Gracias por su consulta. El episodio al cual se refiere esta consulta se encuentra en el libro de Josué, capítulo 10. Allí podemos ver que cinco reyes de los amorreos hicieron alianza para combatir a Gabaón, por cuanto Gabaón había hecho paz con Josué y con los hijos de Israel. Entonces los moradores de Gabaón enviaron a decir a Josué: No niegues ayuda a tus siervos; sube prontamente a nosotros para defendernos y ayudarnos. Inmediatamente Josué se puso en marcha para defender a Gabaón y juntamente con sus valientes caminó toda la noche desde Gilgal. A la mañana, Josué recibió de Dios la promesa de protección y victoria sobre los amorreos. Se trabó el combate y Josué los hirió con gran mortandad. Los amorreos comenzaron a huir por la bajada de Bet-horón. El día estaba declinando rápidamente. Las sombras de la noche, hubieran sido un gran aliado para los amorreos en su huída hacia el desierto. Jehová intervino directamente desde el cielo arrojando enormes piedras de granizo. Dice la Biblia que fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel mataron a espada. Pero aún esto no acabó con los amorreos, quienes con desesperación esperaban las sombras de la noche. Fue en estas circunstancias que Josué invocó a Jehová. Lo tenemos en Josué 10:12 donde dice: “Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón.” Fue un pedido espectacular, un pedido que solo se explica en la fe que Josué tenía en Jehová. Josué 10:13 relata la respuesta de Jehová. Dice así: “Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.” Eso fue lo que sucedió. Se trató de un milagro sin lugar a dudas. Los puntos de vista con respecto a hallar una explicación al milagro, caen dentro de dos grupos. El primero, en que hubo una súbita y temporal suspensión de la rotación del planeta tierra sobre su propio eje. Como es conocido, la tierra gira alrededor de su eje a la velocidad de una vuelta por 24 horas. Esto permite la existencia del ciclo día-noche. Pues, por pedido de Josué, Dios hizo parar esta rotación de la tierra sobre su propio eje por al menos 12 horas. Es decir que ese día el día duró al menos 36 horas. 24 horas de claridad y 12 horas de oscuridad. Esta explicación se fundamenta en el significado del verbo hebreo traducido “detener”, el cual significa quedarse quieto. Se asume que algo se estuvo moviendo y que de pronto se quedó quieto. Desde un punto de vista eminentemente científico y natural, esto es imposible que haya ocurrido, porque sólo una ligera variación en la velocidad de rotación de la tierra sobre su propio eje, causaría devastadores estragos en todo el planeta por el efecto de la inercia. Cuánto más, si el movimiento de rotación de la tierra sobre su propio eje se hubiera detenido absolutamente por al menos 12 horas. ¿Ha visto alguna vez cuando un vehículo se choca de frente contra un muro de concreto? Pues un cuerpo de varias toneladas, ha sido obligado a cambiar su velocidad, digamos de 100 Km. por hora, a cero Km. por hora. Usted habrá visto las consecuencias de esto. El vehículo queda reducido a un puñado de escombros. Es el resultado del enorme potencial de lo que en física se llama inercia. Ahora piense en el globo terrestre que pesa millones de toneladas y se mueve a una velocidad lineal de 1666 Km. por hora. Esa es la velocidad a la cual se mueve un objeto fijo en la superficie de la tierra como resultado de la rotación de la tierra sobre su propio eje. Si de pronto esta velocidad se reduce a cero, el efecto por la inercia está fuera de lo que el hombre podría imaginar. Científicamente no existe explicación para que la tierra se haya detenido por al menos 12 horas en los días de Josué. La única explicación es que se trató de un milagro. Los milagros no se explican sino que se los acepta por fe. Si Dios lo dice, yo lo creo y lo acepto sin dilaciones. Si hubiera explicación científica para lo que pasó, dejaría de ser un milagro y pasaría a ser solamente un fenómeno natural. Habíamos hablado de dos grupos de puntos de vista sobre lo ocurrido en los días de Josué. Ya hemos hablado sobre el primero. El otro grupo afirma que no hubo variación en la velocidad de rotación de la tierra, sino que simplemente se trató de una prolongación de la claridad del día causada por una extraña refracción de rayos solares, tal vez originada en las enormes piedras de granizo que cayeron del cielo. Otros dicen que simplemente se trató de la apreciación de lo que fue el día a la luz de todo lo que se pudo hacer en ese día. Algo así como cuando al final de una agotadora jornada de trabajo comentamos a un compañero y le decimos: Este día se me hizo tan largo. No es que estamos diciendo que el día tuvo más horas que lo normal, sino que hicimos muchas cosas y estamos más cansados que lo de costumbre. La debilidad de estas explicaciones y de cualquier otra explicación natural, es que por un lado desconoce el hecho que la Biblia dice literalmente que el sol se detuvo, o se paró, y por otro lado desconoce que se trató de una intervención divina. Se trató de un milagro. ¿Qué problema va a ser para el Creador del universo, hacer detener a la tierra en su movimiento por unas cuantas horas, hasta que los hombres bajo el mando de Josué hagan lo que tenían que hacer? Los milagros no se explican sino solamente se los acepta por fe. ¿Cómo se puede explicar que se abrió el mar Rojo? ¿Cómo se puede explicar que Lázaro salió de la tumba después de cuatro días de haber estado en la tumba? No hay explicación. Son milagros.
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