El amor de una esposa hacia su esposo

Cómo está amiga, amigo oyente. Bienvenida o bienvenido al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es la familia cristiana y dentro de ello el papel del esposo dentro del matrimonio y de la familia en general. En instantes más estará con nosotros David Logacho para hablarnos sobre otra característica de amor de una esposa hacia su esposo.

Bajo el sugestivo título de “Matrimonio cuelga de un hilo” apareció un artículo que me llamó poderosamente la atención. Se trataba sobre lo que era costumbre en la tribu Balante de África. Según este artículo, la tribu Balante tiene la ley de divorcio más curiosa del mundo. En esta tribu africana, la duración de los matrimonios depende de lo que dure una túnica. El asunto funciona así: En el día de bodas, la novia recibe como único regalo de bodas de parte del novio, la túnica que lucirá en la ceremonia nupcial. El matrimonio entre los dos durará exactamente lo que dure esa túnica. Tan pronto como la túnica envejezca, el matrimonio quedará automáticamente disuelto. ¿Cuál ha sido la actitud de las mujeres de esta tribu africana hacia esta costumbre instituida por sus ancestros? Sencillo. Si una esposa se siente feliz en el matrimonio, tratará de utilizar esa túnica lo menos posible, para que dure lo más posible y así el matrimonio con ese buen hombre dure lo más posible. Pero si una esposa no se siente feliz en el matrimonio, tratará de utilizar esa túnica lo más posible, para que dure lo menos posible y así el matrimonio termine lo antes posible. Increíble, ¿no le parece? Pero cosas así son las que produce el corazón humano cuando ignora los principios divinos para el matrimonio. Estos principios han sido dados en la palabra de Dios. Dios ha establecido que la primera y más importante responsabilidad de un esposo para con su esposa es amarla. La forma de amarla es conforme al modelo de Cristo amando a la iglesia. Ya hemos visto que este amor es sacrificial. Cristo se entregó a sí mismo por la iglesia. De la misma manera, los esposos debemos sacrificarnos por nuestras esposas. Puede ser que nunca nos veamos avocados a dar nuestra vida por ellas, pero cada día debemos hacer un esfuerzo constante y consciente por poner nuestros intereses por debajo de los de ellas. El amor de Cristo a la iglesia también es santificador. Esto significa que Cristo buscó la manera de apartar a la iglesia del mundo y la purificó en el lavamiento del agua por la palabra. Igualmente los esposos debemos apartar a nuestras esposas de la suciedad del mundo y limpiarlas constantemente por medio de la exposición a la palabra de Dios. También vimos que el amor de Cristo a la iglesia es un amor sustentador. Cristo satisface absolutamente todas las necesidades de la iglesia. Igualmente los esposos, debemos satisfacer todas las necesidades de nuestras esposas, ya sean estas necesidades espirituales o emocionales o físicas. Un esposo que dice que ama a su esposa, pero es negligente en satisfacer cualquier necesidad que su esposa tenga, en realidad no ama a su esposa. Hoy vamos a considerar la última característica del amor de Cristo a la iglesia, lo cual es ejemplo para el amor de un esposo a su esposa. El amor de Cristo a la iglesia es un amor sin retorno. Con esto queremos decir que una vez que se entra a los vínculos de un amor como el de Cristo a la iglesia, no existe la posibilidad de dar marcha atrás y deshacer el vínculo de amor. Efesios 5:31 dice: “Por esto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” Para entender este versículo debemos hacernos una pregunta: ¿A qué se refiere el “por esto” al inicio del versículo? Pues a algo que se dijo en el versículo anterior. En Efesios 5:30, el apóstol Pablo dijo: “porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” Pablo está hablando de una unidad inquebrantable que existe entre todos los que formamos la iglesia y la persona gloriosa de Cristo. Estamos tan unidos con Cristo que somos su cuerpo, su carne y sus huesos. No existe por tanto manera posible de separar a un creyente de Cristo. Romanos 8:35-39 dice: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” Esta es una gloriosa verdad. Una vez que alguien llega a estar en Cristo, no existe manera posible de separarse de Cristo. Ahora ponga atención. Exactamente lo mismo debe ocurrir en el matrimonio. El amor de un esposo hacia su esposa debe ser un amor sin retorno. Es un amor que no permite dar marcha atrás una vez que se ha entrado en él. Es un amor que no debe ni siquiera pensar en la posibilidad de una separación. El texto en Efesios 5:31 dice entonces: Por cuanto no es posible dar marcha atrás en el amor entre esposos, el hombre debe primeramente dejar a su padre y a su madre. La relación de un hombre con sus padres es un vínculo muy fuerte. Pero la relación de ese hombre con su esposa debe ser un vínculo mucho más fuerte. Por eso, Pablo instruye a los maridos a poner en un plano secundario la relación con sus padres y establecer una relación mucho más estrecha y significativa con sus esposas. Este es un principio en extremo importante, pero a la vez tan pisoteado por muchos maridos. Existen maridos para quienes lo más importante es la relación con sus propios padres y la relación con sus esposas está en un segundo plano en el mejor de los casos porque inclusive puede llegar a estar en un plano más insignificante. Esto se manifiesta cuando por ejemplo un esposo dice a su esposa. No me importa lo que tú me digas, más importante es lo que mi papá o mi mamá me dicen. Quizá no llegue a pronunciar las palabras, pero las acciones en ese sentido hablan por sí solas. Otros esposos entregan casi todo lo que ganan a sus padres, y el resto utilizan en las necesidades de la esposa y de la familia en general. Esposos que actúan así, no han entendido la importancia de dejar padre y madre. El verbo dejar, cuando la Biblia habla que el hombre dejará a su padre y a su madre, significa abandonar por completo. Y esto es lo que necesita hacer un esposo sabio, para quien la relación con su esposa es lo más importante en el mundo después de Dios. Inclusive la cercanía física de la pareja con los padres de él o de ella, puede llegar a ser un serio obstáculo para la buena marcha de un matrimonio. No es prudente que una pareja viva bajo el mismo techo que los padres o los suegros. Bien vale aquí una nota aclaratoria, la Biblia no enseña que el dejar padre y madre para los casados es equivalente a olvidarse de ellos. Lo que enseña es que cuando un hombre se casa, la relación de él con sus padres queda subordinada a la relación con su esposa. Si después de atender las necesidades de la esposa y de la familia en general sobra tiempo, entonces se puede visitar a los padres. Si después de atender las necesidades de la esposa y de la familia en general, sobra dinero, entonces se puede dar dinero a los padres. Una vez que el hombre ha dejado padre y madre, el hombre se unirá a su mujer. El verbo unir significa juntar dos cosas con algún poderoso pegamento, de modo que no exista la posibilidad de que se despeguen. Los esposos literalmente quedan pegados el uno al otro. No es posible despegarlos sin que se causen daño. ¿Ha pasado por la experiencia desagradable de estar pegando algo con algún pegamento instantáneo y de pronto se da cuenta que ha unido mal las piezas? Es imposible separarlas. Si se lo hace, se echan a perder las piezas. Así es el matrimonio. Hombre y mujer que se casan quedan tan pegados el uno al otro que es imposible despegarlos. Si se despegan se echan a perder ambos. Seguramente Usted estará pensando ¿Y qué del divorcio? ¿Acaso no fue instituido por Dios? No, amigo oyente. El divorcio no fue instituido por Dios. Dios jamás podría instituir algo con lo cual él no está de acuerdo. Malaquías 2:16 dice que Dios aborrece el divorcio. El divorcio existe y es una lacra social producida que resulta de la dureza del corazón del hombre como claramente enseñó el Señor Jesucristo. Volviendo a Efesios 5:31, vemos que un hombre que ha dejado padre y madre y se ha unido a su mujer llega a ser una sola carne con ella. Esto nos habla de una unidad indivisible. Una sola carne nos habla de una sola identidad en lo espiritual, lo emocional y lo físico. Esta es una maravillosa obra creativa de Dios. Dios toma a dos personas y las hace una. Es posible amigo oyente que Usted esté luchando este preciso instante con la idea de acabar con su matrimonio. Piensa que ya no queda nada más por hacer. Las heridas recibidas son muy difíciles de sanar. La ofensa parece imperdonable. Recuerde que Dios nos amó a pesar de lo que éramos. Recuerde que si Usted quiere puede empezar a amar. ¿Por qué no busca una reconciliación con Dios y después una reconciliación con su esposa? Ciertamente que esto demandará dejar a un lado el orgullo, lo cual es difícil, pero si Usted tiene la voluntad de hacerlo, también tendrá el poder para hacerlo por medio del Espíritu Santo que mora en Usted. No piense que es demasiado tarde. Recuerde que el amor que Usted prometió a su esposa cuando se casó con ella fue un amor sin retorno. No piense que el divorcio es solución. Lo único que hará el divorcio es complicar las cosas para Usted, su esposa y lo que es peor para sus hijos. Que Dios le guíe a hacer lo que es correcto.

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