¿Por qué Jesús cuando estuvo a punto de morir, no dijo padre mío, padre mío, sino Dios mío, Dios mío?
Antes de responder me gustaría señalar que los mal llamados cristianos, pretenden negar la deidad de Jesucristo, basándose justamente en lo dicho anteriormente. Según ellos, Jesucristo no puede ser Dios por cuanto él mismo reconoce que el padre es Dios. A esas personas respondemos diciendo que también el padre reconoce que el Hijo es Dios.
Hebreos 1:8 dice: «Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino.»
De modo que el Hijo dice que el padre es Dios y el padre dice que el Hijo es Dios. ¿Cuál es la conclusión? La única que cabe es que tanto el padre como el Hijo son Dios y la Biblia también declara que el Espíritu Santo es Dios. Pero no se confunda. No estoy diciendo que existen tres Dioses. Estoy diciendo que existe un solo Dios en tres personas del mismo carácter y de la misma esencia. El padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esto es la trinidad. Doctrina aborrecida por varias sectas falsas.
El texto bíblico donde aparecen las palabras de Jesús es Mateo 27:46 donde dice: «Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»
Estas palabras que mencionó Jesús en la cruz, son el grito de angustia del Hijo de Dios en la hora más negra de su existencia. Una hora que a la vez selló la victoria sobre el diablo, sobre el pecado y sobre la muerte.
Allí en esa cruz de vergüenza, el Hijo de Dios se encontró totalmente solo. Durante sus horas finales sobre la tierra, el Señor Jesucristo fue poco a poco quedándose cada vez más solo. Fue al aposento alto con los Doce, Judas salió y se quedó con Once. Fue con ellos al huerto de Getsemaní. De ellos, solo tres le acompañaron a orar, pero se quedaron dormidos. Luego Pedro y Juan le siguieron hasta el patio del palacio en donde pedro le negó tres veces. Entonces todos le abandonaron y huyeron. Se quedó solo. Los hombres le abandonaron, pero el padre estaba todavía con él. Jesús dijo en Juan 8:29 «porque el que me envió, conmigo está, no me ha dejado solo el padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.»
En Juan 16:32 dijo: «He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo, mas no estoy solo, porque el padre está conmigo.»
Pero cuando el pecado del mundo fue puesto sobre el Hijo de Dios, el padre también le abandonó. Esto es lo que hace el pecado. El pecado separa al hombre de Dios. El pecado separa al hombre del hombre. El pecado separa al hombre de sí mismo. Cuando Adán y Eva pecaron, corrieron a esconderse por cuanto el pecado acarrea soledad.
¿Por que tuvo Dios que abandonar a su único Hijo allí en la cruz del calvario? pues porque Dios es santo y no puede tolerar el pecado en su presencia. El Señor Jesucristo no tuvo pecado en sí mismo, pero voluntariamente decidió tomar sobre sí, su pecado y mi pecado y el pecado de todo el mundo. Cuando Dios vio a su Hijo hecho pecado por el mundo, tuvo que darle las espaldas. Qué horror debe haber experimentado el Hijo, no solo por estar llevando el pecado del mundo, sino también al sentir el dolor desgarrador de verse por única vez separado de su padre. Con razón que clamó a gran voz: Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has desamparado? pero ¿por qué no dijo: padre mío, padre mío, ¿por qué me has desamparado?
La respuesta es sencilla y es doble.
Primero porque al estar llevando el pecado del mundo, no podía esperar que su relación con el padre fuera la misma de siempre. El pecado afecta las relaciones de las personas con Dios. Momentáneamente, el Hijo tuvo que ver a su padre como un Dios justo que castiga el pecado con justicia.
Segundo, para cumplir con la profecía que aparece en Salmo 22:1 donde dice: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?