Si el alma existe, ¿cuál es su función en la vida del hombre? Si el alma existe, ¿puede morir conforme a lo que dice Ezequiel 18:4, y qué pasa con ella? Quisiera que me diera su concepto de alma y espíritu.
El misterio de la vida es tan desconcertante y nunca lo es tanto, como cuando uno se introduce en un análisis de la parte inmaterial del hombre. La Biblia sin embargo arroja bastante luz para dilucidar este intrincado misterio. Demos lectura al texto que se encuentra en 1 Tesalonicenses 5:23 donde dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” Según lo que declara este versículo, el ser humano es tripartito, esto significa que está compuesto de espíritu, alma y cuerpo. Quizá sea fácil hacer distinción entre cuerpo y espíritu o entre cuerpo y alma, afirmando que lo uno es material, tangible, mientras lo otro, tanto espíritu como alma, es inmaterial, intangible; pero el drama surge al tratar de entender las diferencias entre los dos elementos inmateriales, entre el espíritu y el alma. Sobre esto, es necesario señalar que tanto espíritu como alma se usan indistintamente en algunos pasajes de la Biblia para designar la parte inmaterial del hombre. A manera de ejemplo, leamos Lucas 1:46 donde dice: “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor” Esto es parte de lo que se conoce como el Magnificat. Es una plegaria de adoración que cual fragante perfume se eleva del corazón de la virgen María a Dios su Salvador. Observe que María dice que su alma engrandece al Señor. Muy bien. Ahora leamos el siguiente versículo, todavía dentro del Magnificat. Lucas 1:47 donde dice: “Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” María continúa adorando y alabando a Dios, pero ahora María ha cambiado de términos. Ya no habla de su alma sino de su espíritu. Dice que su espíritu se regocija en Dios su Salvador. La conclusión obvia es que, en este caso, tanto alma como espíritu, son términos equivalentes y hacen referencia a la parte inmaterial de una persona. Otro caso similar es cuando la Biblia habla de los que parten de esta vida. Ponga atención a lo que dice Génesis 35:16-19 “Después partieron de Betel; y había aun como media legua de tierra para llegar a Efrata, cuando dio a luz Raquel, y hubo trabajo en su parto. Y aconteció, como había trabajo en su parto, que le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo. Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Benoni; mas su padre lo llamó Benjamín. Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino a Efrata, la cual es Belén.” Allí lo tiene, la Biblia dice que a Raquel se le salió el alma, es decir que murió. Pero ahora observe lo que dice Hebreos 12:22-24 “sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” Hablando de los justos que han muerto, la Biblia dice que sus espíritus están en los cielos. Una vez más se ve que la Biblia usa la palabra alma y espíritu en forma indistinta, para indicar la parte inmaterial del hombre. Si nos fundamentáramos solo en esto, podríamos concluir que alma y espíritu son distintos nombres para designar una misma cosa, la parte inmaterial del ser humano, pero el problema radica cuando estos términos no son intercambiables en algunos casos en la Biblia. Por ejemplo, observe lo que dice Romanos 8:16 “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” Aquí tenemos al Espíritu Santo interactuando con el espíritu del creyente. La Biblia no indica que el Espíritu Santo interactúa con el alma del creyente. Pero ahora ponga atención en esto. Se encuentra en Mateo 16:26 donde dice: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” Según esto, el alma puede perderse, pero en ningún lugar de la Biblia se afirma que el espíritu puede perderse. Parece entonces que debe haber alguna diferencia entre espíritu y alma. Más aún, ponga atención a lo que dice Hebreos 4:12 “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” Si la palabra de Dios penetra hasta partir el alma y el espíritu, entonces debe haber una clara distinción entre espíritu y alma. Razonamientos de esta índole han llevado a los teólogos ha formular algunos conceptos que intentan establecer las diferencias. En esto no se puede ser dogmático, así que es de esperarse diversas opiniones al respecto. Se dice que el espíritu del hombre es el soplo divino en la criatura, es el principio de vida que se deriva de Dios. El alma es la posesión individual del hombre, aquello que distingue a un hombre de otro y de la naturaleza inanimada. También se dice que el cuerpo, alma y espíritu del hombre no son sino la conciencia del mundo, la conciencia propia y la conciencia de Dios. Con el cuerpo, el hombre se relaciona con el mundo, con el alma el hombre se relaciona consigo mismo y con el espíritu, el hombre se relaciona con Dios. Ahora que tenemos alguna noción sobre lo que dice la Biblia acerca del espíritu y el alma, echemos un vistazo al texto citado por Usted en su consulta. Se encuentra en Ezequiel 18:4 donde dice: “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma de pecare, esa morirá.” Sobre el significado de este texto, es necesario señalar que tanto la palabra hebrea como griega que se ha traducido como alma, se puede usar en dos sentidos muy diferentes. El uno, para referirse a una persona. Inclusive en nuestro diario hablar usamos la palabra alma en este sentido. Por ejemplo, si en un estadio de fútbol había 50.000 espectadores, solemos decir: Había 50.000 almas. O de vez en cuando, cuando queremos decir que no había ni una persona en determinado lugar, decimos que no había ni una alma. En casos así, la palabra alma significa una persona. El otro uso de la palabra alma, es para referirse al asiento de la individualidad del hombre. Por ejemplo, cuando decimos que debemos amar a Dios con el alma, estamos dando a entender que debemos poner todo de nosotros en el amor a Dios. De modo que, amigo oyente, cada vez que nos encontramos con la palabra alma en la Biblia, debemos discernir si está hablando de una persona o si está hablando de la individualidad de una persona. En el caso de Ezequiel 18:4, es obvio que al usar la palabra alma, está hablando de una persona. Cuando la Biblia afirma que el alma que pecare, esa morirá, está diciendo que el pecado en la persona produce una separación entre esa persona y Dios. El pecador está separado de Dios. Podemos decir que su alma está muerta a causa del pecado. Afirmar que el alma del pecador está muerta no es lo mismo que decir que esa alma no existe, simplemente significa que esa alma está separada de Dios. Eso es lo que comunica Ezequiel 18:4. Otra de sus inquietudes tenía que ver con ¿qué pasa con el alma de una persona cuando esa persona muere físicamente? Bueno, cuando una persona muere físicamente, se produce una separación entre su parte material y su parte inmaterial, o dicho en otras palabras, entre su cuerpo y su alma y espíritu. El cuerpo vuelve al polvo, de donde fue tomado, pero el alma y el espíritu, la parte inmaterial de la persona continúa existiendo después de la muerte. El lugar de existencia del alma y espíritu de una persona que ha muerto físicamente, depende de lo que esa persona hizo en cuanto a Jesucristo, mientras estaba con vida en la tierra. Las personas que mientras vivieron en el mundo recibieron a Cristo como Salvador, han recibido de Dios el perdón de sus pecados y en consecuencia, cuando mueren físicamente, su alma y espíritu van al cielo donde está Dios. Hablando sobre esto, el apóstol Pablo dijo lo siguiente: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.” La ciudadanía indica el lugar al cual una persona pertenece. Los creyentes, o los que han recibido a Cristo como su Salvador, tienen su ciudadanía en los cielos, es decir, que pertenecen a los cielos. Cuando los creyentes mueren físicamente, sus almas y sus espíritus van por tanto al cielo. Por otro lado, las personas que mientras vivieron el mundo rehusaron recibir a Cristo como Salvador, han rechazado la oferta de salvación que Dios les ha hecho en Cristo y en consecuencia, cuando mueran físicamente, sus almas y espíritus van a un lugar de tormento en fuego. Esto sucedió con un hombre que amasó cuantiosa fortuna mientras vivió en este mundo, pero se olvidó de arreglar su problema de pecado con Dios. Considere el destino del alma y espíritu de esta persona cuando murió físicamente. El texto se encuentra en Lucas 16: 22-23 donde dice: “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.” El alma y espíritu del rico se encontró en tormento en fuego tan pronto murió. Es la consecuencia de no haber arreglado el problema de pecado con Dios. ¿Dónde va el alma de una persona cuando la persona muere? Pues al cielo si esa persona ha recibido a Cristo como Salvador y al tormento en fuego, si esa persona ha rechazado a Cristo como Salvador.