Dios no está en contra de atesorar sino del lugar donde está nuestro tesoro

I. Introducción:

  • A. Todo pertenece a Dios. Deuteronomio 10:14 dice: He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella.
    Siendo así, entonces los creyentes somos sólo administradores de los bienes que pertenecen a Dios.
  • B. La necesidad de hacer práctico este principio por medio de transferir a Dios los títulos de propiedad de todo lo que Él nos ha confiado para que lo administremos.

II. Lo anterior nos impulsa a pensar que solo somos peregrinos en este mundo.

  • A. Ilustración de Juan Wesley y el terrateniente. Bien, Sr. Wesley, ¿qué le parece? Wesley respondió: Me parece que va a ser muy difícil para Ud. dejar todo esto. La pregunta clave es: ¿vivimos como si este mundo fuera nuestro hogar permanente? ¿o como si nuestro hogar permanente está fuera de este mundo? Colosenses 3:1-2 dice: Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
    Si nuestra mente está en el cielo, seremos efectivos en la tierra y recibiremos recompensa en el cielo. Si nuestra mente está en la tierra, no podemos ser efectivos en la tierra y perderemos recompensa en el cielo.
  • B. El tiempo y la Eternidad. Dios ha puesto eternidad en nosotros. Eclesiatés 3:11 dice: Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos.
    Fuimos hechos para el cielo, pero por un tiempo tenemos que vivir en la tierra. Somos hijos de la eternidad, no del tiempo. Cuando vivimos con la perspectiva de lo eterno, haremos muchas cosas de una manera diferente y las que hacemos de la misma manera, tendrán una perspectiva diferente.
  • C. Dos testamentos y dos países. En el Antiguo Testamento, se otorgaba bendiciones materiales a cambio de obediencia, Deuteronomio 28:2 dice: Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.
    Pero en el Nuevo Testamento, muchos de los creyentes eran pobres. La experiencia de Pablo lo demuestra. 2 Corintios 11: 27 dice: en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;
    La opulencia material se enfatiza en el Antiguo Testamento, Deuteronomio 28:11 dice: Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar.
    Pero en el Nuevo Testamento, se enfatiza a no poner la esperanza en las riquezas. 1Timoteo 6:17-18 dice: A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos;
    En el Antiguo Testamento se prometía evitar persecución a cambio de obediencia. Deuteronomio 28:7 dice: Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti.
    Pero en el Nuevo Testamento, los creyentes pueden sufrir persecución a pesar de ser obedientes. 2 Timoteo 3:12 dice: Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución;
    ¿Por qué la diferencia? Porque Dios quiere enfatizar que los creyentes del Nuevo Testamento deben entender que su hogar no está en este mundo. El corazón del error del Evangelio de la prosperidad radica justamente en pensar que podemos tener el cielo en la tierra hoy mismo, pero antes del regreso de Cristo a la tierra no puede haber cielo en la tierra. La falacia del evangelio de la prosperidad es pensar que recibiremos las recompensas de Dios de la manera equivocada, en el tiempo equivocado y en el lugar equivocado. Las recompensas de Dios no necesariamente son bienes materiales, en este momento y en esta tierra. Son bienes espirituales, en el futuro y en el cielo.
  • D. ¿Estamos en nuestro hogar en este mundo?
    1. Nuestra ciudadanía está en el cielo, no en la tierra. Filipenses 3:20 dice: Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
    2. Somos embajadores de Cristo en este mundo. 2 Corintios 5:20 dice: Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
    3. Somos extranjeros y peregrinos en la tierra. Hebreos 11:13 dice: Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
    Nuestro hogar no es este mundo. Echar raíces en el mundo nos arrastra a hacer amistad con el mundo, lo cual es considerado por Dios como adulterio espiritual. Santiago 4:4 dice: ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
    Ejemplo de Moisés en Hebreos 11:24-27. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
    Heb 11:25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,
    Heb 11:26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.
    Heb 11:27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.
    Moisés despreció los placeres y posesiones que no duran para siempre porque esperaba placeres y posesiones que duran por la eternidad.
  • E. Los peregrinos, su dinero y posesiones.
    1. Los levitas no tenían herencia, porque Dios mismo era su herencia.
    2. Los creyentes también somos pueblo escogido y real sacerdocio. 1 Pedro 2:9 dice: Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
    Mientras más cosas nos aten a la tierra, más fácil será olvidar que somos ciudadanos de otro mundo, no de éste y que nuestra herencia está allí, no aquí. Los peregrinos no echan raíces en el lugar que están. La tierra no es nuestro hogar. Ilustración del pasajero que adorna el avión. Este es el obstáculo para no entregar al Seño lo que es de él.

CONCLUSIÓN. Hebreos 10:34. Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.
La palabra clave es “sabiendo” Dios no está en contra de atesorar sino del lugar donde está nuestro tesoro. El coro de un hermoso y antiguo himno dice lo siguiente: Pon tus ojos en Cristo, tan lleno de gracia y amor, y lo terrenal sin valor será, a la luz del glorioso Señor.

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