Según los Adventistas del Séptimo día, el macho cabrío de Levítico 16 representa al Diablo, quien, según ellos, será eventualmente castigado por todo el pecado que ha introducido en el mundo. ¿Es esto así?

No, amigo oyente, no es así. Después que el sumo sacerdote tomaba dos machos cabríos y los presentaba a Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión, echaba suertes sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. Esta palabra significa “el macho cabrío de escape”. Luego, el sumo sacerdote hacía traer el macho cabrío sobre el cual cayó la suerte de Jehová y lo ofrecía en expiación. Pero el macho cabrío sobre el cual caía la suerte por Azazel, lo presentaba vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto. Después, el sumo sacerdote hacia traer ante sí al macho cabrío vivo y ponía sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesaba sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel y lo enviaba al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Aquel macho cabrío llevaba sobre sí todas las iniquidades del pueblo a tierra inhabitada. En esa tierra, este macho cabrío prácticamente se perdía. Estos dos machos cabríos representan o son símbolos de dos aspectos de la obra de Cristo. El macho cabrío que era ofrecido en expiación representaba a Cristo muriendo en lugar del pecador. El otro macho cabrío, Azazel, o macho cabrío de escape, representaba a Cristo quitando el pecado del creyente de la presencia de Dios. Esta ceremonia se celebraba cada año, hasta que vino Cristo y se ofreció a sí mismo por el pecado del hombre, cumpliendo la simbología de esta ceremonia. De modo que el macho cabrío sobre el cual el sumo sacerdote imponía sus manos y confesaba el pecado del pueblo, y que luego era llevado al desierto, no representa a Satanás sino a Cristo quitando el pecado de la presencia de Dios.

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