Comenzaremos por leer el pasaje bíblico que se encuentra en Santiago 5:14-16 donde dice: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.” . Este pasaje bíblico ha sido objeto de múltiples y variadas interpretaciones. A mí me gustaría compartir con Usted la interpretación que provee William MacDonald en su comentario del Nuevo Testamento, la cual, a mi modesto modo de entender, es clara y no viola ningún principio bíblico relativo al mismo asunto. Dice así: Si este pasaje fuera el único en la Biblia acerca de la sanidad, podríamos con todo el derecho decir que todo creyente puede ser sanado de cualquier enfermedad que tenga, siempre y cuando se someta a las condiciones que constan en el texto. Sin embargo, existen otros pasajes bíblicos en los cuales se ve que la voluntad del Señor no es siempre sanar a todo enfermo de cualquier enfermedad. Por ejemplo, Pablo dejó enfermo a Trófimo en Mileto. 2 Timoteo 4:20 dice: “Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo dejé en Mileto enfermo” El Señor tampoco sanó a Pablo de su aguijón en la carne. 2 Corintios 12:7-10 dice: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” Si la voluntad de Dios fuera sanar siempre a todo enfermo, entonces no habría enfermos y nadie moriría a causa de alguna enfermedad. Por esta razón, debemos concluir que Santiago no está hablando de cualquier enfermedad. La clave para entender este pasaje bíblico se encuentra en las palabras “y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados” La sanidad por tanto, está íntimamente relacionada con el perdón de pecados. Se trata de un creyente que ha cometido algún pecado, el cual probablemente comprometió el testimonio de la iglesia local. Casi inmediatamente, este creyente cae enfermo. El creyente razona y reconoce que su enfermedad es resultado directo de su pecado. Dios está disciplinándole con miras a restaurar su comunión con él. El creyente entonces se arrepiente de su pecado y lo confiesa a Dios, pero como su pecado afectó el testimonio de la iglesia local, llama a los ancianos de la iglesia y también confiesa su pecado a ellos. Los ancianos en consecuencia oran por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Esta oración de fe, la de los ancianos, no la del enfermo, sana al enfermo y el Señor lo levanta. Aquí tenemos una clara promesa del Señor. Cuando la enfermedad es una medida de disciplina por algún pecado y cuando ese pecado es confesado a Dios primeramente y luego a los ancianos, y cuando la práctica de ese pecado es abandonada, el Señor se compromete a sanar al enfermo. Alguien podría decir: ¿Cómo se puede saber que el creyente ha cometido pecados y ha sido guiado al punto de arrepentimiento y confesión? La respuesta es por lo que dice la última parte del versículo 15, la cual habla sobre sus pecados siendo personados. Sabemos que los pecados son perdonados solamente como resultado de la confesión. 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” Otros podrían objetar diciendo: El texto no afirma que el creyente hubiera cometido pecados, sino: Si hubiera cometido pecados. Esto es cierto, pero todo el contexto de este pasaje bíblico tiene que ver con la confesión de pecados y la restauración del pecador. Note por ejemplo lo siguiente en el versículo 16. “Confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros para que seáis sanados” En realidad, todo el contexto de Santiago 5:13-20 tiene que ver con la sanidad prometida por Dios a una persona cuya enfermedad es la disciplina por el pecado, quien llama a los ancianos para confesarles el pecado. La responsabilidad de los ancianos es orar por él, ungiéndole con aceite. No es el ungimiento con aceite lo que sana al enfermo, sino la oración de fe de los ancianos: “La oración de fe salvará al enfermo” La palabra griega que se ha traducido como “ungiéndole” es un término del campo de la medicina que significa “untándole” o “frotándole” Esto podría dar lugar a entender que Santiago está diciendo que a la par de la oración por los ancianos es necesario usar la medicina recomendable para esa enfermedad. Pero ¿cuál es la oración de fe que salvará al enfermo? La respuesta está en 1 Juan 5:14-15 “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” La oración de fe es la oración hecha cuando conocemos la voluntad de Dios. Los ancianos deben buscar la voluntad de Dios sobre este asunto, y entonces orar conforme a esa voluntad. Notemos que no es un solo individuo el que está orando, sino el cuerpo de ancianos o pastores, quienes son hombres de Dios que buscan la voluntad de Dios y piden a Dios conforme a esa voluntad. Santiago no instruye al creyente enfermo como disciplina por el pecado, a recurrir a algún sanador, sino a llamar a su casa a los ancianos de la iglesia. Existen algunos principios prácticos en todo esto, que sería bueno señalar. Primero, la desobediencia a Dios puede ser motivo para la disciplina de Dios con enfermedad. Esta fue la experiencia de David cuando trató de esconder su pecado. Segundo, el pecado cometido por un creyente afecta a la iglesia local. El pecado no afecta sólo al que lo comete. Aunque no queramos, el pecado afecta a otros. Tercero, existe la sanidad física y espiritual cuando el pecado es confesado. Proverbios 28:13 dice: El que encubre su pecado no prosperará, mas el que lo confiesa y se aparta, alcanzará misericordia” Santiago dice: “Confesaos vuestras ofensas los unos a los otros” No es bueno esconder el pecado o demorar la confesión. La confesión que Santiago tiene en mente es a Dios primeramente y después a aquellos a quienes afectó directamente nuestro pecado. Santiago no está hablando aquí de reuniones donde se hagan públicas confesiones de pecado. Lo que Santiago está diciendo es: Si Usted hizo algo en contra de un hermano, vaya a solas donde ese hermano y confiese lo que hizo, pida perdón y restaure las cosas a su estado original en la medida de lo posible. El pecado privado demanda confesión privada, el pecado público demanda confesión pública. Según el ámbito del pecado, es el ámbito de la confesión. Terminando ya, es necesario reconocer que hay hermanos sinceros y bien intencionados que interpretan el ungimiento con aceite como algo ritual. Respetamos esa posición, siempre y cuando no se atribuyan poderes milagrosos al solo hecho de ungir con aceite o simplemente al aceite, porque como ya se dijo, no es el ungimiento con aceite lo que sana al que ha sido disciplinado con enfermedad, sino Dios, en respuesta a la oración de fe de los ancianos, ante quienes el enfermo confesó su pecado, luego de haberlo confesado a Dios. Resumiendo entonces, ¿Está vigente la enseñanza de Santiago 5:14-16? Enfáticamente sí. Este pasaje bíblico se aplica al caso de un creyente que está enfermo como medida de disciplina por parte de Dios a causa de haber cometido algún pecado. Cuando el creyente lo reconoce así, se arrepiente de su pecado, lo confiesa a Dios, luego llama a los ancianos de la iglesia para confesar también a ellos su pecado. Los ancianos oran él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor, pidiendo a Dios por su curación. Dios ha prometido salvar al enfermo, en el sentido de curar esa enfermedad. En ungimiento con aceite puede ser entendido de dos maneras: Como un símbolo de la medicina o como algo ritual. Si se entiende como algo ritual, debe señalarse que no hay poder curativo en la sola acción de ungir con aceite. Dios sanará en respuesta a la oración de fe de los ancianos, no como resultado de ungir con aceite.
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