Introducción al libro de Proverbios

Qué gozo es estar nuevamente junto a Usted en esta ocasión especial. A partir de hoy vamos a iniciar el estudio del libro de Proverbios. Un buen título para este maravilloso libro podría ser: Sabiduría celestial para la vida terrenal.

Sin lugar a dudas vivimos en un mundo saturado de conocimiento, pero ese conocimiento no siempre ha sido utilizado con buenos propósitos. El ingrediente faltante ha sido la sabiduría. Conocimiento sin sabiduría puede ser en extremo peligroso.

La sabiduría tiene que ver con la aplicación del conocimiento para fines loables. Bien ha dicho alguien, que la humanidad en general, ha llegado a ser un gigante en el conocimiento, pero, en la misma medida, ha llegado a ser un enano en la sabiduría. Nos hace tanta falta la sabiduría. El libro de Proverbios es fuente inagotable de sabiduría, pero no una sabiduría humana, sino una sabiduría celestial. Dejemos que esta sabiduría celestial llene nuestra vida y corazón.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en el libro de Proverbios. Esta palabra «proverbio» significa un dicho sentencioso saturado de sabiduría, y expresado de tal manera, que se lo puede recordar con facilidad.

La mayoría de los proverbios están formados de dos cláusulas, que pueden ser en unos caso, similares, en otros casos, complementarias y en otros casos para establecer un contraste.

Cuando las cláusulas son similares, se los conoce como un paralelismo sinónimo: El escritor propone una cláusula y acto seguido propone la misma cláusula en forma similar.

Un caso así lo tenemos en Proverbios 16:18. La primera cláusula dice así: «Antes del quebrantamiento es la soberbia» Inmediatamente después, aparece la segunda cláusula, con la misma idea, aunque en palabras diferentes. Dice así: «Y antes de la caída la altivez de espíritu» Las dos cláusulas son sinónimas.

Otro ejemplo, Proverbios 8:5 donde dice: «Entended, oh simples, discreción; y vosotros necios, entrad en cordura.» Por eso decimos que se trata de un paralelismo sinónimo.

Por otro lado, cuando las cláusulas no son sinónimas sino complementarias, se los conoce como un paralelismo sintético. El escritor propone una cláusula y acto seguido propone otra cláusula para explicar o ampliar la primera. La segunda cláusula es un complemento de la primera.

Un caso así lo tenemos en Proverbios 14:26. La primera cláusula dice lo siguiente: «En el temor de Jehová está la fuerte confianza» Ahora note como el escritor complementa este pensamiento con una segunda cláusula. Dice así: «Y esperanza tendrán sus hijos» Las dos cláusulas se complementan.

Otro ejemplo puede ser Proverbios 9:9 donde dice: «Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber.» Se trata de un paralelismo sintético. Muy bien, cuando las cláusulas son opuestas, para establecer un contraste, se los conoce como un paralelismo antitético. En este caso, el escritor propone una cláusula, pero acto seguido, la contrasta con una segunda cláusula.

Un caso así lo tenemos en Proverbios 17:22. La primera cláusula dice: «El corazón alegre constituye buen remedio» Ahora note como el escritor contrasta esta cláusula con una segunda, para apreciar la diferencia. Dice así: «Mas el espíritu triste seca los huesos» Las dos cláusulas están en contraste. Otro ejemplo sería Proverbios 10:1 donde dice: «El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre.» Se trata de un paralelismo antitético. Ahora que sabemos qué significa la palabra «proverbio» y cómo es la estructura de los proverbios, hagamos referencia al autor de los proverbios. A este respecto, el Antiguo Testamento nos habla de un hombre, quien al menos en su juventud, fue famoso por su sabiduría.

Obviamente, se trata de Salomón el hijo que el rey David tuvo con Betsabé. Hablando sobre él, note lo que nos dice 1 Reyes 4:29-34. «Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar. Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios. Aun fue más sabio que todos los hombres, más que Etán ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol; y fue conocido entre todas las naciones de alrededor. Y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco. También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces. Y para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos, y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría.»

Aquí tiene a este hombre. Reinó en Israel entre los años 971 a 931 AC. Un hombre sobre manera sabio. Lamentablemente en su vejez se desvió del camino de la sabiduría, pero mientras dejó que la sabiduría controle su vida, entre muchas cosas compuso tres mil proverbios. No todos los proverbios que compuso están en la Biblia, pero tal vez la mayoría sí.

De hecho, la sección didáctica del libro de Proverbios, entre los capítulos 1 y 9 fue escrita por él. La sección entre capítulo 10:1 a 22:16 parece que fue solamente compilada por él. Tal vez esta sea la razón para que las primeras palabras de esta sección, digan lo siguiente: «Los proverbios de Salomón»

Luego tenemos la sección entre el capítulo 22:17 a 24:34 que es una colección de dichos sabios, compuestos antes del reinado de Salomón.

La sección entre los capítulos 25 a 29 fue compuesta originalmente por Salomón, pero incorporada más tarde por los varones de Ezequías, rey de Judá. Proverbios 25:1 dice: «También estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá»

El capítulo 30 son los proverbios de Agur y el capítulo 31 son los proverbios de Lemuel, quien tal vez era el mismo Salomón. El libro de Proverbios no llegó a su forma final sino hasta los días de Ezequías o tal vez después. Ezequías reinó entre los años 715 a 686 AC.

Cabe anotar que Salomón también es el autor del Salmo 72 y el Salmo 127, además del libro de Eclesiastés y Cantar de los Cantares. En cuanto a su contenido, algo se ha mencionado ya en la introducción de este estudio bíblico, hilando más fino, diríamos que Proverbios es un libro que comunica sabiduría celestial para la vida terrenal.

En el libro de Proverbios uno encuentra consejo divino para actividades que van desde cómo disciplinar a un niño hasta cómo gobernar una nación. En el libro de Proverbios existe enseñanza para prácticamente todo con lo que uno puede encontrarse en la vida.

Habla del problema del alcoholismo, de las compras a plazos, de la delincuencia juvenil, de las relaciones laborales, de la castidad, de la pereza, de los esposos, de los hijos, de los padres, etc., etc.

No tenemos nada en contra del conocimiento, pero el conocimiento por sí solo no garantiza bienestar ni para las personas ni para los países. Por ejemplo, el conocimiento ha permitido al hombre descubrir los secretos del átomo y liberar la tremenda energía en la fisión del núcleo de un átomo. Este conocimiento ha hecho posible mucho progreso en la humanidad. Se ha podido, por ejemplo, generar energía eléctrica, para impulsar el desarrollo de extensas regiones de este mundo. Pero también, cuando este conocimiento no se ha manejado con sabiduría, ha producido, por decir algo, bombas atómicas que han cegado la vida de miles de personas y han puesto en permanente peligro a toda la humanidad. Un claro ejemplo de conocimiento sin sabiduría.

Otro ejemplo, tenemos en el conocimiento que el hombre ha adquirido para desentrañar el genoma humano. Este conocimiento puede ser utilizado de una manera maravillosa para entender los procesos que dan como resultado algunas enfermedades para las cuales no existe todavía un tratamiento médico eficaz. Este es un buen uso de este conocimiento.

Pero a la vez, este conocimiento se está utilizando para clonar no sólo plantas y animales, sino también seres humanos. El conocimiento ha llevado al hombre a creerse Dios, con la capacidad para «crear» entre comillas, seres humanos. Los intentos de clonar seres humanos, hasta ahora han sido fallidos, pero no hay duda que los esfuerzos seguirán hasta quien sabe cuándo.

Es como en el pasado cuando los seres humanos se unieron en un solo esfuerzo por construir una torre que llegue hasta el cielo. A medida que avanza el tiempo se va notando más y más la falta de sabiduría.

Considere este caso real. Según un informe de la Universidad del Estado de Ohio, la mayoría de los estudiantes no supieron responder correctamente a la razón por la cual no deberían robar. Más del 90% de los encuestados declararon que robar es malo, pero no sabían precisar las razones para ello. Las razones que dieron eran por ejemplo: Porque es posible que sea sorprendido y castigado.

Otras razones fueron: Porque la persona a quien se roba se puede vengar, o porque lo que se roba puede ser que no sirva para nada. Casi nadie tenía claro que robar es malo porque daña a otras personas y atenta contra la propiedad privada. Peor aún, nadie tenía claro que robar es malo porque atenta contra la voluntad de Dios. Cuando se vive con conocimiento pero sin sabiduría, se pueden llegar a un estado de ausencia total de ética moral.

Si Usted desea tener sabiduría, no la sabiduría humana, sino la sabiduría divina, le invito a acompañarnos en el estudio del libro de Proverbios.

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