No, amigo oyente, no es así. Después que el sumo sacerdote tomaba dos machos cabríos y los presentaba a Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión, echaba suertes sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. Esta palabra significa “el macho cabrío de escape”. Luego, el sumo sacerdote hacía traer el macho cabrío sobre el cual cayó la suerte de Jehová y lo ofrecía en expiación. Pero el macho cabrío sobre el cual caía la suerte por Azazel, lo presentaba vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto. Después, el sumo sacerdote hacia traer ante sí al macho cabrío vivo y ponía sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesaba sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel y lo enviaba al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Aquel macho cabrío llevaba sobre sí todas las iniquidades del pueblo a tierra inhabitada. En esa tierra, este macho cabrío prácticamente se perdía. Estos dos machos cabríos representan o son símbolos de dos aspectos de la obra de Cristo. El macho cabrío que era ofrecido en expiación representaba a Cristo muriendo en lugar del pecador. El otro macho cabrío, Azazel, o macho cabrío de escape, representaba a Cristo quitando el pecado del creyente de la presencia de Dios. Esta ceremonia se celebraba cada año, hasta que vino Cristo y se ofreció a sí mismo por el pecado del hombre, cumpliendo la simbología de esta ceremonia. De modo que el macho cabrío sobre el cual el sumo sacerdote imponía sus manos y confesaba el pecado del pueblo, y que luego era llevado al desierto, no representa a Satanás sino a Cristo quitando el pecado de la presencia de Dios.