Gracias por estar nuevamente con nosotros, es un privilegio contar con su sintonía, hoy continuaremos con el interesante tema que está desarrollando nuestro hermano David Logacho, “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo”, tenga su Biblia a mano y acompáñenos a conocer que es lo que dios nos quiere decir acerca de esto.
I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico, dejamos al apóstol Pedro listo para comunicar un poderoso mensaje proveniente de Dios a un grupo ávido de personas, todas ellas gentiles, reunidas en la casa de un gentil, un centurión romano, en la ciudad de Cesarea. Veamos cómo lo hizo. Si le es posible, busque una Biblia y ábrala en Hechos 10 a partir del versículo 34.
II. Pedro inicia su mensaje hablando de algo que acababa de aprender. Hechos 10:34-35 dice: Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.
Hasta hace poco, Pedro, al igual que casi todo judío, pensaba que Dios hacía acepción de personas, y que por tanto tenía interés solamente en su pueblo escogido, la nación de Israel. Pero los eventos que sucedieron los días previos a este momento, hicieron que Pedro esté plenamente conciente que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación, no sólo en Israel, se agrada del que le teme y hace justicia. Esta última declaración de Pedro ha conducido a algunos a pensar que con tal de tener respeto y reverencia a Dios y demostrar ese respeto y reverencia por medio de una buena conducta es suficiente para agradar a Dios y ser salvo, sin jamás siquiera haber oído el nombre del Señor Jesús, peor acerca de su obra en la cruz, es decir su muerte y su posterior resurrección. Pero la Biblia en realidad muestra que aunque una persona tenga respeto y reverencia a Dios y en consecuencia tenga una buena conducta, no es salva. La Salvación es única y exclusivamente por la fe en la persona y obra del Señor Jesucristo. Pero cuando Dios identifica a un hombre que tiene temor de él y hace justicia, conforme a la luz que hasta ese momento ha recibido de Dios, él mismo hará que este hombre oiga el mensaje del evangelio, el mensaje que tiene que ver con la persona y obra del Señor Jesucristo, para que de esa manera llegue a ser salvo por medio de recibir por la fe a Jesucristo como Salvador. Este fue justamente el caso de Cornelio. Él era un hombre piadoso y temeroso de Dios que hacía justicia, pero sin embargo no era salvo y por eso Dios le envió a Pedro para que le predique el evangelio de Jesucristo y llegue a ser salvo. Con esto en mente, Pedro pasa a compartir el evangelio del Señor Jesucristo con Cornelio y el resto de gentiles que estaban en su casa. El mensaje de Pedro tiene tres partes, al menos hasta el punto al cual llegó Pedro. La primera parte habla del Señor Jesucristo antes de su muerte y resurrección, la segunda parte habla de la muerte y resurrección del Señor Jesucristo. La tercera parte habla del Señor Jesucristo después de su muerte y resurrección. Note como Pedro no tenía otra cosa en mente sino la persona y obra del Señor Jesucristo. Todo giraba alrededor de la bendita persona del Señor Jesucristo. Gran modelo para los que tenemos la oportunidad de compartir el evangelio con otros. Vayamos a la primera parte de su mensaje. Hechos 10:36 dice: Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos. Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Las buenas nuevas de salvación fueron anunciadas primeramente a los hijos de Israel, el pueblo escogido de Dios. Estas buenas nuevas de salvación son también el evangelio de la paz por cuanto en su esencia, expresan la forma de Dios para que el hombre pueda tener paz con Dios, por el hecho que el hombre en su pecado es enemigo de Dios. Este evangelio de la paz tiene que ver con la persona y obra del Señor Jesucristo, quien es Señor, o Dios, de todos, no sólo de los judíos como hasta hace poco pensaba Pedro, sino también de los que no son judíos, de los gentiles. Inmediatamente después, Pedro echa mano de algo que sus oyentes sabían a ciencia cierta. Me refiero al ministerio público del Señor Jesús de Nazaret, el cual comenzó en Galilea, después que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, y se extendió por toda la provincia romana de Judea. El Señor Jesús realizó su ministerio bajo la unción del Espíritu Santo, esto significa bajo el absoluto control del Espíritu Santo que residía en su ser. Además el Señor Jesús manifestó poder divino sobre Satanás, sobre el pecado, sobre la naturaleza, sobre la enfermedad, sobre la muerte. A todos les constaba que el Señor Jesús anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo. Dios estaba con Jesús de Nazaret. Luego de hablar sobre el Señor Jesucristo antes de su muerte y resurrección, Pedro va a la segunda parte de su mensaje. Va a hablar de la muerte y resurrección de Jesucristo. Hechos 10:39-41 dice: Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos.
La verdad sobre la vida y ministerio del Señor Jesucristo es ratificada por testigos oculares, entre ellos, el mismo Pedro y los demás apóstoles, quienes estuvieron con el Señor Jesús mientras hacía las señales en la tierra de Judea y en Jerusalén. Pero el meollo de todo esto es que a pesar de dar abundantes pruebas de ser el Cristo, el Mesías de Israel, sin embargo, el Señor Jesús fue colgado de un madero. Pero la muerte no pudo retener al Señor Jesús y Dios lo resucitó al tercer día. Una vez resucitado, el Señor Jesús se manifestó, no a todos en general, sino a los testigos, a los cuales Dios había ordenado de antemano, es decir a Pedro y a los apóstoles, quienes vieron con sus propios ojos al Señor Jesús resucitado. Inclusive, los apóstoles comieron y bebieron con el Señor Jesús después que resucitó de los muertos. No cabía la más mínima duda en cuanto a la veracidad de todo esto que Pedro estaba diciendo. Ahora Pedro va a la tercera parte de su mensaje. Va a hablar del Señor Jesucristo después de su muerte y su resurrección. Hechos 10:42-43 dice: Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.
Antes de ser ascendido a la gloria de su Padre, el Señor Jesús mando a los suyos a predicar el evangelio al pueblo, testificando que el Señor Jesús es quien ha sido puesto por Dios para juzgar a los vivos y a los muertos. Esto concuerda con lo que él mismo dijo cuando habló de que el Padre le ha dado todo el poder para ser el Juez. Sobre esto dan testimonio todos los profetas, de modo que todos los que en él creyeren recibirán perdón de pecados por su nombre. En este punto de su mensaje, Pedro fue interrumpido abruptamente. Los oyentes ya sabían que para ser salvos necesitaban creer en el Señor Jesucristo y recibirlo como Salvador. Así lo hicieron y ya no fue necesario que Pedro siga proclamando su mensaje. Note lo que pasó. Hechos 10:44-48 dice: Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.
Los que oían a Pedro recibieron al Señor Jesucristo como Salvador y prueba de ello es que el Espíritu Santo cayó sobre ellos. Esto llamó poderosamente la atención de los creyentes judíos que habían venido desde Jope con Pedro. Estaban admirados que lo que ellos recibieron hace tiempo en Jerusalén, cuando estaban en el aposento alto el día de Pentecostés, también estaban recibiendo los gentiles. Esto se confirmó porque al igual que ellos en el pasado, los creyentes gentiles también hablaban en idiomas que jamás habían aprendido, el genuino don de lenguas, y magnificaban a Dios. Al ver esto, Pedro hizo una pregunta: ¿Puede acaso alguno impedir que esos creyentes gentiles sean bautizados en agua, por cuanto ellos también han recibido el Espíritu Santo como Pedro y los demás creyentes judíos? Nadie se opuso porque era obvio que lo que estaban experimentando los creyentes gentiles era lo mismo que hace tiempo experimentaron los creyentes judíos. Pedro entonces mandó que los creyentes gentiles sean bautizados en agua en el nombre del Señor Jesús. Los nuevos creyentes gentiles necesitaban crecer en su nueva fe y por eso rogaron a Pedro que se quede en Cesarea para aprender de él. En nuestro próximo estudio bíblico comentaremos algunas cosas importantes sobre esto último. Espero que me acompañe.
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