Las implicaciones de realidad espiritual

Cordiales saludos amable oyente. Es un placer compartir este tiempo con usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy en el libro de Colosenses. Este estudio bíblico es parte de la serie titulada: La supremacía de Cristo. En la Biblia, la palabra muerte significa básicamente separación. Por esto una persona, bíblicamente puede estar muerta a ciertas cosas pero viva a ciertas otras cosas. En nuestro último estudio bíblico vimos que el creyente está muerto al mundo pero vivo para Dios. ¿Qué quiere decir esto? Pues que por la muerte de Cristo, el creyente ha sido separado del mundo, pero no sólo eso, sino que también ha sido unido a Dios. Esta es una realidad espiritual que desgraciadamente no todos los creyentes la conocen y si la conocen, no la están viviendo en la práctica. Veamos las implicaciones de esta realidad.

Si tiene una Biblia, ábrala en el libro de Colosenses, capítulo 3 versículos 5 a 8. En este pasaje bíblico encontramos un mandato. Analizaremos el contenido del mandato, la causa del mandato y la contundencia del mandato. En cuanto al contenido del mandato, Colosenses 3:5 dice: Haced morir,  pues,  lo terrenal en vosotros:  fornicación,  impureza,  pasiones desordenadas,  malos deseos y avaricia,  que es idolatría;
El mandato tiene que ver con hacer morir lo que el autor de la carta ha calificado como lo terrenal. El hacer morir significa separación. El creyente por tanto debe separarse de lo terrenal. Quizá usted podría estar pensando: ¿Cómo un creyente puede hacer morir lo terrenal, si ya está muerto a lo terrenal, por cuanto Colosenses 3:3 dice: Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios? Lo que pasa amigo oyente, es que posicionalmente, los creyentes ya hemos muerto con Cristo a lo terrenal, es decir que lo terrenal no tiene poder sobre los creyentes. Pero, ¿Qué pasa en la práctica? En la práctica los creyentes tenemos que apoyarnos en el hecho que lo terrenal no tiene poder sobre nosotros y voluntariamente tenemos que separarnos de ello. Por esto el texto dice: Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros. El énfasis de este mandato es por tanto: Creyentes, ustedes han sido separados de lo terrenal por la muerte de Cristo, entonces en la práctica sepárense de lo terrenal. Pablo está hablando de un acto voluntario de separación de aquello que por la muerte de Cristo ya no tiene poder para mantenernos atados. Lo terrenal tiene que ver con actitudes y acciones que son propias del mundo. Cosas como fornicación. Esto se refiere a la inmoralidad sexual de cualquier índole. Impureza significa suciedad moral, tiene que ver con malos pensamientos, sin importar si llegan o no a la acción. Pasiones desordenadas, significa un estado mental que incita a la impureza sexual. Malos deseos, habla de una constante incitación a hacer lo que es malo. Avaricia significa un profundo deseo por tener más, ya sean cosas materiales o placeres sensuales. En este caso parece que se refiere a un perverso deseo de satisfacer los apetitos sexuales. Esta actitud es idolatría, dice el texto y en realidad es así, porque el insano afán de tener más hace que el avaro ponga a sus deseos en el lugar que a Dios le corresponde. Una persona avara deshonrará a Dios, tomará el nombre de Dios en vano, mentirá, robará y cometerá todo tipo de pecados con tal de satisfacer sus insanos deseos. Tenemos entonces que el contenido del mandato es: Haced morir toda esta carga de acciones y actitudes terrenales. En otras palabras, creyentes, sepárense de fornicación, sepárense de los malos pensamientos, sepárense de los deseos malvados, sepárense de la pasión por tener más, no importa si es de cosas materiales o placeres insanos. Veamos ahora la causa del mandato. ¿Por qué un creyente verdadero debe separarse de las prácticas terrenales? Colosenses 3:6 responde diciendo: cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,
La causa por la cual el creyente no debe andar en pecados como los que hemos descrito es primeramente porque ha muerto a estas cosas. Es absurdo que vuelva a hacer lo que es propio de los muertos. Es como si una persona viva decidiera de pronto ir a vivir en una tumba de un cementerio. No. El cementerio es para los muertos, no para los vivos. Igualmente, el pecado es propio de los muertos espirituales, no de los que estamos espiritualmente vivos. Dejemos de practicar los hábitos de los muertos espirituales. Otra causa del mandato es porque el pecado ofende a Dios y Dios responde con indignación al pecado. Una vez un pastor estaba predicando sobre este pasaje bíblico. Habló de cuan ofensivo es para Dios que los creyentes vivan en pecado. Al final de su mensaje uno de los asistentes se le acercó y le dijo: Pastor, usted no debería predicar sobre el pecado, nos trata como si fuéramos incrédulos, después de todo el pecado del creyente es diferente del pecado del incrédulo. El pastor le respondió: Sí. El pecado del creyente es diferente del pecado del incrédulo. La diferencia está en que el pecado del creyente es peor que el pecado del incrédulo. Esto justamente es lo que nos está diciendo este texto. Si por los pecados descritos, la ira de Dios viene sobre los incrédulos, ¿cuánto más ira vendrá sobre los creyentes, quienes a pesar de tener la capacidad para no pecar, pecan? Esto por supuesto no significa que Dios enviará al infierno a un creyente que peca, pero créame amable oyente que Dios sabe disciplinar con firmeza a sus hijos, y cuando él pone su mano sobre nosotros, va a ser algo muy doloroso. Es interesante también notar en este texto que el pecado es típico de los hijos de desobediencia. Pero el creyente no es un hijo de desobediencia sino un hijo de Dios, por tanto no debe vivir en los pecados descritos en el versículo anterior. Siempre que veo a un creyente viviendo en pecado, a mi mente entra una gran duda: ¿Será un hijo de Dios o será un hijo de desobediencia? Por supuesto que yo no puedo determinar con seguridad lo uno o lo otro, porque yo no soy Dios, pero la duda queda, porque vivir en el pecado es típico de los hijos de desobediencia. Una vez que hemos visto el contenido del mandato y la causa del mandato, veamos la contundencia del mandato. La vida de pecado era característica de nuestra antigua manera de ser. Pero ahora poseemos una nueva manera de ser. Debemos por tanto echar mano de esa nueva manera de ser. Colosenses 3:7-8 dice: en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.
Col 3:8  Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas:  ira,  enojo,  malicia,  blasfemia,  palabras deshonestas de vuestra boca.
En el pasado, todos nosotros vivíamos satisfaciendo los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa. Pero en algún momento de nuestras vidas fuimos perdonados por Dios cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador. A partir de ese momento se operó un cambio radical en nuestras vidas, adquirimos una nueva naturaleza capaz de decir no a la tentación a pecar. Por tanto, Pablo dice: Dejen lo que es propio de su vida vieja. Nuevamente hace una lista en este versículo. Las cosas que los creyentes debemos dejar a un lado son: Ira, enojo y malicia. Esto tiene que ver con nuestra relación con los demás. La palabra ira denota una actitud de indisposición hacia una persona. Es más bien algo interno, como un fuego que consume las entrañas. La palabra enojo, es la furia descontrolada contra lo que causó la ira. La malicia es la actitud hostil hacia otras personas. Si tenemos malicia en nuestro corazón contra una persona, nos pondremos tristes cuando a esa persona le va bien y nos pondremos contentos cuando a esa persona le va mal. Esto es malicia y también es pecado. Luego viene la blasfemia, que denota un vocabulario que hiere, que lastima a los demás. Una persona blasfema encontrará a cada momento ocasión para decir algo malo de otras personas. Palabras deshonestas, se refiere al vocabulario soez, al lenguaje obsceno. Cuanto daño ocasiona a la obra del Señor los que se llaman creyentes pero sin embargo usan vocabulario sucio en su comunicación. Todo esto es típico de la vida vieja y debe ser desechado por los creyentes. Hemos visto algunas características de un mandato. En resumen, el mandato tiene que ver con dejar lo que corresponde a la vida vieja e incorporar lo que corresponde a la nueva vida. Que Dios nos ayude a todos a cumplir con este mandato.

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