Gracias por tan interesante consulta amigo oyente. Para beneficio de todos los que están oyendo esta audición, vamos a dar lectura al texto bíblico que se halla en Apocalipsis 3:5 donde dice: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.” Este texto es parte del mensaje de Cristo a la iglesia en Sardis. Sardis significa: los que escapan. La iglesia en Sardis estaba compuesta mayormente de personas que decían ser creyentes, pero su estilo de vida no estaba confirmando que eran verdaderos creyentes. Usted sabe, eran ese tipo de creyentes que de labios para afuera dicen ser de Cristo pero que sus obras hablan a gritos que no tienen a Cristo en su corazón. Les faltaba esa chispa de espiritualidad que es típico de los verdaderos creyentes. El Señor por tanto les estaba llamando a ser vigilantes y a afirmar las otras cosas que estaban por morir. Les exhorta a arrepentirse porque si no, vendría inesperadamente sobre ellos con un juicio severo. Es decir que no se trataba de creyentes que habían perdido la salvación y se habían ido al mundo. Se trataba de incrédulos que aparentaban ser creyentes pero que en realidad no lo eran. Estos incrédulos tenían que reconocer su lamentable estado espiritual, poner en práctica lo que seguramente estaban oyendo acerca de la salvación en Cristo, y de una vez depositar su fe en Cristo y mostrar las buenas obras que acompañan siempre a la fe viva. Sin embargo, en medio de este mar de gente que decía ser creyente y en realidad no lo era, había unos pocos, un remanente, quienes eran verdaderos creyentes y estaban mostrando por medio de sus obras que su fe era viva. Dice el texto que estos creyentes no han manchado sus vestiduras. Esto significa que no se han contaminado con las prácticas mundanas reñidas con la enseñanza de la palabra de Dios. Estos creyentes tienen una hermosa promesa de parte del Señor. Dice que andarán con él en vestiduras blancas porque son dignas. Esto habla de la comunión íntima y personal de estos creyentes con el Señor. El Señor mismo, mediante la sangre que vertió en la cruz del calvario, hizo santos y puros a estos creyentes. Por otro lado, los que reciban la advertencia y exhortación del Señor y dejen de vivir aparentando que son creyentes y reciban a Cristo como Salvador, reciben también algunas promesas del Señor. Primero serán vestidos de vestiduras blancas. Esto significa que recibirán la justicia de Dios, para ser aceptados por Dios y para morar con Dios por la eternidad. Segundo, sus nombres no serán borrados del libro de la vida. ¿Qué significa esta declaración? Pues exactamente lo que dice. No hay necesidad de buscar ninguna interpretación oculta. El libro de la vida es el registro de todos aquellos que por la gracia de Dios han recibido vida eterna. La promesa del Señor es que ninguno de esos nombres va a ser borrado jamás del libro de la vida. ¿Existirá entonces la posibilidad de que alguien cuyo nombre consta en el libro de la vida, sea borrado de ese libro por alguna causa? La respuesta es negativa, porque la Biblia enseña que la persona salva permanece para siempre salva. Note lo que dice Juan 10-27-29: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” Allí lo tiene amigo oyente. Una vez salvo, para siempre salvo. Eso es lo que enseña la palabra de Dios. La tercera promesa es que el Señor confesará o declarará los nombres de los creyentes delante del Padre y delante de los ángeles. Otra parte de su consulta tiene que ver con la relación entre Apocalipsis 3:5 y Apocalipsis 20:12 y 15. Leamos por tanto lo que dice Apocalipsis 20:12 y 15 “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” Este relato, amigo oyente, corresponde al juicio del gran trono blanco, en el cual todos los incrédulos serán resucitados para ser juzgados. En este pasaje bíblico se habla de los libros y del libro de la vida. El libro de la vida contiene los nombres de todos los que han sido redimidos por la preciosa sangre de Cristo. Los otros libros contienen un registro detallado de las obras malas que los incrédulos realizaron mientras vivieron en el mundo. Ninguno de los que comparecen ante el gran trono blanco estará inscrito en el libro de la vida. El hecho que sus nombres no constan en el libro de la vida, les asegura condenación eterna, pero el grado de castigo depende de las obras malas que han cometido, las cuales están registradas en los libros.
¿Y qué debe hacer una persona para que su nombre esté inscrito en el libro de la vida?
Esa es una pregunta trascendental. Para que el nombre de una persona esté inscrito en el libro de la vida, es necesario arreglar el problema que impide que el nombre de una persona esté inscrito en el libro de la vida.
¿Y cuál es ese problema?
Ese problema se llama pecado. Mirémoslo de este modo. En el libro de la vida están inscritos los nombres de todos aquellos que están en capacidad de morar con Dios en el cielo. Dios no puede tolerar el pecado en su presencia, por tanto, para morar con Dios en el cielo es necesario librarse del pecado.
¿Y cómo puede una persona librarse del pecado?
Así como para quitar la suciedad, es necesario lavarse en agua, para librarse del pecado es necesario lavarse en la sangre de Cristo. Solamente la sangre de Cristo puede limpiar de pecado a una persona. Por esto Jesucristo tuvo que morir en la cruz del Calvario. Allí derramó su sangre para limpiar al hombre de su pecado. Jesucristo es visto en las Escrituras como un Cordero, un Cordero sin mancha ni contaminación, cuya sangre quita el pecado del mundo. De modo que, para que una persona tenga su nombre inscrito en el libro de la vida, es necesario que esta persona lave sus pecados en la sangre de Cristo. Esto se consigue cuando el hombre reconoce que es pecador y que por tanto está separado de Dios. También el hombre tiene que reconocer que hay un castigo por el pecado. Luego el hombre tiene que reconocer que Cristo murió en su lugar, recibiendo de esa manera el castigo que ese hombre merece. Finalmente el hombre tiene que recibir por la fe a Cristo como su Salvador personal. Solo así, ese hombre tendrá su nombre inscrito en el libro de la vida.