No son pocos los creyentes que creen que el Señor Jesús fue al infierno entre su muerte y resurrección. Esta idea se origina en un credo atribuido a los apóstoles y conocido como: Credo de los apóstoles, el cual afirma lo siguiente: Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro; que fue concebido del Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió al cielo, y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso; y desde allí vendrá al fin del mundo a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Universal, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo y la vida perdurable. Amén. Este credo dice muchas cosas buenas y comprobables bíblicamente, pero no es la palabra inspirada de Dios. Se dice que fueron los apóstoles quienes lo plantearon, pero no se puede comprobar. Parece ser que quienes formularon el credo apostólico interpretaron al menos un par de escrituras en el sentido que el Señor Jesucristo fue al infierno entre su muerte y resurrección. La primera escritura se encuentra en Efesios 4:9-10 donde dice: Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.
Note que este texto no habla del infierno, sino de las partes más bajas de la tierra. Tampoco habla de algo que el Señor Jesucristo hubiera hecho entre su muerte y resurrección sino algo que hizo sin especificar cuándo lo hizo. Perfectamente puede ser que el texto esté hablando de la humillación máxima del Hijo de Dios cuando se hizo hombre, y en esas condiciones se humilló a lo sumo, inclusive muriendo y permaneciendo en un sepulcro, las partes más bajas de la tierra, por tres días y tres noches. Pero después de ser humillado tan grandemente, el Señor Jesús fue exaltado a lo sumo y en esas condiciones triunfó sobre Satanás y compartió despojos con los que son suyos. El otro pasaje bíblico es 1 Pedro 3:18-20. La Biblia dice: Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.
Pedro deseaba animar a sus lectores que estaban sufriendo por su fe. Lo hace mostrando que también el Señor Jesucristo sufrió injustamente por hacer la voluntad de Dios. Pero esto sirvió para que los que creemos en él podamos ser llevados a Dios. Jesucristo fue muerto en la carne pero vivificado en espíritu. Fue su espíritu vivificado, quien entre la muerte y la resurrección, fue a predicar o anunciar a los espíritus encarcelados que había triunfado sobre ellos. Los espíritus encarcelados es una referencia a los ángeles caídos o demonios que fueron puestos en prisión perpetua a causa de su extrema peligrosidad e impiedad en los días de Noé,