Abramos pues nuestras Biblias en el Libro de los Hechos, capítulo 2 versículo 38 donde leemos lo siguiente:
«Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.»
Antes de entrar a la explicación de este texto, es necesario señalar que el libro de los Hechos es un libro histórico y transicional. En el libro de los Hechos podemos ver al Espíritu Santo en acción formando la iglesia o el cuerpo de Cristo, proveyéndola de poder y permitiendo que se extienda en su alcance. El libro de los Hechos es un excelente relato histórico de como el Espíritu Santo soberano de Dios utilizó los menos indicados instrumentos para vences los más formidables obstáculos y como se usaron los métodos menos convencionales para alcanzar los más asombrosos resultados. A raíz de la venida del Espíritu Santo sobre los que estaban esperando en el aposento alto y cuyo relato tenemos en Hechos 2:1-13, Pedro toma la palabra y entrega un mensaje contundente a los judíos que estaban en Jerusalén y quienes fueron testigos de todo lo que aconteció en ese maravilloso día. Concluyendo su mensaje poderoso, Pedro dijo lo siguiente:
«Sepa pues ciertísimamente toda la casa de Israel que este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.»
En otras palabras, Pedro está anunciando que Jesús es Dios y el Mesías que los judíos estaban esperando desde siempre. El mensaje de Pedro fue tan lleno de poder que los judíos presentes, según el versículo 37 del capítulo 2 se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: “Varones hermanos. ¿Qué haremos?”. La respuesta de Pedro se ve en el versículo 38. En esta respuesta, notamos un mandato y una promesa. El mandato dice así: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados”.
El arrepentimiento tiene que ver con el reconocimiento de su pecado al haber crucificado a su Mesías y el estar de acuerdo con Dios que el Jesús de Nazaret es en verdad el Cristo prometido y esperado por ellos. Luego tenían que bautizarse en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados. Visto esto a la ligera, parecería mostrar que el perdón de pecados o la salvación, se consigue mediante el bautismo en agua.
Pero esta interpretación no es correcta porque en una cantidad de pasajes bíblicos se ve que los pecados son perdonados por la fe en la persona y obra de Cristo mas no como resultado del bautismo en agua. Lo que significa en realidad es: Bautícese debido a que sus pecados han sido perdonados. A esta conclusión se llega por el significado de la preposición «para» que en el idioma griego puede tener el significado de «debido a».
Un uso similar de esta preposición se ve en Mateo 12:41 donde dice: «Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás y he aquí más que Jonás en este lugar.»
Note, los hombres de Nínive se arrepintieron a la predicación de Jonás. La preposición «a» es la misma que ha sido traducida como «para» en Hechos 2:38, pero lo que está diciendo el texto es que los hombres de Nínive se arrepintieron debido a la predicación de Jonás.
Podemos entonces con confianza decir que el arrepentimiento de aquellos judíos en Jerusalén trajo como consecuencia el perdón de sus pecados y debido a eso, debían bautizarse en el nombre de Jesucristo. El autor William McDonald dice sobre este asunto lo siguiente: por el arrepentimiento los judíos reconocieron su pecado delante de Dios. Al confiar en el Señor Jesús como su Salvador fueron regenerados y recibieron eterno perdón de pecados. Al bautizarse públicamente en agua se separaron de la nación que crucificó al Señor y se identificaron con Jesucristo. Hasta aquí la cita de este autor.
Ahora bien, una vez que hemos analizado el mandato veamos la promesa. Hechos 2:38 continúa diciendo: Y recibiréis el don del Espíritu Santo. Los judíos que recibieron a Cristo en esta ocasión recibieron el Espíritu Santo posteriormente a su decisión de recibir a Cristo como Salvador. El insistir que este modelo se mantiene hasta el día de hoy es mal interpretar la manera como Dios trató a diferentes grupos humanos en los comienzos de la iglesia como cuerpo. Se pueden distinguir cuatro grupos humanos diferentes y con cada grupo hubo un trato especial de Dios para la recepción del Espíritu Santo.
Primero, los judíos creyentes en Hechos capítulo 2. Ellos tuvieron que arrepentirse, ser bautizados en agua para luego recibir el Espíritu Santo.
Segundo, los samaritanos en Hechos 8:14-17. Ellos tuvieron que creer, luego ser bautizados en agua, después los apóstoles oraron por ellos, a continuación los apóstoles les impusieron las manos y finalmente recibieron el Espíritu Santo.
Tercero, los gentiles en Hechos 10:44-48. Ellos creyeron, luego recibieron el Espíritu Santo y después fueron bautizados en agua.
Cuarto, los discípulos de Juan el Bautista en Hechos 19:1-7, ellos creyeron, se bautizaron en agua, el apóstol pablo les impuso las manos y finalmente recibieron el Espíritu Santo.
¿Significará esto que existen cuatro maneras de recibir el Espíritu Santo en la actualidad? por supuesto que no. La salvación ha sido, es y siempre será sobre la base de la fe en Jesucristo. Pero durante el periodo de transición relatado en el libro de los Hechos, Dios escogió variar el orden de eventos previos a la recepción del Espíritu Santo. ¿Cuál es entonces en la actualidad el modelo para la recepción del Espíritu Santo? pues el que operó cuando los gentiles creyeron por primera vez y cuyo relato está en Hechos capítulo 10, esto es, partiendo del creer por fe en el Señor Jesucristo, se recibe el Espíritu Santo y posterior a esto debe haber un bautismo en agua.
En resumen entonces, Hechos 2:38 contiene un mandato específico para los judíos que fueron convictos por el mensaje de Pedro en Pentecostés. El mandato era de arrepentirse por haber crucificado a Jesús de Nazaret, porque él es verdaderamente el Mesías. Este arrepentimiento y la fe en Cristo como Salvador les garantizaban el perdón de pecados y como consecuencia debían bautizarse en agua para identificarse con Jesús. Una vez hecho esto, podían recibir el Espíritu Santo. Esta manera de recibir el Espíritu Santo fue única y exclusivamente para los creyentes judíos que vivieron entre Pentecostés de Hechos 2 y la salvación de los primeros gentiles en Hechos 10. A partir de allí, el Espíritu Santo se recibe como resultado de creer y aceptar a Cristo como Salvador.