La ansiedad

Cordiales saludos amiga, amigo oyente. Le habla David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio de Lucas. En esta oportunidad vamos a estudiar lo que el Señor Jesús enseñó acerca de la ansiedad.

Según el diccionario, la ansiedad es la condición de una persona que experimenta una conmoción, intranquilidad, nerviosismo o preocupación. Esta condición, en algunos casos, es el resultado de alguna crisis real, pero en la mayoría de los casos es el resultado de un mal presagio, es decir, por cosas que pensamos que podrían salir mal, pero que todavía no han sucedido. Un estudiante, por ejemplo, podría entrar en un estado de ansiedad ante un examen que tiene que rendir y teme que tal vez no le va a ir muy bien. Pero en su enseñanza, el Señor Jesús se enfoca principalmente sobre la ansiedad que resulta del temor de no tener alimento y vestido. Esta enseñanza se puede aplicar a la ansiedad que puede resultar por cualquier otro motivo. Con esto en mente, abramos nuestras Biblias en Lucas 12:22-34. Lo primero que notaremos es un mandato a no vivir en ansiedad. Lucas 12:22 dice: Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.
Como antecedente, concluyendo su enseñanza sobre el peligro de la avaricia, el Señor Jesús dijo que lo verdaderamente importante en la vida, no es cuántos bienes materiales se tiene en este mundo, sino ser rico para con Dios. Un creyente es rico para con Dios cuando hace su tesoro en el cielo. Esto libra al creyente no sólo de la avaricia y la codicia, sino también de la ansiedad. Es a raíz de esto que el Señor Jesús expresa su mandato en cuanto a la ansiedad. Por tanto os digo, dice el Señor Jesús, no os afanéis. El verbo afanarse es la traducción de un verbo en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento, que literalmente significa ser estirado en diversas direcciones. Describe perfectamente a la ansiedad. Una persona en ansiedad se siente desgarrada interiormente al ser estirada en diversas direcciones. El mandato del Señor Jesús a sus discípulos es que no se afanen por su vida, temiendo que tal vez en algún momento no tendrán que comer, y que no se afanen por su cuerpo, temiendo que tal vez en algún momento no tendrán con qué vestirse. Se deduce que así como hoy en día la gente vive en ansiedad por la falta de seguridad, la salud, la familia, la economía, y tantas otras cosas más, en el tiempo que el Señor Jesús estaba físicamente en este mundo, la gente vivía en ansiedad por la comida y por el vestido. Esta fue la razón por la cual el Señor Jesús les dijo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. Algo digno de notar es que vivir en ansiedad es pecado, simple y llanamente porque va en contra del mandato del Señor Jesús cuando dice: No os afanéis. Luego de expresar el mandato, el Señor Jesús presenta las razones para su mandato. Lucas 12:23 dice: La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido.
No tiene sentido sentirse en ansiedad o afanado por la comida, sabiendo que más importante que la comida es la vida. De la misma manera, no tiene sentido sentirse en ansiedad o afanado por el vestido sabiendo que más importante que el vestido es el cuerpo. Para demostrar lo inútil de afanarse o preocuparse por la comida y por el vestido, el Señor Jesús usa dos ilustraciones impactantes. La primera tiene que ver con la manera de proveer de comida a los cuervos. Lucas 12: 24-26 dice: Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?
Luk 12:25  ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo?
Luk 12:26  Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás?
Para mostrar lo inútil de afanase o estar en ansiedad por la comida, el Señor Jesús trae a colación a los cuervos, aves que los judíos consideraban inmundas, pero a pesar de eso, Dios las alimenta, sin que los cuervos tenga que sembrar ni segar ni guardar alimento en despensa o granero. Si Dios hace eso con los cuervos, ¿Cómo no lo va a hacer con algo que es de más valor que los cuervos, como somos nosotros? Para enfatizar lo inútil de afanarse o preocuparse por la comida, el Señor Jesús hace una pregunta: ¿Quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? La respuesta es nadie. Afanarse o estar en ansiedad no produce ningún beneficio en absoluto, ni en las cosas imposibles para el humano, como añadir a su estatura un codo, ni en las cosas posibles para el ser humano. A esto se refiere el Señor Jesús cuando dice: Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? Cabe señalar que algunos intérpretes de la Biblia sugieren que cuando el Señor Jesús habló sobre añadir a la estatura un codo, se estaba refiriendo a alargar la vida de una persona. Podría ser así, pero la idea sería la misma. Por más que una persona se afane o esté en ansiedad, no va a lograr vivir más que lo que Dios ha determinado, y de la misma manera el afán y la ansiedad no produce nada útil en cualquier otro asunto de la vida. Es inútil afanarse o vivir en ansiedad. Nunca nadie ha logrado algún beneficio por afanarse o estar en ansiedad, pero todos han experimentado efectos nocivos del afán o la ansiedad. Por eso sufrimos de insomnio, estrés, y hasta enfermedad. A continuación el Señor Jesús prosigue con la ilustración para mostrar lo inútil de afanarse o estar en ansiedad por el vestido. Lucas 12:27-28 dice: Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria(E) se vistió como uno de ellos.
Luk 12:28  Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
Los lirios que crecen en el campo sin que nadie los haya sembrado captan la atención de todo ser humano por su belleza. No trabajan ni tejen ni pintan sus coloridos pétalos, pero son tan hermosos que ni Salomón en todo su esplendor pudo lucir como uno de ellos. Si Dios viste así a una sencilla flor del campo, que es tan frágil que un día está lozana y al siguiente día se marchita y se seca y se puede hacer fuego con ella, ¿cuánto más dispuesto está Dios para proveer el vestido que todos necesitamos para abrigarnos? El afán o la ansiedad por el vestido o por cualquier otro motivo revela lo que hay en el corazón del hombre. Lo que está allí es poca fe. El afán o la ansiedad no sólo es inútil sino también pecado. Acto seguido, el Señor Jesús presenta su conclusión sobre este azote de la humanidad llamado afán o ansiedad. Lucas 12:29 dice: Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.
Comenzó con un mandato y termina con un mandato. No os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber. Pero añade algo que antes no lo mencionó. Ni estéis en ansiosa inquietud. Ansiosa inquietud, es una sola palabra en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento, el verbo meteorizo, palabra relacionada con la palabra meteorito, y significa algo que no tiene un rumbo fijo. Así es la persona en ansiedad. Se le hace difícil mantener una dirección. Es tan fluctuante como una embarcación a la deriva. Pero existe otro lado negativo del afán o la ansiedad. Note lo que dice Lucas 12:30-31. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas.
Luk 12:31  Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
El afán o la ansiedad es propio de la naturaleza pecaminosa de todo ser humano. Para el incrédulo es normal afanarse y estar en ansiedad por la comida y el vestido. El Señor Jesús dijo que la gente del mundo busca, la comida y el vestido. Pero los que somos creyentes tenemos un Padre celestial que sabe de antemano que necesitamos comida y vestido y en consecuencia se encarga de proveerlo si que lo busquemos. Sin embargo, los creyentes tenemos algo que debemos buscar. Es el reino de Dios. Cuando un creyente se ocupa con dedicación en buscar el reino de Dios, como resultado, Dios mismo se encarga de proveer las necesidades básicas de este creyente, esto es, alimento y vestido. El Señor Jesús termina su enseñanza animando a sus discípulos. Lucas 12:32-34 dice: No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.
Luk 12:33  Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye.
Luk 12:34  Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Si el Padre nos ha dado el reino a los que somos sus hijos, ¿Cómo es posible que tengamos que vivir en ansiedad por cosas insignificantes en comparación, en este mundo? Cuando un creyente toma conciencia de este hecho, debería vivir sin ostentación en este mundo, y todo lo demás debería invertirlo en el reino de los cielos, en la obra de Dios. Hacerlo es equivalente a guardar algo precioso en un lugar donde no se envejece, donde no se agota, donde no existen ladrones, donde no existen polillas. Este lugar es el cielo. La riqueza es ingrata: O nos deja mientras estamos en este mundo o la dejamos cuando salgamos de este mundo. Pero la buena noticia es que mientras estamos con vida en este mundo podemos enviarla al cielo  para recibirla cuando lleguemos allá. De esto es de lo que está hablando el Señor Jesús. El lugar donde esté nuestro tesoro determina el lugar donde está nuestro corazón. Si nuestro tesoro está en la tierra, nuestro corazón está en la tierra, viviremos en constante ansiedad. Si nuestro tesoro está en el cielo, nuestro corazón está en el cielo y podremos vivir libres de ansiedad.

Dejar un comentario Cancelar la respuesta

Salir de la versión móvil