habrá ya notado, el uso del sexo para cualquiera de sus propósitos está limitado a una pareja, un hombre con una mujer, que previamente se han casado. El uso del sexo fuera del matrimonio es condenado por Dios.

    Dicho esto, vayamos al tema de la masturbación. Según el diccionario, masturbarse significa procurarse solitariamente el goce sensual. Partiendo de esta definición, debemos preguntarnos.

    ¿Existe comunión con alguien en el acto de la masturbación? La respuesta es obvia. ¿Existe posibilidad de procreación en el acto de la masturbación? La respuesta también es obvia. ¿Existe el procurar placer en otra persona en el acto de la masturbación?

    La respuesta es nuevamente negativa porque en la masturbación el placer es exclusivo de la persona que se masturba. Es evidente entonces que en la masturbación no se cumple con ninguno de los propósitos que Dios tuvo para otorgar el sexo al ser humano. Puede ser que la masturbación no produzca ningún efecto adverso a nivel físico en el ser humano, como afirman algunos entendidos, pero ¿Qué de la conciencia manchada con un sentimiento de culpa por saber que se ha hecho algo opuesto al propósito de Dios para el sexo? ¿Qué del espíritu que sabe que todo aquello que va en contra del propósito de Dios atenta contra la santidad de Dios?

    Estas son preguntas que los médicos y psicólogos normalmente no dan atención cuando tocan el tema de la masturbación. Además, la masturbación inevitablemente debe estar acompañada de fantasías sexuales porque de otra manera no puede existir excitación sexual.

    Pero ¿Qué dice la Biblia sobre esto? 2ª Timoteo 2:22 dice: «Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.»

    La Biblia no alienta que los jóvenes vivan fantasías sexuales. La Biblia dice que los jóvenes deben huir de las pasiones juveniles. De modo que, hasta donde yo puedo ver, la masturbación no es aprobada por la Biblia por cuanto distorsiona el plan de Dios para el sexo y por cuanto se alimenta o induce malos pensamientos en los que la practican.

    Quizá Ud. dirá: Pero si no es por la masturbación, entonces ¿Cómo entonces puede un joven o una señorita solteros desfogar su energía sexual? Bueno, la primera recomendación es que no carguen las baterías para después estar en la obligación de descargarlas. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que no se expongan a situaciones o circunstancias que de antemano se sabe que van a producir excitación sexual.

    Si no existe excitación sexual no habrá necesidad de masturbación. Por tanto se debe evitar las caricias en el enamoramiento, las revistas o películas pornográficas, las conversaciones subidas de color, etc.

    Pero estoy consciente que aunque los jóvenes no busquen voluntariamente excitarse sexualmente, es inevitable la excitación sexual, pero la forma de desfogar la energía sexual no debe ser masturbándose o peor recurriendo a la prostitución.

    La segunda recomendación es que la forma de desfogar la energía sexual puede ser por lo que se conoce como sublimación que en este caso significa transformar esa energía sexual en otro tipo de energía. Un joven o una señorita que esté excitado o excitada sexualmente, podría hacer abundante ejercicio físico, o podría ocupar su mente y su cuerpo en alguna otra actividad que demande concentración y poco a poco el nivel de excitación sexual irá disminuyendo.

    Como tercera recomendación, es necesario echar mano del poder espiritual que Dios ha dado a los creyentes para capacitarlos para vivir en santidad. Ante la presencia de la excitación sexual, se puede clamar a Dios en oración por ayuda, se puede leer la Biblia o se puede repetir citas bíblicas previamente memorizadas, se puede cantar, etc. Todo esto logrará que la excitación sexual disminuya y haga innecesaria la masturbación.

    Cuarto, en el caso de parejas de novios, cuando llegan a un punto en el cual se vuelve harto difícil evitar la constante excitación sexual, probablemente será necesario pensar en el matrimonio para evitar caer en la masturbación o peor todavía en la fornicación. Esto por supuesto deberá ser manejado bajo la dirección de Dios. La Biblia aconseja a los solteros que ya están «quemando» entre comillas que mejor es casarse que estarse quemando.

    Espero que estas ideas le sean útiles en cuanto a este importante asunto.

  • Tengo resentimientos en el corazón

    Siento que no he entregado mi vida a Dios completamente. Me es difícil morir a mi carne. Yo creo en Dios desde pequeña. He hecho cosas muy malas. Mi mamá dice que necesito liberación de espíritus. Mis familiares dicen que soy una loca maniática. Siento que nadie me quiere. Hasta pienso que Dios no me quiere y hubiera preferido no haber nacido. Creo que Dios no tuvo ningún plan para mí al crearme. Yo creo que lo que no me deja acercarme a Dios de corazón es el resentimiento. Vivo resentida con todos.

    Antes de tratar el tema del resentimiento que está carcomiendo su vida, me gustaría preguntarle si Ud. ha recibido a Cristo como su Salvador personal. Seguramente Ud. me estará diciendo: Pero ya le dije que creo en Dios desde pequeña. Bueno, la Biblia dice en Santiago 2:19 que hasta los demonios creen en Dios y tiemblan, pero no por ello los demonios son creyentes. Ud. puede creer en Dios todo lo que quiera pero a pesar de eso puede terminar en el infierno para siempre. La salvación, no es por creer en Dios, la salvación es por creer a Dios.

    Una cosa es creer en Dios y otra muy distinta es creer a Dios. Si Ud. quiere creer a Dios, Ud. debe pensar y actuar según lo que Dios ha dicho en su palabra la Biblia. Con respecto a la salvación mire lo que dice Dios en la Biblia.

    Juan 1:11-12 dice: «A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.»

    Este pasaje bíblico está hablando de Jesús. Jesús vino al mundo, pero no todo el mundo lo recibió. Muchos lo rechazaron y muchos siguen rechazándolo. Pero Dios ha dicho: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en el nombre de Jesús, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Esta es la palabra de Dios.

    Si Ud. quiere levantarse del plano de la mera creencia en Dios y quiere pasar al plano de creer a Dios, entonces Ud. necesita recibir hoy mismo, este mismo instante si es posible, a Cristo como su Salvador. Solo así habrá creído a Dios y en consecuencia llegará a ser una hija de Dios.

    ¿Ha tomado Ud. esta decisión? Si no la ha tomado, hoy mismo debe tomarla. La invitación es válida para todos los que este momento han creído a Dios al haber recibido a Jesús como Salvador.

    Ahora, asumiendo que Ud. es creyente por haber recibido a Cristo como su Salvador, me gustaría decirle que Ud. está muy equivocada cuando afirma que nadie le quiere. Puede ser que existan personas que no le quieran, pero existen muchas personas que le queremos entrañablemente. Yo me incluyo en este grupo.

    Quizá Ud. se estará preguntando cómo es que yo pueda amarla si ni siquiera le conozco. Bueno, no es necesario que yo le conozca para poder amarla. El solo hecho de saber que Ud. es amada de Dios hace que yo también la ame porque los que amamos a Dios amamos también a los que son amados de Dios.

    Dios le ama tanto que dio a su único y amado Hijo para que muera en el lugar que a Ud. le corresponde. No cometa por tanto el error de decir que nadie le quiere o peor todavía, que Dios no le quiere.

    Mire lo que dice la Biblia en Romanos 5:8 «Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.»

    Dios le ama tanto mi querida amiga que no escatimó a su propio Hijo por Ud. Si Ud. hubiera sido la única persona pecadora en el mundo, aún así Dios hubiera entregado a su único y amado Hijo para que muerta por Ud. Así de basto es el amor de Dios por Ud.

    Ud. también dice que prefiere no haber nacido porque Dios no tiene ningún plan para Ud. Nuevamente aquí Ud. está totalmente equivocada. Quisiera que considere con detenimiento el texto que se encuentra en Efesios 2:10 que dice: «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.»

    Si Ud. es del Señor, Ud. es una hechura de Dios. La palabra griega que se ha traducido como hechura es la palabra poiema, de donde se deriva nuestra palabra poema.

    Una hechura, o un poema, es una obra de arte. Pues eso es Ud. a los ojos de Dios. Ud. es una obra de arte. Las obras de arte no se realizan sin propósito. Dios dice que Ud. ha sido creada con el propósito de hacer buenas obras. De modo que jamás Ud. puede decir que Dios no tuvo un propósito al crearle. Es más, ¿sabe una cosa? Ud. estaba en la mente de Dios aún antes de que Ud. nazca.

    Más todavía, Ud. estaba en la mente de Dios aún antes de que exista todo lo que existe en el universo. Por eso dice la Biblia que las buenas obras que Dios ha preparado para que Ud. haga han sido definidas de antemano, antes de la fundación del mundo.

    Así que Dios tiene un hermoso plan para Ud. Lo único que falta es que Ud. se ocupe en hacer esas buenas obras. Sus parientes piensan que Ud. está endemoniada o loca o maniática. Respeto el criterio de sus parientes, pero no lo comparto. A mí me parece que lo que más necesita Ud. es recibir a Cristo como Salvador y cuando ello suceda, Ud. llegará a ser una nueva persona, con una nueva mente para conocer a Dios, con una nueva voluntad para obedecer a Dios y con un nuevo corazón para amar a Dios. Solo así, Ud. se sentirá que está en Dios y que Dios está en Ud.

    Finalmente, Ud. tiene mucha razón cuando dice que el resentimiento es un gran obstáculo entre Ud. y Dios. El resentimiento o la amargura en una persona es como un robusto árbol que echa raíces muy profundas. Cuando este árbol madura, echa sus frutos que afectan el espíritu, el alma y el cuerpo de una persona.

    Hebreos 12:15 dice: «Mirad bien, no sea que alguien deje de alcanzar la gracia de Dios, que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.»

    El resentimiento o la amargura es comparable a los gruesos barrotes de una cárcel donde yace prisionero el que es víctima de ello. El único antídoto para vencer el resentimiento o la amargura es el perdón. Probablemente Ud. ha sido víctima del abuso físico o psicológico de sus padres o de sus hermanos. O quizá Ud. fue víctima del favoritismo de sus padres o de sus hermanos.

    Cualquiera que sea el motivo, es necesario que Ud. se libere de esa prisión llamada resentimiento o amargura. Ore a Dios para que le de el valor para ir a todas las personas con quienes Ud. está resentida para decirles: En el nombre de Jesús, yo te perdono por lo que me hiciste. Este no será un tiempo para acusar o para aclarar cosas del pasado, sino simplemente para perdonar. No importa si los que le ofendieron reconocen o no su falta. El hecho es que Ud. se sintió ofendida y ahora les está perdonando.

    Una vez que ha perdonado, comprométase delante de Dios a no volver a tocar el asunto que fue motivo de ofensa y que Ud. ya ha perdonado. Todo esto será como un líquido limpiador que quita todo resentimiento de Ud. y Ud. se sentirá libre de la prisión del resentimiento. En estas condiciones podrá experimentar en su vida el gozo de la vida cristiana.