Me han dicho que cuando una persona se compromete a casarse con otra, ese compromiso es tan sagrado como el matrimonio mismo y que por tanto no se lo puede romper bajo ningún punto de vista. ¿Es esto así?
Bueno, el proceso de matrimonio en los tiempos bíblicos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, difiere totalmente del proceso de matrimonio en el mundo occidental y en la época actual. Los matrimonios judíos eran normalmente arreglados por los padres de los contrayentes y cuando los contrayentes eran niños y sin tomar en cuenta la voluntad de los contrayentes. Eran los padres quienes efectuaban el compromiso matrimonial en lo que se llamaba el desposorio. Para los judíos, el desposorio era un compromiso sagrado como lo llama Usted. Era tan sagrado como el mismo matrimonio. La infidelidad por parte de cualquiera de los desposados era castigada con el apedreamiento. Tal cual como si ya estuvieran casados. José y María la virgen, justamente estaban desposados cuando se halló que ella había concebido del Espíritu Santo. Ponga atención a la reacción de José ante este hecho. Mateo 1:19 dice: “José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.” Observe que José es considerado como el marido de María, a pesar que todavía no se había casado con ella, más aún a pesar que todavía no había vivido maritalmente con ella. Solamente estaban desposados, o comprometidos según la costumbre judía. Pero lo que yo quiero que Usted considere es la reacción de José al saber que su prometida estaba embarazada y él no era culpable de ello. Dice el texto que José no quería infamarla. Esto significa que José no quería denunciar a su prometida, porque sabía que eso tendría como consecuencia que ella sea acusada formalmente de adulterio y sentenciada a morir apedreada. José era justo y amaba tanto a María que estaba pensando dejarla secretamente, esto significa darle carta de divorcio mediante la cual simplemente estaría diciendo: Se ha roto mi compromiso con ella. Así de serio era el compromiso judío, llamado desposorio. Pero insisto nuevamente. Esta era la costumbre judía y además, en los tiempos bíblicos. Nosotros tenemos diferente trasfondo y además vivimos en diferente época. Para nosotros, en nuestra cultura occidental, al menos en épocas recientes, el matrimonio comienza con el enamoramiento, en el cual dos personas, un hombre y una mujer, por su propia voluntad, deciden entrar a un tiempo de conocerse mutuamente con miras a una posible unión matrimonial. Si el asunto prospera, probablemente harán un compromiso más formal para contraer matrimonio. Mientras no se efectúe el matrimonio, el compromiso puede romperse en cualquier momento sin mayores problemas, aparte, por supuesto de las heridas emocionales que son inevitables. Todo esto no significa que se debe tomar ligeramente el enamoramiento o el noviazgo. Siempre será algo muy serio el jugar con las emociones de otra persona. Dios es celoso de esto. Lo aconsejable es buscar la dirección del Señor en oración antes de manifestar interés en alguna chica o en algún muchacho. Es aconsejable también asesorarse con la opinión de personas maduras espiritualmente. Es necesario tomar en cuenta la opinión de los padres de él y de ella. Si todos los involucrados dan luz verde, entonces se puede iniciar la relación de enamoramiento. Pero aún así, los que se comprometen son los que tienen la última palabra, después de Dios, por supuesto. Si uno de ellos detecta algo que no cuadra, es mejor ser franco y transparente y terminar con la relación. Es preferible un momento de dolor ahora que toda una vida de permanente dolor en el futuro.