El ministerio de Pablo en la sinagoga de Efeso

Nuevamente llegamos hasta usted para compartir algo mas del interesante tema que estamos desarrollando “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo” en contados instantes David Logacho estará frente a este micrófono para seguir compartiendo con nosotros este estudio.

I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico en esta serie, vimos que habiéndoles impuesto Pablo las manos, el Espíritu Santo vino sobre doce discípulos de Juan el Bautista, quienes acababan de recibir al Señor Jesucristo como Salvador. Estos discípulos llegaron entonces a ser miembros del cuerpo de Cristo, la iglesia. A continuación, Lucas prosigue relatando lo que hizo Pablo en Efeso durante su tercer viaje misionero. Si tiene una Biblia a la mano, le invito a abrirla en Hechos 19 a partir del versículo 8. Lo primero que notaremos en el relato es el ministerio de Pablo en la sinagoga de Efeso.

II. Hechos 19:8 dice: Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios.
Anteriormente, durante su breve estancia en Efeso, Pablo había sido tratado favorablemente en la sinagoga de Efeso y el incidente de Apolos muestra que Priscila y Aquila no habían roto toda relación con sus hermanos de raza. El hecho de que este matrimonio fiel había podido continuar su testimonio entre los judíos por tanto tiempo, que Apolos había podido dar sus elocuentes mensajes en la sinagoga probando que Jesús es el Mesías, y que Pablo halló posible permanecer en la sinagoga tres meses más antes de la inevitable ruptura con los recalcitrantes, es evidencia de que muchos judíos en Efeso estaban dispuestos a escuchar el mensaje del evangelio. Notamos que su ministerio entre los judíos se describe de este modo: discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios. Las discusiones, sobre como se habían de entender las profecías, eran normales al dar a conocer el Evangelio en las sinagogas, pero es nueva la frase: persuadiendo acerca del reino de Dios, que nos deja vislumbrar una mayor amplitud de ministerio en la sinagoga antes de la separación. En segundo lugar, notamos la ruptura de Pablo y los judíos. Hechos 19:9-10 dice: Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno. Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.

Los incrédulos endurecieron el corazón, y no sólo resistieron ellos mismos la verdad del Evangelio, sino que maldijeron el Camino. El Camino se refiere al Cristianismo, haciendo alusión a las palabras del Señor Jesús en Juan 14:6 cuando dijo: Yo soy el camino. La afrenta al Cristianismo se hizo delante de la muchedumbre en la sinagoga. De aquí es de suponer que la asistencia normal a la sinagoga había aumentado mucho gracias al interés que se despertó por las discusiones y predicaciones de Pablo. Pablo por tanto se apartó de la sinagoga y separó a los discípulos. Una vez más, el testimonio se había entregado a los hebreos primeramente, sacándose de entre ellos un remanente fiel cuyas normas morales y cuyo conocimiento de las Escrituras serían de inestimable valor al desarrollarse la vida normal de la iglesia local compuesta de creyentes de trasfondo judío y gentil. ¿Qué hizo Pablo con los discípulos? Pues los convocó a la escuela de uno llamado Tiranno para tratar con ellos los asuntos del reino de los cielos. En el mundo greco romano abundaban centros sociales provistos de baños públicos, con sus salas para gimnasia y también con aulas para la enseñanza, donde conferenciaban filósofos o daban lecciones sobre diversos asuntos de la vida humana. Un tal Tiranno dirigía uno de estos establecimientos, utilizándolo sin duda por la mañana hasta las once, cuando sus clientes o alumnos iban a sus casas a comer y luego a tomar la siesta hasta las cuatro de la tarde cuando retornaban para proseguir con sus actividades. Tiranno no tenía inconveniente, pues en ceder a Pablo y a los hermanos el uso de su escuela durante las horas cuando no estaba en uso. Mientras los clientes de Tiranno se divertían o discutían, Pablo debe haber estado trabajando en el taller de Priscila y Aquila ejerciendo su oficio con el fin de cubrir los gastos de la misión, pasando después a su ministerio público. Sin duda el celo de los cristianos les disponía para aprovechar las horas del día que los mundanos dedicaban a interminables comidas y largas siestas. De esta manera transcurrieron como dos años. Durante este tiempo, todos los que habitaban en Asia, judíos y gentiles, oyeron la palabra del Señor Jesús. Desde Efeso como base, se proyectó el evangelio hacia toda la gran provincia romana de Asia. Nadie en Asia podía decir que no había tenido la oportunidad de oír el evangelio. En tercer lugar, tenemos el intento de Satanás por desacreditar el ministerio de Pablo. Todo comenzó a raíz del gran poder con el que Dios autenticaba tanto el ministerio de Pablo como el mensaje de Pablo. Hechos 19:11-12 dice: Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.
El éxito del ministerio de Pablo en Asia se debió no solo al denuedo con el que Pablo y los suyos predicaban, sino también a los milagros extraordinarios que Dios hacía por medio de Pablo. Un milagro es la intervención directa de Dios en algún asunto de la humanidad. Los milagros desafían la razón y las leyes naturales y no se pueden explicar aparte de la intervención directa de Dios. La manifestación de poder divino por medio de Pablo era de tal naturaleza que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y los enfermos eran sanados y los que tenían demonios quedaban limpiados. La palabra paños es la traducción de una palabra que significa las telas para secar el sudor o la transpiración del rostro, digamos los pañuelos. La palabra delantales es la traducción de una palabra que significa una cubierta de lino que llevaban los obreros y los siervos. Parece que todo lo que estaba en contacto con el cuerpo de Pablo adquiría el poder para curar o expulsar demonios. Pero no nos apresuremos a esperar algo así hoy en día. Mirémoslo de esta manera: En la historia bíblica encontramos únicamente tres periodos especiales de milagros. En el tiempo de Moisés, en el tiempo de Elías y Eliseo y en el tiempo de Jesús y sus apóstoles.

Cada periodo duró menos de cien años. Dependiendo de cómo se clasifiquen estos eventos, el número total de los milagros en los tres periodos es menos que cien. Por supuesto que no todos los milagros que hizo Jesús están registrados en la Biblia según Juan 20:30-31, pero de todas formas no se puede afirmar que fueron excesivamente numerosos. Esto implica que los milagros no ocurrieron todos los días, como hoy en día mucha gente está tratando de hacernos creer cuando nos desafían a esperar nuestro milagro del día. Con esto no estoy diciendo que los milagros no ocurren hoy en día. Gracias a Dios que sí ocurren, pero son realizados directamente por Dios, no por medio de una persona con la capacidad de realizar milagros, y normalmente son el resultado de la oración de hermanos fieles al Señor. El Nuevo Testamento muestra que cuando nuestro Señor realizó milagros, normalmente tenía tres propósitos en mente: Mostrar compasión y satisfacer necesidades humanas, enseñar una verdad espiritual y presentar sus credenciales como Mesías. Los apóstoles siguieron el mismo modelo al hacer sus milagros. Inclusive, la capacidad de hacer milagros fue una de las pruebas de la autoridad apostólica, según varios pasajes bíblicos como 2 Corintios 12:12, donde dice: Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros.

Los milagros en sí mismo no salvan a los pecadores perdidos. Para que los milagros cumplan con su propósito es necesario que junto con ellos se predique el evangelio. Dios capacitó a Pablo para hacer milagros extraordinarios en Efeso porque esta ciudad era un centro importante del ocultismo en el primer siglo. Pablo estaba manifestando el poder de Dios justo en medio del territorio de Satanás. Pero no debemos olvidar que dondequiera que el pueblo de Dios proclama la verdad, Satanás siempre introduce algo falso para oponerse a la obra de Dios. Esto es lo que sucedió en Efeso, lo cual será materia de nuestro próximo estudio bíblico. Espero que nos acompañe.

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