¿Existe algún mandamiento a diezmar en las epístolas que todos las reconocemos como que fueron escritas para la iglesia?
Sobre el asunto del diezmo, no existe unanimidad entre los intérpretes de la Biblia. Están por un lado los que sostienen que la práctica de diezmar fue un mandato para el pueblo de Israel y que por tanto la iglesia no debe conservar esta práctica. Por otro lado están los que sostienen que la práctica de diezmar estaba en vigencia antes de la ley que Dios dio a su pueblo por medio de Moisés, y que por tanto, sigue teniendo vigencia para la iglesia. Hombres consagrados a Dios están tanto en uno como en otro bando respecto a este asunto. De modo que me gustaría compartir lo que tanto los del un bando como los del otro argumentan para apoyar su postura. El mejor exponente que yo he encontrado de los que creen que el diezmo no está en vigencia para la iglesia, es Charles C. Ryrie, autor de muchos libros, y de las notas en la Biblia de estudio que lleva su nombre. En su libro titulado “Equilibrio en la Vida Cristiana” comentando acerca de dar según haya prosperado, dice lo siguiente y lo cito textualmente: No se halla regla fija y firme sobre la cantidad en los principios del Nuevo Testamento sobre el dar. Esto constituye un claro contraste con las normas del Antiguo Testamento, que requerían dar el diezmo de todo a los levitas, según Levítico 27:30-33, quienes, a su vez, entregaban el diezmo de lo que recibían a los sacerdotes. Además los judíos entendían que un segundo diezmo, la décima parte de las nueve restantes, tenía que ponerse aparte y consumirse en una comida sagrada en Jerusalén, según Deuteronomio 12:5-6, 11 y 18, los que vivían lejos de Jerusalén podían traer dinero. Más aún, cada año tercero había que tomar otro diezmo para los levitas, extranjeros, huérfanos y viudas, según Deuteronomio 14:28, 29. De este modo, la proporción quedaba claramente especificada y cada israelita estaba obligado a lleva al Señor aproximadamente el 22 por ciento de sus ingresos anuales. En contraste con ello, el Nuevo Testamento dice simplemente: “según haya prosperado”. Esto puede significar un 8, 12, 20 o 50 por ciento, cualquier porcentaje según el caso individual. Puede también significar una proporción variable de año en año, porque no hay razón para creer que la proporción conveniente de un año haya de ser la misma para el próximo año. Cuando llega la prosperidad, como sucede a muchos cristianos, debe emplearse para dar más y no necesariamente para comprar más cosas. Cada vez que el cristiano da, ha de reflexionar sobre la bendición del Señor en su vida y determinar la proporción que, a su vez, debe devolver al Señor. La variación de la proporción significa justamente eso, no un mero aumento o disminución de la cantidad que se da, sino un cambio en la proporción de los ingresos de uno que se da al Señor. Alguno dirá sin embargo, ¿por qué tanta molestia? ¿Por qué no apartar el diezmo de cada sueldo o salario ponerlo en la bandeja de la colecta cada domingo? La palabra diezmo o diezmar aparece en Nuevo Testamento solamente nueve veces, tres veces en los Evangelios y seis veces en el libro de Hebreos. En las referencias de los Evangelios se emplea en relación con lo que los fariseos estaban haciendo para cumplir con las obligaciones de la ley mosaica. En las referencias de Hebreos el diezmar se emplea para probar la inferioridad del sacerdocio levítico con relación al sacerdocio de Melquisedec. Ya que Leví pagaba diezmos en Abraham cuando Abraham se encontró con Melquisedec, demuestra la superioridad reconocida de Melquisedec y de su sacerdocio. El pasaje no llega a decir, como se implica, que los cristianos debemos, en consecuencia, pagar diezmos a Cristo nuestro Sumo Sacerdote. No hay duda que el diezmo formaba parte de la ley mosaica, según Levítico 27:30-33. Era un factor importante de la economía de Israel. La ley nunca se dio para los gentiles y se anuló expresamente para los cristianos, según Hebreos 7:11-12. Tampoco son para el cristiano las palabras de Malaquías 3, porque ¿qué cristiano se jacta de ser hijo de Jacob a quien se dirige el pasaje, según el versículo 6? Además, nunca se prometen en el día de hoy bendiciones materiales como recompensa automática por la fidelidad en cualquier aspecto de la vida cristiana, ni incluso en el dar. Lo que Dios promete son bendiciones espirituales, según Efesios 1:3 y la provisión de las necesidades materiales, según Filipenses 4:19. El que uno prospere materialmente no es necesariamente señal de profunda santidad y de fiel diezmar, como, de modo contrario, la pobreza no es indicación de estar fuera de la voluntad de Dios, como en el propio caso de Pablo en Filipenses 4:12. Se puede preguntar no obstante, si toda vez que el diezmar se practicaba antes de la ley, ¿no deja sin importancia todo lo que hemos dicho anteriormente y deja el diezmar como principio adecuado para seguir al ofrendar? Ya que Abraham y Jacob diezmaban, los dos, y ya que sus acciones eran anteriores a la ley, ¿no elimina esto el aspecto legal de diezmar y lo hace principio válido para seguir en nuestros días? La contestación sería afirmativa, de no existir otras normas para el ofrendar en el Nuevo Testamento. Si el Nuevo Testamento guardara silencio en este asunto, entonces, desde luego, buscaríamos guía en la Biblia donde quiera que pudiéramos encontrarla. Pero como el Nuevo Testamento nos da principios claros para regir nuestra forma de dar, no hay necesidad de volver hacia atrás a dos ejemplos aislados en el Antiguo Testamento para tal guía. El hecho de que algo se hiciera antes de la ley que más tarde se incorporó en la ley no hace que esa cosa sea necesariamente un buen ejemplo para nuestros días, en especial si el Nuevo Testamento nos ofrece mayor claridad en la norma a seguir hoy. Ni siquiera el más ardoroso diezmador diría que hoy tenemos que guardar el sábado porque se observaba antes de la ley según Exodo 16:23-36. Sin embargo, esa es la razón que se aduce hoy para diezmar. El Nuevo Testamento nos enseña acerca de un nuevo día para la adoración y también nos enseña nuevas normas para el dar. El diezmar hoy, siguiendo el ejemplo de quienes lo hicieron antes de la ley significaría que solamente el 10 por ciento de los ingresos de uno irían para el Señor y solamente en ciertas ocasiones. El diezmar a base de la enseñanza de la ley significaría que habríamos de entregar al Señor el 22 por ciento como pago de lo que se le debe. Pero el dar según la base del Nuevo Testamento podría significar cualquier porcentaje, en reconocimiento de que el 100 por ciento le pertenece a él. La obra del Señor nunca carecerá de apoyo si practicamos y predicamos los principios del Nuevo Testamento sobre el dar. Hasta aquí la cita de este autor. Su razonamiento es digno de considerar con atención. Uno de los exponentes de que el diezmo todavía está vigente para la iglesia es Harry, A. Ironside, quien en su libro titulado “¿Cuál es la Respuesta? Dice lo siguiente sobre el asunto del diezmo: El diezmar estaba en vigencia antes de que la ley sea dada. Abraham dio diezmos a Melquisedec y la Escritura aplaude esta acción. En la dispensación presente se da un mandamiento muy claro en 1 Corintios 16:2 donde dice: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.” Esto tiene el particular propósito de sustentar la obra del Señor y ayudar a los que están en necesidad. “Según haya prosperado” sugiere algún tipo de norma y la norma es evidentemente comenzar con el diezmo, porque leemos en Romanos 8:4 lo siguiente: “para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” La justicia de la ley demanda la entrega del diezmo. Por tanto, un cristiano consistente no puede cumplir esa justicia al dar menos que el diezmo, pero, en la medida que Dios lo haga posible, bajo la gracia debería dar más que lo que estaría obligado a dar si fuera un judío bajo la ley. Ahora que Usted ha escuchado los argumentos de ambos lados, es conveniente que Usted los analice cuidadosamente y bajo la dirección del Espíritu Santo adopte su propia convicción sobre este importante asunto. Cualquiera que sea la posición que adopte, debe quedar muy en claro que debemos devolver al Señor una parte de lo que él mismo nos ha dado para nuestro sustento. Si somos fieles en esto, la obra del Señor jamás carecerá de recursos económicos.
¿Y qué piensas de hecho de obligar a los creyentes a dar?
Esto es más sencillo responder. El Nuevo Testamento es claro a este respecto cuando en 2 Corintios 9:7 dice: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” Cuando este texto dice que se debe dar no por necesidad, se está refiriendo a no dar por obligación. Ni los líderes en las iglesias no deben obligar a dar ni los creyentes en las iglesias deben dar por obligación. El dar es un asunto voluntario que resulta del amor que cada creyente tiene por su Salvador. Los que aman poco darán poco, los que aman mucho darán mucho, pero nadie tiene el derecho de juzgar a nadie y peor obligar a nadie. Lo que sí es legítimo y necesario es enseñar a la iglesia a dar con generosidad, pero es cuestión de cada creyente lo que quiera dar al Señor.