¿Quiénes son los endemoniados acerca de los cuales nos habla la Biblia? ¿Acaso será los que andan por las calles abandonados por la sociedad? ¿O a lo mejor los que cometen pecados? Porque la Biblia dice que Satanás es el gobernador de este mundo y el mundo está bajo el maligno.
Los demonios son seres espirituales a servicio de su amo, Satanás.
Originalmente, los demonios fueron ángeles al servicio de Dios, pero cuando Satanás se reveló contra Dios, algunos de los ángeles que estaban al servicio de Dios se unieron a Satanás en su rebelión contra Dios y llegaron a ser los ángeles caídos o demonios. También se los conoce como espíritus inmundos.
La Biblia habla en varias partes de personas poseídas por demonios. Cuando lo hace, da a entender que se trata de una persona en quien uno o más demonios han hecho morada, ejerciendo control e influencia directa sobre tal persona, causando ciertos trastornos en el espíritu, alma y cuerpo, es decir en la totalidad del ser.
Los demonios que poseen a una persona tienen poder para trastornar el intelecto, la voluntad y las emociones de la persona poseída. Es necesario distinguir entre posesión demoníaca y la influencia o la actividad que un demonio pueda realizar en relación con una persona.
En este último caso, la actividad del demonio se ejerce desde fuera de la persona; mientras que en la posesión demoníaca, la actividad del demonio se ejerce desde adentro de la persona.
Con esta definición a la vista, un creyente verdadero no puede ser poseído por un demonio, porque el creyente verdadero tiene al Espíritu Santo morando en su vida. El Espíritu Santo no puede compartir la morada con un demonio.
En cuanto a los efectos de la posesión demoníaca, a veces producen enfermedades o trastornos físicos en la persona poseída. Según el relato en Mateo 9:32-33 trajeron a Jesús un hombre mudo, pero este trastorno en el habla era el producto de la actividad de un demonio que moraba en ese hombre. Es decir que este hombre estaba endemoniado. Cuando el demonio fue echado fuera, el hombre volvió a su estado normal. El mudo habló.
No está por demás señalar que no toda enfermedad es el resultado de la actividad demoníaca, ya sea poseyendo a la persona enferma o influenciando desde fuera de la persona enferma.
Otras veces, los demonios producen trastornos en el intelecto en la persona poseída. La persona deja de actuar con cordura. En el relato de Mateo 17:13-21 se nos habla de un muchacho endemoniado que era lunático y padecía muchísimo porque muchas veces el demonio inducía al muchacho a arrojarse en el fuego o en el agua. Qué triste la condición de este muchacho. El demonio hacía todo lo posible para que este muchacho muera y así asegurar la presencia de este muchacho en el infierno, por la eternidad.
Pero donde más se evidencia la presencia de demonios en posesión de personas es en el campo espiritual. Cuando una persona endemoniada es confrontada con la palabra de Dios y especialmente con lo que tiene que ver con la persona de Cristo y su sacrificio cruento en la cruz del Calvario, manifiesta una reacción totalmente opuesta y hasta violenta.
La única esperanza para una persona poseída de demonios, no es el exorcismo, o la expulsión de demonios. La única esperanza para una persona endemoniada es que Cristo Jesús entre a esa vida y esa persona llegue a ser la morada del Espíritu Santo. Esta es una obra sobrenatural de Dios por medio de su Palabra y el Espíritu Santo.
Así que, la persona endemoniada no necesariamente es la que anda por las calles mendigando un bocado de comida, ni la que comete tal o cual pecado. El cometer pecado es parte de la naturaleza caída del hombre, esté o no esté endemoniado. La posesión demoníaca tiene que ver con el control de una persona por parte de uno o más demonios que residen en esa persona, causando trastornos en el ámbito espiritual, emocional y físico.