La decisión de quedarse soltero toda la vida, al igual que la decisión de terminar con la soltería por medio de un matrimonio, depende de lo queDios quiera para cada persona en particular, de modo que no es un asunto que se pueda hablar en términos de correcto o incorrecto.
Lo incorrecto sería que queriendo Dios que una persona permanezca soltera toda la vida, esta persona se case. O, queriendo Dios que una persona se case, esta persona decida permanecer soltera toda la vida. En cualquier caso se habrá hecho algo que es contrario a la voluntad de Dios, lo cual no es bueno y resultará en aflicción para toda la vida.
La clave de todo radica en saber discernir la voluntad de Dios en cuanto a este asunto. Cuando la voluntad de Dios es que una persona permanezca soltera toda la vida, Dios otorgará a esa persona la capacidad para refrenar su natural y legítimo deseo sexual. Esta capacidad dada por Dios a determinadas personas se conoce como don de continencia.
Una persona que ha recibido el don de continencia, no es que no experimenta deseo sexual, porque el deseo sexual, el cual es bueno y legítimo, es parte de nuestra humana naturaleza. Es como el deseo de comer o dormir, etc. Algo natural al ser humano.
Tener el don de continencia significa tener la capacidad de refrenar ese deseo sexual, para poder vivir sin satisfacerlo, es decir, para poder vivir sin casarse, porque el único marco legítimo, bíblicamente hablando, para satisfacer el deseo sexual entre un hombre y una mujer es el matrimonio.
Este razonamiento se fundamenta en lo que el apóstol Pablo afirma en 1 Corintios 7:6-9 donde dice: “Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro. Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando.”
Cuando fueron escritas estas palabras, Pablo no tenía una mujer como esposa a su lado. Pudo haber sido viudo, o tal vez hasta ese momento no se había casado. Por eso él recomienda que todos los hombres se queden como él. Pero, este pero es importante, Pablo dice: si no tiene don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando.
Un creyente que tiene esta capacidad, o el don de continencia, haría bien no casándose jamás. Pero un creyente que no tiene esta capacidad, o el don de continencia, haría bien casándose, porque de otra manera se pondría a sí mismo en peligro de caer en el pecado de fornicación.
1 Corintios 7:1-2 dice: “En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada uno tenga su propio marido.” Pablo reconoce este peligro y hablando a los creyentes que no tienen el don de continencia dice: Pero si no tienen
don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando.
De modo que, amable oyente, si la voluntad de Dios es que un creyente no se case y Dios le ha dado el don de continencia, ese creyente no debería casarse. Eso sería lo correcto.
Los solteros tienen algunas ventajas sobre los casados, en lo que respecta al servicio al Señor. Ellos pueden servir al Señor libres de los afanes de los casados, quienes, además de servir al Señor deben servir a sus esposas y a sus hijos, pero de ninguna manera es requisito que para servir al Señor se debe ser soltero.
En cuanto a si hubo personajes bíblicos que jamás se casaron, no se puede saber con certeza. Pablo podría ser uno. Note lo que dijo en defensa de su derecho a ser sustentado por la iglesia, según 1 Corintios 9:5 “¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?”