Hechos 1:24 dice que Dios conoce los corazones de todos, pero Deuteronomio 8:2 dice que Dios condenó a su pueblo a vagar 40 años en el desierto para saber lo que había en su corazón. ¿Cómo puede ser esto?
Se lo explicaremos de esta manera: La cita de Hechos 1:24 señala con total claridad que Dios conoce los corazones de todos. Mire lo que dice: «Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido»
Esta es la oración que Pedro elevó al Señor con ocasión de escoger al Apóstol que debía reemplazar a Judas Iscariote. En su oración, Pedro afirma que Dios conoce los corazones de todos, dando a entender que los pensamientos de los hombres son conocidos por Dios aun antes que los hombres los hagan conocer por medio de las palabras que salen de la boca de ellos.
El hombre, no puede conocer lo que está pensando una persona a menos que esa persona diga con palabras de su boca lo que está pensando, y aún en eso existen varios riesgos en la comunicación de pensamientos, porque una cosa es lo que piensa una persona, otra diferente es lo que dice con sus labios, otra diferente lo que oye el interlocutor y otra diferente es lo que entiende el interlocutor.
Son los retos o desafíos de todo proceso de comunicación. De allí la importancia de pensar bien las palabras que vamos a decir, para evitar que la persona que las oye lo entienda mal.
Pero con Dios no existe este problema, porque Dios conoce el corazón del hombre, o Dios conoce los pensamientos del hombre. 1ª de Samuel 16:7 dice «Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.»
Queda claro entonces que Dios sabe lo que hay en el corazón del hombre, sin necesidad que el hombre lo cuente a Dios.
Muy bien. Ahora veamos lo que dice la otra cita mencionada por Usted. Se encuentra en Deuteronomio 8:2, pero para incluir el contexto, vamos a dar lectura a los versículos 1 al 6. Dice así: «Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años. Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole.»
Esta es la manera como Jehová exhorta a su pueblo a obedecer la palabra de Dios. La exhortación se fundamenta en las bendiciones que Dios ha prometido a los que se someten a su palabra y, algo interesante, la exhortación también se fundamenta en las lecciones que Dios enseñó a su pueblo los cuarenta años que vagó en el desierto.
Durante este tiempo, Dios afligió y probó al pueblo. Le hizo tener hambre, le sustentó con maná, un alimento venido del cielo, figura de lo que miles años más tarde, Dios hizo con la humanidad al enviar a su Hijo, el verdadero pan descendido del cielo.
Dios también mostró su poder y provisión para el pueblo. El vestido del pueblo nunca envejeció, porque en el desierto no había almacenes para comprar ropa o telares para tejer ropa. Los zapatos nunca se gastaron tampoco. Dice el texto que el pie no se les hinchó por cuarenta años. Todo esto y más, para que el pueblo aprenda a confiar en Jehová y obedezca su palabra.
El pueblo debía aprender que su corazón es malo por naturaleza. A la gente se le hace difícil entender que tiene un corazón malo por naturaleza. La mayoría de la gente piensa que es buena porque no es tan mala como el borracho que duerme en la acera de una calle o el criminal que purga sus faltas en una cárcel.
Pero Dios dice que todo hombre es pecador. Su naturaleza es pecaminosa. Dios usa todo medio a su disposición para enseñar esta difícil lección a la gente. A esto es a lo que se refiere la Biblia cuando en Deuteronomio 8:2 dice que Dios hizo muchas cosas para saber lo que había en el corazón del pueblo. Los que necesitaban saber esto era el pueblo mismo, no Dios.
Recuerde que Dios conoce el corazón de todos, pero no todos conocen su propio corazón. Dios se encarga de hacerles conocer por medio de diversas pruebas, a veces dolorosas.