Se apoyan en textos como aquel en el que Jesús dijo: tengo poder para poner mi vida y tengo poder para quitarla. También cuando dijo que se entregó a sí mismo, y que voluntariamente vino al mundo para morir por nosotros. Sabiendo que esta doctrina diabólica está echando por tierra todo el plan maravilloso de salvación de nuestro Dios, yo personalmente la he rechazado con la oración que hizo nuestro señor Jesucristo en Getsemaní y otros pasajes, aún cuando este refleja con mayor fuerza lo que nuestro señor sentía antes de su muerte. Esta información la encontré en libros de filosofía. Si tuvieran más información sobre este tema les agradecería que me la hicieran llegar.
Efectivamente, algunos que han tratado de arrojar sombras de duda sobre el propósito de la muerte de Cristo, han llegado a la conclusión que su muerte en la cruz fue un suicidio. Pero nada más lejos de la verdad. Ciertamente que la muerte del Señor Jesucristo en la cruz fue violenta y también voluntaria, elementos que están presentes en un suicidio, pero en la muerte de Cristo hubo muchos otros elementos más que hacen imposible que se pueda catalogar a la muerte de Cristo como suicidio. En primer lugar, la muerte de Cristo fue profetizada no como suicidio sino como una muerte vicaria, esto significa como la muerte en lugar de otro, o a favor de otro. Note lo que dice Isaías 53:6 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Hablando del Señor Jesucristo, en forma profética, en este texto aparece por tres ocasiones la preposición “por” que también se podría traducir como “en lugar de” Todo lo que el Señor Jesucristo iba a padecer tanto antes como durante y después de la cruz, fue en lugar del pecador. Un inocente tomando el lugar de un culpable. Por esto el Señor Jesucristo iba a morir. Quien se suicida no se quita la vida en forma violenta y voluntaria, en lugar de otra persona o peor en lugar de todo el mundo, como lo hizo el Señor Jesucristo. Cristo Jesús fue predestinado para ser el sacrificio que permite que pecadores como Usted y como yo seamos perdonados de nuestros pecados. 1 Pedro 1:18-20 dice: sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
1Pe 1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
1Pe 1:20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,
Cuando en este pasaje bíblico se habla de la sangre preciosa de Cristo, se está hablando de su muerte en la cruz. Pero note que esta muerte no fue un suicidio sino el cumplimiento del plan de Dios para redimir, o rescatar al pecador, plan que fue diseñado por Dios desde antes de la fundación del mundo. Relacionado con esto, tenemos la segunda razón que demuestra que la muerte del Señor Jesús no se trató de un suicidio. Efectivamente, el Señor Jesús fue a la cruz voluntariamente, pero esto también fue la voluntad del Padre celestial. Ponga mucha atención a lo que dice Romanos 8:32 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
Rom 8:32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
Dios el Padre no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. Dios el Padre entregó voluntariamente a su Hijo para que muera en la cruz en lugar del pecador y el Hijo voluntariamente fue a la cruz del Calvario para cumplir con la voluntad de su Padre celestial. ¿Cómo puede por tanto la muerte de Cristo ser un suicidio? Quien se suicida, lo hace por su propia voluntad, no para cumplir la voluntad de otra persona. El mismo pensamiento se nota en la oración del Señor Jesucristo en el huerto de Getsemaní cuando decía a su Padre celestial: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
En tercer lugar, la muerte de Cristo no puede ser un suicidio, porque nadie que se suicida lo hace con una expectación de gozo, como lo hizo el Señor Jesucristo. Permítame leer lo que dice Hebreos 12:1-2 dice: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
Heb 12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
La muerte del Señor Jesucristo en la cruz, fue violenta, cruel, cruenta, pero esto no fue un obstáculo para que el Señor Jesús la enfrente con gozo, no porque le traía placer el dolor, sino porque el Señor Jesús sabía que esa era la única manera de salvarme a mí, y a Usted y a todos los que somos redimidos por él. ¿Cómo se puede entonces hablar de que la muerte de Cristo fue un suicidio? Los que se suicidan siempre lo hacen como la máxima expresión de su despecho, de su hastío de la vida. Pero este no fue el caso en la muerte del Señor Jesús. Dice el texto que leímos que el Señor Jesús, por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz. Al menos por estas razones, amable oyente, no se puede catalogar a la muerte de Cristo como un suicidio.