Existen momentos en los cuales es inevitable aguardar

Reciba nuestro saludo, amiga, amigo oyente. La Biblia Dice… les da la bienvenida a su programa de estudio bíblico en el Libro de Nehemías. Luego de la pausa musical, David Logacho estará junto a nosotros para guiarnos en el estudio de este pasaje bíblico en el libro de Nehemías.

En nuestro último estudio bíblico, dejamos a Nehemías en oración. Luego de alabar a Dios y confesar su pecado, Nehemías hizo un pedido específico a Dios. Nehemías 1:11 nos indica lo que pidió: “Concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón.” Lo que Nehemías estaba pidiendo era la excelencia. Nehemías no buscaba algo mediocre, sino que puso su mirada lo más alto que podía y eso fue lo que pidió a Dios. No rogó sólo por el éxito, sino por el buen éxito, esto nos habla del anhelo ardiente que tenia Nehemías por hacer lo mejor para Dios. Muchas veces nosotros nos conformamos con algo mediocre. Nos sentimos cómodos siendo uno más del montón, aprendamos de Nehemías a buscar siempre la excelencia, porque esto es lo que agrada a Dios. Además de buen éxito, Nehemías pidió hallar gracia delante de Artajerjes. Esto significa, encontrar una apertura en el rey, hallar una disposición favorable en el soberano del reino. Notamos nuevamente aquí, que Nehemías apuntó alto. No le pareció prudente recurrir a los mandos medios o bajos para solicitar lo que buscaba. Nehemías estaba convencido de que si Dios iba a ayudarle, debería ser por medio del rey Artajerjes, la autoridad máxima del reino. Esto es algo notable. Nehemías sabia que el corazón del rey está en la mano de Jehová. Proverbios 21:1 dice: «Como los repartimientos de las aguas. Así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina» Acorde con esta verdad, Nehemías recurrió a Jehová para que incline el corazón de Artajerjes hacia conceder el pedido que estaba por hacer. Qué reconfortante es pensar que nuestro Dios es soberano. Él es quien pone reyes y quita reyes. Él está sobre cualquier autoridad de este mundo por más poderosa que sea. ¿Qué pasó con esta oración? Pues de esto nos ocuparemos en el estudio bíblico de hoy.
En la vida cristiana existen momentos de aguardar, y existen momentos de actuar. Esto es lo que podemos ver en la vida de Nehemías. El aguardó pero también actuó. Entrando al capitulo 2 en el versículo 1 encontramos lo siguiente: «Sucedió en el mes de Nisan, en el año 20 del rey Artajerjes». Esta frase nos indica que Nehemías tuvo su momento de AGUARDAR. Recordemos que Nehemías empezó su oración en el mes de Quisleu del año 20 del rey Artajerjes. Dios no respondió la oración de Nehemías inmediatamente. Del mes de Quisleu al mes de Nisán existen 4 meses. Es decir que Nehemías tuvo que esperar en oración 4 meses antes de ver una respuesta del Señor. Todos sabemos que no es fácil aguardar. Mientras esperamos el alma desfallece y el espíritu tiende a desanimarse. Es en la cruel espera donde mejor se manifiesta el carácter cristiano. Por lo que vemos en Nehemías, él no se desesperó ni se desanimó, simplemente confió en que en algún momento el Señor iba a dar una respuesta. Pero después de los momentos de aguardar tienen que venir los momentos de ACTUAR. Amigo oyente, es hora de dejar de lado la errónea, idea que nuestro deber es solamente orar. El orar es importante, es como la cara de una moneda, pero la oración se complementa con la acción que es la otra cara de la misma moneda. Deberíamos estar hartos ya de creyentes que oran y oran y oran por la salvación de los perdidos, pero jamás se dignan entregar un tratado evangelístico, jamás testifican de su fe, jamás invitan a los incrédulos a una iglesia, etc. Orar y actuar van de la mano y eso es lo que justamente vemos en la vida de Nehemías. Cuando llegó el momento de actuar, Nehemías primeramente manifestó una emoción. Nehemías 2:1-2 dice «Sucedió en el mes de Nisan, el año 20 del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia, me dijo el rey: ¿Por qué está triste tu rostro? Pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón. Entonces temí en gran manera» Nehemías comunicó su pesar en el momento oportuno, no antes ni después. Dios estaba obrando en el corazón de Artajerjes para que él notara un cambio en la apariencia de Nehemías. Cuando Artajerjes llegó a la conclusión que Nehemías sufría de quebranto de corazón, Nehemías temió en gran manera, porque en la corte oriental de esa época, aquel que osaba estar triste delante del rey corría el riesgo de perder la vida. Nadie se atrevía por tanto a aguar la fiesta del rey con una cara larga. Además de manifestar una emoción, Nehemías, proveyó una explicación razonable. Nehemías 2:3 dice: «Y dije al rey: Para siempre viva el rey. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, esta desierta, y sus puertas consumidas por el fuego?» Nehemías explica al rey el motivo para su pesar. En este punto, Nehemías puso en juego lo máximo de su fe. Por supuesto que sabia que Dios le protegería, pero no era menos cierto que si Dios no estaba actuando en Artajerjes, la respuesta de Nehemías hubiera significado que le vuelen la cabeza. Después de proveer una explicación razonable, Nehemías escucha del rey la pregunta tan esperada. Esto fue lo que Nehemías había esperado por 4 meses. Nehemías 2:4 dice: «Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides?» Nehemías sabía ahora que Dios estaba en todo lo que estaba pasando y esto le lleva a la siguiente acción. Una oración oportuna. Nehemías 2:4 continúa diciendo: «entonces oré al Dios de los cielos» Esta fue una oración de agradecimiento. Quizá Nehemías dijo: Gracias Señor de los Cielos por contestar la oración que desde hace 4 meses he venido haciendo. Después de orar, la siguiente acción de Nehemías fue un pedido calculado. Nehemías 2:5 dice: «y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré» Con la seguridad de saber que Dios estaba prosperando todo lo que hacía, Nehemías formula su pedido sin ningún tapujo. El pedido tiene que ver con ir a Jerusalén para reedificarla. Artajerjes no era un tipo que decía si a todo y notamos que realiza una consulta atinada. Nehemías 2:6 dice: «Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Estas son preguntas importantes. Nehemías estaba listo para responderlas porque con muchísima anticipación ya se había encargado de planificarlas con meticuloso cuidado. Nehemías no dejó nada al azar. Todo fue objeto de cuidadosa planificación previa. Sin saber detalles de lo que iba a pasar, por fe, Nehemías planifico lo que él esperaba que pasara. Qué fe la de Nehemías. Dios honró la fe y la planificación de Nehemías cuando Artajerjes aceptó el pedido. Nehemías 2:6 dice: «Y agradó al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo» Como fruto de su planificación anticipada, Nehemías amplifica su pedido con detalles necesarios para llevar a cabo la empresa. Nehemías 2:7-8 dice: «Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré» Todas estas necesidades resultaron de la planificación que hizo Nehemías, y en el momento oportuno, cuando Nehemías tenía a Artajerjes en su bolsillo se las dio a conocer. Dios premió el esfuerzo de Nehemías al planificar cada detalle de la empresa, aun antes de saber si iba a poder ir, y Nehemías 2:8 cierra con broche de oro lo que estaba sucediendo. Dice así: «Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de Dios sobre mi» Artajerjes dio el permiso, las cartas para los gobernadores, la madera para el palacio y los muros, pero detrás de él estaba Dios y por eso Nehemías dice que la benéfica mano de Dios estaba sobre él. Qué hermoso final. La oración acompañada de la acción, trajeron un resultado fabuloso. Qué fe de Nehemías, cuando a la par de orar estaba planificando cada detalle de la obra que tenia en mente, aunque no sabia a ciencia cierta si la iba a llevar a cabo. Oración y acción van siempre de la mano. Orar sin actuar es hipocresía. Actuar sin orar es presunción. Que Dios nos ayude a imitar el ejemplo de Nehemías.

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