El prólogo del libro

Es muy grato saludarle amiga, amigo oyente. Soy David Logacho saludándole y dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el evangelio según Juan. En esta oportunidad vamos a examinar el prólogo del libro.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Juan 1:1-5. Esta sección constituye lo que podríamos llamar el prólogo del evangelio de Juan. Siendo así, encontramos abundante información útil para el propósito del autor de manifestar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengamos vida en su nombre. Aquí encontramos al Cristo preexistente, al Cristo creador y al Cristo todopoderoso. En cuanto a lo primero, note lo que dice Juan 1:1-2 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Joh 1:2  Este era en el principio con Dios.
En este par de versículos aparece por tres veces la palabra “Verbo” La palabra griega traducida como “Verbo” en estos textos es [logos] y era una palabra común, tanto en la filosofía griega como en el pensamiento judío de la época en la que se escribió el Nuevo Testamento. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, la “palabra” de Dios es a menudo personificada como un instrumento para la ejecución de la voluntad de Dios. Esto se nota en textos como Salmo 33:6 donde dice: Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos,
Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.
Así que, en cierto sentido, al presentar a Jesús como el “Verbo,” ante sus lectores judíos, Juan les está apuntando hacia atrás, hacia al Antiguo Testamento donde el [logos] o “Palabra” de Dios está asociada con la personificación de la revelación de Dios. Y en la filosofía griega, el término [logos] era usado para describir el agente intermedio por medio del cual Dios creó las cosas materiales y se comunicaba con ellas. En la cosmovisión griega, el [logos] era entendido como el puente entre el Dios trascendental y el universo material. Por tanto, para sus lectores griegos, el uso del término [logos] probablemente les habría traído la idea de un principio mediador entre Dios y el mundo. Así que, esencialmente, lo que Juan está haciendo al presentar a Jesús como el [logos] es recurrir a la palabra y al concepto con el que tanto los judíos como los gentiles de su tiempo estaban familiarizados; usándolo como el punto de partida desde el cual les presenta a Jesús. Pero Juan va más allá del concepto familiar de [logos] que tendrían sus lectores judíos y gentiles, y presenta a Jesús no sólo como un principio mediador como lo percibían los griegos, sino como un ser personal, totalmente divino y sin embargo totalmente humano. Con esto en mente, Juan dice que en el principio era el Verbo. El principio no se refiere al momento que Jesús nació en Belén, ni tampoco al momento que Jesús inició su ministerio público, ni tampoco al momento que se comenzó a contar el tiempo. El principio del cual habla Juan se refiere al mismo principio del cual nos habla Génesis 1:1 cuando dice: En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
El principio se refiere a la eternidad pasada, antes que exista nada, antes que comience el tiempo. Cristo o el Verbo simplemente existía, antes que exista todo lo creado, tanto en el mundo en el cual habitamos como fuera del mundo en el cual habitamos, es decir el sistema solar, las estrellas de nuestra galaxia, todas las galaxias que existen aparte de la nuestra y además de lo material, todo el mundo inmaterial. Antes que exista todo esto, ya existía el Verbo o el Logos. A esto se refiere Juan cuando dice: En el principio era el Verbo. Pero además, Juan pone en claro que el Verbo, el Logos no estaba solo. El Verbo o el Logos era con Dios. Esto nos introduce a lo que se conoce como la doctrina de la trinidad. El Verbo, o el Logos, como la segunda persona de la trinidad, estaba en comunión íntima con Dios el Padre durante la eternidad pasada. Esta comunión íntima incluyó también a la persona del Espíritu Santo, aunque en este prólogo, no se lo menciona. Esto es maravilloso. Aunque el Verbo o el Logos disfrutó la gloria junto al Padre y al Espíritu Santo por la eternidad, sin embargo, renunció por voluntad propia a esta excelsa posición para adoptar la forma de hombre y morir en la cruz en lugar del pecador. Note como describe el apóstol Pablo esta monumental obra. Filipenses 2:6-8 dice: el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
Php 2:7  sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
Php 2:8  y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Juan prosigue manifestando una lógica conclusión. Dice: Y el Verbo era Dios. La forma que se conjuga el verbo ser en esta declaración, denota que el Verbo o el Logos poseía toda la esencia o los atributos de deidad, es decir que es totalmente Dios. Colosenses 2:9 dice al respecto: Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
El Verbo o el Logos no llegó a ser Dios, sino que siempre es Dios. Incluso en su encarnación, al despojarse o vaciarse a sí mismo, no dejó de ser Dios, sino que adquirió un cuerpo y la naturaleza de un auténtico ser humano, excepto por la naturaleza pecaminosa, y por voluntad propia cedió el ejercicio independiente de sus atributos divinos. Hay mucho para reflexionar sobre todo esto, pero lo que se logra discernir es tanto que nos deja totalmente perplejos. La conclusión de lo que Juan está afirmando aparece en el versículo 2 cuando Juan dice: Este era en el principio con Dios. Parece una repetición de lo que Juan venía diciendo, pero no es así. Este versículo enseña que la personalidad y deidad de Cristo no tuvo un comienzo. Cristo no llegó a ser una persona cuando nació como un bebé en Belén, tampoco llegó a ser Dios en algún momento después de su resurrección como enseñan algunas sectas falsas. Cristo o el Verbo o el Logos simplemente es Dios desde la eternidad. Todo lo dicho tiene que ver con el Cristo preexistente. Ahora miremos al Cristo creador. Juan 1:3 dice: Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
El Verbo o el Logos no fue creado sino que Él es el Creador. Creó todas las cosas. Esto incluye a la humanidad, a los animales, a las cosas, a los planetas, al sol, a las galaxias y todo lo demás. Todo lo visible y todo lo invisible es obra de él. Sin él, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. No hay excepciones. Si algo existe es porque el Verbo o el Logos lo creó. Como Creador, el Verbo o el Logos es infinitamente superior a lo creado. Algo interesante para pensar es que las tres personas de la Deidad tuvieron parte activa en la creación. Según Génesis 1:1 Dios, el Padre, creó los cielos y la tierra. Según Génesis 1:2, el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Según Colosenses 1:16, en él, esto es en el Hijo, fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Como creador, el Verbo o el Logos tiene autoridad sobre todo lo creado. Finalmente tenemos al Cristo todopoderoso. Juan 1:4-5 dice: En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Joh 1:5  La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Esto no significa simplemente que el Verbo o el Logos posee vida, sino que él es la fuente de la vida. Esto denota tanto la vida física como la vida espiritual. Cuando fuimos concebidos obtuvimos vida física, cuando recibimos a Cristo como Salvador, recibimos vida espiritual. Tanto la vida física como la vida espiritual se originan en Cristo. Juan prosigue diciendo que la vida era la luz de los hombres. Aquel que nos provee de vida es también la luz de los hombres. Es él quien nos provee de guía y dirección para cumplir con el propósito de Dios para cada uno de nosotros. A causa del pecado, la humanidad entera fue sumida en tinieblas espirituales. La única posibilidad para salir de estas tinieblas es mediante la luz que proviene del Verbo o el Logos o Cristo. Esto es algo que va en contra de las tinieblas espirituales. Esta es la razón por la cual los hombres que están en tinieblas espirituales rechazan la luz que proviene de Cristo. Pero algo que debe quedar claro es que las tinieblas no tienen poder para vencer a la luz. Así como las tinieblas desaparecen cuando se enciende una luz, las tinieblas espirituales también desaparecen de la vida de una persona cuando esta persona recibe a Cristo como Salvador. Habrá entrado la luz a esa persona. En esto consiste el evangelio o las buenas noticias. Si Usted quiere estar en la luz, necesita recibir por la fe a Aquel que es la luz de los hombres a Cristo, el Verbo, el Logos. Fue él quien voluntariamente dejó atrás la gloria que siempre tuvo en el cielo desde la eternidad, para venir a este mundo en forma humana y ser el sacrificio perfecto por el pecado del hombre, de modo que todo aquel que en él cree tenga vida eterna. Hemos considerado el prólogo del evangelio según Juan. En este prólogo hemos visto al Cristo preexistente, al Cristo creador y al Cristo todopoderoso. No hay nada que se lo compare. Si Usted lo tiene, lo tiene todo, si Usted no lo tiene, le falta todo.

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