Un siervo de Jesucristo debe ser un hombre de palabra

Es motivo de gran bendición para mí, saber que usted nos está escuchando. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la segunda carta del apóstol Pablo a los Corintios, en la serie titulada: El legado de un siervo de Jesucristo. En esta oportunidad vamos a mirar que un siervo de Jesucristo debe ser un hombre de palabra.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala por favor en 2 Corintios 1:12-16. Qué bendición es escuchar la voz de Dios por medio de su palabra. ¿La ha leído el día de hoy? Si no lo ha hecho todavía, le animo a que lo haga. Como antecedente del estudio bíblico de hoy, es necesario señalar que el apóstol Pablo fue acusado por algunas personas de la iglesia de Corinto, de no ser un hombre de palabra. Todo se originó por el hecho que Pablo había ofrecido visitar a los Corintios, pero como suele suceder, por razones muy justificables, no había podido todavía cumplir con su ofrecimiento. En su defensa, Pablo nos deja preciosas lecciones sobre la necesidad de que los siervos de Jesucristo debemos ser hombres de palabra. En primer lugar, Pablo pone a su conciencia como testigo de su sinceridad. 2 Corintios 1:12 dice: Porque nuestra gloria es esta:  el testimonio de nuestra conciencia,  que con sencillez y sinceridad de Dios,  no con sabiduría humana,  sino con la gracia de Dios,  nos hemos conducido en el mundo,  y mucho más con vosotros.
Cuando Pablo habla de su gloria, se está refiriendo a algo que es motivo de profunda satisfacción para él. ¿Qué es lo que le traía esa profunda satisfacción? Pues, el testimonio de su conciencia. La conciencia es ese juez interno que tenemos todos los creyentes, el cual aprueba cuando hacemos lo que está bien o acusa cuando hacemos lo que está mal. La conciencia de Pablo aprobó lo que había hecho. ¿Qué es entonces lo que hizo Pablo en relación con los creyentes de Corinto? El texto dice que Pablo y sus colaboradores se habían conducido en el mundo y mucho más con los creyentes Corintios, con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios. Qué gran ejemplo para todos nosotros, creyentes, no sólo para los siervos de Jesucristo. La manera como nos conducimos en el mundo es constantemente evaluada por nuestra conciencia. Si andamos en el mundo como a Dios le agrada, nuestra conciencia estará limpia, pero si andamos en el mundo ofendiendo a Dios, nuestra conciencia estará sucia. ¿Cómo está su conciencia, amable oyente? En el caso de Pablo, se condujo con sencillez, esto significa que no tenía una doble vida, una conducta mientras estaba bajo la mira de otros creyentes y una conducta totalmente opuesta mientras no había creyentes que le estén mirando. El verdadero carácter de un creyente está dado por lo que ese creyente hace o piensa cuando nadie le ve. Dios nos llama a ser sinceros en nuestra conducta como creyentes. La palabra “sinceridad” significa alguien que es verdadero, fiel, genuino. ¿Es así su conducta, amigo oyente? Una conducta con sencillez y sinceridad no ocurre por accidente, sino como resultado de una decisión voluntaria de no dejarnos guiar con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios. Cuando dependemos de la guía de Dios y no de nuestro propio humano razonamiento podremos conducirnos con sencillez y sinceridad. En segundo lugar, Pablo cita un ejemplo de su sinceridad. 2 Corintios 1:13-14 dice: Porque no os escribimos otras cosas de las que leéis,  o también entendéis;  y espero que hasta el fin las entenderéis;
2Co 1:14  como también en parte habéis entendido que somos vuestra gloria,  así como también vosotros la nuestra,  para el día del Señor Jesús.
Como evidencia de su sencillez y sinceridad, Pablo señala que en su corazón no había ninguna intención oculta al escribir a los creyentes de Corinto. Lo que los creyentes corintios estaban leyendo y entendiendo, eso es exactamente lo que Pablo quería decir. Esto es algo en lo cual Pablo no iba a cambiar jamás. Por eso dice que los creyentes corintios con toda confianza podía da a esto como un hecho en todo lo que Pablo les escriba. Los creyentes corintios estaban progresando en su confianza en lo que Pablo les estaba escribiendo y por eso justamente estaban entendiendo, al menos en parte, que Pablo y sus colaboradores eran la gloria de los creyentes corintios, así como también los creyentes corintios eran la gloria de Pablo y sus colaboradores, para el día del Señor Jesús. Esto significa que los creyentes corintios podía sentirse satisfechos con el ministerio de Pablo y sus colaboradores y al mismo tiempo Pablo y sus colaboradores podían sentirse satisfechos con los creyentes corintios, todo lo cual será tomado en cuenta en el día del Señor Jesús, cuando se evaluará la obra de todo creyente. De esto se desprende que Pablo vivía siempre a la luz de que algún día el Señor Jesús iba a examinar lo que estaba haciendo en este mundo. Nosotros también deberíamos vivir en este mundo a la luz de que todo lo que hacemos va a ser examinado algún día por el Señor Jesús. En tercer lugar, tenemos a Pablo explicando la situación por la cual fue acusado de falta de sinceridad. 2 Corintios 1:15-16 dice: Con esta confianza quise ir primero a vosotros,  para que tuvieseis una segunda gracia,
2Co 1:16  y por vosotros pasar a Macedonia,  y desde Macedonia venir otra vez a vosotros,  y ser encaminado por vosotros a Judea.
Confiando en que todo lo que realizaba lo hacía no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, y por tanto con sencillez y sinceridad que proviene de Dios, Pablo se propuso en su corazón visitar dos veces Corinto, la una cuando iba a Macedonia y la otra cuando volvía de Macedonia trayendo la ofrenda que los hermanos de Macedonia habían recogido par los hermanos pobres en Judea. A estas dos posibles visitas, es a lo que Pablo se refiere cuando habla de la segunda gracia. Cuando un maestro bíblico capacitado y controlado por el Espíritu Santo visita una iglesia se considera como una gracia, o como un favor no merecido. Por las razones que más adelante Pablo expresa en su carta, no le fue posible cumplir con lo que había planificado y esto fue como combustible para encender un gran fuego de oposición a Pablo en Corinto, acusándolo de ser un hombre falto de palabra, o falto de sinceridad. Pablo se encarga de defenderse de esta acusación en lo que resta del pasaje bíblico, lo cual será el tema de nuestro próximo estudio bíblico. Pero mientras tanto me gustaría enfatizar en el hecho que un buen siervo de Jesucristo planifica muy bien su ministerio. Se ha dicho con mucha razón que quien no planifica ganar ha planificado perder. Los creyentes en general y los líderes de las iglesias en particular somos bastante renuentes a planificar muy bien lo que hacemos en la obra del Señor. Inclusive algunos piensan que es pecado hacer planes para la obra del Señor, pero si damos un vistazo a la obra misionera en el libro de Hechos notaremos que era una obra muy bien planificada. Uno de los claros ejemplos de esto es justamente el caso de Pablo, cuando planificó pasar por Corinto en su viaje hacia Macedonia para recoger la ofrenda que los creyentes de Macedonia habían recolectado para ayudar a los creyentes de Judea y luego, pasar nuevamente por Corinto en su viaje hacia Judea. Pablo está planificando. No hay nada de malo con hacer planes en la obra del Señor. Por supuesto que al hacer los planes debemos estar siempre consientes que Dios es soberano y por tanto Él tiene todo el derecho para hacer cambiar nuestros planes conforme a su voluntad soberana, tal cual como pasó con Pablo. Como bien afirma el dicho, el hombre propone, pero Dios dispone. El hombre puede planificar todo lo que quiera, pero es Dios quien hará que esos planes se cumplan o esos planes se modifiquen o inclusive, que esos planes no se realicen en absoluto. Pero esto no debería volvernos negligentes en la planificación de la obra de Dios. Así que, amable oyente, uno de los legados que nos deja Pablo como siervo de Jesucristo, es que debemos ser hombres y mujeres de palabra, hombres y mujeres sin doblez, en el sentido de no tener una doble vida, hombres y mujeres sinceros, esto es, veraces, genuinos sin engaño alguno. Es posible que nuestra sinceridad sea mal interpretada por algunos, como sucedió con el apóstol Pablo, pero esto de ninguna manera debe desanimarnos para ser veraces. Mi oración es que Dios en su gracia nos motive a imitar el ejemplo del apóstol Pablo.

Si la resurrección tiene que ver solamente con el alma y no con el cuerpo ¿Para qué hacer resucitar un cuerpo minado por el pecado? Visite nuestra página Web y en la sección PREGUNTA DEL DÍA encontrará la respuesta a esta inquietud. Además puede hacernos llegar sus consultas y sugerencias y por supuesto escuchar nuevamente el programa de hoy. Le recuerdo nuestra dirección: triple w.labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga grandemente.

Dejar un comentario Cancelar la respuesta

Salir de la versión móvil