Primero es necesario afirmar que la salvación es por gracia por medio de la fe en Cristo Jesús y nada mas. El impartir vida espiritual a alguien que está muerto espiritualmente es algo que Dios hace en el pecador que cree en Cristo Jesús como su Salvador. Juan 3:36 dice: “El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Allí lo tiene, el único requisito para ser salvo o para tener vida eterna es creer en el Hijo, en Cristo. En la práctica, esto es el resultado de un proceso que culmina en un evento instantáneo cuando alguien que está muerto espiritualmente recibe vida espiritual. El proceso comienza con oír el Evangelio. En el Evangelio se deja claramente establecido que el hombre es un pecador por naturaleza y por práctica, según Romanos 3:23. Se deja claramente establecido que el hombre está condenado a la muerte en su más amplio significado como resultado de ser pecador, según Romanos 6:13. Se deja claramente establecido que Dios ama al pecador aunque odia el pecado y por ese motivo dio a su Hijo el Señor Jesucristo para que muera en lugar del pecador, de manera que todo pecador que cree en Cristo tenga vida eterna, según Juan 3:16. Se deja claramente establecido que es necesario que la voluntad del pecador actúe por medio de recibir a Cristo como Salvador. Observe lo que dice Juan 1:12 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” De manera que el proceso, culmina cuando la voluntad del pecador actúa y él sólo ante Dios recibe a Cristo como Salvador. El pecador habrá nacido de nuevo, habrá pasado del estado de muerte espiritual al estado de vida espiritual. Eso es todo. No es que para ser salvos hay que invitar a Cristo al corazón, sino que los que ya son salvos tienen a Cristo en su corazón. Eso se desprende de textos como Efesios 3:17 en el cual hablando de los que ya son creyentes Pablo ora a Dios para que habite Cristo por la fe en los corazones de ellos. Habitar significa encontrarse completamente como en su casa. Los hermanos que han visitado su iglesia tienen toda la razón al afirmar que el texto de Apocalipsis 3:20 no tiene nada que ver con Cristo tocando la puerta del corazón de los incrédulos para que le dejen entrar. El texto tiene que ver con una iglesia apóstata que tiene el nombre de Cristiana, pero ha dejado a Cristo afuera. Jamás use este versículo para su obra evangelística.
Finalmente, permítame referirme a la famosa oración de fe del pecador. Probablemente los que la han inventado lo habrán hecho con una buena motivación, pero la triste realidad es que en lugar de ser una ayuda ha sido un obstáculo para la correcta aplicación del Evangelio. Permítame explicarlo: No son pocos los casos cuando personas que no han entendido absolutamente nada del evangelio, piensan que por repetir como grabadora la oración de fe del pecador ya son salvos. Creen que el repetir palabras dichas por otros les hace salvos, cuando la Biblia es clara al afirmar que la salvación no es por obras, aún cuando sea la repetición mecánica de la oración de fe del pecador. Por este riesgo es mejor no hacer referencia a la oración de fe del pecador. Es preferible decir al pecador que él con sus propias palabras confiese a Cristo como su Salvador personal. Si ha entendido bien el evangelio, no tendrá ningún problema en hacerlo.