La oposición en la iglesia de Cristo

Gracias por estar nuevamente con nosotros, es un privilegio contar con su sintonía, hoy continuaremos con el interesante tema que está desarrollando nuestro hermano David Logacho, “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo”, tenga su Biblia a mano y acompáñenos a conocer que es lo que dios nos quiere decir acerca de esto.

I. Introducción. Saludos, bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada mediante el Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico vimos que la naciente iglesia cristiana era unánime, era alabada y estaba en constante crecimiento. Parece un sueño, ¿verdad? Los que somos líderes en una iglesia local hoy en día lo vemos así. Pero no nos engañemos, porque además de lo anterior estuvo presente la férrea oposición. Nadie la ha invitado, pero la oposición ha estado siempre presente desde el nacimiento mismo de la iglesia de Cristo. Veamos cómo se presentó la oposición en este caso. Si tiene su Biblia, ábrala en Hechos 5:17-26.

II. La iglesia crecía en todo sentido, pero también crecía la oposición en todo sentido. Había oposición desde adentro, Ananías y Safira fueron un claro ejemplo, y había oposición desde afuera. Uno de los enemigos de afuera es el organismo político y religioso del judaísmo, conocido como el Sanedrín, un cuerpo de setenta notables, entre principales sacerdotes, ancianos, escribas, fariseos y saduceos, bajo el liderazgo del sumo sacerdote. Interesante que un organismo político y religioso se constituye en un poderoso enemigo de la iglesia de Cristo. Hoy en día también, esa sociedad conformada por el poder político y religioso, se constituye en un enemigo para la genuina iglesia de Cristo. Lo primero que notamos es la identidad del enemigo. Hechos 5:17 dice: Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos;
Con toda seguridad, fue Caifás, el sumo sacerdote en ejercicio, quien en compañía de sus más cercanos colaboradores, se llenó de celos por todo lo que estaba sucediendo con la iglesia de Cristo. Los colaboradores de Caifás eran miembros de la secta de los saduceos, la facción intelectualista y materialista del judaísmo, quienes, entre otras cosas, negaban lo sobrenatural y la resurrección de los muertos. La razón de sus celos es muy sencilla. Veían en la iglesia de Cristo, una amenaza a su hegemonía dentro del judaísmo. No les interesaba ninguna otra cosa sino las prebendas que resultan del ejercicio del poder. Hombres corruptos de mente y de espíritu. En segundo lugar vamos a notar la acción del enemigo. Hechos 5:18 dice: y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.
Cuando el enemigo no logra éxito en detener la obra de Dios por medio de la amenaza, va a escoger otras formas más drásticas de persuasión. Esto es lo que tenemos aquí. Los apóstoles estaban testificando de Cristo en el pórtico de Salomón en el templo de Jerusalén. Fue en esas circunstancias, cuando el sumo sacerdote con su servil séquito de saduceos, movió sus contactos para arrestar a los apóstoles y arrojarlos a la cárcel pública. Debe haber sido tarde cuando ocurrió el arresto, por cuanto no fue sino hasta el siguiente día cuando los enemigos decidieron lo que iban a hacer con los apóstoles. Seguir al Señor Jesucristo como Él se merece siempre conlleva el riesgo de sufrir por la causa de Cristo, pero Dios jamás va a desamparar a los que sufren por la causa de Cristo, como se hace evidente a continuación. En tercer lugar tenemos la neutralización del enemigo. Hechos 5:19-20 dice: Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo: Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.
Hermoso, ¿no le parece? Mientras los enemigos de la iglesia hacían lo que ellos pensaban era una movida magistral para silenciar a los apóstoles, Dios por su lado enviaba a uno de sus ángeles para contrarrestar las intenciones de los enemigos de la iglesia. Si el enemigo tiene sus recursos, Dios tiene muchos más y mejores. Sin que se percaten los guardias de la cárcel, mientras era de noche, el ángel del Señor abrió las puertas de la cárcel pública y condujo a los apóstoles a la libertad. Una vez afuera, el ángel del Señor exhortó a los apóstoles a ir al templo y anunciar de pie al pueblo todas las palabras de esta vida. Me llamó la atención como el ángel del Señor describe el Evangelio de Cristo, dice que son las palabras de esta vida. No se trata meramente de un credo o de un conjunto de doctrinas, sino de la vida, la vida resucitada del Señor Jesús, impartida a todos los que en Él confían. En cuarto lugar, encontramos el desafío a los enemigos. La primera parte de Hechos 5:21 dice: Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban.
Es posible que de la cárcel pública, los apóstoles hayan ido directamente al pórtico de Salomón, en el templo, para seguir predicando el mensaje del Evangelio de Cristo, las palabras de esta vida. No había manera de impedir que los apóstoles sigan enseñando y predicando el Evangelio. Qué gran ejemplo para nosotros hoy en día, cuando nos desanimamos tan pronto y por tan poco, y dejamos de enseñar y predicar el Evangelio. Mientras los apóstoles enseñaban a la multitud en el pórtico de Salomón, los enemigos se ocupaban de los últimos detalles de su estrategia. En quinto lugar tenemos la estrategia del enemigo. Hechos 5:21 en su segunda parte dice: Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.
La táctica del enemigo fue convocar al Sanedrín, el cuerpo gobernante de Israel en aquel tiempo, formado por setenta varones, presidido por el sumo sacerdote, con la idea de añadir peso y autoridad al reclamo en contra de los apóstoles. En un sentido muy real, era Israel como nación, una vez más, presentando férrea oposición a la naciente iglesia de Cristo. Pero las cosas no iban a salir como el Sanedrín esperaba. En sexto lugar tenemos entonces el chasco del enemigo. Hechos 5:22-25 dice: Pero cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso, diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro. Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello. Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo.
Cada vez que leo esta porción bíblica, no puedo evitar esbozar una sonrisa. Quien puede negar que Dios tiene un muy fino sentido del humor. Los alguaciles, o la guardia bajo las órdenes del Sanedrín, fueron aprisa a la cárcel publica a traer a los apóstoles. Al llegar a la cárcel pública todo lucía normal. Las puertas estaban cerradas con toda seguridad, los que custodiaban la cárcel pública estaban con sus uniformes impecables junto a las puertas. Todos estaban absolutamente convencidos que los apóstoles estaban dentro de la cárcel pública. Pero qué chasco. Los apóstoles no estaban dentro. Llenos de confusión, los alguaciles volvieron al Sanedrín y relataron lo sucedido. Al oírlo, el Sanedrín no podía creer lo que había pasado, y se preguntaban en qué vendría a parar todo lo sucedido. Mientras cavilaban, algún comedido hizo acto de presencia y arrojó luz en medio de las tinieblas. He aquí, dijo, los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo. El Sanedrín no se preocupó en hallar una explicación a lo sucedido, sino que simplemente ordenó que sean traídos los apóstoles. En séptimo lugar tenemos la comparecencia ante el enemigo. Hechos 5: 26 dice: Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.
Cumpliendo con las órdenes del Sanedrín, el jefe de la guardia del templo, contando con el apoyo de los alguaciles, o guardias del templo, echaron mano de los apóstoles. Esta vez los apóstoles fueron tratados amablemente, sin violencia, no porque los captores estimaran a los apóstoles, sino porque estaban cuidando su propio pellejo. Si trataban con violencia a los apóstoles, era posible que el pueblo se llene de ira y los apedree. Esto da la medida de cómo la iglesia de Cristo a esas alturas de su existencia, era apreciada por el pueblo. El sistema político religioso que dominaba Israel en ese tiempo estaba totalmente en contra de la iglesia de Cristo, pero no así el pueblo en general. En nuestro próximo estudio bíblico vamos a estudiar los detalles de la comparecencia de los apóstoles ante el concilio o el Sanedrín. Mientras tanto, debemos saber que la persecución a la iglesia de Cristo es normal y estuvo siempre presente, pero en medio de la persecución está la poderosa y permanente presencia de Dios para proteger y neutralizar las estrategias del enemigo. No hay razón para temer.

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