Con mucho gusto damos inicio al estudio bíblico de hoy, no sin antes dar la bienvenida a todos nuestros amigos oyentes. Prosiguiendo con la serie titulada: Gálatas, la Carta Magna de Emancipación de la Iglesia, en esta ocasión veremos que los que están bajo la ley son comparados con los esclavos, mientras que los que están bajo la gracia son comparados con los hijos adultos. De esto nos hablará David Logacho justamente después de la pausa musical.
Se dice que en la época que se escribió el Nuevo Testamento había como seis millones de esclavos en el imperio romano. Esto significa que todos estaban al tanto de las costumbres prevalecientes en la relación de los esclavos con sus amos. Es de esto que se aprovecha Pablo para dejarnos una magistral enseñanza acerca de lo que es un pecador bajo la ley y lo que es un pecador bajo la gracia. Abramos nuestras Biblias en Gálatas 4: 1-7. En este pasaje bíblico encontramos lo que éramos cuando estábamos bajo la ley, en los versículos 1 a 3. Luego, lo que Dios hizo por los que estábamos bajo la ley, en los versículos 4 y 5, y finalmente lo que llegamos a ser cuando dejamos de estar bajo la ley, en los versículos 6-7. Vayamos por tanto a lo primero. Lo que éramos cuando estábamos bajo la ley. Gálatas 4:1-3 dice: “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.” Pablo saca lecciones de lo que era comúnmente aceptado en esa institución llamada esclavitud. Mientras el heredero de una familia acaudalada era niño, o menor de edad, no difería en nada, desde un punto de vista práctico, de un esclavo, a pesar que ese heredero llegaría a ser algún día el amo y señor de todos los bienes de la familia. La costumbre era que los hijos menores de edad sean puestos bajo ayo, como vimos en nuestro estudio bíblico último, o bajo la custodia de un esclavo, pero no solamente esto, sino también bajo tutores. Esta palabra denota un siervo superior que tenía la responsabilidad de las personas que componían el círculo doméstico. Los hijos menores de edad también estaban bajo curadores. Esta palabra denota un siervo de rango elevado que se encargaba de la administración de toda una casa, un mayordomo diríamos. En la práctica entonces el hijo menor, estaba absolutamente custodiado por ayos, tutores y curadores. Probablemente tenía inclusive menos libertades que un esclavo común y corriente. Pero esta situación era temporal. Duraba solamente hasta que llegue el tiempo señalado por el padre. Cuando llegaba ese tiempo, el hijo menor pasaba a ser hijo mayor y quedaba libre de ayos, tutores y curadores. Ahora Pablo aplica esto al pecador bajo la ley. El pecador bajo la ley era como ese hijo menor de edad, totalmente esclavizado por lo que Pablo llama los rudimentos del mundo. La palabra rudimentos significa algo básico y elemental. Los rudimentos del mundo es una referencia a los ritos y prácticas del judaísmo, mediante los cuales se pensaba que se podía ser justificado por Dios. Es la bien enraizada idea del mundo de pensar que se puede llegar a Dios por medio de hacer o dejar de hacer ciertas cosas. Pero esta situación, en la cual el hijo menor de edad está en el mismo plano que el esclavo, es temporal. Dura solamente hasta que llegue el tiempo señalado por el padre. Consideremos pues entonces lo que hizo Dios por los que estábamos bajo la ley. Gálatas 4:4-5 dice: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.” El hijo menor de edad en la familia en nada difería del esclavo mientras no llegaba el tiempo señalado por el padre. Cuando llegaba este tiempo, se hacía una ceremonia, en la cual el hijo menor por primera vez vestía la ropa de un hijo mayor. A partir de este momento, dejaba de estar bajo ayos, tutores y curadores y comenzaba a gozar de los privilegios de ser hijo mayor. Pues exactamente esto es lo que sucedió con los pecadores que estábamos bajo la ley. Pablo dice que vino el cumplimiento del tiempo. Se refiere al tiempo señalado por el Padre para que los pecadores bajo la ley, quienes estaban confinados bajo la ley, pudieran salir de ese confinamiento impuesto por la ley. Esto ocurrió cuando Dios mandó a su Hijo a este mundo. Tres cosas importantes menciona Pablo sobre este hecho sin igual. Número uno. El Hijo de Dios fue enviado por Dios. Esto significa que el Hijo de Dios es totalmente divino, preexistente, existía antes de tomar forma humana en este mundo. ¿Desde cuándo existía? Pues desde la eternidad pasada porque como Dios no tiene principio y tampoco tiene fin. Él es eterno. Numero dos. El Hijo de Dios fue nacido de mujer. Esto significa que el Hijo de Dios es totalmente humano. Además es una alusión al nacimiento virginal del Hijo de Dios, por cuanto se cumplió la palabra de Dios en Génesis 3:15 cuando Dios dijo a Satanás: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” El Hijo de Dios es la simiente de la mujer, quien cumplió esta palabra de Dios. Número tres. El Hijo de Dios en su humanidad nació bajo la ley. En esas condiciones, el Hijo de Dios cumplió a la perfección con todas las demandas de la ley y de esa manera se constituyó como el sacrificio perfecto por el pecado del hombre. Luego Pablo pasa a mencionar el propósito del Padre al enviar a su Hijo al mundo. Fue para que el Hijo redima a los que estaban bajo la ley. Redimir significa comprar un esclavo previo el pago establecido para dejarlo en libertad. Esto es lo que hizo el Hijo de Dios cuando vino al mundo. Compró a los que estaban bajo la ley, pagando con su vida, de modo que los que estaban bajo la ley puedan ser dejados en libertad de la ley. Pablo dice por tanto que los que estaban bajo la ley recibieron la adopción de hijos. La palabra adopción significa colocar a alguien como hijo adulto. Tiene que ver con la posición del pecador bajo la gracia en la familia de Dios. Ya no es más un niño sino un hijo adulto con todos los privilegios que esto implica. Pero permítame aclarar este asunto. Los creyentes no entramos a la familia de Dios por adopción, sino por regeneración. Regeneración es la obra de Dios por medio de la cual Dios imparte vida espiritual a alguien que estaba muerto espiritualmente. Se la conoce también como el nuevo nacimiento. Cuando un pecador es salvo por la fe en Cristo, en cuanto a su condición es un niño recién nacido quien necesita crecimiento, pero en cuanto a su posición es un hijo adulto quien tiene todo el derecho de participar de los bienes de su Padre y de gozar de todos los privilegios de hijo. Esto es lo que Dios hizo por los que estábamos bajo la ley. Por último, consideremos lo que llegamos a ser cuando dejamos de estar bajo la ley. Gálatas 4:6-7 dice: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo, y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.” Como ya se dijo, cuando un pecador recibe a Cristo como Salvador, además de nacer de nuevo en la familia de Dios, es adoptado como hijo adulto en la familia de Dios. A esto último es a lo que se refiere Pablo cuando dice que los creyentes somos hijos. La palabra para hijos, no es la palabra para hijos menores de edad, sino para hijos mayores de edad. Siendo así los creyentes llegamos a tener algo maravilloso. Dice el texto que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo. Esta es una referencia al Espíritu Santo quien mora en el corazón de los creyentes dándoles una seguridad de que han sido adoptados como hijos adultos de Dios. Es por esta obra del Espíritu Santo que los creyentes pueden mirar con absoluta confianza al Padre celestial y clamar ¡Abba, Padre! La palabra Abba es un término arameo que usaban los hijos para dirigirse con cariño y plena confianza a sus padres. El equivalente de hoy sería: Papá, o Papi, o Papito. El Espíritu Santo da tal seguridad a los creyentes de que son hijos adultos de Dios que los creyentes se sienten impulsados a tratar al Padre como Papá o como Papi o como Papito. Pablo termina esta parte con una conclusión lógica. La dirige a todo verdadero creyente, no importa si es judío o gentil, esclavo o libre, varón o mujer. Dice: Ya no eres esclavo, se entiende en el sentido de esclavo de la ley, sino un hijo adulto y como tal, eres heredero de todos lo que Dios es dueño, no por tus méritos sino por medio de lo que Cristo hizo por ti. ¡Maravilloso! ¿No le parece? Con todo esto, debería ser cada vez más claro que es una necedad que los creyentes retrocedan a esclavizarse nuevamente a la ley. Una de las tragedias del legalismo es que da la apariencia de madurez espiritual, cuando en realidad hace retroceder al creyente a un estado de lamentable esclavitud. Esta es la verdad que Pablo trata de comunicar a los creyentes de Galacia. Los judaizantes los habían fascinado para que pensaran que guardando la ley se harían mejores creyentes. Su vieja naturaleza se sentía atraída por la ley porque les daba la oportunidad de hacer cosas y observar los resultados. Esto les abría la puerta a un sutil orgullo espiritual. Se estaban sacrificando por Cristo. Usted sabe. Pensaron que estaban progresando, pero a decir verdad estaban retrocediendo. Jamás olvide amigo oyente que la fe en Jesucristo como Salvador es absolutamente suficiente para ser adoptados como hijos de Dios. No hace falta hacer obras para ser adoptados como hijos de Dios. Las obras son el resultado de que alguien es adoptado como hijo de Dios mas no el medio para ser adoptados como hijos de Dios.
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