¿Cuál sería el anhelo más profundo de su alma?

Que alegría es estar otra vez junto a Usted por medio de esta emisora amiga. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la segunda carta de Pablo a Timoteo, en la serie que lleva por título: Consejos para una Iglesia en Peligro. El servicio fiel al Señor fue causa para que Pablo sea arrojado en una prisión en Roma. Desde allí escribió una carta llena de emoción a su amado discípulo Timoteo. Al aproximarse al fin de la carta, Pablo entrega a Timoteo tres mandatos que de una u otra manera reflejan las necesidades que Pablo tenía mientras estaba en prisión. David Logacho nos hablará acerca de estas necesidades de Pablo.

Si Usted estuviera privado injustamente de su libertad en alguna inhóspita prisión, ¿Cuál sería el anhelo más profundo de su alma? Sin temor a equivocarme, la respuesta más probable sería: La libertad.

Es posible que el apóstol Pablo también anhelara la libertad, pero lo sorprendente es que para Pablo había otras cosas más importantes que la libertad.

Veamos de qué se trata. Para ello, consideremos el pasaje bíblico que se encuentra en 2 Timoteo 4:9-13. En este pasaje bíblico encontramos tres mandatos que Pablo hace a Timoteo, en los cuales manifiesta las necesidades que tenía.

En primer lugar, Pablo tenía necesidad de compañía. Note la orden que dio a Timoteo. 2 Timoteo 4:9 dice: «Procura venir pronto a verme»

Pablo sabía que el tiempo que le quedaba de vida iba rápidamente llegando a su fin. Por ello se nota premura en su mandato a Timoteo. Procura, o haz todo lo humanamente posible, para venir pronto a verme. Timoteo estaba en Efeso y Pablo estaba en Roma.

No se sabe si Timoteo llegó a tiempo para acompañar a Pablo, pero en todo caso es obvia la necesidad de compañía en los últimos días de su vida.

Ciertamente Dios estaba con Pablo y eso era suficiente para él, por eso es que un poco más adelante, en el versículo 17 dice: «Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas»

Pero aún así, para Pablo era importante sentir el calor humano de su fiel discípulo Timoteo. Pablo estaba acostumbrado a compartir el ministerio con varias personas. Inclusive cuando llegó a Roma como prisionero, tenía cerca de Demas, Crescente, Tito, y Lucas, pero en el momento que escribía a Timoteo, sólo Lucas se hallaba cerca de él.

Observe como Pablo se refiere a estas personas. Sobre Demas, es muy triste lo que dice. En la primera parte del versículo 10 se lee: «porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica.»

Demas fue un desertor. Demas es el prototipo de alguien que no peleó la buena batalla, de alguien que no acabó la carrera, de alguien que no guardó la fe.

Demas aparece tres veces en el Nuevo Testamento. La primera vez en Colosenses 4:14 donde dice: «Os saluda Lucas el médico amado, y Demas»

Demas aparece como un cercano colaborador de Pablo, en el mismo plano que Lucas, el médico amado.

La segunda vez en Filemón 24 donde dice: «Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores»

Nuevamente Demas aparece como un cercano colaborador de Pablo.

La tercera vez, en el texto que estamos estudiando, en 2 Timoteo 4:10, donde aparece como desertor. ¿Qué fue lo que hizo fracasar a este prometedor discípulo de Pablo? El texto es claro: El amor al mundo.

Demas se volvió mundano. El mundo es el sistema controlado por Satanás en el cual Jesucristo no es bienvenido. El mundo apela a la naturaleza pecaminosa del creyente. El apóstol Juan advierte sobre el peligro de amar al mundo. 1 Juan 2:15-16 dice: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.»

Como creyente, Demas se dejó embrujar por el mundo y cayó rendido en sus brazos. Como consecuencia quedó descalificado para el servicio al Señor. Por eso abandonó a Pablo y se fue a Tesalónica. Allí habrá encontrado todo lo que necesitaba para satisfacer los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. El mundo ejerce una fuerte presión sobre todos los creyentes y en especial sobre aquellos que tienen algún tipo de liderazgo. Ninguno de nosotros está libre de caer en el error de Demas.

Por tanto, es necesario mantenernos siempre a la defensiva contra los esfuerzos del mundo para atraparnos en sus redes. La mejor forma de evitar ser absorbidos por el amor al mundo es amando a Jesucristo nuestro Salvador de todo corazón, recordando que el amor se manifiesta en obediencia a lo que él ha dicho en su palabra.

Juan 17:33 dice: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.»

Aferrados a Cristo Jesús, somos más que vencedores sobre el mundo y sus encantos. Pero hubo otros discípulos que fueron fieles primeramente al Señor y después a Pablo. Estos fueron enviados por Pablo a servir al Señor en regiones distantes.

La segunda parte de 2 Timoteo 4:10 dice: «Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia». Allí están.

Otro de los discípulos que estuvo por un tiempo con Pablo en Roma, fue Crescente. De este discípulo no se sabe mucho, aparte de que debe haber sido muy fiel, como para que Pablo le envíe en misión a Galacia, la provincia romana que Pablo visitó en sus tres viajes misioneros.

Otro de los discípulos que estuvo por un tiempo con Pablo en Roma fue Tito. Juntamente con Timoteo, Tito fue un discípulo digno de confiar. Esta fue la razón para que Pablo lo envíe en misión a Dalmacia, región también conocida como Ilírico, la provincia romana en la costa Este del mar Adriático, justo al Norte de Macedonia.

Otro de los discípulos que estuvo por un tiempo con Pablo en Roma, fue Tíquico. De él dice Pablo lo siguiente en 2 Timoteo 4:12 «A Tíquico lo envié a Efeso»

Tíquico era el portador de las cartas de Pablo. Fue él quien llevó la carta a los Efesios. Fue él quien llevó la carta a los Colosenses. Probablemente fue él quien llevó también la carta a Tito. No sería extraño por tanto que Pablo haya mandado a Tíquico a Efeso para entregar la segunda carta a Timoteo.

El único discípulo que permanecía junto a Pablo en Roma era Lucas. 2 Timoteo 4:11 en su primera parte dice: «Sólo Lucas está conmigo» Lucas fue el médico personal de Pablo. Lucas debe haber sido de mucha ayuda para Pablo en ese tiempo de calamidad.

Qué bendición es rodearse de hombres confiables como Crescente, Tito, Lucas y Tíquico. Algo digno de mencionar en esto de los discípulos de Pablo es el afán que tenía por cuidar la obra de Dios. No importaba si él se tenía que quedar solo en la prisión en Roma. Había necesidad en Galacia y allá envió a Crescente. Había necesidad en Dalmacia y allá envió a Tito. Había necesidad en Efeso y allá envió a Tíquico. Sólo se quedó con Lucas.

Hemos considerado entonces la necesidad de compañía que tenía Pablo. Pero esta no fue su única necesidad. Otra necesidad de Pablo fue de colaboradores. La segunda parte de 2 Timoteo 4:11 dice: «Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio»

Siempre habrá necesidad de obreros para la mies. Pensando en obreros o colaboradores, Pablo trae a colación a Marcos, conocido también como Juan, autor del segundo Evangelio. Al pedir a Timoteo que traiga a Marcos, Pablo está manifestando un corazón lleno de gracia.

Lo que pasa es que Marcos tuvo un problema en el pasado con Pablo. Sucede que en el primer viaje misionero de Pablo, también formaban parte del grupo Bernabé y su sobrino Marcos, pero Marcos desertó del grupo y se regresó a Jerusalén. Esto causó mucha contrariedad en Pablo. Cuando llegó el tiempo de realizar el segundo viaje misionero, Bernabé quería llevar a Marcos, pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo a alguien que había abandonado al grupo en el primer viaje misionero.

Esto hizo que se origine tal desacuerdo entre Pablo y Bernabé, que se separaron el uno del otro; Bernabé tomando a Marcos navegó a Chipre y Pablo escogiendo a Silas se fue por su lado. El tiempo había pasado. Pablo estaba anciano y prisionero. Había necesidad de obreros para la mies. No era el momento para excluir a nadie. Marcos también debe haber cambiado.

Siempre habrá ocasión para enmendar algún error en el pasado. Mostrando su corazón lleno de gracia y perdón, Pablo extiende una nueva oportunidad a alguien a quien antes había rechazado. Jamás desechemos a un creyente para el servicio, por algún error que ha cometido en el pasado, no en el área moral, y el cual ha sido rectificado.

Además de tener necesidad de compañía y de colaboradores, Pablo tenía necesidad de capacitación. Eso aparece en 2 Timoteo 4:13 donde dice: «Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.»

Poco antes de ser apresado y conducido a Roma, Pablo debe haber pasado por Troas. Es probable que se haya hospedado en la casa de Carpo. Allí dejó sus cosas, como su capote y lo más precioso, sus libros y sus pergaminos.

Interesante que además de sus efectos personales, Pablo viajaba con sus libros y sus pergaminos. Esto nos dice que Pablo nunca dejó de aprender. Jamás tuvo esa actitud arrogante de que ya sabía todo y que no le faltaba nada por aprender.

Todo lo contrario. Mientras tenía vida, había cosas que aprender. Cuando le tomaron prisionero, probablemente no le dieron tiempo para regresar a la casa de Carpo para recoger sus cosas. Al acercarse el invierno en la prisión de Roma, echaba de menos su capote, esa prenda de lana tan útil para abrigar el cuerpo en el invierno.

Pero más que eso, echaba de menos los libros. Eran rollos de papiro. Tal vez contenían los libros del Antiguo Testamento. Además echaba mucho de menos los pergaminos. Eran hechos de pieles de cordero en los cuales a lo mejor tenía copias de sus cartas o probablemente estaban en blanco y eran indispensables para escribir sobre ellos. En todo caso se trataba de las herramientas de estudio de Pablo. Aún estando en prisión no quería privarse de la oportunidad de capacitarse.

Gran lección para todo creyente en general y para los ancianos o pastores en particular. Todo tiempo es buen tiempo para aprender. Nunca se termina de aprender. ¿Tiene Usted esa actitud de estar en un constante proceso de aprendizaje? De otra manera estará proyectando esa imagen nada digna de ser un sabelotodo que en el fondo no sabe nada. Al acercarse al final de su existencia, Pablo nos abre su corazón para mostrarnos las necesidades que tenía. Lo más importante no era la libertad de la prisión, sino la compañía, los colaboradores y la capacitación. Gran ejemplo para nuestra vida.

 

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