Quiero que recen por mí porque soy un alma perdida. Voy a misa, he sido bautizada, pero me siento vacía por dentro. No tengo fe. Siento el corazón duro. Muchas veces hago ayuno, pero no me siento feliz porque no tengo a Dios en mi corazón. Siento un vacío en mi alma. Por eso rece por mí para que mi alma no se pierda.
No habrá sido fácil llegar al punto en que se halla actualmente. Por eso, me gustaría primeramente animarle. Quiero decirle que Usted en verdad es una persona afortunada. No porque lo diga yo, sino porque eso fue lo que dijo el Señor Jesucristo, según Mateo 5:3 “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” El hecho que reconozca que tiene un vacío dentro de su ser, es muestra de que es pobre en espíritu. El hecho que reconozca que todo lo que hasta aquí ha hecho para traer a Dios a su corazón ha fracasado es aún mayor evidenciad de que es pobre en espíritu. El instante en que se sintió totalmente sin esperanza de poder acercarse a Dios sobre la base de su propio mérito, ese momento llegó a ser pobre en espíritu. Lejos de ser una tragedia, el ser pobre en espíritu es una formidable bendición. Por esto, el Señor Jesucristo dijo en el texto que leímos: “Bienaventurados los pobres en espíritu” Bienaventurado significa muy feliz o super feliz o doblemente feliz o cualquier otro calificativo que denote felicidad extrema. Quizá en este punto se sienta algo confundida. ¿Cómo puede ser posible que a pesar de sentirme vacía, sin Dios en mi corazón, sin embargo sea afortunada por eso? Permítame explicarle brevemente: La felicidad no es porque no tiene a Dios en su corazón sino porque cuando se da cuenta que no lo tiene entonces puede dar los pasos necesarios para tenerlo. El ser pobre en espíritu o reconocer que en sí mismo no tiene el poder de acercarse a Dios es un requisito fundamental para poder acercarse a Dios. 1 Pedro 5:6 nos habla de esto. Dice así: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” Cuando reconoció su propio fracaso en su anhelo de llegar a Dios en su propia fuerza, entonces se humilló delante de Dios y por tanto lo que le espera es ser exaltada en su debido tiempo. Con razón que Mateo 5:3 dice que un pobre en espíritu es bienaventurado porque Dios lo exaltará dándole entrada en su reino. Así que, amiga oyente, no se sienta mal, sepa que ha dado el primer paso para tener a Dios en su corazón. Quisiera también agradecerle por su franqueza al admitir que las obras, como el bautismo, el ayuno, el ir a misa, etc. no han podido llenar el vacío que siente en su corazón. Lo que ha dicho está de acuerdo con lo que dice también la palabra de Dios en Efesios 2:8-9 donde leemos: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” Por el testimonio de la Biblia, no es de sorprenderse que las obras, por más buenas que sean, y por más numerosas que sean no tienen poder para llevar a una persona a la comunión con Dios. Note lo que dice la Biblia al respecto en Habacuc 2:4 “Mas el justo por su fe vivirá” Dios ha dicho en su palabra que la manera de alcanzar la vida eterna es por la fe, no por las obras. Esto explica el hecho que a pesar de haber hecho tantas buenas obras, todavía no tenga a Dios en su corazón. Una vez que ha reconocido su necesidad espiritual está en una posición ideal para solucionar este problema. La solución vendrá de una obra combinada de la palabra de Dios y el Espíritu Santo. Mediante la palabra de Dios, tendrá la información que necesita saber para ser salva y por el Espíritu Santo, podrá aplicar esta verdad a su vida. Veamos entonces rápidamente lo que dice la palabra de Dios sobre la salvación. Para ser salvo o para tener a Dios en el corazón se necesita saber algunas cosas importantes. En primer lugar necesita saber que es un pecador. Romanos 3:23 dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” Por lo que dice este texto, Usted es parte de los pecadores que están destituidos de la gloria de Dios. En segundo lugar, necesita saber que Dios ha establecido un castigo para el pecador. Romanos 6:23 en su primera parte dice: “Porque la paga del pecado es muerte” El pecador está sentenciado a muerte por un Dios santo que aborrece el pecado. Cuando este texto habla de muerte, está refiriéndose a la muerte en su máxima expresión, esto no es sólo la muerte física sino algo muchísimo peor, la muerte espiritual o la eterna separación de Dios en un lugar llamado infierno. En tercer lugar, debe saber que Dios ama al pecador aunque aborrece su pecado. Romanos 5:8 dice: “ Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” Este es un texto fabuloso porque declara dos verdades importantísimas. Primero, Dios ama al pecador. Dios le ama entrañablemente, amiga oyente. Segundo, Dios ha manifestado el amor hacia Usted permitiendo que Cristo muera en el lugar que a Usted le corresponde. Jesucristo, como Dios-Hombre no tenía por qué morir, porque la muerte es para el pecador, pero él es santo y sin embargo de ello, fue a la cruz y sufrió la peor de las muertes imaginables. ¿Por qué lo hizo? Pues por Usted y por mí. Cristo fue a la cruz en su lugar y en mi lugar. En la cruz del Calvario se dio un cambio extraordinario e incomprensible para la mente humana, cuando Cristo tomó lo peor del hombre, su pecado, y a cambio le dio lo mejor de él, su justicia. Con esta justicia, el hombre está en capacidad de acercarse a Dios. Después de morir en la cruz, Cristo fue sepultado, pero no quedó en la tumba, pues resucitó de entre los muertos al tercer día, mostrando así que la muerte no tenía poder sobre él y garantizando también que la muerte no tiene poder sobre todos los que creemos en él. ¿Qué hacer para depositar su pecado en Cristo y para recibir su justicia para ser salvo? Pues simplemente creer. Recuerde que creer es sinónimo de confiar, esto significa un pleno asentimiento de lo que Dios ha dicho en su palabra. Usted en su carta dice que no tiene fe. Pero el hecho que reconoce que no tiene a Dios en su corazón y que desea tener a Dios en su corazón es un indicio inequívoco de la presencia de la fe en su corazón. Con esa fue puede perfectamente invitar a Cristo a su corazón. Así como por fe admite que no tiene a Dios en su corazón, yo le ruego que por la misma fe se apropie de la verdad de la palabra de Dios y reciba a Cristo como su Salvador. El momento que lo haga, llegará a ser una hija de Dios, porque esa es la promesa que tenemos en la Biblia. Juan 1:12 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” Un hijo de Dios es aquel que tiene a Dios en su corazón. Juan 14:23 dice: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” Preciosa promesa, ¿no le parece? Será suya cuando por fe reciba a Cristo como su Salvador. Finalmente, en su carta nos pide rezar por la salvación de su alma. Bueno, no hemos rezado, pero sí hemos orado mucho por Usted. La diferencia entre rezar y orar está en que rezar implica recitar frases aprendidas de memoria, mientras que orar implica hablar con Dios como quien habla a su mejor amigo. Nosotros hemos pedido a Dios que quite la venda espiritual que Usted tiene en sus ojos espirituales para que pueda ver con claridad su necesidad de recibir a Cristo como Salvador. Sin embargo, no piense que por nuestra oración a su favor, Usted ya va a ser salva inmediatamente. La salvación es un asunto personal entre Dios y cada pecador en particular. Yo no puedo decidir por Usted. Usted mismo tiene que hablar con Dios y decirle: Soy pecadora, estoy condenada por mi pecado, todo lo que he hecho hasta ahora para acercarme a ti, no ha logrado que entres a mi corazón. Ahora abandono todo esfuerzo por ganarme el cielo sobre la base de mi propia fuerza y con toda la fe recibo a Cristo como mi Salvador, porque él murió en mi lugar en la cruz. Si habla con Dios de esta manera, no necesariamente usando estas palabras sino las suyas propias, Usted habrá abierto la puerta de su corazón a Dios y será salva. Yo no soy un intermediario para que Usted pueda acercarse a Dios. Jesucristo es el único y todo suficiente intermediario para que el pecador se acerque a Dios. 1 Timoteo 2:5 dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” Que Dios le guíe a encontrarse con Cristo al pie de la cruz donde él entregó su vida por Usted.