Digno de la vocación

Qué privilegio saludarle amable oyente. Doy gracias a Dios por su sintonía. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Efesios, en la serie titulada: Las Maravillas de la Gracia de Dios. Hemos concluido ya con el estudio de los tres primeros capítulos del libro de Efesios. El libro de Efesios tiene seis capítulos, lo cual significa que estamos a mitad de camino en nuestro estudio de este fascinante libro. En los tres primeros capítulos hemos considerado la cuantiosa riqueza espiritual que posee todo creyente. Las verdades espirituales expresadas en esta parte doctrinal se llaman verdades posicionales. La posición del creyente significa lo que el creyente es delante de Dios. Por ejemplo, Efesios 1:4 declara que el creyente es santo y sin mancha delante de Dios. Esta es una verdad posicional. Aunque el creyente haya pecado y por tanto esté manchado por el pecado, Dios lo mira como santo y sin mancha. ¿Por qué? Porque lo mira a través de un filtro que es Jesucristo. Cuando Dios nos mira, nos ve a través de Cristo y con sobrada razón, Dios nos ve santos y sin mancha, porque Su Hijo es santo y sin mancha. A partir del capítulo 4 vamos a ver la práctica del creyente. La vida cristiana es el constante esfuerzo por equiparar nuestra práctica con nuestra posición. Citamos anteriormente el ejemplo de Efesios 1:4 donde se declara que el creyente es santo y sin mancha delante de Dios. En la práctica el creyente tiene que buscar como meta, el vivir una vida lo más alejada posible de pecado. Difícil lograrlo, imposible en realidad mientras estemos en este cuerpo cuya naturaleza es caída, pero esa debe ser la meta de todo creyente. Resumiendo diríamos entonces que Efesios 1 a 3 describe la posición del creyente, mientras que Efesios 4 a 6 describe la práctica del creyente. Qué interesante es reconocer que para que exista una buena práctica en la vida cristiana debe haber como base una buena doctrina cristiana. Así también, una mala doctrina, invariablemente va a conducir a una mala práctica. Para que una persona viva como un verdadero cristiano tiene que conocer la doctrina cristiana. Así como la comida es el alimento para nuestro cuerpo, la palabra de Dios es el alimento para nuestro espíritu. D. L. Moody solía decir: Cuando usted ve una vaca que por ser tan flaca no produce leche, no le ordena a gritos que produzca leche. Lo que hace es alimentar a la vaca con buen pasto. La vaca entonces por sí sola va a producir leche. Así también es en lo espiritual. Cuando el creyente se alimenta de la doctrina de la palabra de Dios, su vida va a ir produciendo el fruto de un verdadero cristiano.

Qué bendición es abrir la palabra de Dios. La Biblia es fuente inagotable de sabiduría y guía para el diario vivir. Abramos pues nuestras Biblias en el capítulo 4 de Efesios. El versículo 1 dice: Yo pues,  preso en el Señor,  os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,
Lo primero que descubrimos en este versículo es el creador del ruego. El uso de la primera persona de singular permite a Pablo poner énfasis en el ruego que está haciendo. Luego de esto, el creador del ruego hace referencia a la razón o motivo para formular el ruego. El “pues” en el versículo leído nos lleva a pensar en todo lo que el apóstol Pablo ha expuesto en los tres primeros capítulos, esto es, en las verdades posicionales de nuestra relación con Dios a través de Cristo. Vemos entonces, que el ruego que está por hacer Pablo se sustenta en la doctrina que él mismo expuso en los capítulos 1 a 3 del libro de Efesios. Es como si Pablo estaría diciendo: Siendo que usted es inmensamente rico en Jesucristo, entonces comience a disfrutar y a hacer uso de su riqueza espiritual, viviendo como rico espiritualmente. Esto tiene mucho sentido porque ¿De qué nos sirve una fortuna, por más grande que sea, si no la podemos disfrutar? J. D. Rockefeller fue el primer billonario en el mundo. Dicen que por muchos años se alimentaba solamente con galletas y leche, no por ser tacaño, sino porque no podía comer otra cosa debido a los problemas gástricos que tenía como resultado de la excesiva preocupación por su cuantiosa fortuna. Difícilmente podía conciliar el sueño y mantenía una guardia armada cuidando su mansión. Un hombre rico pero viviendo miserablemente. Cuando Rockefeller comenzó a compartir su cuantiosa fortuna en diversas obras de filantropía, su salud mejoró notablemente y llegó a la vejez sin mayores complicaciones de salud. La fortuna, sin importar si es material o espiritual, sólo sirve cuando podemos disfrutarla. A continuación, Pablo, el creador del ruego se identifica a sí mismo como preso en el Señor. Los creyentes de Efeso y nosotros sabemos que cuando Pablo escribió el libro de Efesios, se encontraba preso en una cárcel en Roma a órdenes del imperio romano. Sin embargo, Pablo no dice: Yo, pues, preso del imperio romano. Pablo tenía la capacidad de mirar más allá de sus circunstancias. Si estaba preso, no era porque esa fue la voluntad del imperio romano, sino porque esa fue la voluntad del Señor para él, de modo que el Señor cumpla con su plan soberano. Puede ser que usted, a pesar de ser muy fiel al Señor, sin embargo se encuentre enfrentando alguna situación muy difícil. No sé. Tal vez una enfermedad grave, a lo mejor está sin trabajo, una crisis en su familia, un fracaso en los negocios, relaciones rotas, y tantas otras cosas más que suelen suceder a cualquier persona, inclusive a los creyentes. Si ese es su caso, aprenda de Pablo. Aprenda a mirar más allá de sus circunstancias para ver al Señor moviendo los hilos invisibles de las circunstancias para cumplir con su propósito soberano. Lo que Dios está haciendo con usted, es justamente lo que es necesario hacer para su bien. La Biblia dice que todas las cosas ayudan a bien a los que a Dios aman. Pablo estaba en cadenas en un fría y solitaria prisión, privado de las comodidades más elementales de la vida, pero eso no le hizo perder de vista que era preso del Señor en cumplimiento de los planes que el Señor tenía para él. En segundo lugar, en Efesios 4:1 descubrimos el contenido del ruego. Es sencillo enunciarlo, pero difícil practicarlo. Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados. Pablo, por ser apóstol de Jesucristo, tiene todo el derecho y la autoridad para exigir lo que está pidiendo, pero revestido de una santa humildad, en lugar de mandar, ruega a los creyentes a cumplir con lo que está pidiendo. Por el hecho que quien ruega es alguien que está preso en el Señor, su ruego pesa más que un mandato. En esencia, el ruego tiene que ver con que los creyentes andemos como es digno de la vocación con que fuimos llamados. Cuando Pablo habla de andar, no se refiere a la acción de caminar. Pablo está usando una metáfora. Andar se refiere al estilo de vida, a la conducta cristiana, a la forma de conducirse del creyente en este mundo. Los creyentes no debemos vivir como a nosotros nos parece, o como a nosotros nos conviene, sino que debemos vivir como es digno de la vocación con que hemos sido llamados. Esto significa que mi vida como creyente debe estar acorde con la vocación con que he sido llamado. La vocación se refiere al llamado soberano de Dios a la salvación. Los creyentes hemos sido llamados por Dios a algo maravilloso. Nuestra fortuna espiritual es cuantiosa. No es dable que siendo tan afortunados en un sentido espiritual vivamos en pobreza espiritual, ensuciándonos en el barro del pecado en este mundo. La idea de Pablo es que nuestro estilo de vida sea compatible con lo que somos en Cristo Jesús. Permítame ilustrarlo con una historia que alguna vez lo oí en algún lado. En cierta ocasión un hombre puso un huevo de águila entre los huevos que estaba incubando una gallina. En su momento, comenzaron a salir los pollitos del cascarón y también salió el aguilucho de su cascarón. Debe haber sido muy interesante ver a ese aguilucho junto a los pollitos. Todo lo que hacían los pollitos hacía también el aguilucho. Pero a medida que iban creciendo, el aguilucho notó que era diferente de los pollos, sus alas eran más grandes, sus piernas eran mucho más grandes y fuertes que las de los pollos. Cierto día, mientras caminaba picoteando por el pasto, alzó la vista y vio a una hermosa águila surcando raudamente por el firmamento y notó que era igual a él. Razonó y dijo: Yo no soy pollo, soy un águila, voy a dejar de vivir como pollo y voy a vivir como águila y extendiendo sus fuertes alas emprendió veloz carrera y muy pronto se encontró despegando del cielo y ascendiendo a las alturas. Había comenzado a vivir de acuerdo a lo que era. Algo parecido tenemos que hacer los creyentes, ya no debemos arrastrarnos como gusanos, cuando podemos volar como águilas. Es hora de comenzar a vivir como es digno de la vocación con que fuimos llamados, es hora de vivir de acuerdo a lo que somos en Cristo.

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