El Evangelio Exige Compasión Radical Parte 2

Las Escrituras dicen que estaban acosados ​​e indefensos, abatidos e indigentes como ovejas sin pastor. Ya sea que Él les estaba predicando o sanando, Jesús tuvo una profunda compasión por la gente a la que estaba ministrando, por quién estaba cerca. Bienvenidos a este su programa “La Biblia Dice Presenta” Soy Nelson Cabrera y estas son algunas de las cosas de las que hablaremos el día de hoy. Para eso, tenemos junto a nosotros a David Platt, él ha sido un gran instrumento de Dios para llevar el evangelio a miles de personas, retomando las raíces del evangelio y proponiendo cambios radicales en nuestras vidas.

¿No estás agradecido de que Cristo esté dispuesto a tocar lo sucio, lo enfermo y lo despreciado que hay en ti? Y esto es enorme. Necesitamos darnos cuenta de que esta profundidad de compasión en Cristo no surge de las cualidades o características que son inherentes a los demás. La realidad es que las personas que Jesús vio y sanó eran pecadores, no había absolutamente nada en ellos que hiciera que la compasión surgiera en Jesús. Él era el Dios infinitamente santo del universo, entonces, ¿cómo es que Él respondió de esta manera? Es decir, cuando vemos un niño durmiendo es tan inocente que es fácil sentir compasión por él en ese momento, pero cuando ese niño se levanta y hace un gran berrinche, esta compasión ya no es tan fuerte ¿verdad? Así es el ser humano, pero la belleza de Cristo es su compasión y esta no se basa en aspectos externos. Su compasión se basa en la realidad interna en Él. Una compasión que brota de su interior y la verdad es que la única forma en que tú y yo podemos tener este tipo de compasión es si Cristo está en nosotros.

Muchos de los tiempos de enseñanza de Jesús tuvieron lugar durante una comida hogareña, caminando por la calle o sentado junto a un pozo. Jesús quiere tener un tiempo de intimidad contigo, él desea una relación personal y vivencial junto a ti.

¿Es el tipo de relación que estás buscando con Jesús? En Filipenses 3 el apóstol Pablo, un experto maestro, y un conocido rabino, nos cuenta como su vida fue transformada por el encuentro personal con Jesús, en Filipenses 3:7-11 Pablo, escribió: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo”. ¿Podrías tu decir esto? “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe, a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos”.

¿Quieres conocer realmente a Jesús? Esperamos que así sea, piensa acerca de tu vida, piensa en las cosas que hiciste esta semana, en tus emociones más relevantes.

¿Qué parte de todo esto fue realmente conocer más íntimamente a Jesús?

Cuando vemos personas en sus pecados y vemos evidencias de lo mal que han hecho solemos frustrarnos, indignamos y disgustamos. Estas son las emociones que surgen en nosotros y eso es natural. Pero es sobrenatural cuando vemos que la compasión se eleva en nosotros y nos sentimos identificados con las necesidades de la gente, con su dolor y sufrimiento.

En el programa anterior vimos a Jesús viendo el tamaño de la multitud, sintiendo su sufrimiento y ahora veremos a Jesús viendo a una multitud que se perderá por los siglos de los siglos dándose cuenta de su separación eterna con el Señor.

En otros programas, mencioné que aquí la cosecha es abundante. La cosecha es una imagen bíblica al igual que el juicio. Isaías capítulo 17, versículo 10 y 11 dice: «pero la cosecha será arrebatada en el día de la angustia, y del dolor desesperado«. Joel 3:12-13 dice: «Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor. Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos«. La imagen en Joel es que hay una multitud de personas en la cosecha y su destino eterno está en juego y hay un Señor de la cosecha que los está mirando. Es la misma imagen en el capítulo 13 de Mateo: «Al final de la era, Jesús vendrá y separará el trigo de la cizaña. El trigo, aquellos que son justos van a la vida eterna. La cizaña, los que son injustos para la destrucción eterna, para un horno de fuego que nunca se apaga«. Cuando Jesús miró a las multitudes, vio que la realidad eterna estaba en juego. Vio a multitudes de personas en un valle de decisión. Lo mismo dice en Apocalipsis capítulo 14 y es exactamente lo que 2 Tesalonicenses 1: 7 dice, escucha esto, la Biblia dice: «cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder«.

Damas y caballeros, esto es lo que la Biblia enseña. La Palabra de Dios dice que llegará un día en que multitudes de personas serán castigadas con destrucción eterna. En Apocalipsis, el capítulo 20, versículo 15 dice: «Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego» Anteriormente, en ese capítulo, habla de cómo el humo de ese fuego, el humo de su tormento, se elevará para siempre. Estas son las realidades eternas que están en juego y Jesús sabía estas cosas.

En este punto sé que algunas personas dicen que esto no es real, dicen: “no creo en esos versículos”. Y esa es una opción, pero la realidad es que, si tomas esa opción, no puedes seguir a Cristo. No puedes ser un seguidor de Cristo y elegir recibir algunas de sus palabras e ignorar otras. Entonces estudia su palabra y descubre lo que la Biblia enseña.

La pregunta entonces es: ¿creemos en Jesús?, ¿creemos en estas palabras? Y si lo hacemos, si creemos en estas palabras, y hacemos exactamente lo que Jesús dijo. Entonces debemos caer sobre nuestras caras y rogarle a Dios que nos abra los ojos a la condición de los perdidos que nos rodean. Le pedimos y le suplicamos que nos libere de los puntos de vista temporales en las personas que nos rodean y nos brinde perspectivas eternas. Necesitamos ver esto. No podemos ignorar a las multitudes, señoras y señores. No podemos hacer oídos sordos al pecado y al sufrimiento de nuestro alrededor.

Cuando miramos lo que está pasando en las noticias, alzamos nuestras manos con piadosa preocupación y le agradecemos a Dios que no somos pecadores como esas personas del noticiero. Y eso es exactamente lo que Jesús estaba enseñando en el primer siglo. No podemos ser ese tipo de personas. Estamos tan ciegos a estas realidades eternas, tan atrapados y consumidos con cosas tan triviales. Nuestras emociones están tan relacionadas con cada domingo; sólo los domingos me acuerdo de pedir por lo demás, sólo los domingos me pongo mi máscara de buen cristiano mientras que el resto de la semana no me importa lo que le pase a los demás. Hay miles de personas que van a la condenación eterna, pero ¿a quién le importa eso?  Vivimos batallas artificiales cuando hay batallas sobrenaturales en juego. Así que, vivamos por esto, tengamos nuestras emociones envueltas en esto. Necesitamos que Dios nos libre de afectos naturales a afecciones sobrenaturales, una conciencia sobrenatural de la condición de los perdidos.

Si esto es cierto, entonces cambia todo. Dios nos da un agarre convincente, consumiendo conciencia de la condición de los perdidos. Aquí es donde entra la relación entre Jesús y nosotros; Jesús ve la multitud de esta manera y nos da esta comisión. Él dice que le pidas al Señor de la mies que envíe obreros a su campo de cosecha. Jesús primero nos invita a orar. Jesús dice, pide por la necesidad de los trabajadores, pídele a Dios que envíe obreros a su campo de cosecha.

Como pastor oro para que Dios envíe trabajadores, para que Dios envíe a los estudiantes que me escuchan a las escuelas y trabajen para la cosecha. Oro para que Dios envíe hombres y mujeres de negocios que me escuchan y trabajen para la cosecha, para que Dios envíe madres y padres a las comunidades de todos lados. Para que tú seas influencia en los diferentes ámbitos que Dios te ha confiado. Oro para que Dios nos envíe a las carreteras y caminos, y esparza a su pueblo por el bien de la cosecha. Pido para que Dios nos envié más allá, a ciudades en todo el mundo.

Este es el tipo de oración con la que Dios está satisfecho, pero Él está satisfecho con la oración y con la acción. Y Él ha ordenado soberanamente para traer una cosecha a través de las oraciones de su pueblo. Entonces oremos así. A Dios le gusta responder, Él se deleita respondiendo oraciones como esta. Pero recuerda Él nos llama a orar y luego nos convoca a ir.

Él dice: “está bien, ya que estás orando, vamos a salir”. Y entonces en Mateo capítulo 10, Jesús llama a sus discípulos y les envía con las siguientes instrucciones, Mateo 5: 7 dice: “A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado”.

La imagen de la palabra originalmente usada aquí, es como un comandante militar que llama a los soldados para dar órdenes. Y sabes que cuando el comandante militar da órdenes a los soldados, los soldados no expresen sus opiniones sobre esas órdenes. Los soldados obedecen órdenes. Eso es lo que está haciendo Jesús aquí. La misma palabra se usa en entornos legales en el primer siglo, para recibir una sentencia, y cuando recibes una sentencia no haces preguntas, simplemente haces lo que dice el juez. Ese es un recordatorio para nosotros; somos hijos de Dios y no estamos en posición de expresar opiniones, estamos en condición de obedecer órdenes. Y las instrucciones que Él da son bastante interesantes. Obviamente no tenemos tiempo para sumergirnos en cada verso aquí, pero leamos unos cuantos versos. Mateo 10:9-25 dice:

No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento. Mas en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis. Y al entrar en la casa, saludadla. Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad. He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?”.

Quiero que veamos resumidas las órdenes de Jesús a su pueblo. Esta fue una comisión que se le dio a ciertos discípulos en este momento particular, sin embargo, ahí también hay verdades, principios y órdenes que se nos dan a todos aquellos que decidimos seguirlo a Él.

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