Veo con dolor como los perdidos en este país no tienen conciencia del peligro en que están. Son tantos y los que conocemos personalmente al Señor tan pocos. Es difícil hablarles a todos sobre su necesidad de salvación en Cristo. Ha crecido enormemente la inmoralidad, la drogadicción, la corrupción, el desempleo, la delincuencia, el hambre, la pobreza, etc. ¿Qué se puede hacer?
Bueno, antes de nada permítame felicitarle por ese corazón sensible a las necesidades de otros, que Dios le ha dado en su gracia. No son muchos los creyentes que se conmueven al ver a los millones que ciegamente van camino a su propia destrucción. Por otro lado, es verdad que la maldad en general en el mundo en general, ha llegado a límites jamás sospechados. Solo hace falta ver las páginas de cualquier diario de cualquier ciudad del mundo para reconocer que la humanidad está en su peor momento. El hombre ha tenido éxito en la conquista del espacio exterior, pero ha fracasado rotundamente en la conquista de su propio carácter. Por eso es que el hombre se ha entregado a todos los males que Usted ya las ha notado. La humanidad está viviendo las horas más obscuras de su existencia en lo moral y espiritual. Comparto también su frustración al ver lo mucho que está por hacerse y lo poco que los creyentes podemos hacer. Esto me hace pensar en Jesús cuando contempló las multitudes desamparadas. Mateo 9:36-37 dice: “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.” Lo que hay que hacer es tanto, y los que están dispuestos a hacerlo son tan pocos. La mies es mucha, mas los obreros pocos. Así fue en el pasado y sigue siendo también hoy. Pero ponga atención a lo que Jesús dijo a continuación. Mateo 9:38 dice: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” Lo que Usted y yo necesitamos hacer antes de nada, es orar al Señor. Orar pidiendo que el Señor de la mies envíe obreros a su mies. Pero esta oración debe ser sincera. La sinceridad se manifestará en una predisposición a ir primero nosotros a la mies del Señor. A veces somos hipócritas cuando pedimos al Señor que envíe obreros a su mies. Decimos al Señor: Envía obreros a tu mies, hacen mucha falta porque la mies es mucha mas los obreros pocos, pero no cuentes conmigo, yo no quiero ir a tu mies. Yo quiero hacer mi vida. Envía a otros. A decir verdad, para pedir al Señor de la mies que envíe obreros a su mies, es necesario que nosotros primeramente ya estemos en la mies. De otro modo, nuestra oración no será sincera. Dios escuchará la oración sincera de un obrero que ya está en la mies y enviará más obreros a la mies para cosechar almas para el Señor. Así que, amigo oyente, si Usted ya está en la obra del Señor, ore a Dios para que haya más obreros que lleven la palabra a los millones de necesitados de salvación. Pero además de orar, es necesario trabajar. Por algo hablamos de la mies del Señor o la obra del Señor. En la mies o en la obra es necesario trabajar y trabajar duro. Por tanto, es necesario mi amigo, que no se limite a sentir compasión por los que necesitan de salvación, sino que abra la boca para hablar de Cristo al mayor número de personas que pueda. Esto fue lo que Pablo recomendó a Timoteo. 2 Timoteo 4:5 dice: “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.” Una vez que Usted haya ganado a alguien para Cristo, comience a invertir tiempo en esta persona en lo que se llama el discipulado. Enséñele lo que la Biblia habla sobre la salvación, sobre la seguridad de la salvación, sobre cómo hablar a otros de Cristo, sobre la ofrenda, sobre el bautismo, sobre cómo seleccionar las amistades, sobre como vencer tentaciones, sobre cómo escoger una iglesia local sana, sobre como tener un tiempo devocional diario. Eventualmente esta persona habrá crecido espiritualmente y estará en capacidad de guiar a otras personas a Cristo. Es decir que ya existirán dos personas en capacidad de compartir el evangelio de Cristo. Usted y la persona que Usted ganó para Cristo y discípulo. Se habrá doblado el número de obreros. Ahora son dos. Estos dos pueden compartir el evangelio con otras personas y eventualmente ganarán cada uno otra persona para Cristo. Luego vendrá el imprescindible proceso de discipulado y al final de este proceso habrán cuatro obreros capacitados para ganar almas para Cristo. Se habrá doblado el número de obreros en la mies del Señor. Estos cuatro obreros repetirán exactamente el mismo proceso. Al final del proceso habrán ocho obreros. Se habrá duplicado una vez más el número de obreros. Así por el estilo, en teoría, en cuestión de poco tiempo se podrá llegar a los millones de necesitados de salvación. El problema es que muchos de los obreros no hacen la obra de evangelista y de esta manera se atenta contra este proceso de reproducción para atraer obreros a la mies del Señor. Así que amigo oyente, está bien sentirse conmovido ante las multitudes necesitadas de salvación. Está bien reconocer que la mies es mucha mas los obreros pocos. Está bien reconocer que la maldad ha alcanzado niveles nunca antes vistos, pero hace falta más. Hace falta orar al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Hace falta hacer la obra de evangelista, llevando las buenas nuevas a todo aquel que se nos cruce en el camino. Hace falta discipular a los recién convertidos para que ellos a su vez ganen también a otros para Cristo.