Según Hebreos 6:13 se dice que Dios hizo juramento. Pero Jesús enseñó en Mateo 5:34 que no se debe hacer juramento. ¿Cómo puede ser esto?
Leamos la cita en Hebreos 6:13 donde dice: «Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo»
Aquí tenemos a Dios jurando por sí mismo, porque no había manera de jurar por otro, porque nada ni nadie puede ser mayor que Dios y el juramento tiene que ser siempre por otro mayor.
La práctica de hacer juramentos tiene raíces muy profundas en el Antiguo Testamento. Un hombre hacía un juramento para afirmar la veracidad de las palabras que hablaba. El juramento era una maldición que ponía sobre sí mismo si su palabra no era cierta, o si no cumplía su promesa.
Éxodo 22:10-11 dice: «Si alguno hubiere dado a su prójimo asno, o buey, u oveja, o cualquier otro animal a guardar, y éste muriere o fuere estropeado, o fuere llevado sin verlo nadie; juramento de Jehová habrá entre ambos, de que no metió su mano a los bienes de su prójimo; y su dueño lo aceptará, y otro no pagará.»
Los juramentos eran parte del comercio diario. Era el medio para celebrar un contrato vinculante. Eran el medio para solucionar asuntos sin tener que ir a juicio. Cuando una persona comparecía ante un juez, y hacía juramento, era lo mismo como en la actualidad cuando se hace legalizar un documento con la firma de un notario.
Así que no solo Dios hizo juramento, sino también, Abraham puso bajo juramento a su siervo, según Génesis 24:3, David, hizo juramento según 2 Samuel 19:23 y tantos otros como ellos, porque era una práctica legítima en el Antiguo Testamento.
En el Nuevo Testamento, Pablo se puso a sí mismo bajo juramento. Jesús también fue puesto bajo juramento cuando era interrogado por Caifás. El sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. El sumo sacerdote puso a Cristo bajo juramento al decir: Te conjuro por el Dios viviente. Quería decir: Con Dios como tu testigo, dime la verdad. Jesús le dijo: Tú lo has dicho, o, es verdad, lo confieso.
Así Cristo mismo fue puesto bajo juramento y lo aceptó. No es nada extraño entonces que Dios haya juramentado por sí mismo, porque no existe otro mayor para jurar por él.
Ahora vamos a la otra cita mencionada por Usted se encuentra en Mateo 5. Vamos a leer desde el versículo 33 hasta el versículo 37. Dice así:
«33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.
34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;
35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.
36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.
37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.»
Ya que Cristo mismo permitió ser puesto bajo juramento, como lo hemos señalado, la conclusión es que aquí, Jesús no estaba diciendo: No deben consentir ser puestos bajo juramento, sino que su carácter, su reputación por ser honestos, su palabra, sea tan evidentemente verdadera y sin contaminación, que nadie pudiera pensar que es necesario ponerles bajo juramento debido a que les consideran sospechosos de engaño.
En lugar de esta doblez, sea su palabra si, si, no, no. El Señor está demandando que la palabra de uno sea tan digna de confianza que nadie tenga que adivinar lo que uno quiso decir. Esto es lo que enseña este pasaje bíblico. Como Usted habrá notado, no es necesariamente una prohibición de los juramentos.