La mujer virtuosa es industriosa

Qué grato es estar junto a Usted nuevamente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy en el libro de Proverbios. Este es el último estudio dentro de esta serie que lleva por título: Proverbios, sabiduría celestial para la vida terrenal. Luego de la pausa musical estará con nosotros David Logacho para guiarnos en la última parte del capítulo 31.

Ha pasado un buen tiempo desde que comenzamos a estudiar el libro de Proverbios. En este libro de la Biblia hemos encontrado mucha sabiduría celestial, indispensable para nuestra vida terrenal. Hoy llegamos a la última parte de esta serie. Estamos estudiando ese magistral poema sobre la mujer virtuosa. Hemos considerado ya las primeras nueve estrofas. Nuestro estudio de hoy comienza desde la décima estrofa. Proverbios 31:19 dice: «Aplica su mano al huso, y sus manos a la rueca.» Cuando este proverbio habla del huso y de la rueca, se está refiriendo a torcer lana para fabricar hilo para hacer tejidos. La mujer virtuosa es industriosa. No se queda con los brazos cruzados porque no tiene hilo o tejido para confeccionar vestidos. Ella misma toma la lana, fabrica su propio hilo y produce sus propios tejidos. Parece que no hubiera nada que la detenga en su plan de proveer para su familia. Luego tenemos la undécima estrofa. Proverbios 31:20 dice: «Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso» Otra cualidad que adorna a la mujer virtuosa es su generosidad hacia los necesitados. Hace alcanzar los ingresos que percibe por su trabajo en su casa, no sólo para satisfacer las necesidades de su familia sino también para satisfacer las necesidades del pobre y del menesteroso. En esto también descansa la prosperidad de esta mujer. La ayuda generosa a los pobres resulta siempre en bendición para el dador. Proverbios 19:17 dice con justa razón: «A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.» Una mujer generosa es una mujer próspera. Ahora tenemos la estrofa duodécima. Proverbios 31:21 dice: «No tiene temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles.» La mujer virtuosa es generosa para con los extraños, pero eso no pone en peligro el bienestar de su propia familia. Tal es el cuidado por los suyos que cuando llega el invierno, tiene lista la ropa adecuada para protegerse contra las bajas temperaturas. Se nota la previsión de la mujer virtuosa. Se anticipa a los eventos. Nada le toma por sorpresa. Está lista para cualquier contingencia. La decimotercera estrofa aparece en Proverbios 31:22 donde dice: «Ella se hace tapices; de lino fino y púrpura es su vestido» ¡Qué notable! La mujer virtuosa se ocupa de los pobres, de su familia y de ella misma. La mujer virtuosa no vive en el desorden y el caos. Dice el proverbio que ella misma se hace tapices para adornar su casa. La mujer virtuosa tampoco anda desaseada, desarreglada y en harapos. Todo lo contrario. Se da el tiempo para lucir hermosa para su esposo. Dice el proverbio que se viste de púrpura y lino fino. Amiga oyente, aunque sus posibilidades económicas no sean como las de esta mujer virtuosa, esto no le justifica que viva en una pocilga rodeada de suciedad y desorden. Esto no le justifica para que descuide su apariencia personal. No hace falta ser rico para vivir aseado, ordenado y bien presentado. No descuide su apariencia personal amiga oyente. En Proverbios 31:23, tenemos la estrofa decimocuarta. Dice así: «Su marido es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra» De aquí debe haber salido ese dicho popular que afirma que detrás de todo gran hombre siempre existe una gran mujer. El afortunado esposo de la mujer virtuosa es un hombre reconocido en su comunidad. La sabiduría, la autoridad y el respeto, le han permitido ser uno de los venerables ancianos que se sienta junto a las puertas de la ciudad para juzgar al pueblo. Cuando la gente del pueblo miraba la conducta de la mujer virtuosa, inevitablemente llegaba a la conclusión que su esposo debe ser un gran hombre y confiaban en él en todo asunto. Su conducta amiga oyente, hace levantar o hace caer la imagen de su esposo. La decimoquinta estrofa aparece en Proverbios 31:24 donde dice: «Hace telas, y vende, y da cintas al mercader.» La mujer virtuosa es tan industriosa que fabrica telas no sólo para satisfacer las necesidades de su propia familia sino también para vender. Lo mismo con las cintas. Lo que no usa para su familia lo entrega en venta a un mercader. A continuación viene la estrofa decimosexta. Proverbios 31:25 dice: «Fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo por venir.» La mujer virtuosa es una mujer segura. Dice el proverbio que se reviste de fuerza y dignidad, y no le preocupa el día de mañana. ¡Qué grandioso! La mujer virtuosa había llegado a ese plano tan codiciado por todos nosotros. Una vida de seguridad. La mujer virtuosa era una fiel practicante de esas palabras pronunciadas siglos más tarde por Jesús. Mateo 6:33-34 dice: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.» Que por la gracia de Dios, tanto usted como yo podamos aprender a vivir un día a la vez y dejar el futuro en las seguras manos de Dios. La decimoséptima estrofa se encuentra en Proverbios 31:26 donde dice: «Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua.» La mujer virtuosa no sólo hace cosas buenas, sino también dice cosas buenas. Cuando abre su boca, salen palabras cargadas de sabiduría. Sus hijos, e inclusive su esposo, son edificados por la palabra de la mujer virtuosa. Los conflictos o problemas son inevitables en toda familia. Más aún los conflictos o problemas son necesarios para el fortalecimiento de las relaciones en las familias. La familia de la mujer virtuosa no es una excepción. Cuando surgían los conflictos o problemas en la familia de la mujer virtuosa, allí estaba ella para pronunciar esa palabra reconciliadora, esa ley de clemencia, esa palabra de amor que confronta el mal pero ama al que lo cometió. Si usted desea ser una mujer virtuosa, amiga oyente, debe cuidar su andar y su hablar. Piense antes de hablar. Cuando surja un conflicto con su esposo o sus hijos, no eche más leña al fuego diciendo cosas hirientes o a gritos. No olvide la enseñanza de Proverbios 15:1 «La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor» Muy bien, llegamos así a la decimoctava estrofa. Proverbios 31:27 dice: «Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde» Cuando este proverbio habla de que la mujer virtuosa considera los caminos de su casa, se está refiriendo a la práctica o el hábito de la mujer virtuosa de vigilar todos los asuntos relativos a su familia. Ella sabe lo que tiene y lo que falta. Sabe distinguir el estado emocional de su esposo y con tino busca la manera de ayudarlo. Ella conoce a cada uno de sus hijos. Sabe reconocer las diferencias entre ellos. Sabe como tratar a cada uno. Parece que nada escapa de la escrutadora mirada de la mujer virtuosa. Esta forma de conducirse de la mujer virtuosa demanda tiempo y esfuerzo, pero tiene réditos en este mundo y en la eternidad. El éxito de la mujer virtuosa es resultado de arduo trabajo. Nada de lo que logra la mujer virtuosa ha sido gratis. No come el pan de balde, dice el proverbio. La decimonovena estrofa debe ser considerada juntamente con la vigésima. Proverbios 31:28-29 dice: «Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su esposo también la alaba: Muchas mujeres hicieron el bien; mas tú sobrepasas a todas.» Es de esperar algo así en la vida de la mujer virtuosa. Sus cualidades son tantas y de tanta calidad, que merece ser alabada por su familia. Los hijos forman un coro y reconocen que su madre, la mujer virtuosa, es bienaventurada. En otras traducciones de la Biblia, aparece la palabra: Bendita, en lugar de bienaventurada. En cualquier caso se trata de un profundo aprecio a su madre. Cuando el marido oye que sus hijos están alabando a su madre en coro, él también se une al coro y entre todos entonan lo que a mí me parece es un hermoso estribillo: Muchas mujeres hicieron el bien, mas tú sobrepasas a todas. Para los hijos no había mejor madre que ella, para el esposo no había mejor esposa que ella. Seguramente habrá notado el mutuo aprecio entre esposo y esposa. Para él no había nadie como ella. Para ella no había nadie como él. Había respeto y admiración mutua. Sólo así funciona bien un matrimonio. ¿Admira así a su esposo, mi amiga? ¿Admira así a su esposa, mi amigo? Tenemos ahora la estrofa vigésimo primera. Proverbios 31:30 dice: «Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada» La gracia y la hermosura física son engañosas y vanas en el sentido que pueden ser una máscara para esconder una personalidad problemática. Además son pasajeras. El tiempo afecta negativamente la lozanía y la hermosura física de la mujer. Pero algo que no sufre efectos negativos con el paso del tiempo es el carácter formado a la luz de la palabra de Dios. Esto es lo que toda mujer debe buscar para su vida. Entonces tendrá suficiente motivo para ser alabada. Finalmente llegamos a la última estrofa de este poema y también al último versículo del libro de Proverbios. Proverbios 31:31 dice: «Dadle del fruto de sus manos, y alábenla en las puertas de sus hechos.» El autor de este poema hace una invitación a sus lectores a reconocer los logros de la mujer virtuosa. Esto será motivo suficiente para que los lectores alaben también a la mujer virtuosa por sus obras. Eso es lo que justamente estamos haciendo. ¿Quiere ser alaba amiga oyente? ¿Quiere que su memoria perdure en este mundo, aún después que salga de este mundo? Entonces esfuércese por imitar el ejemplo de la mujer virtuosa. Al terminar el estudio de Proverbios, mi oración al Señor es que la sabiduría que destila cada frase de este maravilloso libro, tenga alguna aplicación en su diario vivir. Amén.

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