Necesidad de estar alerta ante la inminente venida del Señor Jesús

Qué bendición es saludarle amable oyente y darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Luego de la pausa musical, estará con nosotros David Logacho para guiarnos en el estudio de una hermosa parábola que ilustra la necesidad de estar alerta ante la inminente venida del Señor Jesús. Este estudio bíblico es parte de la serie titulada: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores, basada en el Evangelio según Mateo.

Gracias por la introducción, David. Es un gozo saber que usted me está escuchando amable oyente. En nuestro estudio del Evangelio según Mateo, hemos llegado al capítulo 25. La primera parte de este capítulo está dedicada a dos hermosas parábolas relacionadas con la inminente venida del Señor Jesús. La parábola de las diez vírgenes y la parábola de los talentos. En esta oportunidad nos vamos a referir a la primera de estas parábolas. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Mateo 25 del 1 al 13. Permítame leer este pasaje bíblico para beneficio de aquellos que no disponen de una Biblia en este momento. La Biblia dice: Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.
No olvide que el capítulo 25 de Mateo es parte de la sección escatológica del libro. Está relacionada con lo que sucederá durante los siete años que preceden a la segunda venida del Señor Jesús, periodo conocido como tribulación, el cual concluye con la venida del Señor Jesús con poder y gran gloria. La tribulación tiene que ver exclusivamente con la nación de Israel y con el mundo gentil, por cuanto la iglesia no estará en la tierra durante la tribulación. Hasta donde entendemos las Escrituras, la iglesia de Cristo será arrebatada justo antes que comienza la tribulación. Entre muchas cosas, esto significa que las dos parábolas al inicio del capítulo 25 de Mateo no se aplican directamente a la iglesia de Cristo, aunque se puede sacar aplicaciones indirectas para la iglesia de Cristo. Dicho esto, y ya introduciéndonos en la parábola de las diez vírgenes es necesario traer a la memoria la manera como se realizaban las bodas en los días del Nuevo Testamento. Todo comenzaba con el desposorio, el cual era un contrato, normalmente celebrado por los padres de los contrayentes, cuando los contrayentes eran niños o jóvenes. El contrato establecía el momento cuando se iba a efectivizar la boda. Llegado ese momento, el novio iba a la casa del padre de la novia a buscar a su novia. El padre de la novia entregaba la novia al novio. Allí se celebraba una atractiva ceremonia nupcial. Luego, el novio, acompañado de su novia, iba en procesión a la casa que él mismo había construido en la cual habitarían en lo futuro. Allí le esperaban sus amigos y sus familiares. Cuando llegaban a la casa se daba inicio al banquete o a la fiesta de bodas. Había buena comida, algo de bebida y gozo a raudales. La fiesta de bodas se podía prolongar por días, hasta por una semana. Ahora sí, podemos mirar la parábola más de cerca. Cuando el Señor Jesús dijo: Entonces el reino de los cielos será semejante a… Está insertando esta parábola en la época que precede a su segunda venida, es decir durante la tribulación. La parábola presenta a diez vírgenes, es decir lo que hoy llamaríamos diez damas de matrimonio. Estas jóvenes tomaron sus lámparas y salieron a recibir al esposo, para entrar con él a la fiesta de bodas. Cinco de estas jóvenes eran prudentes. Este adjetivo es la traducción de un adjetivo que literalmente significa juicioso, sagaz, proviene de un sustantivo que está relacionado con la idea de tener entendimiento y denota una sabiduría práctica en el manejo de los asuntos. Esto hizo que estas cinco jóvenes tomen sus lámparas y el aceite adicional en vasijas, de modo que sus lámparas puedan arder todo el tiempo. Cinco de esas jóvenes eran insensatas. Este adjetivo es la traducción de un adjetivo que tiene un significado muy fuerte, hasta ofensivo. Denota a alguien que es obtuso, lento, tonto y por tanto estúpido. Esto hizo que estas cinco jóvenes tomen sus lámparas, pero no tomen aceite adicional en vasijas, de modo que puedan utilizarlo cuando se acabe el aceite de sus lámparas. De esta manera, las diez jóvenes se dispusieron a esperar al esposo. Pasaron las horas, se hizo de noche y fue necesario encender sus lámparas. Todas las jóvenes tenían sus lámparas arrojando luz, porque todas tenían aceite en las lámparas. Pero como el esposo tardaba en venir, todas las jóvenes cabecearon y se durmieron. Mientras estaban dormidas, la luz de las lámparas de todas debe haberse atenuado mucho porque se estaba acabando el aceite que había en las lámparas. El momento menos pensado, a la media noche, dice la parábola, se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo, salid a recibirle! El esposo estaba por llegar a su casa acompañado de su esposa. Todas las jóvenes despertaron y lo primero que hicieron fue ocuparse de que sus lámparas arrojen luz suficiente. Las cinco jóvenes prudentes, simplemente sacaron aceite de sus vasijas, lo pusieron en sus lámparas, y sus lámparas recobraron el brillo. Pero las cinco jóvenes insensatas no tenían forma de hacer que sus lámparas brillen lo suficiente, porque se les estaba acabando el aceite. Así que, estas cinco jóvenes urdieron un plan. Pedirían prestado a las cinco jóvenes prudentes el aceite necesario para hacer arder sus lámparas. Las jóvenes prudentes negaron la petición con el legítimo justificativo de que si les daban aceite, ellas también podrían quedarse sin aceite y todo sería tinieblas. Mejor sería que las cinco jóvenes insensatas vayan a comprar todo el aceite que necesitan. Así lo hicieron. Hasta en eso se ve la insensatez de estas jóvenes. ¿Quién iba a vender aceite a la medianoche? Es de esperarse que mientras las jóvenes estaban buscando aceite para comprar, llegó el esposo, y las jóvenes que estaban preparadas con sus lámparas brillando, entraron con el esposo a la fiesta de bodas. Más tarde, tal vez ya a la mañana, llegaron las cinco jóvenes insensatas cansadas de tanto caminar y con sus lámparas brillando y con desesperación tocaron la puerta diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! La respuesta del esposo les debe haber dejado frías. De cierto os digo, que no os conozco. Tanto trabajo para nada. Ya era demasiado tarde. Las cinco jóvenes insensatas pagaron tributo a su falta de preparación a su falta de estar alerta. Luego el Señor Jesús aplica la parábola. La aplicación es muy sencilla: Velad, o estad atentos, estad alerta, porque nadie sabe el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. La vida de los creyentes durante la tribulación, aquellos que recibieron al Señor Jesús como su Salvador durante la tribulación, debe transcurrir en un permanente estado de alerta. Ocupados en la palabra de Dios, orando, haciendo buenas obras, obedeciendo lo que Dios dice en su palabra. Los genuinos creyentes lo harán, pero los falsos creyentes, los que solamente de labios para afuera profesan fe y lealtad al Señor Jesús, no estarán listos para cuando venga el Señor Jesús y en consecuencia, quedarán excluidos de ser parte del reino que el Señor Jesús vendrá a establecer en la tierra, una vez que venga por segunda vez. Esta es la aplicación directa de la parábola, pero la parábola puede tener también una aplicación indirecta, a la iglesia. En este caso, lo que podría ocurrir en cualquier instante sería el arrebatamiento de la iglesia, cuando el esposo, el Señor Jesús, venga a buscar a su esposa, la iglesia. Las cinco jóvenes prudentes, representarían a los genuinos creyentes, quienes tienen la presencia del Espíritu Santo, simbolizado por el aceite para sus lámparas. Las cinco jóvenes insensatas representarían a los falsos creyentes, quienes no tienen la presencia del Espíritu Santo, representado por la falta de aceite para sus lámparas. La venida del Señor Jesús a las nubes a arrebatar a su iglesia, parece tardar mucho, pero está por suceder. Acontecerá el momento menos pensado, representado en la parábola por la media noche, cuando las jóvenes estaban durmiendo, un momento nada convencional para algo tan importante. Cuando acontezca, solamente los verdaderos creyentes, los que tiene el Espíritu Santo, podrán ir con el Señor Jesús a su gloria. Los falsos creyentes, los que de labios para afuera profesan ser seguidores de Cristo, pero en el fondo no lo son y eso se demuestra porque no tienen el Espíritu Santo, quedarán excluidos de ir con el Señor Jesús a su gloria. La inminencia de la venida del Señor Jesús, debe ponernos a todos alerta, a velar, a estar atentos. Si usted ha oído el mensaje del evangelio, pero hasta ahora no ha recibido al Señor Jesús como su Salvador, pensando que mañana lo hará, o la próxima semana, o el próximo mes, o el próximo año, o cuando sea vieja o viejo, recuerde que el Señor Jesús puede venir en cualquier instante para llevar a su gloria a los que son suyos y si usted todavía no es de él por cuanto no le ha recibido como su Salvador, se quedará en la tierra para recibir todos los juicios durante la tribulación. ¿Por qué esperar más? No corra el riesgo de quedarse fuera. Hoy mismo reciba al Señor Jesús como su Salvador.

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