Gracias por su consulta. Con mucho respeto, hago notar que ninguna iglesia local pertenece a los pastores que ministran en ella, ni tampoco a los creyentes que se congregan en ella. Lamentablemente este error cometen tanto pastores como creyentes. Con contadas excepciones, cuando un pastor quiere referirse a la iglesia local donde él sirve, dice: mi iglesia. Como si fuera de él, pero la iglesia no es del pastor sino de Cristo Jesús. Lo mismo hacen los creyentes, cuando quieren referirse a la iglesia local donde se congregan, dicen: mi iglesia, como si fuera de ellos, pero la iglesia no es de los creyentes, sino de Cristo Jesús. Los pastores amigo oyente, son solo mayordomos en la iglesia local que pertenece a Cristo Jesús. Aún la iglesia más pequeña pertenece a Cristo Jesús, al punto que él está allí permanentemente. Hablando de la más mínima expresión de una iglesia local, Jesús dijo lo siguiente, según Mateo 18:20 “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” La Biblia enseña varias cosas acerca de los pastores en la iglesia local. En primer lugar, los pastores son puestos en la iglesia local por el Espíritu Santo. Esto se desprende de lo que el apóstol Pablo dijo a los obispos o pastores de la iglesia local en Efeso. Hechos 20:28 dice: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.” Cuando este texto habla de obispos, está utilizando un término sinónimo de pastores o ancianos. El Nuevo Testamento utiliza tres nombres para designar a una misma persona: pastor, obispo o anciano. Pero ponga atención a la manera como determinados creyentes llegaron a ser pastores. Dice el texto que fueron puestos por el Espíritu Santo. El propósito de los pastores es apacentar o pastorear la iglesia del Señor, la cual fue ganada a precio de su propia sangre. Cristo pagó con su propia vida para comprar a la iglesia. Por tanto él tiene todo el derecho de decir que es su iglesia. En segundo lugar, los creyentes que son puestos por el Espíritu Santo para pastorear la iglesia del Señor, cumplen con requisitos claramente establecidos en la palabra del Señor. Ponga mucha atención a lo que dice 1 Timoteo 3:1-7 “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.” No cualquier creyente pude ser pastor. Los pastores, además de ser llamados, tienen que mostrar el carácter adecuado para ello. Estas cualidades de carácter son las que fueron leídas anteriormente. Estas cualidades de carácter no lo dan los seminarios o institutos bíblicos o las universidades. El carácter de pastor se forma en la quietud de la comunión con Dios a través de su palabra y la oración. Esto debe ser tomado muy en cuenta por las iglesias, porque no son pocos los casos en los cuales las iglesias eligen a sus pastores por su elocuencia, o por los estudios teológicos que tienen, o por su posición económica, o por su posición social, o por la mayoría de votos en una elección. Como producto de este error, llegan al pastorado creyentes que distan mucho del carácter que el Nuevo Testamento exige de los pastores. En tercer lugar, los pastores deben enseñar a la congregación todo el consejo de Dios. Nuevamente, permítame citar al apóstol Pablo en su discurso a los pastores de la iglesia local en Efeso. Hechos 20:27 dice: “porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.” Los pastores deben tener como meta, la enseñanza sistemática de toda la Biblia. Es una tarea titánica y que seguramente tomará varios años, pero es necesario hacerlo. Solo así podrán decir como Pablo que no han rehuido anunciar todo el consejo de Dios. La congregación es comparable a los hijos que quiere comer solo golosinas. Pero si los padres alimentaran a sus hijos pequeños solo con golosinas, tendrían hijos contentos, pero desnutridos y débiles físicamente. Los hijos necesitan una dieta balanceada con verduras, hidratos de carbono, proteínas, etc. A los hijos no les gusta algunas de estas cosas, pero son necesarias para una buena alimentación. Igual es con la congregación, le gusta solamente que los pastores les hablen de temas de actualidad, de temas polémicos, de temas novedosos. Está bien tratar estos temas, pero necesitan ser balanceados con las verduras, los hidratos de carbono y las proteínas de la doctrina, tanto en Antiguo como en el Nuevo Testamento. La iglesia local debería ser como un Seminario Bíblico, en donde se enseña la Biblia en forma sistemática y ordenada. En cuarto lugar, los pastores deben proteger a la congregación de la amenaza de falsos maestros. Hablando a los pastores de la iglesia local de Efeso, el apóstol Pablo les dijo lo siguiente. Se encuentra en Hechos 20: 29-31 donde dice: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.” Pablo sabía que después de su partida, entrarían en la iglesia lobos rapaces prestos para devorar a los creyentes. ¿De quien será la responsabilidad de vigilar el rebaño para que estos lobos rapaces no hagan de las suyas? Pues de los pastores. Por eso Pablo les dice: Velad. El enemigo tiene un odio tenaz a los creyentes. No escatimará por tanto esfuerzo alguno para causar daño a los creyentes. Los pastores están llamados a proteger a los creyentes para que no caigan en manos de sus adversarios. Por eso es que los pastores deben conocer el rebaño, para saber cómo está cada oveja. Para saber si está siendo amenazada por algún lobo rapaz. Los pastores entonces conducen al rebaño a los pastos frescos de la palabra de Dios y mientras las ovejas están alimentándose del pasto fresco, los pastores están escudriñando el horizonte para detectar la presencia de los lobos rapaces. Esta es la tarea de los pastores. Además, en quinto lugar, los pastores deben involucrar a otros en la obra de la iglesia. Efesios 4:11-12 dice al respecto: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” Los pastores deben ser como los entrenadores de fútbol, quienes enseñan a otros a jugar bien al fútbol. Pero a veces los celos, o a veces la ignorancia, arrastran a un pastor a ser un llanero solitario en la iglesia. Él es que predica, él es el que evangeliza, él es el que visita, él es el que discipula, él es el que dirige las alabanzas y todo lo demás, inclusive él mismo recoge la ofrenda. Y no es porque no haya quien le ayude, sino porque rehúsa enseñar a otros a hacer la obra del ministerio. En sexto lugar, los pastores deben vivir para las ovejas y no vivir de las ovejas. El pastorado no debe ser jamás la ocasión para obtener ganancias deshonestas. Volvamos al ejemplo de Pablo y consideremos parte de su testimonio como pastor. Hechos 20:33-35 donde dice: “Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.” Los pastores no deber lucrar del pastorado. Esto no quiere decir que deban vivir como mendigos. Dios se encarga de dar un estilo de vida digno de su posición a los pastores, pero los pastores jamás deben aprovechar de su cargo o de sus conocimientos para acumular riqueza. En séptimo lugar, los pastores deben administrar disciplina a los creyentes que persisten en pecar. Hablando a Timoteo, Pablo le dijo lo siguiente según 2 Tesalonicenses 1:10-12 donde dice: “Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.” Los pastores deben velar constantemente por la santidad en la iglesia. Ellos mismos deben conducirse en santidad y deben buscar santidad en los demás creyentes. Cuando un creyente se desvía del camino, los pastores deben dar los pasos necesarios para restaurar a ese creyente mediante la respectiva disciplina. Un pastor en una iglesia local es como un padre que con ternura cuida a sus hijos y con firmeza reprende a sus hijos cuando es necesario. Por último, los pastores deben estar en constante comunión con Dios a través de su palabra y la oración, no solo para crecer en madurez espiritual sino para discernir la voluntad de Dios en cuanto a los asuntos de la iglesia. Esto, amigo oyente, sería en resumen de lo que la Biblia enseña acerca de los pastores en una iglesia local.
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