Nuevamente llegamos hasta usted para compartir algo mas del interesante tema que estamos desarrollando “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo” en contados instantes David Logacho estará frente a este micrófono para seguir compartiendo con nosotros este estudio.
I. Introducción: Saludos y bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro estudio bíblico ultimo, contemplamos a Pedro y a Juan saliendo del Sanedrín, el órgano gubernamental del judaísmo, con la enérgica disposición de no hablar más a ningún hombre en el nombre del Señor Jesús, so pena de tener que atenerse a las consecuencias. Era la posición oficial de Israel, como nación, en cuanto a la persona del Señor Jesús y la naciente iglesia de Cristo. En el estudio bíblico de hoy vamos a ver qué es lo que hizo la iglesia de Cristo ante esta disposición del órgano gubernamental judío, el Sanedrín. Para ello, abra su Biblia en Hechos 4:23-31.
II. ¿Qué es lo que haría una iglesia local hoy en día ante una abierta y hasta violenta persecución desde afuera? Tal vez denunciaría el atropello en los medios de comunicación y ante las autoridades gubernamentales que tienen que ver con la libertad religiosa. Tal vez, consideraría la posibilidad de ubicarse en algún otro sector muy distante del actual. A lo mejor diría: Esta oposición debe ser la voz de Dios para comunicarnos que la iglesia local no debe continuar más. Varias podrían ser las posibilidades. Pero veamos lo que hizo la primera iglesia en Jerusalén ante la oposición abierta de la nación de Israel, por medio del Sanedrín. La iglesia oró y la iglesia mostró. En el pasaje bíblico que vamos a estudiar hoy analizaremos la oración de la iglesia. Voy a leer el pasaje bíblico en Hechos 4:23-31. La Biblia dice: Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que por boca de David tu siervo dijiste:
¿Por qué se amotinan las gentes,
Y los pueblos piensan cosas vanas?
Se reunieron los reyes de la tierra,
Y los príncipes se juntaron en uno
Contra el Señor, y contra su Cristo.
Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
A estas alturas de la vida de la iglesia de Cristo, ya no se reunía en algún lugar del templo de Jerusalén sino en algún sitio fuera del templo de Jerusalén, probablemente una casa. Una vez libres, Pedro y Juan buscaron el calor y el abrigo de la congregación. Dice el texto que Pedro y Juan fueron a los suyos y contaron lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Se referían a las intimidaciones a no hablar más en el nombre de Jesús y a las amenazas si lo seguían haciendo. En momentos de tensión y grave amenaza, Pedro y Juan buscaron el consuelo y la fortaleza en Dios y en la iglesia local. ¿Qué hizo la iglesia cuando supo lo que había pasado con Pedro y con Juan? No fueron a denunciar a los medios masivos de comunicación, ni a las autoridades del gobierno, no pensaron en irse a otro lugar, ni en cerrar la iglesia. ¿Qué hicieron? Se reunieron como iglesia para orar. Dice el texto que alzaron unánimes la voz a Dios. Muchas veces aparece la palabra: “unánimes” asociada a la práctica de la iglesia primitiva. La unidad en armonía es fundamental para hacer la obra de Dios. Veamos algunos detalles de la oración. Primero alabaron a Dios, reconociendo su poder: Se dirigieron a Dios llamándolo: Soberano Señor, esto significa el que está en lo más alto y quien tiene poder absoluto. Es tan poderoso que con sólo el poder su palabra hizo el cielo y la tierra, y todo lo que en ellos hay. Inclusive los miembros del Sanedrín están en la mano de Dios para hacer su voluntad. La gente más poderosa del mundo no es sino creación del Soberano Señor. Segundo, reconocieron que lo que estaba pasando era el cumplimiento de una profecía. Fue David en Salmo 2:1-2 quien lo profetizó. Dice así este texto: ¿Por qué se amotinan las gentes,
Y los pueblos piensan cosas vanas?
Se levantarán los reyes de la tierra,
Y príncipes consultarán unidos
Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:
Las gentes del mundo, los pueblos del mundo, los reyes de la tierra y los príncipes de la tierra se confabularán para rebelarse contra Dios, Jehová y contra el Cristo o el Ungido de Dios, el Señor Jesucristo. Lo que sucedió en la crucifixión de Cristo y en la persecución del Sanedrín era simplemente el cumplimiento de lo que Dios había profetizado. En la crucifixión se confabularon contra el Señor Jesucristo, el santo Hijo Jesús, Herodes, la cabeza visible del judaísmo, aunque él mismo no era judío, Poncio Pilato, la cabeza visible del romanismo, con los judíos y con los gentiles. Sin embargo, quien estaba detrás de todo, era Dios mismo, por cuanto fue Él quien de antemano, en su consejo, había determinado que sucediera. ¿Ve? El Soberano Señor no puede ser sorprendido por nada ni por nadie. Con esta confianza entran a la tercera parte de su oración. Se trata de los pedidos de oración. Son tres pedidos. El primero, que el Señor se ocupe de los enemigos de la iglesia de Cristo. Y ahora Señor, mira sus amenazas. Se nota una urgencia en el pedido. No mañana, sino ahora, este momento. La iglesia no está pidiendo ni condena ni absolución, sino simplemente está poniendo en la mano del Señor a los enemigos de la obra del Señor. El Señor sabrá lo que hace con ellos. El segundo pedido es por denuedo para hablar la palabra del Señor. Los creyentes no querían que la persecución les haga desanimar en el avance del Evangelio. Todo lo contrario, querían que la persecución les haga sentir más celo por impulsar el avance del Evangelio. Este celo debía venir de Dios. Concede a tus siervos, decían al orar. Cuando hablaron del denuedo para hablar la palabra de Dios, se estaban refiriendo a ser osados en la predicación del Evangelio, a una capacidad sobrenatural para exponer con claridad y autoridad el mensaje del Evangelio. Cuánta falta nos hace tener este mismo denuedo en nuestra predicación de la palabra del Señor. El tercer pedido es que Dios confirme con obras sobrenaturales tanto el mensaje como a los mensajeros: Al orar decían: Mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. A esas alturas de la vida de la iglesia de Cristo era indispensable que Dios confirme mediante sanidades, señales y prodigios, que los mensajeros eran enviados por Dios y que el mensaje que predicaban era un mensaje originado en Dios. Note que la oración, no es para que Dios quite la persecución, ni para que Dios haga la vida de los discípulos más cómoda, sino para que Dios use la persecución para hacer crecer y fortaleces su obra. Por dos ocasiones, en esta oración, los creyentes se refirieron al Señor Jesucristo como el santo Hijo Jesús. Esto muestra el respeto, la devoción que la iglesia tenía hacia la persona del Señor Jesucristo. Nosotros hemos perdido la actitud de respeto y devoción al Señor Jesucristo y eso se refleja en el trato que le damos. Jamás debemos olvidar que él es el santo Hijo Jesús, el Señor Jesucristo. Cuando una iglesia ora unánime, es de esperarse que Dios haga cosas maravillosas. En el caso que nos ocupa sucedieron cosas así. Cuando terminaron de orar, el lugar en que estaban congregados tembló. Eso nos hace pensar en lo que pasó en el aposento alto el día que nació la iglesia de Cristo. Allí también se produjo un estruendo como de un viento recio que soplaba. Era el Espíritu Santo manifestándose de una forma poderosa. Además del temblor, todos los que estaban congregados fueron llenos del Espíritu Santo. En tales condiciones, no hicieron cosas extrañas, no se desmayaron, ni siquiera hablaron en lenguas esta vez, sino que hablaron con denuedo la palabra de Dios. Esto significa que sin temor alguno levantaron su voz en cualquier parte para proclamar con claridad y autoridad el evangelio de Jesucristo.
III. Conclusión. Ante la persecución externa, la iglesia unánimemente oró. Tal vez hoy en día la iglesia no sufra persecución de la misma naturaleza, pero ante las pruebas y los obstáculos que sufre la iglesia es necesario que también ore con fervor. Dios hará cosas maravillosas en respuesta a la oración. En nuestro próximo estudio bíblico, veremos que además de orar, la iglesia mostró. ¿Qué mostró? Le invito a que nos acompañe para juntos descubrirlo.
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