Cordiales saludos amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es la primera carta o epístola de Pablo a Timoteo, en la serie titulada: Claves para ser un buen ministro de Jesucristo. En esta ocasión, vamos a ver como Pablo instruye a Timoteo para identificar a los falsos maestros.
Si tiene una Biblia a la mano, amable oyente, ábrala en 1 Timoteo 6 versículos 3 a 5. Un buen ministro de Jesucristo debe ser sagaz, en un buen sentido, para detectar a los falsos maestros que inevitablemente harán su aparición en algún momento en la iglesia local. Es por esta razón que Pablo instruye a Timoteo en cuanto a como reconocer a un falso maestro. Con esto en mente, permítame leer el texto en 1 Timoteo 6:3-5. La Biblia dice: Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad,
1Ti 6:4 está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas,
1Ti 6:5 disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.
La estructura del texto es muy sencilla pero muy efectiva para cumplir su propósito. Es como si Pablo estuviera diciendo: Timoteo, si notas estas conductas en alguno dentro de la iglesia, entonces se trata de un falso maestro, el cual tiene tales y tales características. Veamos pues qué es lo que tenía que vigilar Timoteo. Son tres cosas importantes. Número uno, alguien que enseña otra cosa. Se refiere a una enseñanza distinta de lo que enseñó el apóstol Pablo y en general cualquiera de los apóstoles cuyos escritos constan en el Nuevo Testamento. Número dos, alguien que no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo. Se refiere a una enseñanza que no se sustenta en el testimonio de los Evangelios del Nuevo Testamento. Es digno de notar que las palabras de nuestro Señor Jesucristo son sanas y producen bienestar espiritual, emocional y aun físico en quien las lee y vive por ellas. En cambio las palabras de los falsos maestros están enfermas y producen debacle espiritual, emocional y aun físico. Me causó mucho pesar lo que le sucedió a un hermano en la fe. Sucede que este hermano estaba pasando por una dolorosa prueba en su familia cercana y a consecuencia de eso estaba sufriendo mucho. Un amigo suyo, quien también afirma ser creyente, le dijo que todo eso que le estaba pasando era el resultado de que este hermano en la fe no había roto cadenas espirituales que le tenían atado a causa de pecados cometidos por sus antepasados. Acto seguido le invitó a un encuentro donde supuestamente podría romper todas esas ataduras de modo que pare de sufrir. Como si las pruebas que enfrentamos todos los creyentes y que causan tanto sufrimiento fueran siempre las consecuencias de los pecados que cometieron los padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y así, hasta Adán y Eva. ¿Por qué tengo yo que sufrir las consecuencias de los pecados cometidos por mis antepasados hasta quien sabe qué grado de parentesco? ¿En qué parte de la Biblia se enseña esto? ¿Acaso no fui perdonado de todo mi pecado pasado, presente y futuro, cuando recibí a Cristo como mi Salvador? ¿Acaso el sufrimiento está reservado exclusivamente para los pecadores, mientras que los creyentes no deben sufrir jamás? Acaso el Señor Jesucristo no dijo: En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
Cuidado amable oyente con alimentarse de las palabras enfermas de los falsos maestros. Número tres, alguien que no se conforma a la doctrina que es conforme a la piedad. Esto se refiere a enseñanza que no produce un fruto de santidad en la persona. Los falsos maestros proclaman una doctrina que promueve la impiedad en sus seguidores. Seguramente usted, al igual que yo, hemos oído de sectas falsas que sostienen que por cuanto Cristo pagó con su muerte el pecado de todo el mundo, entonces, los que le han recibido como Salvador, una vez salvos, están en libertad de hacer cualquier cosa que demande su cuerpo, sin pensar siquiera en que eso podría ofender a Dios. Es un ejemplo de doctrina que no es conforme a la piedad. La gran prueba de la validez y legitimidad de la enseñanza de un maestro es el efecto que esa enseñanza causa en el mismo maestro y en sus seguidores. Si el producto es una vida de santidad, entonces la enseñanza es conforme a la piedad, pero si el producto es una vida de pecado, entonces no es buena enseñanza. Una mala doctrina conduce a una mala conducta, una buena doctrina conduce a una buena conducta. De manera que, amable oyente, si Timoteo detectaba a una persona en la iglesia que estaba enseñando otra cosa, o algo que no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, o alguna doctrina que no es conforme a la piedad, Timoteo debía saber que estaba ante un falso maestro. A continuación Pablo presenta las características que acompañan a los falsos maestros. En primer lugar, un falso maestro es un ignorante orgulloso. Pablo dice que el falso maestro está envanecido. Esto significa orgulloso. Pero la realidad es que nada sabe. Es interesante notar que los que menos saben son los que más se jactan de su saber y los que más saben son los que menos se jactan de saber. Un falso maestro se jactará de que sabe todo, pero en fondo, como dice Pablo, nada sabe. Lo que resulta es que el falso maestro delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras. Delirar o desvariar es tener perturbada la razón por una enfermedad o una pasión violenta y de allí alguien que delira es alguien que dice o hace despropósitos o disparates. Pues a eso llega un falso maestro. Claro, según él es un gran sabio, pero en realidad está delirando o diciendo tonterías. ¿Qué se puede esperar de alguien que jactándose de saber todo dice tonterías? Pues nada edificante ciertamente. Pablo dice que un falso maestro delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras. Esto significa que el falso maestro halla verdadero deleite en hacer un escándalo mayúsculo sobre asuntos totalmente secundarios y sobre significado de palabras. Alguna ocasión me encontré con una lista de los temas que se debatían entre los monjes de un monasterio de la antigüedad. Uno de ellos era: ¿Cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler? Otro era: ¿Qué clase de jabón utilizó Pilato cuando se lavó las manos? Cosa de reírse, pero para un falso maestro es algo digno de dedicarle un debate. De esta conducta absurda de un falso maestro nace una serie de estragos que Pablo nos presenta en detalle. Número uno, envidias. Esto significa la indisposición interna de una persona cuando mira que otra persona ha sido favorecida o bendecida de alguna manera. El típico: ¿Por qué a él y no a mí? ¿Ha visto esta actitud en su iglesia? Número dos, pleitos. Esto significa peleas. Es el resultado de la envidia. Cuando hay envidia la gente comienza a hacer cualquier cosa para alcanzar lo que ve en los demás, sin importar si para eso es necesario pisotear a los demás. El resultado es pelea, guerra abierta, todos contra todos. Número tres, blasfemias. Esto significa un vocabulario ofensivo, de irrespeto a otros. La Nueva Versión Internacional lo traduce como “insultos” Es normal ver insultos en donde ha anidado la envidia y las peleas. ¿Ha estado en iglesias donde entre hermanos en la fe se han dicho cosas que no las ha oído ni en las personas más impías? Yo sí. Son el resultado de las envidias y los pleitos. Número cuatro, malas sospechas. En un ambiente enrarecido con envidias, pleitos y blasfemias, nadie confía en nadie y todos son sospechosos de lo peor. Es un ambiente así de caldeado donde cada uno piensa mal del otro, donde cada uno juzga las motivaciones del otro, donde cada uno espera lo peor del otro, la iglesia local se torna en un infierno. Finalmente, número cinco, disputas necias. Esto significa altercados por asuntos sin ninguna importancia. Conozco iglesias que se han dividido por cosas tan insignificantes como el color de la pintura para las paredes del templo. Todo esto es lo que produce la mala doctrina de un falso maestro. Pablo es drástico con los falsos maestros cuando los tilda de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad. La facultad de pensar de los falsos maestros está totalmente distorsionada por sus falsas doctrinas. Por eso han sido privados de la verdad. Esto indica que alguna vez estuvieron en la verdad, pero después la rechazaron y se volvieron contra ella. Son los típicos apóstatas. No es que eran creyentes genuinos y dejaron de serlo. Esta posibilidad no existe. Su conocimiento de la verdad fue un mero ejercicio intelectual, porque nunca lo atesoraron en su corazón y por eso en algún momento se manifestaron tal cual como son. Los falsos maestros toman la piedad como fuente de ganancia. Esto significa que usan su ministerio, su servicio al Señor para sacar provecho personal de cualquier índole. Son los típicos vividores del evangelio, los típicos pastores que no viven para las ovejas sino de las ovejas. Son los hacen ostentación jactanciosa de la ropa que visten, de los autos que manejan, de las joyas que les adornan, de los palacios donde viven, y todo esto bajo el desgastado lema que porque son hijos del Rey merecen vivir de esa manera. El consejo final de Pablo es: Apártate de los tales. Para ser un buen ministro de Jesucristo, Timoteo tenía que detectar a los falsos maestros y apartarse de ellos, siguiendo las instrucciones de Pablo.
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