Gracias por su consulta. Es bueno no ser dogmáticos en asuntos secundarios, especialmente cuando perfectamente pueden haber más de una interpretación. El pasaje bíblico en cuestión se encuentra en Apocalipsis 11:3-10. Lo que primero notamos es a Dios anunciando la obra o el ministerio de dos testigos extraordinarios. Consideremos en primer lugar el anuncio del ministerio de los dos testigos. Apocalipsis 11:3 dice: “Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.” Es Dios quien hace esta declaración en relación con que en la tribulación dará dos personajes con especial poder y autoridad para predicar un mensaje de juicio y a la vez de salvación. ¿Por qué dos, y no uno solo? Pues porque la Biblia declara que por el dicho de dos o tres testigos morirá el que hubiere de morir; no morirá por el dicho de un solo testigo. El tiempo que estos dos testigos ejercerán su ministerio se establece claramente. Se trata de 1260 días. Hechos los cálculos tomando en cuenta los 360 días que tiene el año profético, resulta en tres años y medio. Es decir que estos dos testigos estarán predicando en la tierra durante la mitad de la tribulación. La pregunta es: ¿Durante cuál mitad? Para saberlo, es necesario tomar en cuenta que el apóstol Juan señaló que el tiempo que los gentiles hollarán Jerusalén será de 42 meses, equivalentes a tres años y medio. Esto corresponde a la segunda mitad de la tribulación. En cambio ahora, Juan dice que el tiempo que predicarán los dos testigos será de 1260, días, equivalente también a tres años y medio. Pero ¿Por qué en el un caso lo puso en meses y en el otro caso lo puso en días? ¿No será para indicar dos períodos de igual duración pero diferentes en ocasión? Parece que sí. Por tanto, parece que los dos testigos ejercerán su ministerio durante la primera mitad de la tribulación. También notamos que estos dos testigos estaban vestidos de cilicio. El cilicio era una vestimenta rústica. Era la manera de expresar profundo dolor por alguna situación trágica. Algunos profetas que anunciaban castigo inminente de Dios se vistieron de cilicio. En segundo lugar, tenemos el simbolismo de los dos testigos. Apocalipsis 11:4 dice: “Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.” Para entender este simbolismo, es necesario referirnos a los escritos del profeta Zacarías en el capítulo 4. Allí se nos relata la visión de los dos olivos que vertían su aceite en un candelabro todo de oro. El significado de esto es que, en el futuro cercano, el sumo sacerdote Josué y el gobernador Zorobabel, harán una obra en el poder del Espíritu Santo, para motivar al pueblo de Israel a la restauración del templo. Pero en el futuro lejano, significa la obra que harán los dos testigos en la tribulación, quienes con el poder del Espíritu Santo, motivarán al pueblo de Israel a prepararse para la manifestación de Jesucristo, el verdadero Mesías, tan odiado y rechazado por la mayoría de los judíos durante muchos siglos. Por eso es que Juan los llama los dos olivos y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra. La luz de estos candeleros guiaba a Jesucristo y la obra se hacía en el poder del Espíritu Santo. En tercer lugar tenemos los poderes especiales de los dos testigos. Apocalipsis 11:5-6 dice: “Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera. Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.” Estos dos testigos eran singulares, ciertamente. El Espíritu Santo les dio poderes especiales para el ejercicio de su ministerio. Todo aquel que quiera dañarlos, terminará carbonizado con el fuego que sale de sus bocas. Todo aquel que diseñe alguna trampa para atraparlos, caerá en su propia trampa. Esto es interesante. Por poner un ejemplo: Si alguien intenta envenenar a los dos testigos, morirá envenenado y los dos testigos no sufrirán ningún mal. Serán prácticamente invencibles mientras dure su ministerio en la tierra. Su poder desborda la imaginación. Entre los dos tendrán el poder para hacer que no llueva el tiempo que quieran y en la parte de la tierra donde quieran. Tendrán el poder para convertir el agua en sangre. Tendrán el poder para traer sobre la tierra cualquier enfermedad o plaga que quieran. Estas obras maravillosas serán las credenciales de estos dos testigos para que todos sepan que son enviados de Dios y que su mensaje es la palabra de Dios. En cuarto lugar enfoquemos nuestra atención sobre la identidad de estos dos testigos. Este es un asunto sobre el cual no existe unidad de criterio entre los intérpretes de la Biblia. Los candidatos son al menos cuatro. Elías, porque en su tiempo tenía el poder para hacer que no llueva, y porque la Biblia profetiza que Elías debe venir antes que venga el Mesías y porque no murió sino que fue arrebatado al cielo. Es sin duda el candidato más fuerte. El segundo candidato es Moisés, porque Dios ya lo usó para convertir agua en sangre y para traer plagas sobre la tierra. Además, aunque murió, nadie sabe donde fue sepultado. También tenemos a su favor que ya apareció junto a Elías en la transfiguración. Es sin duda, también un fuerte candidato. El tercer candidato es Enoc. A su favor está el hecho que no vio la muerte sino que Dios lo traspuso al cielo. En mi opinión, no es un candidato muy fuerte. El cuarto candidato, es Juan el Bautista. Este candidato tiene mucho en contra, porque él mismo declaró que obraba en el espíritu y el poder de Elías, pero que no era Elías. Es evidente que la balanza se inclina a favor de Elías y Moisés como los dos testigos en la tribulación. Sin embargo no se puede ser dogmático en esto. Algún día lo sabremos con precisión, pero no será a este lado del cielo. En quinto lugar tenemos la finalización del ministerio de los dos testigos. Apocalipsis 11:7-10 dice “Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará. Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.” La vida de los siervos de Dios es invencible hasta que terminen su misión y Dios se los lleve al hogar celestial. Esto es lo que sucederá con los dos testigos. Una vez que la obra esté terminada, se enfrentarán en guerra con la bestia que sube del abismo es la persona es decir con el Anticristo. Sin saber que Dios está detrás de todo esto, el Anticristo se sentirá victorioso y ordenará que los cadáveres de los dos testigos no sean enterrados, sino que se mantengan al aire libre, en la plaza de Jerusalén, como trofeos de guerra. Jerusalén es comparada con Sodoma por su perversidad y con Egipto por su habilidad para mantener esclavos a mucha gente. Allí, en la plaza de Jerusalén, permanecerán los cadáveres de los dos testigos por tres días y medio. El mal olor de los cuerpos en descomposición irá en aumento, pero como afirma el dicho: Suave perfume es la fetidez del cadáver de un enemigo. Los súbditos del Anticristo en todo el mundo estarán tan felices por la muerte de los dos testigos, que celebrarán una especie de navidad macabra. Se mandarán regalos unos a otros. Será su forma de expresar su alegría porque su héroe, el Anticristo, acabó con quienes causaron tanta incomodidad con su mensaje Cristo céntrico. Finalmente, en sexto lugar tenemos la resurrección y traslación de los dos testigos. Apocalipsis 11:11-14 dice: “Pero después de tres días y medio entró en ellos es espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron. Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron. En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo. El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.” El que ríe al último, ríe mejor, afirma el popular dicho, amable oyente. Eso es lo que pasará en la tribulación. Dios tiene maneras muy llamativas de tapar la boca a sus enemigos. Mientras estarán en fiesta por la muerte de los dos testigos, éstos se incorporarán luego de tres días y medio de estar muertos, y al llamado de Dios, ascenderán al cielo. Maravilloso. Como si eso fuera poco, la tierra temblará con violencia. Se destruirá la décima parte de Jerusalén y morirán siete mil hombres. Es la risa de Dios, digo yo. La gente estará aterrorizada. Algunos reconocerán que es obra de Dios y recibirán a Cristo como Salvador. La mayoría no lo hará.
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