El noviazgo que agrada a Dios

Gracias por su sintonía. Es un gozo darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando las características de la vida auténticamente cristiana y en esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca del noviazgo que agrada a Dios.

El noviazgo o enamoramiento es una etapa hermosa de la vida, pero no está libre de contratiempos, especialmente cuando no ha habido la adecuada preparación previa, aplicando los principios que proporciona la palabra de Dios acerca de este asunto. La vida cristiana auténtica se caracteriza por un noviazgo que agrada a Dios. Veamos pues cuales son los principios más importantes para un noviazgo que agrada a Dios. El primero y más importante, debe haber compatibilidad espiritual. Eso es lo que se desprende de textos como 2 Corintios 6:14 donde dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” La voluntad de Dios es que Usted, siendo creyente no se una en relación de noviazgo con una persona incrédula. Pretender unir un creyente con un incrédulo es como pretender unir la justicia con la injusticia, o como pretender unir la luz con las tinieblas. Muchos jóvenes y señoritas creyentes quebrantan este mandamiento vanamente esperanzados que su pareja incrédula se convertirá al Señor en algún momento durante el noviazgo o aún durante el matrimonio, pero la triste realidad es que son contados los casos en los cuales un inconverso o una incorversa se torna creyente dentro del noviazgo y peor dentro del matrimonio. Por regla general, la parte creyente cede en sus convicciones y vive como si fuera incrédula. Es como si Usted, la parte creyente estuviera de rodillas sobre una mesa y su pareja, la parte incrédula, estuviera de rodillas en el piso, y los dos estuvieran tomados de la mano. ¿Qué es más probable? ¿Que Usted levante a la persona que está en el suelo y lo ponga sobre la mesa? ¿O que la persona que está en el suelo le haga caer de la mesa? La respuesta es obvia. Por más fuerte que Usted sea, terminará en el suelo porque tiene a la fuerza de la gravedad en su contra. Igual sucede con el creyente que trata de ganar para Cristo a su novia incrédula. El creyente terminará en el nivel del incrédulo. ¿Para qué correr este riesgo? Es mejor obedecer la palabra de Dios y no unirse en yugo desigual con el incrédulo. El segundo principio es que todo noviazgo debe contar con la autorización de Dios, de los respectivos padres y de los líderes de la iglesia local. No es correcto mantener una relación de noviazgo en contra de la voluntad de quien se interponga en el camino. La relación noviazgo debe contar con la bendición de Dios. Es necesario discernir la voluntad de Dios en cuanto al noviazgo. Esto se logra invirtiendo tiempo en la palabra de Dios y en la oración. Salmo 37:4 dice: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” En la medida que hallemos nuestro deleite en la comunión con Jehová, por medio de su palabra y la oración, pensaremos como Dios piensa, querremos lo que Dios quiere, y Dios mismo se encargará de atender los deseos de nuestro corazón. Los jóvenes jamás deberían comenzar una relación de noviazgo no sin antes haber invertido suficiente tiempo en la meditación de la palabra de Dios y en la oración. Pero además de la autorización de Dios, es importante la autorización de los padres tanto de él como de ella. Noviazgos en contra de la voluntad de los respectivos padres no cuentan con la bendición de Dios. Efesios 6:1 dice: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.” La responsabilidad de los hijos, no importa si son niños, o jóvenes, o adultos, es obedecer a sus padres. En el asunto del noviazgo, los respectivos padres deben tener participación activa. Si existe oposición de los padres es mejor evitar esa relación de noviazgo. La desobediencia a los padres jamás será vista con buenos ojos por Dios. Además de contar con la bendición de Dios y con la bendición de los padres, es necesario contar con la bendición de los pastores o ancianos de la iglesia local. 1 Pedro 5:5 dice: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” El joven orgulloso o la señorita orgullosa, se reviste de soberbia y dice: Esta es mi vida, yo decido hacer con mi vida lo que yo quiera. Pero el joven humilde o la señorita humilde dice: Mi vida es del Señor, debo someterme a él y a los que él ha establecido como pastores o ancianos en la iglesia local. Por eso dice el texto: Jóvenes, estad sujetos a los ancianos. Antes de comenzar una relación de noviazgo es necesario pedir consejo de los ancianos o pastores de la iglesia local. Si a ellos les parece bien, y también a los respectivos padres les parece bien, entonces es muy probable que Dios tampoco tenga problema con esa relación de noviazgo. Pero si los pastores se oponen, o los padres se oponen, es muy probable que Dios también esté oponiéndose. En muchos casos, una negativa de Dios puede hacerse evidente por medio de una negativa de los respectivos padres o de los ancianos o pastores. El tercer principio para un noviazgo que agrada a Dios, es que el noviazgo debe ser visto como una antesala del matrimonio. Muchos jóvenes principalmente y no pocas señoritas, ven al noviazgo como un atractivo pasatiempo. Por eso es que cambian de novia o de novio con tanta facilidad como cuando se cambia de ropa. Pero el noviazgo debe ser el tiempo para conocerse mutuamente, el tiempo para edificar fuertes lazos especialmente en el campo espiritual y en el campo emocional. Por tanto, durante el noviazgo debería haber tiempos específicos para estudiar juntos la palabra de Dios, tiempos específicos para meditar juntos en la palabra de Dios, tiempos específicos para orar juntos, tiempos específicos para servir juntos a Dios, de diversas maneras. Debe haber tiempos específicos para hablar mutuamente, tiempos específicos para hacer planes para el futuro, tiempos específicos para conocer a las respectivas familias, tiempos específicos para disfrutar de distracciones sanas. Todo esto debe tener su parte en un noviazgo que agrada a Dios. Si Usted joven, o señorita creyente, no piensa sinceramente que se va a casar con la persona con quien está de novio o de novia, es mejor que termine ahora mismo esa relación. No es prudente jugar con las emociones de otras personas. No sea que se halle despertando ilusiones que Usted sabe que no podrá hacerlas realidad de ninguna manera. Una vez, un joven de la iglesia donde yo soy uno de los ancianos, vino a mí para pedirme consejo acerca de una chica de la misma iglesia, con quien estaba pensando comenzar una relación de noviazgo. Después de hablar por un buen rato, se me ocurrió decirle: ¿Así que te vas a casar con tal persona? Me miró como si hubiera dicho una blasfemia. ¿Yo…? Ni loco. Solo quiero tener un buen tiempo con ella. Eso me sirvió para mostrar a este joven que el noviazgo no sirve sólo para tener un buen tiempo con una persona del sexo opuesto, sino que debe ser visto como la antesala del matrimonio. El cuarto principio para un noviazgo que agrada a Dios es que el noviazgo no es sinónimo de licencia para el contacto físico. En el noviazgo se debe edificar el área espiritual y el área emocional, dejando el área física para el matrimonio. ¿Qué quiero decir con eso? Pues simple y llanamente que las caricias no deberían ser parte del noviazgo. Las caricias no son la expresión del amor que debe existir entre los novios. El verdadero amor entre los novios se debe manifestar más bien en un refrenar la tendencia natural a acariciar. Las caricias tienen el propósito de despertar excitación sexual en los esposos, como preparación para el acto sexual. El mundo ha llevado a pensar a un joven que si una joven le ama, debe permitir que le acaricie todo lo que él quiera. De aquí nace la frase tan trillada y abusada que usan muchos jóvenes con sus novias: Si me amas, dame una prueba de tu amor. Querida joven amiga oyente, si su novio viene con estas ideas, la mejor respuesta que Usted puede dar es: Sí, te amo, y la mejor prueba que puedo darte de mi amor es impedirte que toques cualquier parte de mi cuerpo. Si su novio vale la pena, acatará esta forma de pensar, pero si insiste, lo único que estará manifestando es que todo lo que quiere hacer, es aprovechar de Usted. No se lo permita. Las caricias en el noviazgo ocasionan una cantidad de funestas consecuencias, como una conciencia manchada, como el sentirse utilizada, como el temor y sobre todo, está el peligro de desembocar en una relación sexual prematrimonial. La idea de llegar virgen al matrimonio, tanto en el hombre como en la mujer no es muy popular hoy en día, sin embargo, esa es la voluntad del Señor para los solteros. 1 Corintios 6:18 dice: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.” Fornicar significa cualquier uso del sexo fuera de lo que Dios ha establecido para él. Dios dio el sexo al hombre y a la mujer como un regalo para ser utilizado única y exclusivamente dentro de los sagrados vínculos del matrimonio. Cuando la Biblia dice: Huid de la fornicación, está diciendo: Huid de todo uso del sexo fuera del matrimonio, dentro de esto, ciertamente, huid de toda relación sexual prematrimonial. El mejor consejo para prevenir una relación sexual prematrimonial es abandonar las caricias en el noviazgo. Estos son los principios más importantes de un noviazgo que agrada a Dios. Bien harían los jóvenes auténticamente cristianos con incorporar estos principios a su diario vivir.

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